I Corintios 12 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 31 versitos |
1 Lo que toca a los carismas espirituales no quiero, hermanos, que lo ignoréis. *
2 Sabéis que, cuando erais gentiles, erais arrastrados, según que os impelían, a los ídolos mudos.
3 Por eso os hago saber que nadie, hablando con Espíritu de Dios, dice: «Anatema Jesús»; y nadie puede decir: «Señor Jesús», sino por el Espíritu Santo. *
4 Distribuciones hay de carismas, pero un mismo Espíritu;*
5 y distribuciones hay de ministerios, pero un mismo Señor;
6 y distribuciones hay de operaciones, pero un mismo Dios, quien obra todas las cosas en todos.
7 A cada cual se da la manifestación del Espíritu para el provecho común.
8 Porque a uno se le da lenguaje de sabiduría por el Espíritu; a otro, lenguaje de ciencia según el mismo Espíritu; *
9 al otro, fe en virtud del mismo Espíritu; a otro, carismas de curaciones en un mismo espíritu;
10 a otro, operaciones de milagros; a otro, profecía; a otro, discernimientos de espíritus; al otro, variedades de lenguas; a otro, interpretación de lenguas,
11 Mas todas estas cosas obra un mismo y solo Espíritu, repartiendo en particular a cada uno según quiere. *
12 Pues a la manera que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, con ser muchos, constituyen un solo cuerpo, así también Cristo; *
13 porque en un mismo Espíritu todos nosotros fuimos bautizados, ya judíos, ya griegos, ya esclavos, ya libres, en razón de formar un solo cuerpo. Y a todos se nos dio a beber un mismo Espíritu. *
14 Porque el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos.
15 Si dijere el pie: «Puesto que no soy mano, no soy del cuerpo», no por eso deja de ser del cuerpo.
16 Y si dijere el oído: «Puesto que no soy ojo, no soy del cuerpo», no por eso deja de ser del cuerpo.
17 Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿dónde estaría el oído? Y si todo oído, ¿dónde el olfato?
18 Mas ahora Dios dispuso los miembros, cada uno de ellos en el cuerpo, como quiso,
19 Que si fueran todos ellos un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?
20 Mas ahora muchos son los miembros; uno, empero, el cuerpo.
21 Ni puede el ojo decir a la mano: «No tengo necesidad de ti»; ni tampoco la cabeza a los pies: «No tengo necesidad de vosotros».
22 Antes mucho más los miembros del cuerpo que parecen ser más débiles son necesarios;
23 y los que pensamos ser menos honrosos del cuerpo, a ésos los cercamos de mayor honor; y los indecorosos en nosotros son tratados con mayor decoro.
24 Que los decorosos en nosotros no lo necesitan. Mas Dios concertó el cuerpo, dando mayor honor a lo que más lo necesitaba,
25 a fin de que no haya escisión en el cuerpo, sino que los miembros tengan la misma solicitud los unos de los otros.
26 Y si padece un miembro, juntamente padecen todos los miembros; y si se goza un miembro, juntamente se gozan todos los miembros.
27 Y vosotros sois cuerpo de Cristo y miembros cada uno por su parte.
28 Y a unos puso Dios en la Iglesia primeramente apóstoles; en segundo lugar, profetas; en tercero, doctores; luego, poderes de milagros; luego, carismas de curaciones, asistencias, gobiernos, variedades de lenguas.
29 ¿Por ventura son todos apóstoles? ¿Por ventura todos profetas? ¿Por ventura todos doctores? ¿Por ventura todos obran milagros?
30 ¿Por ventura todos poseen carismas de curaciones? ¿Por ventura todos hablan lenguas? ¿Por ventura todos interpretan?
31 Codiciad, empero, los carismas más excelentes.
32 Y todavía os muestro un camino sobre toda ponderación.

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Introducción a I Corintios




I EPÍSTOLA A LOS CORINTIOS

LA IGLESIA DE CORINTO. — Corinto, aquella «lumbrera de toda la Grecia» que, corno decía Cicerón, habían extinguido los romanos, brillaba ya de nuevo. Floreciente por el comercio, por el arte, la elocuencia y la filosofía, era aún más famosa por la espantosa corrupción de las costumbres. Su cultura y su ventajosa posición geográfica hacían de Corinto «la de los dos mares», como la llamaba Horacio, un centro de primer orden para la predicación del Evangelio. Estas ventajas atrajeron las miradas y el celo de Pablo, quien llegaba a Corinto hacia el año 51 de nuestra era, durante su segunda misión apostólica.

Casi dos años empleó el Apóstol en evangelizar a Corinto y fundar su Iglesia. Y no fue sin fruto. Ni la corrupción de las costumbres, ni siquiera la ruda oposición que hicieron los judíos, fueron obstáculo para que surgiese vigorosa la Iglesia de Corinto. No fueron, con todo, los ricos comerciantes, los oradores o los filósofos los que abrazaron el Evangelio; tampoco fueron los judíos los que formaron el núcleo de la nueva comunidad cristiana; gentiles y pobres fueron en su mayoría los que Dios escogió como primicias de la fe en Grecia.

Los primeros años fueron prósperos. Pero pronto surgieron dificultades más peligrosas que la inmoralidad pagana o la perfidia judaica. Discordias internas, abusos lamentables, ponían en peligro la prosperidad y aun la existencia misma de aquella Iglesia. Pablo estaba entonces en Efeso. Desde allí había ya escrito una primera carta, que por desgracia se ha perdido, y mandó luego allá a su discípulo Timoteo, para que pusiese remedio a aquellos males. Entre tanto llegaron de Corinto tres cristianos, Estéfanas, Fortunato y Acaico, con cartas de la Iglesia al Apóstol, en las cuales le hacían varias consultas- Aprovechando esta oportunidad, Pablo escribió una segunda carta, que es nuestra «primera Epístola a los Corintios». Era probablemente la Pascua del año 56.


LA EPÍSTOLA. — Si no iguala en amplitud dogmática a la Epístola a los Romanos, es, en cambio, la primera a los Corintios la más interesante desde el punto de vista histórico. Un atento lector lee en ella, mejor que en otra parte, el estado de las primitivas Iglesias, con sus luces y sombras, sus virtudes y sus defectos.

En medio de la variedad de
puntos que toca Pablo y de la aparente irregularidad con que los va exponiendo unos tras otros, se divide claramente la Epístola en dos partes: los abusos y las consultas. Los varios abusos, que por diferentes conductos habían llegado a oídos de Pablo, llenan los seis primeros capítulos; los diez restantes responden a las múltiples consultas que los corintios propusieron al Apóstol.



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

I Corintios 12,1

CARISMAS ESPIRITUALES: son las gracias que Dios concede al hombre para disponerle a « que coopere en la santificación de los demás. Son gracias sociales.


I Corintios 12,3

El criterio positivo para discernir el Espíritu de Dios es la confesión de la divina soberanía de Jesu-Cristo; que eso significa la fórmula SEÑOR JESÚS. Ha habido en las diversas épocas del cristianismo distintas fórmulas de fe, que, en virtud de las circunstancias, eran como el «santo y seña» de la ortodoxia. Como la «consustancialidad» del Verbo a principios del siglo IV, o la «infalibilidad pontificia» o también la «historicidad de la fe» en nuestros días, así el «señorío soberano de Jesús» compendiaba en tiempo de Pablo toda la fe cristiana.


I Corintios 12,4-6

Las comunicaciones carismáticas se distribuyen en tres grupos: carismas, ministerios, operaciones. LOS CARISMAS se atribuyen por especial apropiación al Espíritu Santo; los MINISTERIOS son como servicios que se prestan a las órdenes del que es Señor, Jesu-Cristo; las OPERACIONES u obras del poder divino corresponden por apropiación a Dios Padre, primer origen del ser y del poder. No hay que desperdiciar este testimonio del Apóstol sobre la trinidad de las divinas personas. Como el Padre es principio de las operaciones carismáticas, así Cristo lo es de los ministerios espirituales, y el Espíritu S. de los carismas sobrenaturales: los tres por igual autores de efectos análogos; los tres, por tanto, iguales en la acción y, consiguientemente, también en el ser. Por otra parte, como Dios Padre y Cristo son dos personas distintas, otra tercera persona es el Espíritu S., por cuanto se presenta en un mismo orden con ellos y con una actividad análoga.


I Corintios 12,8-10

Combinando este catálogo de carismas con el que sigue poco después (1Co_12:28-30) y con los que se hallan en las Epístolas a los Romanos (Rom_12:6-8) y a los Efesios (Efe_4:11), se obtiene una lista más completa de los carismas. Distribuidos por los tres grupos antes indicados, resulta la división siguiente:
1) CARISMAS: el don de lenguas, la interpretación de estas lenguas y la inspiración de los cánticos espirituales.
2) MINISTERIOS: el apostolado, el carisma de los evangelistas o propagandistas del Evangelio, la profecía, la enseñanza, el ministerio pastoral, el don de gobierno y presidencia, el de los servicios subalternos y el carisma de la beneficencia, así personal como económica e intelectual o técnica. A la profecía están subordinados los carismas del discernimiento de espíritus, la palabra de sabiduría y de exhortación o elocuencia sagrada. A la enseñanza, carisma propio dé los doctores, está subordinada la palabra de ciencia.
3) OPERACIONES: el don de obrar milagros, el de curaciones y la fe, que es aquí la llamada fe de los milagros.


I Corintios 12,11

A la divinidad y distinción de las tres personas añade aquí Pablo la mutua consustancialidad. Porque los carismas atribuidos antes al Padre y al Hijo se atribuyen aquí al Espíritu S., lo cual supone en todos tres una misma acción. La expresión SEGÚN QUIERE pone de relieve la personalidad del Espíritu Santo.


I Corintios 12,12

ASÍ TAMBIÉN CRISTO: el Cristo místico, o sea, la muchedumbre organizada de los fieles en un solo cuerpo, que es la Iglesia.


I Corintios 12,13

Dos acciones se atribuyen aquí al Espíritu S.: la primera, en el bautismo, cuyo efecto es incorporarnos a Cristo, en el cual todos los fieles forman UN SOLO CUERPO; la segunda, en la confirmación, en la cual se comunica profusamente el Espíritu, fuente de todos los carismas.