Apocalipsis  22 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 21 versitos |
1 Y me mostró un río de agua de vida, reluciente como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero ° .
2 En medio de su plaza, a un lado y otro del río, hay un árbol de vida que da doce frutos, uno cada mes. Y las hojas del árbol sirven para la curación de las naciones.
3 Y no habrá maldición alguna. Y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le darán culto.
4 Y verán su rostro, y su nombre está sobre sus frentes.
5 Y ya no habrá más noche, y no tienen necesidad de luz de lámpara ni de luz de sol, porque el Señor Dios los iluminará y reinarán por los siglos de los siglos.
6 Y me dijo: Estas son palabras fieles y veraces; el Señor, Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel para mostrar a sus siervos lo que tiene que suceder pronto.
7 Mira, yo vengo pronto. Bienaventurado el que guarda las palabras proféticas de este libro.
8 Yo, Juan, soy el que oí y vi esto; y cuando oí y vi, caí a los pies del ángel que me mostraba esto para adorarlo.
9 Y me dijo: «Mira, no lo hagas. Yo soy un compañero de servicio tuyo y de tus hermanos los profetas y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios».
10 Y me dijo: No selles las palabras proféticas de este libro, porque el tiempo está cerca.
11 Que el injusto siga cometiendo injusticias y el manchado siga manchándose; que el justo siga practicando la justicia y el santo siga santificándose.
12 Mira, yo vengo pronto y traeré mi recompensa conmigo para dar a cada uno según sus obras.
13 Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último.
14 Bienaventurados los que lavan sus vestiduras para tener acceso al árbol de la vida y entrar por las puertas en la ciudad.
15 Fuera los perros, los hechiceros, los lujuriosos, los asesinos, los idólatras y todo el que ama y practica la injusticia.
16 Yo, Jesús, he enviado a mi ángel para dar testimonio de esto a las iglesias. Yo soy la raíz y la descendencia de David, la estrella radiante de la mañana.
17 El Espíritu y la esposa dicen: ¡Ven! ° Y quien lo oiga, diga: «¡Ven!». Y quien tenga sed, que venga. Y quien quiera, que tome el agua de la vida gratuitamente.
18 Yo declaro a todo el que oye las palabras proféticas de este libro: Si alguien añade algo a estas cosas, Dios añadirá sobre él las plagas que están escritas en este libro.
19 Y si alguien quita algo de las palabras de este libro profético, Dios quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa, descritas en este libro.
20 Dice el que da testimonio de estas cosas: «Sí, vengo pronto». Amén, ¡Ven, Señor Jesús!
21 La gracia del Señor Jesús esté con todos.

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Introducción a Apocalipsis 

APOCALIPSIS

El Apocalipsis refleja los avatares de la acometida del Imperio Romano contra la Iglesia naciente (finales del siglo i). Se percibe una íntima relación con el evangelio de san Juan. Para entender este libro es preciso tener en cuenta adecuadamente el símbolo, que se convierte para la apocalíptica en constante recurso de su comunicación. El simbolismo proviene del Antiguo Testamento (la serpiente, el paraíso, las plagas...), de la apocalíptica judía y, especialmente, de la concepción original del autor, que incorpora los diversos elementos en una nueva síntesis. Se emplean simbolismos de tipo cósmico (sol que se torna negro), teriomórfico o animal (el gran dragón), cromático (el blanco aplicado a Cristo), aritmético (el siete y sus fracciones y múltiplos). Como claves de lectura cristiana pueden señalarse: la memoria viva de los mártires; el libro sapiencial y litúrgico de la comunidad cristiana; la invitación al compromiso y, finalmente, el libro de la esperanza de la Iglesia ante el misterio de la iniquidad.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Apocalipsis  22,1*22:1s Dios y el Cordero comparten el mismo trono: imagen atrevida de la comunión perfecta entre el Padre y Cristo, fuente de vida para toda la humanidad a través del río impetuoso que brota del trono. Las expresiones agua de vida y árbol de vida (véase Gén 2:10 y Eze 47:1-12) insisten en la fecundidad, sin mengua, de esta vida, así como en su alcance universal, pues las hojas del árbol sirven para curar a las naciones.


Apocalipsis  22,17*22:17 Como el grito de amor de las primeras páginas de la Biblia (Gén 2:23), un requiebro de amor cierra el último libro de la revelación. Es el grito jubiloso de la Iglesia, sostenida por el Espíritu Santo. La Iglesia, que ansía la venida de Cristo, su Esposo y Señor, repite con incesante vehemencia la primitiva oración cristiana del Maranatá (véase Co 16:22o 16:22; Didajé 10:6).