Josué 16 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 10 versitos |
1 La suerte que tocó a los hijos de José partía, por el este, del Jordán cerca de Jericó; iba por el oasis de Jericó y por el desierto que sube de Jericó a la montaña de Betel;
2 seguía de Betel a Luz, pasaba hacia la frontera de los arquitas en Atarot;
3 bajaba al oeste hacia la frontera de los jafletitas, hasta el término de Bet Jorón de Abajo y hasta Guézer, y venía a salir al mar.
4 Esta fue la heredad de Manasés y Efraín, hijos de José.
5 Esta fue la frontera de los hijos de Efraín, por clanes: el límite de su heredad iba por el este desde Atarot Adar hasta Bet Jorón de Arriba
6 e iba a salir al mar, con Micmetá al norte. El límite doblaba al este hacia Taanat Siló, y, cruzando al este de Yanoj,
7 bajaba de Yanoj a Atarot y a Naará y tocaba en Jericó para terminar en el Jordán.
8 De Tapuaj iba el límite hacia el oeste por el torrente de Caná y terminaba en el mar. Esa fue la heredad de la tribu de los hijos de Efraín, por clanes,
9 además de las ciudades reservadas para los hijos de Efraín de la heredad de los hijos de Manasés; todas las ciudades con sus aldeas.
10 Los cananeos que ocupaban Guécer no pudieron ser expulsados y así continúan en medio de Efraín hasta el día de hoy, pero sometidos a trabajos forzados.

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Introducción a Josué

JOSUÉ

Este libro narra la ocupación de la tierra prometida, con la que se cierra el ciclo iniciado con las promesas a los patriarcas. Sin los hechos aquí narrados, la promesa de la tierra habría sido vana y la salida de Egipto una condena a la vida mísera del desierto. El libro de Josué es, pues, imprescindible para completar el relato del Pentateuco.

La idea central del libro es que la posesión de la tierra prometida a los padres es, para un israelita, el compendio de todos los bienes. Sus redactores relacionaron ese valor de la tierra con el valor supremo: la adhesión incondicional al Señor, Dios de Israel. La tierra prometida es un don del Señor, que se da con una condición: la fidelidad. Si Israel se aparta del Señor, el mismo Dios que les dio la tierra los expulsará de ella. Para evitarlo, hay que guardarse de toda contaminación de los cananeos. Por eso es necesario no mezclarse con ellos, sino exterminarlos. Junto a esto se concede mucha importancia a la unidad del pueblo: es preciso borrar cualquier diferencia entre las tribus. Es decir, Israel debe actuar siempre como un solo hombre.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas