Judith 9 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 14 versitos |
1 Entonces Judit se postró en tierra, se echó ceniza en la cabeza, descubrió el saco que llevaba puesto y, coincidiendo con la hora en que se ofrecía el incienso de la tarde en el templo de Jerusalén, clamó al Señor con todas sus fuerzas:
2 «Señor, Dios de mi padre Simeón ° , | tú pusiste la espada en su mano | para vengarse de los extranjeros | que rasgaron el seno de una virgen, | dejaron desnudas sus piernas | y deshonraron con furia su seno. | Tú habías dicho: “No hagáis eso”, | pero ellos lo hicieron.
3 Y tú entregaste a sus jefes a la muerte, | y su lecho, testigo de sus engaños, | lo dejaste cubierto de sangre. | Aniquilaste a siervos y poderosos, | a los poderosos en sus tronos.
4 Entregaste sus mujeres al saqueo | y sus hijas a la cautividad; | diste sus despojos a tus hijos amados, | que, movidos por el celo de tu causa | y el horror a la mancha de su sangre, | te invocaron en su auxilio. | Escucha, Dios mío, a esta viuda.
5 Todo lo que entonces hiciste, | lo que hiciste antes y después, | tus proyectos del pasado y del futuro | todo sucede como tú lo quieres.
6 Las cosas que tienes pensadas | se presentan y dicen: “Aquí estamos”. | Tienes preparados tus caminos; | tus juicios, previstos de antemano.
7 Los asirios se apoyan en su fuerza, | presumen de sus caballos y jinetes, | se engríen del vigor de sus infantes, | confían en sus escudos y lanzas, | en sus arcos y en sus hondas, | pero no saben que tú eres el Señor, | que pone fin a las guerras.
8 Tu nombre es “el Señor”. | Destruye su fuerza con la tuya, | aplasta su dominio con tu cólera, | pues planean profanar tu santuario, | mancillar la tienda donde mora | la gloria de tu nombre | y arrancar los salientes de tu altar.
9 Pon tus ojos en su orgullo, | derrama sobre su cabeza tu cólera | y concede fuerzas a esta viuda | para realizar lo que tiene pensado.
10 Por la seducción de mi lengua | hiere al siervo con su jefe, | al jefe junto con su siervo. | Quebranta su arrogancia | a manos de una viuda.
11 Tu fuerza no está en el número | ni tu poder reside en los guerreros; | eres el Dios de los humildes, | el valedor de los pobres, | el defensor de los débiles, | el protector de los deprimidos, | el salvador de los desesperados.
12 Sí, Dios de mi antepasado, | Dios de la heredad de Israel, | Señor de cielos y tierra, | hacedor de las aguas | rey de todo lo creado, | escucha mi plegaria,
13 haz que mis palabras seductoras | hieran de muerte a los que traman | crueles designios contra tu alianza, | tu santa casa y el monte Sión, | contra la casa de tus hijos.
14 Que todo tu pueblo y todas las tribus | reconozcan que solo tú eres Dios, | Dios de toda fuerza y todo poder | y que solo tú proteges a Israel».

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Introducción a Judith

JUDIT

El libro toma su nombre del de la protagonista, Judit, que significa «la judía»; ella es la israelita modelo, que tras sus hazañas llega a identificarse con el pueblo judío (Jdt 16:4; Jdt 16:11). Aunque realmente, el verdadero protagonista es Dios que salva a su pueblo por la mano de Judit. El relato tiene la apariencia de una narración histórica en la que abundan datos sobre lugares, fechas y personajes, pero muchos de sus datos nos muestran que no puede ser histórico. No es que su autor pretenda engañar al lector, ni que desconozca la historia; de hecho su intención no es hacer historia antigua, sino una teología de la historia de forma narrativa. Selecciona deliberadamente personajes y acontecimientos de diversas épocas con una finalidad religiosa: mostrar cómo Dios vence a los enemigos de su pueblo; su salvación no depende del poder militar, sino de la confianza y la fidelidad a él. La composición del libro hay que situarla entre la segunda mitad del siglo ii y principios del i.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Judith 9,1-14*8-16 Judit, que es viuda, representa la inesperada e imprevisible acción de Dios cuando, según lo narrado en Jdt 1:1-16; Jdt 2:1-28; Jdt 3:1-10; Jdt 4:1-15; Jdt 5:1-24; Jdt 6:1-21; Jdt 7:1-32, no queda ninguna esperanza. La viuda es prototipo de la debilidad y símbolo del Israel sufriente. Como en el resto de la Sagrada Escritura, la debilidad del instrumento realza la intervención de Dios.


Judith 9,2-14*9:2-14 La oración se apoya en la providencia de Dios (Jdt 9:5 s), en sus atributos (Jdt 9:11 s) y en la supervivencia del templo (Jdt 9:8; Jdt 9:13). En el núcleo de la petición aparece el tema principal de la obra: ¿Dónde reside la fuerza: en Dios o en Nabucodonosor? (Jdt 9:11; Jdt 9:14).