Hebreos 3 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 19 versitos |
1 Por donde, hermanos santos, partícipes del llamamiento celestial, considerad al Apóstol y Pontífice de la fe que profesamos, Jesús, *
2 fiel al que le hizo, como también lo fue Moisés en toda su casa. *
3 Porque de mayor gloria ha sido él juzgado digno en comparación de Moisés, cuanto tiene mayor honra que la casa el que la fabricó. *
4 Pues toda casa es fabricada por alguno, y quien todas las cosas fabricó es Dios.
5 Y Moisés, cierto, fue fiel en toda la casa de Dios, como criado, para dar testimonio de las cosas que se habían de decir;
6 mas Cristo, como Hijo sobre su propia casa; cuya casa somos nosotros, como mantengamos firmes hasta el fin la confianza y orgullo de la esperanza.*
7 Por esto, como dice el Espíritu Santo (Sal 94:7-11): «Hoy, si oyereis su voz, |
8 no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación, | como en el día de la tentación en el desierto, * |
9 donde me tentaron vuestros padres sometiéndome a prueba; | y «so que vieron mis obras. |
10 Durante cuarenta años me irrité contra esa raza, | y dije: Siempre andan extraviados en su corazón; | y ellos no conocieron mis caminos. |
11 Y así juré en mi indignación: | ¡Si van a entrar en mi reposo!»
12 Mirad, hermanos, no se halle en alguno de vosotros un corazón perverso de incredulidad, que os haga apostatar del Dios viviente, *
13 antes bien alentaos los unos a los otros cada día, mientras se verifica aquel «hoy», a fin de que no se endurezca nadie entre vosotros con la seducción del pecado.
14 Pues hemos sido hechos partícipes de Cristo, con tal de que mantengamos firme hasta el fin la segura confianza del principio,
15 mientras so dice (Sal 94:8): «Hoy, si oyereis su voz, | no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación»,
16 Pues ¿quiénes fueron los que, habiendo oído, provocaron? Pero ¿es que no fueron todos los que salieron de Egipto por mano de Moisés? *
17 ¿Y contra quiénes se irritó durante cuarenta años? ¿No fue contra los que pecaron, cuyos miembros quedaron tendidos en el desierto?*
18 ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo sino a los contumaces? *
19 Y vemos que no pudieron entrar a causa de su incredulidad.

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Introducción a Hebreos




EPÍSTOLA A LOS HEBREOS

ANTECEDENTES HISTÓRICOS. — El estado de ánimo de los hebreos palestinenses era verdaderamente excepcional. No se trataba de un, peligro ordinario, como las disensiones de los corintios o las preocupaciones escatológicas de los tesalonicenses; se trataba de una crisis gravísima, decisiva, de la Iglesia de Palestina. En un esfuerzo supremo, presagio de la última catástrofe, el judaísmo se empeñó en restaurar su nacionalidad y esplendor religioso. Terminado ya, o a punto de terminarse, el templo de Jerusalén, comenzado más de ochenta años antes por Herodes el Grande, el culto divino podía ostentar toda su magnificencia. Los judíos cristianos, que no habían roto aún definitivamente con el judaísmo oficial, no podían quedar impasibles ante este aparente resurgimiento; y cuando cotejaban la pompa del culto levítico con la sencillez y pobreza de la naciente liturgia cristiana, se apoderaba de ellos una nostalgia religiosa que comprometía su fe. Y no sólo echaban de menos la esplendidez del culto mosaico, sino también las purificaciones rituales y observancias tradicionales. A todo esto se añadía el temor de los odios y persecuciones con que sus antiguos correligionarios, en aquellos momentos de exacerbación nacionalista, habían de responder a su defección del judaísmo. En suma: sentían un gran vacío moral y religioso, aumentado por el terror de la persecución.

ARGUMENTO DE LA EPÍSTOLA. — Puestos los hebreos al borde del abismo, Pablo, que había deseado ser anatema de Cristo por sus hermanos según la carne, voló en su socorro. Valiéndose del anónimo y velándose con el incógnito, si bien más aparente que real, les escribió una carta, o, mejor, un mensaje de aliento, para desvanecer sus preocupaciones y sus temores. La tesis del escrito es eminentemente práctica, y consta de dos afirmaciones íntimamente relacionadas entre si. La primera y principal establece la virtud santificadora de la nueva religión: virtud más poderosa de una santidad más perfecta; la segunda, consecuencia de la primera, infunde valor para no desmayar ante las persecuciones. Al anhelo de perfección, aunque algo extraviado, de los hebreos, responde Pablo, no refrenando esos ímpetus del corazón religioso, antes bien, dando al espíritu mayores vuelos y levantándose a alturas jamás imaginadas.

Para presentar en toda su dignidad y eficacia la santidad cristiana, inmensamente superior a la santidad mosaica, establece un parangón, que fácilmente se convierte en antítesis, entre la antigua y la nueva alianza. Esta comparación entre las dos alianzas, presente siempre a los ojos del autor, es la base y la síntesis de toda su demostración: la antigua alianza, pasajera, preparatoria, imperfecta; la nueva alianza, eterna, definitiva, perfectísima. Pero este cotejo o contraste apenas sale, diríamos, a la superficie; no quiere Pablo herir demasiado en lo vivo
los sentimientos de los judíos; lo que aparece radiante en primer término es la persona amable de Cristo, Autor y Consumador de la fe. En la antigua alianza. Dios se comunicó al pueblo por medio de los ángeles y Moisés, siervo de Dios; en la nueva habla a los hombres por Cristo, hijo de Dios, inmensamente superior a los ángeles y a Moisés. En la antigua alianza, los hombres se comunicaban con Dios por medio del sacerdocio de Aarón, ineficaz y transitorio; en la nueva alianza se comunica por medio de Cristo, sacerdote único y eterno según el orden de Melquisedec. En la antigua alianza los ministerios de mensajero y pontífice estaban repartidos; en la nueva, Cristo los asume todos en sí, Apóstol y Pontífice de nuestra fe. Pero llega más alto el vigor sintético y elevación teológica del autor. Si Cristo reúne en su persona toda la grandeza religiosa de la nueva alianza, su sacrificio en la cruz condensa a su vez toda la obra de Cristo. El sacrificio del Pontífice eterno, punto central de toda la demostración, es juntamente la clave de los dos problemas que en ella se desenvuelven.

AUTOR, LENGUA, TIEMPO Y LUGAR. — Que el autor de la Ep. a los Hebreos sea Pablo, no admite duda; no es, con todo, improbable que a las órdenes del Apóstol, bajo su dirección y responsabilidad, colaborase un redactor cuyo nombre no ha llegado hasta nosotros. La lengua original en que se escribió la Epístola no es la hebrea o la aramea, como alguno imaginó, sino la griega, más pura aquí que en otros escritos del N. T. Escribióse, según todas las probabilidades, después de haber sido martirizado Santiago el Menor, obispo de Jerusalén, a cuya muerte se alude en 13:7, y después también de la primera cautividad romana de Pablo, inmediatamente antes o después de su viaje a España. La frase final «Os saludan los de Italia» (13:24) parece indicar haberse escrito la carta desde alguna ciudad de Italia, acaso desde Roma,

DIVISIÓN. — El cuerpo de la Epístola consta de dos partes. La primera, dogmática, presenta a Jesu-Cristo como Dios, sacerdote y víctima (1:5-10:18); la segunda, parenética, contiene exhortaciones a la perseverancia en la fe y a la constancia en la tribulación, seguidas de recomendaciones particulares (10:19-13:17).




Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Hebreos 3,1

Los oficios que en la antigua alianza estuvieron repartidos entre los ángeles, Moisés y Aarón, están ahora concentrados en la persona del Hijo. Cristo es a la vez APÓSTOL, o enviado de Dios a los hombres, y PONTÍFICE, O sacerdote de los hombres ante Dios: misión y sacerdocio que integran la mediación de Jesu-Cristo.


Hebreos 3,2

AL QUE LE HIZO o constituyó, en cuanto hombre, apóstol y pontífice.


Hebreos 3,3-5

La comparación iniciada de Cristo con Moisés se convierte en antítesis. Cristo, a diferencia de Moisés, ha edificado la casa de Dios: prueba manifiesta de su divinidad. Cristo, además, en esta casa de Dios es el Hijo, donde Moisés es un criado.


Hebreos 3,6

CASA: del sentido de edificio pasa al de familia.


Hebreos 3,8

PROVOCACIÓN…TENTACIÓN: son nombres propios traducidos de las palabras hebreas Meriba y Massa , que se dieron al lugar donde los hijos de Israel provocaron y tentaron a Dios, como se narra en Éxo_17:1-7; Núm_20:13.


Hebreos 3,12

Tres son los conceptos que en la aplicación del salmo desenvuelve el Apóstol: el REPOSO dé la eterna bienaventuranza; LA FE, como condición para entrar en el reposo, y el tiempo de HOY, el de la presente vida, concedido para caminar por la fe al eterno reposo. De la FE habla en lo que resta del capítulo; del REPOSO y de HOY, en el capítulo siguiente.


Hebreos 3,16

Véase Éxo_17:1-7.


Hebreos 3,17

Véase Núm_14:29-32.


Hebreos 3,18

Véase Núm_14:22-23.