Josué 20 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 9 versitos |
1 ° El Señor dijo a Josué:
2 «Di a los hijos de Israel: “Señalad las ciudades de asilo, de las que os hablé por medio de Moisés,
3 donde pueda refugiarse el homicida que haya matado a alguien por inadvertencia, sin querer, y que os sirvan de asilo para escapar del vengador de la sangre.
4 El homicida escapará a una de esas ciudades: se detendrá a la entrada de la puerta de la ciudad y expondrá su caso a los ancianos de la ciudad. Estos lo admitirán en su ciudad y le señalarán una casa para que viva con ellos.
5 Si el vengador de la sangre llega en su persecución, no le entregarán al homicida, pues hirió a su prójimo sin querer y no le tenía odio anteriormente.
6 El homicida deberá permanecer en la ciudad hasta que comparezca en juicio ante la comunidad y muera el sumo sacerdote que esté en funciones por aquel tiempo. Entonces el homicida podrá volver a su ciudad y a su casa, a la ciudad de la que huyó”».
7 Los israelitas designaron como ciudades sagradas: Cadés en Galilea, en la montaña de Neftalí; Siquén, en la montaña de Efraín, Quiriat Arbá (o sea Hebrón), en la montaña de Judá.
8 En Transjordania, al este de Jericó, señalaron: Béser, en la llanura desértica de la tribu de Rubén; Ramot de Galaad, en la tribu de Gad, y Golán de Basán, en la tribu de Manasés.
9 Estas son las ciudades designadas para todos los hijos de Israel, así como para los emigrantes que vivan entre ellos, para que pueda encontrar en ellas asilo cualquiera que haya matado a alguien por inadvertencia y no muera a manos del vengador de la sangre, hasta que comparezca ante la comunidad.

Patrocinio

 
 

Introducción a Josué

JOSUÉ

Este libro narra la ocupación de la tierra prometida, con la que se cierra el ciclo iniciado con las promesas a los patriarcas. Sin los hechos aquí narrados, la promesa de la tierra habría sido vana y la salida de Egipto una condena a la vida mísera del desierto. El libro de Josué es, pues, imprescindible para completar el relato del Pentateuco.

La idea central del libro es que la posesión de la tierra prometida a los padres es, para un israelita, el compendio de todos los bienes. Sus redactores relacionaron ese valor de la tierra con el valor supremo: la adhesión incondicional al Señor, Dios de Israel. La tierra prometida es un don del Señor, que se da con una condición: la fidelidad. Si Israel se aparta del Señor, el mismo Dios que les dio la tierra los expulsará de ella. Para evitarlo, hay que guardarse de toda contaminación de los cananeos. Por eso es necesario no mezclarse con ellos, sino exterminarlos. Junto a esto se concede mucha importancia a la unidad del pueblo: es preciso borrar cualquier diferencia entre las tribus. Es decir, Israel debe actuar siempre como un solo hombre.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

Patrocinio

Notas

Josué 20,1-9*20 Cuando se producía un homicidio, el vengador de la sangre restablecía la justicia dando muerte al homicida. Pero si el homicidio era involuntario, o por lo menos no premeditado, el homicida se refugiaba en el santuario y se agarraba al cuerno del altar (Éxo 21:12-14; Re 2:28-352:28-35). Había dos modos de poner fin a la situación: comparecer en juicio ante la comunidad o que muriera el sumo sacerdote (quizá, a la muerte de este, se proclamaba amnistía general y el nuevo consagrado ofrecía un sacrificio por los pecados involuntarios del pueblo: Lev 8:15).