II Corintios 3 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 18 versitos |
1 ¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O por ventura necesitamos, como algunos, de cartas de recomendación para con vosotros o de vosotros? *
2 Nuestra carta vosotros sois, escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres;
3 como que es manifiesto que sois carta de Cristo, escrita por ministerio nuestro, y escrita no con tinta, sino con espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas que son corazones de carne.
4 Y esta tal confianza la tenemos por Cristo para con Dios. *
5 No que por nosotros mismos seamos capaces de discurrir algo como de nosotros mismos, sino que nuestra capacidad nos viene de Dios,
6 quien asimismo nos capacitó para ser ministros de una nueva alianza, no de letra, sino de Espíritu; porque la letra mata, mas el Espíritu vivifica. *
7 Que si el ministerio de la muerte, grabado con letras en piedras, resultó glorioso, hasta el punto de no poder los hijos de Israel fijar su vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, si bien evanescente,
8 ¿cómo no con más razón será glorioso el ministerio del Espíritu?
9 Por que si para el ministerio de la condenación hubo gloria, mucho más rebosa de gloria el ministerio de la justicia. *
10 Porque lo glorificado no fue glorificado en este respecto a causa de la sobrepujante gloría,
11 Porque si lo perecedero tuvo su momento de gloria, mucho más lo permanente cercado está de gloria.
12 Teniendo, pues, semejante esperanza, usamos en el hablar de mucha claridad;
13 y no a la manera que Moisés ponía un velo sobre su rostro, para que no fijasen su vista los hijos de Israel en el remate de lo que se desvanecía. *
14 Mas se embotaron sus inteligencias. Porque hasta el día de hoy en la lectura del Antiguo Testamento perdura el mismo velo, sin removerse, porque sólo en Cristo desaparece.
15 Mas hasta hoy, siempre que es leído Moisés, un velo está puesto sobre el corazón de ellos.
16 «Mas cuando se vuelva al Señor, es quitado el velo» (Ex 34:34). *
17 Y el Señor es el Espíritu. Y donde está el Espíritu del Señor hay libertad. *
18 Mas nosotros todos, con el rostro descubierto reverberando como espejos la gloria del Señor, nos vamos transfigurando en la misma imagen de gloria en gloria, conforme a como obra el Espíritu del Señor. *

Patrocinio

 
 

Introducción a II Corintios




II EPÍSTOLA A LOS CORINTIOS

ANTECEDENTES HISTÓRICOS. — La segunda Epístola a los Corintios es la más personal de las cartas de Pablo: por eso exige, más que ninguna otra, fijar con la mayor exactitud posible sus antecedentes históricos.

Según la probable cronología adoptada, Pablo escribía su primera Ep. a los Corintios hacia la Pascua del año
56. Estaba en Efeso, donde pensaba permanecer hasta Pentecostés. Desde Efeso, algunas semanas después de Pascua, mandó a Tito a Corinto para que se enterase del efecto que había producido en aquellos neófitos la carta que acababa de escribirles; él poco después partiría por tierra hacia Tróade, donde le aguardaría para recibir noticias y determinar lo que conviniera hacer. El hombre propone y Dios dispone. Pablo tuvo que salir de Efeso precipitadamente antes de lo que había determinado. Los plateros de Efeso, furiosos de ver las quiebras de su industria en objetos idolátricos, ocasionadas por la difusión del Evangelio, promovieron en la ciudad un motín, que quitó por entonces a Pablo la posibilidad de predicar libremente, y aun amenazaba su seguridad personal. Adelantó, pues, su viaje; así fue que, cuando llegó a Tróade, no halló aún a Tito. Preocupado por los corintios, no pudo reposar en Tróade, y partió para Macedonia, donde, finalmente, encontró a Tito. Las noticias que éste le trajo, sin dejar de ser consoladoras, no eran del todo satisfactorias. La mayoría de la Iglesia, sin duda, había recibido con sumisión la carta de su Apóstol y padre. Pero había aparecido un nuevo peligro, un fermento de rebeldía y oposición, más temible que los desórdenes anteriores. Un grupo de judaizantes, adversarios descarados de Pablo, con el objeto de arruinar su obra, atacaban descubiertamente su persona y sus títulos de Apóstol.

Pablo, en tales condiciones, no podía presentarse en Corinto con el espíritu de blandura paternal y franca confianza que deseaba. Para poner, pues, las cosas en orden y preparar su viaje a Corinto, escribió esta nueva carta, la segunda de las canónicas, pero en realidad la tercera de las que escribió a los corintios.


LA CARTA. — Para conseguir su objeto principal, dos cosas había de hacer Pablo: disipar las prevenciones que contra él habían concebido algunos corintios y desacreditar a sus desleales adversarios. De ahí el doble carácter, apologético y polémico, de la Epístola. Pero no podía olvidar el Apóstol lo que ya había recomendado en la Epístola anterior, a saber, la gran colecta que. se estaba organizando en beneficio de los cristianos pobres de Palestina. Esta exhortación a la limosna, casi a modo de digresión, la intercala Pablo entre la apología que hace de su conducta apostólica y la polémica con que ataca a sus adversarios. De ahí la división de la Epístola en tres partes principales, que, comprendidos el prólogo y el epílogo, se distribuyen de esta manera: 1) apologética, 1-7; 2) parenética, 8-9; 3) polémica, 10-13.



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

Patrocinio

Notas

II Corintios 3,1-3

CARTAS DE RECOMENDACIÓN: caso típico de la libertad con que Pablo varía una misma imagen. Cuatro veces recurre en estos tres versos la imagen de carta . La primera se toma en sentido propio; la segunda es metafóricamente la Iglesia de Corinto, grabada espiritualmente en el corazón de Pablo; la tercera es la Iglesia en sí misma; la cuarta es el Evangelio escrito en los corazones de los corintios.


II Corintios 3,4-6

Es digno de notarse el énfasis con que enseña Pablo que la eficacia del ministerio apostólico proviene totalmente de Dios.


II Corintios 3,6

La letra de la ley mosaica daba preceptos, mas no fuerzas para cumplirlos; el Espíritu del Evangelio juntamente con el precepto da fuerzas.


II Corintios 3,9

El ministerio de Moisés debía ser ministerio de salud; mas por la mala disposición de los israelitas vino a ser ministerio de condenación.


II Corintios 3,13

Al hecho de cubrirse Moisés la cara con el velo para no deslumbrar los ojos de los hijos de Israel, Pablo, viendo en eso el carácter transitorio del régimen del Sinaí, le da una interpretación inesperada, presentando este velo como destinado no tanto para ocultar aquella irradiación fulgurante cuanto para impedir que se diesen cuenta de que aquel resplandor se iba desvaneciendo.


II Corintios 3,13-15

Otro caso de la variabilidad de las imágenes en Pablo. El velo que comienza tapando la cara de Moisés pasa a cubrir el A. T. y acaba envolviendo el corazón de los judíos.


II Corintios 3,16

La Escritura dice de Moisés que, «cuando volvía a la montaña para hablar con el Señor, se quitaba el velo»; Pablo, aplicándolo a los judíos, dice que, cuando se conviertan al Señor, se verán libres del velo que envolvía su corazón.


II Corintios 3,17

No quiere decir Pablo que el Señor, es decir, Cristo, sea la persona del Espíritu Santo. ESPÍRITU significa aquí la plenitud del Espíritu Santo, que Cristo poseía y nos comunicó a nosotros.

|| LIBERTAD: es la verdadera libertad del espíritu, redimido de los terrores y de las prácticas estériles de la ley mosaica.


II Corintios 3,18

Dios ha dispuesto que los apóstoles, a modo de espejos, recojan los rayos de la luz divina y la difundan por toda la tierra. Y en esta iluminación evangélica, los apóstoles, revestidos de la luz divina, crecen de esplendor en esplendor hasta tranformarse en la misma imagen del Señor.