Eclesiástico 5 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 15 versitos |
1 No confíes en tus riquezas, | ni digas: «Con esto me basta».
2 No sigas tu instinto y tu fuerza, | secundando las pasiones de tu corazón.
3 Y no digas: «¿Quién puede dominarme?», | porque el Señor ciertamente te castigará.
4 No digas: «He pecado, y ¿qué me ha pasado?», | porque el Señor sabe esperar.
5 Del perdón no te sientas tan seguro, | mientras acumulas pecado tras pecado.
6 Y no digas: «Es grande su compasión, | me perdonará mis muchos pecados», | porque él tiene compasión y cólera, | y su ira recae sobre los malvados.
7 No tardes en convertirte al Señor, | ni lo dejes de un día para otro, | porque de repente la ira del Señor se enciende, | y el día del castigo perecerás.
8 No confíes en riquezas injustas, | porque de nada te servirán el día de la desgracia.
9 No avientes el grano con cualquier viento, | ni camines por cualquier sendero; | así lo hace el pecador que habla con doblez.
10 Mantente firme en tus convicciones, | y no tengas más que una palabra.
11 Sé pronto para escuchar | y tardo en responder.
12 Si sabes algo, responde a tu prójimo, | pero si no, mano a la boca.
13 Hablar puede traer gloria y deshonra, | y la lengua es la ruina del hombre.
14 Que no te tachen de murmurador, | ni pongas emboscadas con tu lengua, | porque sobre el ladrón cae la vergüenza, | y una severa condena sobre el que habla con doblez.
15 En lo grande y en lo pequeño no faltes,

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Introducción a Eclesiástico

ECLESIÁSTICO

Este libro, también conocido como Sirácida o de Ben Sira, fue tan leído en la Iglesia antigua que recibió el nombre de Eclesiástico, es decir, libro de la asamblea (ekklesia). Es el único libro del Antiguo Testamento que lleva la firma de su autor (Sir 50:27); fue escrito originalmente en hebreo por un maestro de sabiduría conocido como Jesús Ben Eleazar Ben Sira, hacia el 180 a.C. en Jerusalén. Ben Sira fue un sabio, un escriba profesional enamorado de la ley y de la sabiduría. Su pretensión fue transmitir el patrimonio religioso de Israel a las nuevas generaciones que, sin duda, sentían la atracción del mundo griego y de su cultura. Sin rechazar por principio las nuevas ideas que se iban infiltrando en la sociedad judía, el sabio supo inculcar a los jóvenes el valor de sus tradiciones y, sobre todo, su fe incondicional en Dios

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas