Eclesiástico 16 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 30 versitos |
1 No desees una multitud de hijos inútiles, | no te goces de tener hijos impíos.
2 Aunque sean muchos, no te alegres, | si no tienen temor del Señor.
3 No confíes en su larga vida, | ni te creas seguro a causa de su número. | Sufrirás a causa de un dolor prematuro | y repentinamente conocerás su final. | Que más vale uno que mil, | y morir sin hijos, que tenerlos impíos.
4 Un solo hombre inteligente repoblará la ciudad, | pero la raza de los sin ley quedará desolada.
5 Muchas cosas como estas vieron mis ojos, | y cosas aún más graves oyeron mis oídos.
6 En la asamblea de los pecadores se enciende el fuego, | contra la nación rebelde se inflamó la ira.
7 El Señor no perdonó a los antiguos gigantes, | los que se rebelaron a causa de su fuerza.
8 No perdonó a los vecinos de Lot, | a los que aborrecía por su soberbia.
9 No se apiadó de la nación corrompida, | de los que alardeaban de sus pecados. | Todo esto se lo hizo a las naciones de corazón endurecido, | y pese a la abundancia de sus santos no se dejó conmover.
10 Y así trató a los seiscientos mil de a pie | amotinados por su dureza de corazón. | Con golpes y misericordia los castigó y curó, | el Señor los protegió con piedad y disciplina.
11 Aunque solo hubiera uno de dura cerviz, | sería asombroso que quedara impune; | pues misericordia e ira están con él; | es poderoso cuando perdona y cuando descarga su ira.
12 Tan grande como su misericordia es su severidad, | y juzga al hombre según sus obras.
13 No escapará el pecador con su rapiña, | ni se frustrará la paciencia del piadoso.
14 Reservará un sitio para el que da limosna, | cada uno recibirá según sus obras.
15 El Señor hizo que el faraón se obstinara para que no lo reconociese; | puso así de manifiesto su poder bajo el cielo.
16 En toda la creación se manifiesta su misericordia, | y ha repartido su luz y oscuridad a los humanos.
17 No digas: «Me esconderé del Señor, | y, ¿quién se acordará de mí allá arriba? | Entre la gran muchedumbre no seré reconocido, | pues, ¿quién soy yo en la inmensa creación?».
18 Mira el cielo y los cielos altísimos, | el abismo y la tierra se estremecen ante su visita. | Todo el universo fue creado y existe por su voluntad.
19 Los montes y los cimientos de la tierra | tiemblan de espanto bajo su mirada.
20 Pero en estas cosas no piensa el corazón, | ¿quién presta atención a su conducta?
21 Como una tempestad que el humano no ve, | la mayoría de sus obras se realizan en secreto.
22 ° Las obras de justicia, ¿quién las anuncia?, | o ¿quién las espera?, pues la alianza está lejos ° . | Y el examen de todas las cosas será al final.
23 Estas cosas piensa el insensato; | el estúpido y descarriado solo piensa necedades.
24 Escúchame, hijo, y aprende la ciencia, | y aplica tu corazón a mis palabras.
25 Revelaré con mesura la instrucción, | y con precisión anunciaré la ciencia.
26 Cuando al principio el Señor creó sus obras, | después de hacerlas, determinó sus funciones.
27 Ordenó para siempre su actividad, | y sus dominios por todas sus generaciones. | No tienen hambre ni se cansan, | y eso que no abandonan su tarea.
28 Ninguna choca con su compañera, | y jamás desobedecen su palabra.
29 Después de esto el Señor miró a la tierra | y la colmó de sus bienes.
30 Cubrió su faz con toda clase de vivientes, | y todos volverán a ella.

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Introducción a Eclesiástico

ECLESIÁSTICO

Este libro, también conocido como Sirácida o de Ben Sira, fue tan leído en la Iglesia antigua que recibió el nombre de Eclesiástico, es decir, libro de la asamblea (ekklesia). Es el único libro del Antiguo Testamento que lleva la firma de su autor (Sir 50:27); fue escrito originalmente en hebreo por un maestro de sabiduría conocido como Jesús Ben Eleazar Ben Sira, hacia el 180 a.C. en Jerusalén. Ben Sira fue un sabio, un escriba profesional enamorado de la ley y de la sabiduría. Su pretensión fue transmitir el patrimonio religioso de Israel a las nuevas generaciones que, sin duda, sentían la atracción del mundo griego y de su cultura. Sin rechazar por principio las nuevas ideas que se iban infiltrando en la sociedad judía, el sabio supo inculcar a los jóvenes el valor de sus tradiciones y, sobre todo, su fe incondicional en Dios

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Eclesiástico 16,22*16:22 Se señala que, según el insensato (Sir 16:23), no vale la pena practicar la justicia en esta vida, porque Dios no tiene en cuenta su alianza-ley, es decir, la muerte como momento de su retribución.