Eclesiástico 23 La Biblia (Traducción en Lenguaje Actual, SBU, 2004) | 27 versitos |
1 Dios mío,

padre y dueño de mi vida,

¡no dejes que la lengua me domine!

¡No permitas que me haga pecar!

2 Permite que tu sabiduría

corrija mis pensamientos,

y que no pase por alto

mis faltas y mis errores;

3 así no volveré a ofenderte

ni seguiré aumentando mis pecados,

ni se burlarán mis enemigos

por haberme visto humillado.

4 Dios mío,

padre y dueño de mi vida,

no me dejes ser orgulloso;

5 ¡aparta de mí los malos deseos;
6 no dejes que me dominen los vicios!
7

No hay que jurar

Queridos jovencitos,

si me prestan atención

aprenderán a hablar bien

y no caerán en la trampa.

8 Los pecadores quedan atrapados

en sus propias palabras;

y los groseros y orgullosos

fracasan por hablar demasiado.

9 No se acostumbren a jurar,

ni pronuncien a cada momento

el santo nombre de Dios.

10 El criado que siempre es vigilado

no se libra de recibir un golpe;

tampoco se librará del castigo

el que a cada rato jura

usando el nombre de Dios.

11 Ese hombre comete pecado

si promete algo y no lo cumple,

y doble pecado comete

si hace un juramento en falso.

¡Sobre su casa vendrá la desgracia!

12

La grosería en el hablar

Ofender a Dios es un pecado,

que se paga con la muerte.

¡Israelitas, nunca ofendan a Dios!

La gente buena no habla así

ni se alegra cuando peca.

13 No acostumbres decir groserías,

porque es pecado hablar así.

14 Piensa en tus padres

cuando estés con gente importante;

porque si te olvidas de ellos

y te comportas como un tonto,

desearás no haber nacido

y maldecirás el día en que naciste.

15 Los que acostumbran decir groserías

nunca llegan a corregirse.

16

El adulterio

Hay ciertas clases de personas

que cometen muchos pecados

y se ganan el castigo de Dios.

17 Están los que se dejan llevar

por sus malos deseos,

¡y sus deseos son como un fuego

que no se apaga hasta consumirse!

18 Después está el marido infiel,

que se convence a sí mismo:

«Todo está oscuro. Nadie me ve.

Estas paredes me esconden;

¡no hay nada que temer!

¡Ni siquiera el Dios altísimo

se dará cuenta de mi pecado!»

19 Lo que este hombre teme

es que lo vean los demás,

sin pensar que Dios puede ver

todo lo que pasa en este mundo;

sus ojos penetran lo más profundo

y alumbran más que el sol.

20 Antes de crear el mundo,

Dios ya conocía todas las cosas,

como también las conoce ahora.

21 Así que este hombre será descubierto

cuando menos se lo espere,

y a la vista de todos será castigado.

22 Lo mismo le pasará a la mujer

que no es fiel a su marido

y tiene un hijo con otro hombre.

23 Comienza por desobedecer la ley de Dios,

sigue por ser infiel a su marido,

y acaba por prostituirse

y tener hijos de otro hombre.

24 Esa mujer será juzgada

por las autoridades del pueblo,

y sus hijos sufrirán las consecuencias:

25 ¡jamás tendrán éxito en la vida!
26 Cuando se hable de esa mujer

se pronunciará una maldición,

y jamás se limpiará su deshonra.

27 Entonces todos reconocerán

que nada es mejor ni más dulce

que amar a Dios y obedecerlo.


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Introducción a Eclesiástico

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Fuente: Traducción En Lenguaje Actual Con Deuterocanonicos En Orden Alejandrino (2004)

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Notas