I Tesalonicenses 5 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 28 versitos |
1 Por lo que toca a los tiempos y a las circunstancias, hermanos, no tenéis necesidad de que se os escriba,
2 pues vosotros mismos sabéis perfectamente que el día del Señor, como ladrón por la noche, así vendrá.*
3 Así que digan: «Paz y seguridad», entonces de improviso se les echa encima el exterminio, como los dolores del parto a la que se halla encinta, y no escaparán.
4 Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas para que ese día como ladrón os sorprenda.
5 Que todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día. No somos de la noche ni de las tinieblas.
6 Así que no durmamos como los otros, sino velemos y seamos sobrios.
7 Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan;
8 mas nosotros, que somos del día, seamos sobrios, revestidos de la coraza de la fe y la caridad, y como yelmo, la esperanza de la salud, *
9 puesto que no nos destinó el Señor para la cólera, sino para la adquisición de la salud por nuestro Señor Jesu-Cristo,
10 que murió por nosotros para que, ya velemos, ya durmamos, vivamos juntamente con él.
11 Por lo cual animaos recíprocamente y edificaos el uno al otro, como ya lo hacéis.
12 Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros y os gobiernan en el Señor y os instruyen,
13 y que los estiméis en el más alto grado con amor a causa de su obra. Vivid en paz entre vosotros.
14 Os exhortamos asimismo, hermanos, que amonestéis a los revoltosos, que alentéis a los débiles, que tengáis longanimidad con todos.
15 Mirad que ninguno vuelva a otro mal por mal, sino andad siempre tras lo bueno, así entre vosotros como entre todos.
16 Gózaos siempre,
17 orad sin cesar,
18 en todas las cosas dad gracias, pues ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros.
19 El espíritu no le apaguéis, *
20 las profecías no las menospreciéis. *
21 Probadlo todo, quedaos con lo bueno. *
22 Absteneos de toda apariencia de mal.
23 Y el Dios de la paz él mismo os santifique íntegros, y que todo entero vuestro espíritu, y vuestra alma, y vuestro cuerpo se conserven irreprensiblemente para el advenimiento de nuestro Señor Jesu-Cristo. *
24 Fiel es el que os llama, el cual así lo hará.
25 Hermanos, rogad también por nosotros.
26 Saludad a los hermanos todos con el ósculo santo.
27 Os conjuro por el Señor que sea leída esta carta a todos los hermanos santos.
28 La gracia de nuestro Señor Jesu-Cristo sea con vosotros. Amén.

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Introducción a I Tesalonicenses




I EPÍSTOLA A LOS TESALÓNICENSES

LA IGLESIA DE TESALÓNICA. — Tesalónica, hoy Salónica, puerto del mar Egeo y una de las principales ciudades de Macedonia, que en riquezas y corrupción competía con Corinto, fue la segunda ciudad de Europa que en su secunda expedición apostólica, hacia el año 51, evangelizó Pablo. Sus habitantes eran en su mayoría gentiles, griegos y romanos; no faltaban, empero, los judíos, atraídos por el floreciente comercio de Tesalónica y por el espíritu de proselitismo. Tres semanas escasas pudo el Apóstol permanecer en Tesalónica. Comenzó a predicar, según su costumbre, a los judíos en su sinagoga, probándoles por las Escrituras que Jesús era el Mesías; mas el fruto no respondió a sus trabajos. Entre tanto no se había descuidado Pablo de predicar el Evangelio a los gentiles y prosélitos de los judíos, y fue tanta la muchedumbre de los que se convirtieron a Cristo, que, envidiosos y furiosos, los judíos no lo pudieron sufrir. Secundados por unos cuantos hombres perdidos, asalariados, armaron un motín, que forzó a Pablo a abandonar la ciudad.

LA EPÍSTOLA. — Pablo, arrojado de Tesalónica, y, poco después, de Berea también, se dirigió a Atenas. Desde aquí, algo preocupado por el peligro de los neófitos tesalonicenses, expuestos a los embates de tan ruda persecución, les envió a su discípulo Timoteo. Entre tanto, el Apóstol, no hallando en Atenas el campo preparado para la palabra evangélica, partió para Corinto, donde le encontró Timoteo a su vuelta de Tesalónica. Las noticias que éste le dio fueron en extremo consoladoras: los neófitos, en medio de la persecución, se mantenían firmes en la verdad del Evangelio. Quedaban, empero, algunas nubecillas. La precipitada salida de Pablo había impedido que la instrucción religiosa de los tesalonicenses fuera completa. De ahí la infundada preocupación de aquellos neófitos por la suerte de los ya difuntos, que consideraban inferior a la de los vivos en el segundo advenimiento de Jesu-Cristo. Para desvanecer este error, y de paso corregir algunos defectos, reliquias de su antigua vida gentílica, les escribe esta carta, una de las más afectuosas que salieron de su pluma.

DIVISIÓN DE LA CARTA. — En dos partes se divide la Epístola: la primera (1-3) es un himno de acción de gracias, en que andan envueltos mil dulces recuerdos y delicados elogios con algo también de propia apología; la segunda (4-5) es una exhortación, parte dogmática y parte moral.


Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

I Tesalonicenses 5,2

Manifiesta aquí Pablo su ignorancia, y la de todos, acerca del tiempo de la parusía ; manifestación que alude evidentemente a las declaraciones del mismo Señor sobre la incertidumbre del último día (Mat_24:36 = Mar_13:32 = Luc_17:26), y que desvanece las fantasías de los que atribuyen al Apóstol la creencia sobre la inminente proximidad de la parusia .


I Tesalonicenses 5,8

Dé la panoplia o armadura del soldado cristiano, que más por menudo describe en Efe_6:14-17, menciona aquí Pablo solas das piezas: LA CORAZA, cuyas dos partes son la fe y la caridad, y EL YELMO, que es la esperanza.


I Tesalonicenses 5,19

ESPÍRITU es aquí la acción carismática del Espíritu Santo


I Tesalonicenses 5,20

PROFECÍAS: es el carisma que tanto se enaltece en 1Co_14:1-40.


I Tesalonicenses 5,21

PROBADLO TODO: no quiere decir que se lancen temerariamente a probar cualquier cosa, sino que cautamente examinen lo que se presente antes de admitirlo.


I Tesalonicenses 5,23

VUESTRO ESPÍRITU, Y VUESTRA ALMA, Y VUESTRO CUERPO: espíritu y alma no son dos partes distintas del compuesto humano, como lo son cuerpo y alma, sino dos actividades de la misma alma: la actividad intelectual, sometida al influjo del Espíritu S., y la actividad sensitiva (y vegetativa). Querer ver en los tres términos empleados por Pablo una derivación de la tricotomía platónica es desconocer el dualismo antropológico de Pablo y de toda la Escritura.