II EPÍSTOLA A TIMOTEO
OCASIÓN DE LA EPÍSTOLA. — Pablo está de nuevo en Roma, encarcelado y encadenado por Cristo. Su muerte es inminente. Se halla además casi solo: a excepción de Lucas, que permanece constante a su lado, los demás o han partido a otras regiones o le han abandonado cobardemente. Pero lo que más le llega al alma son los peligros a que se ve expuesta la Iglesia: no principalmente los peligros de persecución sangrienta, sino los de doctrinas perversas o de propagandas malsanas. Es el Getsemaní del Apóstol en vísperas de su calvario. Mas esos sentimientos penosos no le abaten ni acobardan. A imitación de Cristo, su corazón reacciona: la fe, la esperanza, el amor, el celo apostólico se sobreponen. A impulso de estos encontrados sentimientos escribe Pablo esta Epístola, que es como su testamento apostólico.
OBJETO. — El parte, pero antes quiere legar y como transfundir su espíritu apostólico a su querido discípulo Timoteo: a la manera que Elías dejó a Elíseo su doblado espíritu profético. Para esto le llama a Roma, para tenerlo a su lado cuando derrame su sangre como libación a honor de su Señor Jesu-Cristo. Mas, por si se frustran esos deseos, traslada a esta carta todos los sentimientos de su corazón de padre y de apóstol. La nota dominante es la de constancia e intrepidez en luchar por el Evangelio y la firmeza en desenmascarar y combatir el error: lo uno y lo otro, guardando fielmente la tradición y custodiando intacto el depósito de la verdad revelada.
DIVISIÓN. — Entre la introducción (1:1-5), notable por la intimidad del sentimiento, y la conclusión (4:9-22), en que los encargos y nuevas personales se mezclan con los saludos, el cuerpo de la Epístola puede dividirse en dos partes, no bien deslindadas por razón de sus múltiples afinidades. En la primera, de carácter más general, exhorta Pablo a su discípulo a la constancia e intrepidez en su ministerio pastoral (1:6-2:13). En la segunda, más concreta, le instruye sobre el modo de proceder contra la propaganda de doctrinas malsanas . (2:14-4:8).
II Timoteo 2,2
GARANTIDO POR MUCHOS TESTIGOS: para acreditar la verdad de su palabra, Pablo apelaba al testimonio de los que habían visto y oído al Salvador, principalmente después de su resurrección (1Co_15:5-7). Aquí describe el proceso de la tradición, en el cual, como cadena no interrumpida, señala hasta cinco anillos:
1) los testigos de vista que vieron a Cristo resucitado;
2) el mismo Pablo, que de ellos lo había oído, fuera de que también él lo había visto;
3) Timoteo, que lo oyó de Pablo;
4) los HOMBRES FIELES, a quienes Timoteo confía el testimonio;
5) los OTROS, que lo reciben de los HOMBRES FIELES. Y claro está que éstos a su vez han de transmitir a otros lo que ellos recibieron. ¿A qué esta constante transmisión del testimonio apostólico, si bastaban como norma de fe las Escrituras?