I Juan 1 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 10 versitos | I Juan 1 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 10 versitos
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Lo que existía desde el principio

Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y han palpado nuestras manos, es lo que les anunciamos: la palabra de vida.
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Introducción
La Palabra encarnada, medio de comunión con el Padre y el Hijo.
Lo que existía desde el principio,
lo que hemos oído,
lo que hemos visto con nuestros ojos,
lo que contemplamos
y palparon nuestras manos
acerca de la Palabra de vida,
2 La vida se manifestó: la vimos, damos testimonio y les anunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre y se nos manifestó.2 —pues la Vida se manifestó,
y nosotros la hemos visto y damos testimonio
y os anunciamos la Vida eterna,
que estaba junto al Padre y que se nos manifestó—
3 Lo que vimos y oímos se lo anunciamos también a ustedes para que compartan nuestra vida, como nosotros la compartimos con el Padre y con su Hijo Jesucristo.3 lo que hemos visto y oído,
os lo anunciamos,
para que también vosotros estéis en comunión con nosotros.
Y nosotros estamos en comunión con el Padre
y con su Hijo Jesucristo.
4 Les escribimos esto para que la alegría de ustedes sea completa.4 Os escribimos esto
para que nuestro gozo sea completo.
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Caminar en la luz: romper con el pecado

Éste es el mensaje que le oímos y les anunciamos: que Dios es luz sin mezcla de tinieblas.
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I.Caminar en la luz
Y este es el mensaje que hemos oído de él
y que os anunciamos:
Dios es Luz, en él no hay tiniebla alguna.
6 Si decimos que compartimos su vida mientras caminamos a oscuras, mentimos y no procedemos con sinceridad.6 Si decimos que estamos en comunión con él,
y caminamos en tinieblas,
mentimos y no obramos la verdad.
7 Pero si caminamos en la luz, como él está en la luz, estamos en comunión unos con otros y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado.7 Pero si caminamos en la luz,
como él mismo está en la luz,
estamos en comunión unos con otros,
y la sangre de su Hijo Jesús
nos purifica de todo pecado.
8 Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros.8
Primera condición: romper con el pecado.
Si decimos: «No tenemos pecado»,
nos engañamos
y la verdad no está en nosotros.
9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y limpiarnos de todo delito.9 Si reconocemos nuestros pecados,
fiel y justo es él
para perdonarnos los pecados
y purificarnos de toda injusticia.
10 Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso y su palabra no está en nosotros.10 Si decimos: «No hemos pecado»,
le hacemos mentiroso
y su palabra no está en nosotros.

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Introducción a I Juan

Primera Carta de Juan

Autor, fecha y lugar de composición de la carta. La tradición, desde los comienzos, consideró este escrito como obra de Juan el apóstol y evangelista. Hoy seguimos llamándola carta de Juan, y muchos comentaristas siguen manteniendo la opinión tradicional: sea carta o tratado, su autor es Juan. Pero hay bastantes exegetas que la atribuyen a otro Juan, o a otro autor, diverso del evangelista.
La exposición de los argumentos en pro o en contra de una u otra opinión nos llevaría demasiado lejos, y además no es tan importante. Si el autor no es el evangelista, se trata ciertamente de un discípulo o miembro de su escuela, o un portavoz de la comunidad que se inspiraba en él.
En cuanto a la fecha de la carta, considerando que era ya bastante conocida a principios del siglo segundo, podemos suponer que fue escrita a finales de la década de los 90, probablemente en Éfeso o en su región, lugares donde se desarrollaron las comunidades inspiradas por el pensamiento y la figura de Juan.

Destinatarios y circunstancias de la carta. El autor trata a sus destinatarios con afecto, como si los conociera personalmente o estuviera encargado de ellos (2,1.12. 28; 3,2.21). Atendiendo al final (5,21) podrían ser cristianos procedentes del paganismo. Más numerosos y fuertes son los indicios que apuntan a judeocristianos. De todas formas, por aquellas fechas las comunidades eran con frecuencia mixtas. Lo cierto es que se trataba de una Iglesia fervorosa y dinámica, pero infiltrada por falsas doctrinas que habían comenzado a sembrar la confusión y el cisma.
La figura de los cismáticos o apóstatas se puede recomponer con los rasgos que esparce el autor en negativo, refutándolos y calificándolos con palabras duras: seductores, mentirosos, pertenecientes al mundo de las tinieblas y ajenos a la comunidad. Piensan conocer y ver a Dios, estar en la luz y en comunión con Él, pero no reconocen a Jesús como Mesías e Hijo de Dios, niegan la encarnación y se consideran sin pecado aunque no guardan los mandamientos.

Género y contenido de la carta. Lo que llamamos carta podría ser homilía o instrucción escrita. El desarrollo es peculiar. Alguien lo ha comparado a una escalera de caracol que gira en torno a un eje fijo, ascendiendo a planos superiores. Pide una lectura acompasada, con pausas para la resonancia mental y cordial.
Todo gira alrededor de la fe en la encarnación del Hijo de Dios y el amor al prójimo. Es imposible reconocer a Dios como Padre si no se reconoce a Cristo como su Hijo; es imposible amar a Dios si no se ama al prójimo. El autor va desarrollando su reflexión con imágenes tomadas del cuarto evangelio. Y así, confesar a Jesús como Hijo de Dios es entrar en comunión con él, participar de su vida divina, compartir su amor incondicional por todos.
El amor fraterno y la fe en Cristo son la única garantía de caminar en la luz y en la verdad, «porque el amor viene de Dios; todo el que ama es hijo de Dios y conoce a Dios... ya que Dios es amor... ha demostrado el amor que nos tiene enviando al mundo a su Hijo único para que vivamos gracias a él» (4,7-9).

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

I Juan 1,1-4Lo que existía desde el principio. Juan conecta el comienzo de su carta con el comienzo del evangelio. Escribe para que los cristianos sigan en comunión con sus maestros como éstos están en comunión con el Padre y con Jesús. Si Jesús es la vid que tiene sus sarmientos, cada cristiano a su vez, es una vid que tiene otros sarmientos en unión y comunión con Él. La comunión de los cristianos con Jesús pasa a través de su comunión con los demás miembros de la comunidad; el que se separa de la comunidad también se separa de Jesús.


I Juan 1,5-10Caminar en la luz: romper con el pecado. Dios es luz, y Jesús es la Luz del mundo (Jua_8:12). El cristiano auténtico que está en comunión con Dios no camina en las tinieblas; sigue a Jesús que es la verdad y la vida. Juan comienza por reconocerse a sí mismo como pecador y necesitado de la salvación y del perdón de Dios revelado en Jesús. A este nivel, el pecado es una posibilidad, pero el cristiano consciente del sacrificio de Jesús por sus pecados, va a poner toda su esperanza en Él para evitarlos en el futuro.