Romanos  11 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 36 versitos | Romanos  11 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 36 versitos
1

El resto de Israel

Pregunto: ¿ha rechazado Dios a su pueblo? ¡De ningún modo! Yo también soy israelita, descendiente de Abrahán, de la tribu de Benjamín.
1
3. DIOS NO HA RECHAZADO A SU PUEBLO, QUE SERÁ SALVADO
La prueba del resto de Israel.
Y pregunto yo: ¿Es que ha rechazado Dios a su pueblo? ¡De ningún modo! ¡Que también yo soy israelita, del linaje de Abrahán, de la tribu de Benjamín!
2 Dios no ha rechazado al pueblo que había elegido. Ustedes conocen lo que cuenta la Escritura de Elías, cómo suplicó a Dios contra Israel:2 Dios no ha rechazado a su pueblo, a quien conoció de antemano. ¿O es que ignoráis lo que dice la Escritura acerca de Elías, cómo se queja ante Dios contra Israel?
3 Señor, han matado a tus profetas, han demolido tus altares; quedo yo solo, y me buscan para matarme.3 ¡Señor!, han dado muerte a tus profetas; han derribado tus altares; y he quedado yo solo, y acechan contra mi vida.
4 ¿Qué le responde el oráculo? Me he reservado siete mil hombres que no han doblado la rodilla a Baal.4 Y ¿qué le responde el oráculo divino? Me he reservado siete mil hombres que no han doblado la rodilla ante Baal.
5 Del mismo modo, hoy queda un resto, por elección gratuita.5 Pues bien, del mismo modo, también al presente subsiste un resto elegido por gracia.
6 Ahora bien, si es gratuita, no se debe a las obras, porque entonces no sería gratuita.6 Y, si es por gracia, ya no lo es por las obras; de otro modo, la gracia no sería ya gracia.
7 ¿Qué conclusión sacaremos de esto? Lo que Israel buscaba no lo alcanzó, aunque los elegidos lo alcanzaron. Los demás se endurecieron,7 Entonces, ¿qué? Que Israel no consiguió lo que buscaba; mientras lo consiguieron los elegidos. Los demás se endurecieron,
8 como está escrito: Dios les dio un espíritu insensible, ojos que no ven, oídos que no oyen, hasta el día de hoy.8 como dice la Escritura: Dioles Dios un espíritu de embotamiento: ojos para no ver y oídos para no oír, hasta el día de hoy.
9 Y David añade: Que su mesa se vuelva una trampa, una red, un tropiezo, un castigo;9 David también dice: Conviértase su mesa en trampa y lazo, en piedra de tropiezo y justo pago,
10 que sus ojos se nublen y no vean, que su espalda siempre se encorve.10 oscurézcanse sus ojos para no ver; agobia sus espaldas sin cesar.
11 Pregunto: ¿tropezaron hasta sucumbir? ¡De ningún modo! Sólo que su tropiezo ha provocado la salvación de los paganos, despertando a su vez los celos de Israel.11 Y pregunto yo: ¿Es que han tropezado para quedar caídos? ¡De ningún modo! Sino que su tropiezo ha traído la salvación a los gentiles, para llenarlos de celos.
12 Ahora bien, si su tropiezo representa una riqueza para el mundo, si su ruina representa la riqueza de los paganos, cuánto más lo será su conversión en masa.12 Y, si su caída ha sido una riqueza para el mundo, y su mengua, riqueza para los gentiles ¡qué no será su plenitud!
13

Salvación de los paganos

Ahora me dirijo a ustedes, los paganos: Dado que soy apóstol de los paganos, hago honor a mi ministerio,
13 Os digo, pues, a vosotros, los gentiles: Por ser yo verdaderamente apóstol de los gentiles, hago honor a mi ministerio,
14 para dar celos a mis hermanos de raza y salvar así a algunos.14 pero es con la esperanza de despertar celos en los de mi raza y salvar a alguno de ellos.
15 Porque, si su rechazo ha significado la reconciliación del mundo, ¿qué será su aceptación, sino una especie de resurrección?15 Porque, si su rechazo ha sido la reconciliación del mundo, ¿qué será su readmisión sino una resurrección de entre los muertos?
16 Si la primicia está consagrada, también lo está toda la masa; si la raíz es santa, también lo son las ramas.16
El olivo y el acebuche.
Y si las primicias son santas, también la masa; y si la raíz es santa también las ramas.
17 Si algunas ramas han sido cortadas, y tú, que eres un olivo silvestre, fuiste injertado en su lugar y has participado de la raíz y la savia del olivo,17 Que si algunas ramas fueron desgajadas, mientras tú —olivo silvestre— fuiste injertado en su lugar, hecho partícipe con ellas de la raíz y de la savia del olivo,
18 no te consideres superior a las otras ramas. Si lo haces, recuerda que no eres tú quien mantiene a la raíz, sino la raíz a ti.18 no te engrías contra las ramas. Y si te engríes, sábete que no eres tú quien sostiene la raíz, sino la raíz quien te sostiene.
19 Me dirás: cortaron unas ramas para injertarme a mí.19 Pero dirás: Las ramas fueron desgajadas para que yo fuera injertado.
20 De acuerdo: a ellos los cortaron por no creer; tú, en cambio, estás firme gracias a la fe. Pero, en vez de llenarte de orgullo, teme.20 ¡Muy bien! Por su incredulidad fueron desgajadas, mientras tú, por la fe te mantienes. ¡No te engrías; más bien, teme!
21 Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, tampoco te perdonará a ti.21 Que, si Dios no perdonó a las ramas naturales, no sea que tampoco a ti te perdone.
22 Observa más bien la bondad y la severidad de Dios: con los que cayeron, Dios es severo; contigo, es bueno, siempre que te mantengas en el ámbito de la bondad; porque también a ti te pueden cortar.22 Así pues, considera la bondad y la severidad de Dios: severidad con los que cayeron, bondad contigo, si es que te mantienes en la bondad; que si no, también tú serás desgajado.
23 Y si ellos no persisten en la incredulidad, serán injertados. Porque Dios tiene poder para volver a injertarlos.23 En cuanto a ellos, si no se obstinan en la incredulidad, serán injertados; que poderoso es Dios para injertarlos de nuevo.
24 Si tú, siendo olivo silvestre por naturaleza, fuiste cortado y, contra tu naturaleza, fuiste injertado en el olivo, cuánto más ellos que son las ramas naturales serán injertadas en su propio olivo.24 Porque si tú fuiste cortado del olivo silvestre que eras por naturaleza, para ser injertado contra tu natural en un olivo cultivado, ¡con cuánta más razón ellos, según su naturaleza, serán injertados en su propio olivo!
25

La conversión de Israel

Quiero, hermanos, que no ignoren este secreto, para que no se tengan por sabios: el endurecimiento de una parte de Israel durará hasta que la totalidad de los paganos se incorpore.
25
La conversión de Israel.
Pues no quiero que ignoréis, hermanos, este misterio, no sea que presumáis de sabios: el endurecimiento parcial que sobrevino a Israel durará hasta que entre la totalidad de los gentiles,
26 Y entonces todo Israel se salvará, según lo escrito: De Sión saldrá el liberador para alejar los crímenes de Jacob.26 y así, todo Israel será salvo, como dice la Escritura: Vendrá de Sión el Libertador; alejará de Jacob las impiedades.
27 Y ésta será mi alianza con ellos cuando perdone sus pecados.27 Y esta será mi alianza con ellos, cuando haya borrado sus pecados.
28 En cuanto a la Buena Noticia ellos son enemigos de Dios, y esto ocurre para bien de ustedes; pero desde el punto de vista de la elección son amados, en atención a los patriarcas.28 En cuanto al Evangelio, son enemigos para vuestro bien; pero en cuanto a la elección, amados en atención a sus padres.
29 Porque los dones y la llamada de Dios son irrevocables.29 Que los dones y la vocación de Dios son irrevocables.
30 En efecto, ustedes antes eran enemigos de Dios, y ahora, por la desobediencia de ellos, han alcanzado misericordia,30 En efecto, así como vosotros fuisteis en otro tiempo rebeldes contra Dios, mas al presente habéis conseguido misericordia a causa de su rebeldía,
31 de la misma manera ahora que ustedes han alcanzado misericordia ellos desobedecen, pero un día también ellos alcanzarán misericordia.31 así también, ellos al presente se han rebelado con ocasión de la misericordia otorgada a vosotros, a fin de que también ellos consigan ahora misericordia.
32 Porque Dios ha encerrado a todos en la desobediencia para apiadarse de todos.32 Pues Dios encerró a todos los hombres en la rebeldía para usar con todos ellos de misericordia.
33 ¡Qué profunda es la riqueza, la sabiduría y prudencia de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones, qué incomprensibles sus caminos!33
Himno conclusivo.
¡Oh abismo de riqueza, de sabiduría y de ciencia el de Dios! ¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos!
34 ¿Quién conoce la mente de Dios? ¿Quién fue su consejero?34 En efecto, ¿quién conoció el pensamiento de Señor? O ¿quién fue su consejero? O ¿quién le dio primero que tenga derecho a la recompensa?
35 ¿Quién le dio primero para recibir en cambio?35 Porque de él, por él y para él son todas las cosas.¡A él la gloria por los siglos! Amén.
36 De él, por él, para él existe todo. A él la gloria por los siglos. Amén.36

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Introducción a Romanos 

ROMANOS

La comunidad cristiana de Roma. ¿Quién fue el misionero anónimo que llevó la semilla cristiana a Roma? ¿Algún judío convertido de los muchos que emigraban a la capital del imperio o que regresaba después de peregrinar a Jerusalén para las grandes solemnidades de la Pascua? Es ésta una pregunta que probablemente quedará sin respuesta. Lucas, en su afán universalista, dice que entre los oyentes de Pentecostés había peregrinos romanos ( Hch_2:10 ). El mismo Lucas menciona a un matrimonio judío, Áquila y Priscila ( Hch_18:2 ), que tuvo que huir de Roma a Corinto a raíz del edicto de expulsión de los judíos hecho por Claudio (año 49). Lo cierto es que en tiempos de Pablo existía ya una importante comunidad cristiana en la ciudad, cuya mayoría era de origen pagano y en parte de origen judío. Para el judío «apóstol de los paganos», este dato era muy importante.

Motivación de la carta. ¿Qué motivos tenía Pablo para escribir una carta a una Iglesia que no había fundado ni conocía personalmente? Y no una carta cualquiera, de cortesía o de circunstancias, sino una carta doctrinal de envergadura, quizás la más importante del Apóstol. He aquí otra pregunta a la que no es fácil dar una respuesta satisfactoria y a gusto de todos los biblistas.
Una opinión minoritaria afirma que en su origen era una carta circular y que el destino a Roma se le añadió después y prevaleció en la tradición. Quizás la propuesta mejor sea la más obvia y sencilla, la sugerida por la misma carta. Pablo es apóstol de los paganos y Roma es cabeza del mundo pagano. A la capital del imperio, pues, dedicará su carta capital. Además, ve en Roma, como antes en Antioquía y en Éfeso, una gran plataforma para la difusión del Evangelio.

Lugar y fecha de composición de la carta. La carta fue escrita probablemente en Corinto, al final de su tercer viaje, hacia el año 57-58. Pablo tiene pendiente un viaje a Palestina con el fin de llevar el dinero de la colecta para la comunidad necesitada de Jerusalén. Considera acabada su tarea misionera en Asia y Europa oriental y proyecta una nueva expansión hacia occidente con una escala en Roma, corazón del imperio, y un viaje a España, el último confín hacia el oeste del mundo conocido de aquel entonces.

Carácter y finalidad de la carta. Al dirigirse a los romanos, Pablo tiene ya en su haber una larga experiencia misionera que le había llevado a enfrentarse, de palabra y por cartas, con las principales dificultades y problemas por los que atravesaban las comunidades cristianas, ya sean las fundadas por él mismo o las otras de las que tenía noticia por la constante comunicación que existía entre las diversas Iglesias esparcidas por el imperio. Antes de emprender una nueva aventura misionera hacia occidente, parece como si el Apóstol sintiera la necesidad de recapitular y poner por escrito una síntesis más elaborada y sistemática de los temas claves de su predicación (su «Buena Noticia», como él lo llama en Rom_2:16 ; Rom_16:25 ), sobre todo en vistas al viaje previo que va a hacer a la Iglesia madre de Jerusalén donde sospechaba -como así ocurrió- que encontraría serias resistencias a su labor de apertura evangelizadora hacia los no judíos. El tema central de la carta es, sin lugar a dudas, la salvación por la fe en Jesucristo, muerto y resucitado, ofrecida a todos los hombres y mujeres sin discriminación.

Ocasión de la carta. La situación que vivían las Iglesias en los años 57-58 necesitaba de una palabra autorizada y definitiva que pusiera fin a las tensiones que ocasionaba la entrada imparable de los paganos en el seno de la comunidad cristiana, y que estaba poniendo en peligro la unidad de la Iglesia. El «nuevo pueblo de Dios» surgido del anuncio evangélico, ¿debía ser una continuación del pueblo judío a cuya Ley tenían que someterse los paganos convertidos? O, por el contrario, ¿se trataba de una Nueva Alianza que, sin perder sus raíces históricas judías, estaba abierta a todos por igual, judíos y paganos, con la sola condición de la fe en Cristo?
Frente a esta oferta de salvación universal, ¿qué sentido tenía ya la Ley, la circuncisión y demás prescripciones que habían mantenido al pueblo judío en un gueto cerrado de elegidos y privilegiados? Es comprensible que la Iglesia madre de Jerusalén se resistiera a romper con gran parte de ese bagaje religioso y a perder su protagonismo a favor de una Iglesia que comenzaba a ser ya ecuménica, desplazándose definitivamente más allá de las fronteras geográficas, raciales y culturales de Palestina. Por otra parte, y dentro de este designio de salvación universal de Dios en Jesucristo, ¿cuál era la función del pueblo judío? Y, sobre todo, ¿qué iba a suceder con la mayoría de ellos que no habían aceptado el Evangelio?
Pablo responde a todos estos interrogantes haciendo una relectura, con los ojos iluminados por la fe, de la historia religiosa de su pueblo, descubriendo en ella el hilo conductor de la promesa que apuntaba a Jesús como Mesías y Salvador, quien, cumpliendo con exceso lo anunciado y prometido, pone fin a lo caduco e inaugura la nueva era definitiva, donde todas las barreras que dividen a la familia humana quedan abolidas.

Actualidad de la carta. Quizás no exista otro libro del Nuevo Testamento que haya suscitado tanta polémica de interpretación. Es irónico que la carta que nos ofrece la más universal y ecuménica visión de la salvación se haya convertido en la carta del «desencuentro» dentro de la familia cristiana, entre católicos y protestantes. Pero esto es ya historia pasada. Hoy día se puede afirmar justamente lo contrario: no sólo es la carta del «reencuentro» que está uniendo de nuevo a una familia dividida, sino que es también una plataforma doctrinal sin par para lanzar a la Iglesia hacia el diálogo con las otras religiones de la tierra, haciéndonos descubrir su función histórica dentro del plan de salvación universal de Dios.
Pablo nos trasmite a todos un mensaje de esperanza y gozo: el amor infinito e incondicional de Dios en Jesucristo abarca a toda la familia humana en un abrazo salvador que nos trae la liberación presente como promesa y arras de gloria eterna. Sólo pide de nosotros una respuesta de fe, amor y de esperanza.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Romanos  11,1-12El resto de Israel. Es probable que entre los cristianos procedentes del paganismo circulara la opinión de que Dios había rechazado a los judíos. Pablo recoge el rumor en forma de pregunta, y responde con un rotundo «¡De ningún modo!» (1). Pasa a probarlo como siempre, indagando la Palabra de Dios en las Escrituras. El dominio que tenía el Apóstol de la Biblia es impresionante. Pero lo es aún más, el que comprenda todos los acontecimientos, grandes o pequeños, individuales o colectivos, personales o ajenos, bajo el prisma de la Palabra de Dios que, desde su conversión en el camino de Damasco, proyectaba ya «un solo color»: el color luminoso de la salvación extendida a judíos y paganos por igual.
La prueba de que Dios no ha rechazado a los judíos -parece decir Pablo- es él mismo, judío como el que más, «descendiente de Abrahán, de la tribu de Benjamín» (1). Al decir esto, su pensamiento se dirige a Moisés cuando habla dramáticamente con Dios a favor de Israel: «Desiste del incendio de tu ira, arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo» (Éxo_32:12). De Moisés pasa a Elías (1 Re 19), llorando ante Dios: «quedo yo solo, y me buscan para matarme» (3). En la respuesta que Dios le da: «me he reservado siete mil hombres» (4), ve de nuevo su tema favorito: la iniciativa de salvación de Dios, que es un don gratuito, pero prodigado abundantemente. El número siete en la Biblia es símbolo de multitud, de universalidad.
En cuanto a los demás, los que se endurecieron... «hasta el día de hoy» (8), se pregunta: «¿Tropezaron hasta sucumbir?» (11). La respuesta es sorprendente y atrevida. Sólo a Pablo se le podría ocurrir, dejando a un lado toda lógica humana, «que su tropiezo ha provocado la salvación de los paganos» (11). Más atrevida aún es la conclusión que saca: «si su tropiezo representa la riqueza de los paganos, cuanto más lo será su conversión en masa» (12). Al final, el Apóstol parece estar contemplando cómo todas las piezas del Alfarero Creador encuentran su lugar y se ajustan unas a otras para formar su gran designio de salvación universal.


Romanos  11,13-24Salvación de los paganos. Pablo se dirige ahora a los cristianos procedentes del paganismo que pueden estar poniendo en peligro sus relaciones con el judaísmo a causa de un posible «complejo cristiano» de superioridad exclusivista. Repitiendo, de nuevo, lo que supondrá para el reinado de Dios la aceptación masiva del Evangelio por parte de su pueblo, viene a decir que los frutos serán espectaculares, como «una especie de resurrección» (15). Les recuerda que la elección de Israel sigue en pie y que su pueblo sigue desempeñando una parte fundamental en los planes de salvación de Dios para el mundo. Para probarlo usa dos comparaciones. Una, tomada de la liturgia del rito de consagración de las primicias de la cosecha (cfr. Dt 26; Neh_10:36). Consagrar las primicias significaba consagrar la totalidad, reconocer la fecundidad de la tierra como don de Dios. Si Dios escogió a Abrahán -las primicias del pueblo judío- su entera descendencia está incluida en la bendición.
La otra comparación es más elaborada y se refiere a la estrecha relación que existe entre cristianismo y judaísmo. Está tomada de la jardinería, y quizás sea en su «aparente incoherencia» donde haya que buscar la moraleja de Pablo. ¿A qué jardinero horticultor se le ocurriría injertar una rama «silvestre» en un tronco «fértil», y no al revés? ¡Pues, a Dios!, parece responder el Apóstol. Así ve él la acción libre y paradójica de Dios. La rama silvestre -los cristianos que proceden del paganismo- es injertada en el árbol fecundo del judaísmo. El Antiguo o Primer Testamento sostiene al Nuevo. No es raro en la Biblia comparar al pueblo escogido con un árbol: un álamo (Ose_14:6), una higuera (Jer_8:13), un roble (Isa_61:3). Siempre, sin embargo, es Dios quien planta y suministra la savia (cfr. Isa_60:21; Sal 80.9).
Dicho de otra manera: ¿puede vivir el cristianismo sin identidad y sin memoria histórica, sin un pasado donde enraizar el don gratuito de la fe? ¿No necesitará injertarlo en el tronco fecundado ya por la savia de la presencia misteriosa de Dios, que produjo una historia de salvación donde resonaron sus promesas y donde nació el Mesías? Para el Apóstol, el pueblo judío y el pueblo cristiano no pueden existir el uno sin el otro. Su destino común es caminar juntos hasta el «día del Señor».
Ensanchando el horizonte de la visión de Pablo más allá del pueblo judío, hacia los «otros pueblos y las otras religiones», ¿no podríamos seguir afirmado que el «Divino jardinero horticultor» ha plantado también otros árboles fecundos -las otras religiones del mundo- donde ha corrido y corre la savia de su presencia produciendo «historias de salvación», y donde va injertando la rama «silvestre» del cristianismo? ¿Podría la Iglesia universal, repartida por el mundo en Iglesias locales, prescindir y hacer «tabula rasa» de esos «árboles milenarios» plantados por Dios, sin perder sus raíces y su memoria histórica? Un pensador cristiano contemporáneo lo ha planteado de la siguiente manera: «Ya no podemos responder a la pregunta: ¿quién es mi Dios?, sin al mismo tiempo preguntar al otro: ¿quién es tu Dios?». ¿No daría hoy Pablo la bienvenida a las «otras religiones» y las invitaría a caminar junto al cristianismo y judaísmo, en mutuo diálogo y respeto a la pluralidad, hacia el «día del Señor» que es cuando se manifestará definitivamente y en su totalidad el único designio de salvación desvelado ya en Jesucristo?
Romanos  11,25-36La conversión de Israel. El Apóstol parece rendirse ante el «enigma» del rechazo mayoritario de su pueblo al Evangelio. Simplemente no lo puede descifrar. Se trata de un misterio, de un secreto que sólo Dios puede revelar, y del que él, Pablo, se siente ahora el depositario aunque sólo alcance a barruntarlo. Todas las elucubraciones y argumentos ya no tienen sentido. El secreto, que invita a la humildad y a la esperanza, es la futura conversión de los judíos, vinculada a la incorporación de los paganos (25). Cuándo y cómo no lo dice, pero Pablo la espera en un futuro inminente, ya que para él la segunda venida del Señor era cuestión de pocos años, incluso no descartaba la posibilidad de salir él mismo, aún con vida, al encuentro del Señor (cfr. 1Co_15:51).
Pablo descubre este secreto -no podía ser de otra manera- en las Escrituras, y así cita Isa_59:20, añadiendo una variante de Jer_31:30 : «¿Quién conoce la mente de Dios?... ¿Quién le dio primero para recibir en cambio?» (34s). Este secreto, a su vez, lo contempla en otro aun mas desconcertante: «Dios ha encerrado a todos en la desobediencia para apiadarse de todos» (32). Ante este misterio de salvación, la única respuesta humana es la admiración, el reconocimiento y la alabanza: «De él, por él, para él existe todo. A él la gloria por los siglos. Amén» (36). Así termina el Apóstol la parte doctrinal de su carta.