I Juan 4 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 21 versitos |
1 Queridos míos: no os fiéis de cualquier espíritu, sino examinad si los espíritus vienen de Dios, pues muchos falsos profetas han salido al mundo.
2 En esto podréis conocer el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo venido en carne es de Dios;
3 y todo espíritu que no confiesa a Jesús no es de Dios: es del Anticristo. El cual habéis oído que iba a venir; pues bien, ya está en el mundo.
4 Vosotros, hijos míos, sois de Dios y lo habéis vencido. Pues el que está en vosotros es más que el que está en el mundo.
5 Ellos son del mundo; por eso hablan según el mundo y el mundo los escucha.
6 Nosotros somos de Dios. Quien conoce a Dios nos escucha, quien no es de Dios no nos escucha. En esto conocemos el Espíritu de la verdad y el espíritu del error.
7 ° Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
8 Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
9 En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Unigénito, para que vivamos por medio de él.
10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.
11 Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros.
12 A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
13 En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu.
14 Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo.
15 Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.
16 Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.
17 En esto ha llegado el amor a su plenitud con nosotros: en que tengamos confianza en el día del juicio, pues como él es, así somos nosotros en este mundo.
18 No hay temor en el amor, sino que el amor perfecto expulsa el temor, porque el temor tiene que ver con el castigo; quien teme no ha llegado a la plenitud en el amor.
19 Nosotros amemos a Dios, porque él nos amó primero.
20 Si alguno dice: «Amo a Dios», y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve.
21 Y hemos recibido de él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano.

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Introducción a I Juan

CARTAS DE SAN JUAN

Las tres cartas de san Juan tienen tantas y tan significativas semejanzas que es razonable asumir una autoría común. El estilo joánico que domina en las tres se caracteriza, entre otras cosas, por el uso de un vocabulario común, más restringido, que determina los temas teológicos fundamentales (testimonio, verdad, mundo, comunión, etc.). Ya desde el s. II (Ireneo; Canon de Muratori), la tradición atribuye estas tres cartas de forma constante a Juan hijo de Zebedeo; la autoría joánica podría entenderse en un sentido más amplio, es decir, suponiendo que salieron de la pluma de un discípulo de Juan, miembro del grupo que había recibido el testimonio del discípulo a quien Jesús amaba. Las cartas denotan un contexto vital en el que las comunidades sufren tanto por el pecado de sus miembros auténticos como por las agresiones de falsos miembros.

En la primera carta, el anuncio de la encarnación (1Jn 1:1 s) es el elemento central, en torno al cual gira el conjunto de los elementos. El autor concibe a la comunidad (Iglesia) como la reunión de los creyentes en Cristo que forman una comunión (koinonía) con el Padre y con su Hijo Jesucristo (1Jn 1:3) y reciben el don del Espíritu Santo (1Jn 3:24; 1Jn 4:13). De ahí su insistencia en el mandamiento del amor, segundo gran acento de la carta.

La segunda carta está impregnada del vocabulario y mensaje de la primera. Así lo muestra la mención de Jesucristo, el Hijo del Padre (v. 2Jn 1:3; véase 1Jn 1:3), el abundante empleo del término verdad, del mandamiento nuevo (v. 2Jn 1:5; véase 1Jn 2:7-11) o la mención de los seductores y del Anticristo (v. 2Jn 1:7; véase 1Jn 2:18; 1Jn 4:2 s).

La tercera carta se presenta, lo mismo que la segunda, como obra de «el Presbítero» y está dirigida a un cristiano llamado Gayo (probablemente, el jefe de una de las iglesias de Asia Menor en la que habría una fuerte corriente misionera).

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

I Juan 4,7-21*4:7-21 Este pasaje contiene el principio del tercer desarrollo de los criterios de la comunión con Dios: Dios es amor (1Jn 4:8; 1Jn 4:16).