II Corintios 8 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 24 versitos |
1 Os hacemos saber, hermanos, la gracia de Dios otorgada a las Iglesias de Macedonia, *
2 porque en la gran tribulación con que han sido acrisolados sobreabunda su gozo, y su pobreza desde su fondo se desbordó en las riquezas de su generosidad.
3 Porque según su posibilidad, yo doy fe, y más allá de su posibilidad, de su propia iniciativa,
4 rogándonos con mucha instancia la gracia de tomar parte en este socorro destinado a los santos,
5 dieron, y no según que habíamos esperado, sino que a sí mismos se dieron, primero al Señor y luego a nosotros por voluntad de Dios;
6 así es que recomendamos a Tito que, como antes la había iniciado, así también lleve hasta el cabo entre vosotros esta misma obra de caridad.
7 Mas, como en todo os aventajáis, en la fe, y en la palabra, y en la ciencia, y en toda solicitud, y en nuestro amor para con vosotros, aventajaos también en esta obra de caridad.
8 No digo esto en son de mando, sino que, valiéndome de la solicitud de otros, pongo a prueba también lo hidalgo de vuestra caridad.
9 Que ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesu-Cristo, por cuanto por vosotros, siendo rico, se empobreció; para que vosotros con su pobreza os enriquecieseis. *
10 Y en esto os doy consejo, porque eso os cumple a vosotros, como quienes no sólo en el poner manos a la obra, sino también en el querer, fuisteis los primeros en tomar la iniciativa desde el año anterior;
11 y ahora la misma ejecución llevadla al cabo; de suerte que, según la prontitud del querer, así sea también el llevarlo al cabo, conforme al propio haber.
12 Porque, como exista la pronta voluntad, es bien acogida, en razón de lo que uno tiene, no en razón de lo que no se tiene.
13 No que haya de haber para otros holgura, para vosotros estrechez, sino por igual;
14 que en la presente ocasión vuestra sobra remedie la falta que ellos tienen, para que, a su vez, su sobra pueda remediar la falta que vosotros tenéis, de donde resulte igualdad,
15 según está escrito: «El que mucho, no tuvo más, y el que poco, no tuvo menos» (Ex 16:18). *
16 Y gracias a Dios, que inspira en el corazón de Tito la misma solicitud por vosotros,
17 porque no sólo recibió bien la recomendación, sino que, teniendo él mayor solicitud, de su propia voluntad partió para vosotros.
18 Y enviamos con él al hermano cuyo renombre por la predicación del Evangelio se extiende por todas las Iglesias;
19 y no sólo esto, sino que fue además designado por sufragio de las Iglesias compañero de nuestro viaje al confiársenos esta limosna, administrada por nosotros a gloria del mismo Señor y en prueba de nuestra prontitud de ánimo,
20 evitando esto: que nadie nos pueda poner tacha con motivo de esta importante suma que pasa por nuestras manos;
21 porque atendemos a hacer lo que es bueno no sólo a los ojos del Señor, sino también a los ojos de los hombres.
22 Y enviamos con ellos a nuestro hermano, a quien en muchas cosas y muchas veces hemos hallado por experiencia ser solícito, y ahora mucho más solícito por la mucha confianza que tiene en vosotros.
23 Que si se trata de Tito, compañero mío es y colaborador para con vosotros; y si de nuestros hermanos, delegados son de las Iglesias, gloria de Cristo.
24 Haced demostración ante ellos de vuestra caridad y acredita los encomios que de vosotros hicimos a la faz de las Iglesias.

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Introducción a II Corintios




II EPÍSTOLA A LOS CORINTIOS

ANTECEDENTES HISTÓRICOS. — La segunda Epístola a los Corintios es la más personal de las cartas de Pablo: por eso exige, más que ninguna otra, fijar con la mayor exactitud posible sus antecedentes históricos.

Según la probable cronología adoptada, Pablo escribía su primera Ep. a los Corintios hacia la Pascua del año
56. Estaba en Efeso, donde pensaba permanecer hasta Pentecostés. Desde Efeso, algunas semanas después de Pascua, mandó a Tito a Corinto para que se enterase del efecto que había producido en aquellos neófitos la carta que acababa de escribirles; él poco después partiría por tierra hacia Tróade, donde le aguardaría para recibir noticias y determinar lo que conviniera hacer. El hombre propone y Dios dispone. Pablo tuvo que salir de Efeso precipitadamente antes de lo que había determinado. Los plateros de Efeso, furiosos de ver las quiebras de su industria en objetos idolátricos, ocasionadas por la difusión del Evangelio, promovieron en la ciudad un motín, que quitó por entonces a Pablo la posibilidad de predicar libremente, y aun amenazaba su seguridad personal. Adelantó, pues, su viaje; así fue que, cuando llegó a Tróade, no halló aún a Tito. Preocupado por los corintios, no pudo reposar en Tróade, y partió para Macedonia, donde, finalmente, encontró a Tito. Las noticias que éste le trajo, sin dejar de ser consoladoras, no eran del todo satisfactorias. La mayoría de la Iglesia, sin duda, había recibido con sumisión la carta de su Apóstol y padre. Pero había aparecido un nuevo peligro, un fermento de rebeldía y oposición, más temible que los desórdenes anteriores. Un grupo de judaizantes, adversarios descarados de Pablo, con el objeto de arruinar su obra, atacaban descubiertamente su persona y sus títulos de Apóstol.

Pablo, en tales condiciones, no podía presentarse en Corinto con el espíritu de blandura paternal y franca confianza que deseaba. Para poner, pues, las cosas en orden y preparar su viaje a Corinto, escribió esta nueva carta, la segunda de las canónicas, pero en realidad la tercera de las que escribió a los corintios.


LA CARTA. — Para conseguir su objeto principal, dos cosas había de hacer Pablo: disipar las prevenciones que contra él habían concebido algunos corintios y desacreditar a sus desleales adversarios. De ahí el doble carácter, apologético y polémico, de la Epístola. Pero no podía olvidar el Apóstol lo que ya había recomendado en la Epístola anterior, a saber, la gran colecta que. se estaba organizando en beneficio de los cristianos pobres de Palestina. Esta exhortación a la limosna, casi a modo de digresión, la intercala Pablo entre la apología que hace de su conducta apostólica y la polémica con que ataca a sus adversarios. De ahí la división de la Epístola en tres partes principales, que, comprendidos el prólogo y el epílogo, se distribuyen de esta manera: 1) apologética, 1-7; 2) parenética, 8-9; 3) polémica, 10-13.



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

II Corintios 8,1

Es digno de consideración que en todo este pasaje no aparece ni una sola vez la palabra «dinero», ni siquiera «limosna» o «colecta», sustituidas por los términos más espirituales de «bendición », «ministerio», «liturgia» y «gracia de Dios».


II Corintios 8,9

Jesu-Cristo, que como Dios era infinitamente rico y como hombre era Señor de todas las riquezas de la tierra, cuando vino a este mundo despojóse, en lo posible, de las riquezas divinas y renunció completamente a las riquezas terrenales: doble pobreza, a la cual voluntariamente se sometió.


II Corintios 8,15

El Éxodo (Éxo_16:18) habla de los israelitas que recogían el maná, los cuales, recogieran poco o mucho, todos por igual tenían suficiente. La igualdad que de eso resultaba es para el Apóstol figura de la doble igualdad, material y espiritual, que resulta de la limosna. Material, por cuanto lo que a los unos sobra pasa a remediar la falta de los otros; espiritual, por cuanto las riquezas sobrenaturales de los pobres socorridos se comunican a los ricos limosneros.