Hechos 10 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 48 versitos |
1 Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la cohorte llamada Itálica,
2 piadoso y temeroso de Dios, al igual que toda su casa; daba muchas limosnas al pueblo y oraba continuamente a Dios.
3 Este, hacia la hora de nona, vio claramente en visión un ángel de Dios que fue a su encuentro y le dijo: «Cornelio».
4 Él se quedó mirando, lleno de miedo, y dijo: «¿Qué hay, señor?». Le respondió: «Tus oraciones y tus limosnas han subido como memorial a la presencia de Dios.
5 Ahora manda a alguien a Jafa y haz venir a un tal Simón llamado Pedro,
6 que se aloja en casa de un tal Simón curtidor, que tiene su casa a orillas del mar».
7 Tan pronto como se marchó el ángel que le había hablado, llamó a dos siervos y a un soldado piadoso de los que estaban a su servicio,
8 les contó todo y los mandó a Jafa.
9 Al día siguiente, mientras estos caminaban y se acercaban a la ciudad, subió Pedro a la terraza hacia la hora de sexta para orar.
10 Sintió hambre y quería tomar algo. Mientras se lo preparaban, le sobrevino un éxtasis:
11 contemplando el cielo abierto y una especie de recipiente que bajaba, semejante a un gran lienzo, que era descolgado a la tierra sostenido por los cuatro extremos.
12 Estaba lleno de toda especie de cuadrúpedos, reptiles de la tierra y aves del cielo.
13 Y una voz le dijo: «Levántate, Pedro, mata y come».
14 Pedro replicó: «De ningún modo, Señor, pues nunca comí cosa profana e impura».
15 Y de nuevo por segunda vez le dice una voz: «Lo que Dios ha purificado, tú no lo consideres profano».
16 Esto sucedió hasta tres veces y luego el receptáculo fue subido al cielo.
17 Estaba todavía Pedro dándole vueltas al significado de la visión que había visto, cuando los hombres enviados por Cornelio, después de haber preguntado por la casa de Simón, llegaron a la puerta,
18 y, a voces, preguntaban si Simón, llamado Pedro, se alojaba allí.
19 Entonces dijo el Espíritu a Pedro, que seguía perplejo con la visión: «Mira, tres hombres te están buscando;
20 levántate, baja y ponte en camino con ellos sin dudar, pues yo los he enviado».
21 Bajando Pedro al encuentro de los hombres, les dijo: «Aquí estoy, yo soy el que buscáis. ¿Cuál es el motivo de vuestra venida?».
22 Ellos le dijeron: «El centurión Cornelio, hombre justo y temeroso de Dios, acreditado además por el testimonio de todo el pueblo judío, ha recibido de un ángel santo la orden de hacerte ir a su casa y de escuchar tus palabras».
23 Él los invitó a entrar y los alojó. Al día siguiente, se levantó y marchó con ellos, haciéndose acompañar por algunos de los hermanos de Jafa.
24 Al día siguiente entró en Cesarea, donde Cornelio lo estaba esperando, reunido con sus parientes y amigos íntimos.
25 Cuando iba a entrar Pedro, Cornelio le salió al encuentro y, postrándose, le quiso rendir homenaje.
26 Pero Pedro lo levantó, diciéndole: «Levántate, que soy un hombre como tú».
27 Entró en la casa conversando con él y encontró a muchas personas reunidas.
28 Entonces les dijo: «Vosotros sabéis que a un judío no le está permitido relacionarse con extranjeros ni entrar en su casa, pero a mí Dios me ha mostrado que no debo llamar profano o impuro a ningún hombre;
29 por eso, al recibir la llamada, he venido sin poner objeción. Decidme, pues, por qué motivo me habéis hecho venir».
30 Cornelio dijo: «Hace cuatro días, a esta misma hora, cuando estaba haciendo la oración de la hora de nona en mi casa, se me presentó un hombre con vestido resplandeciente
31 y me dijo: “Cornelio, Dios ha oído tu oración y ha recordado tus limosnas;
32 envía, pues, a Jafa y haz venir a Simón, llamado Pedro, que se aloja en casa de un tal Simón curtidor, a orillas del mar”.
33 Enseguida envié a por ti, y tú has hecho bien en venir. Ahora, aquí nos tienes a todos delante de Dios, para escuchar lo que el Señor te haya encargado decirnos».
34 Pedro tomó la palabra y dijo ° : «Ahora comprendo con toda verdad que Dios no hace acepción de personas,
35 sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea.
36 Envió su palabra a los hijos de Israel, anunciando la Buena Nueva de la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos.
37 Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan.
38 Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
39 Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la tierra de los judíos y en Jerusalén. A este lo mataron, colgándolo de un madero.
40 Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió la gracia de manifestarse,
41 no a todo el pueblo, sino a los testigos designados por Dios: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección de entre los muertos.
42 Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos.
43 De él dan testimonio todos los profetas: que todos los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados».
44 Todavía estaba exponiendo Pedro estos hechos, cuando bajó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban la palabra,
45 y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gentiles,
46 porque los oían hablar en lenguas extrañas y proclamar la grandeza de Dios. Entonces Pedro añadió:
47 «¿Se puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?».
48 Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo. Entonces le rogaron que se quedara unos días con ellos.

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Introducción a Hechos

HECHOS DE LOS APÓSTOLES

La tradición ha atribuido esta obra a san Lucas, que la habría escrito en el último tercio del siglo i d.C., dirigiéndola a cristianos de origen paulino situados en regiones griegas, tal vez en los entornos de Éfeso. Existe una estrecha relación entre los evangelios (proclamación de Jesucristo) y los Hechos que contienen el cumplimiento de la promesa del envío del Espíritu Santo, el nacimiento de la Iglesia y su expansión hasta el confín de la tierra. El libro es, pues, de alguna manera el cumplimiento del mandato misionero que traen los cuatro evangelios (Mat 28:16-20; Mar 16:15 s; Luc 24:47; Jua 17:17; Jua 20:21), pero especialmente el de san Lucas, del que constituye el segundo libro; de hecho, lo mismo que en Lc, el mandato misionero de Jesús se expresa en términos de testimonio sobre él por parte de los discípulos (Hch 1:8). Los Hechos tienen dos grandes partes, dedicadas respectivamente al testimonio de la Iglesia de Jerusalén con los Doce (Hch 1:1-26 - Hch 12:1-25) y al testimonio de Pablo hasta el confín de la tierra (Hch 13:1-52 - Hch 28:1-31). San Lucas continúa aquí la presentación teológica del camino profético y salvador comenzado en el evangelio, destacando especialmente cómo este camino, programado y dirigido por Dios Padre y recorrido en su ministerio terreno por Jesús, es continuado actualmente por Cristo glorioso a través de su Espíritu y por medio del testimonio profético de la Iglesia.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Hechos 10,1-48*8:1b-11:30 El relato narra ahora el testimonio dado fuera de Jerusalén, y continúa ofreciendo las premisas para el testimonio a los gentiles, que ocupará la segunda parte de Hechos: conversión de Saulo, solución al problema teológico del contacto con los gentiles, y la Iglesia de Antioquía.


Hechos 10,34-43*10:34-43 Junto con el de Hch 2:14-36, este discurso constituye la exposición más completa de la predicación kerigmática de Pedro y, aunque reelaborado por Lucas, refleja lo fundamental de la primera predicación cristiana: proclamación de la actividad salvífica de Jesús (Hch 10:34-41), mandato misionero (Hch 10:42), conformidad con las promesas (Hch 10:43).