Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Espíritu apostólico, 4:1-6.
1
Amos, proveed a vuestros siervos de lo que es justo y equitativo, mirando a que también vosotros tenéis Amo en los cielos. 2
Perseverad constantemente en la oración, velando en ella con nacimiento de gracias, 3
orando a una también por nosotros, para que Dios nos abra puerta para la palabra, para anunciar el misterio de Cristo, por amor del cual estoy preso, 4
a fin de que lo pregone según conviene que yo hable. 5
Portaos discretamente con los de fuera, rescatando el tiempo. 6
Sea vuestra conversación agradable, salpicada de sal, de manera que sepáis cómo os convenga responder a cada uno. Comenzamos haciendo notar que el v.1 forma parte de la última perícopa del capítulo anterior, del que, por tanto, no debía haber sido separado. En el comentario ya lo tuvimos así en cuenta.
El Apóstol vuelve luego a los consejos de carácter general y, pensando que está ya al final de la carta, da estas dos últimas recomendaciones a los colosenses: que perseveren constantes en la oración (v.2-4), y que se conduzcan con sabia discreción en sus relaciones con los no cristianos (v.5-6). De esta constancia en la oración, que debe mantener nuestra alma en orientación habitual hacia Dios, habla con frecuencia San Pablo (cf.
Rom_12:12;
Efe_6:18;
1Te_5:17;
1Ti_5:5). Aquí pide a los colosenses que rueguen de modo particular por él, a fin de que
Dios le abra puerta a su predicación, es decir, abra campo a su apostolado (v.3; cf.
1Co_16:9;
2Co_2:12), de modo
que pueda anunciar el misterio de Cristo o plan divino de salud (cf. 1:26) en la forma que conviene que lo haga (v.4), es a saber, con aquella osadía y libertad que debe hacerlo un apóstol (cf.
Efe_6:19-20). Propiamente, pues, no pide que rueguen para que el Señor le libre de la prisión, sino para que pueda ejercer
el apostolado de manera conveniente y eficaz, lo cual de suyo puede también realizarse estando en prisión (cf.
Flp_1:12-20).
Referente al trato con los no cristianos, a quienes denomina los de fuera (cf.
1Co_5:12;
1Te_4:12), pide (v.? ) que se porten discretamente (?? ????? ??????????? ) con ellos rescatando el tiempo (??? ?????? ?????????????? ). Luego, en el v.6, se explica más y habla de que su conversación con ellos sea siempre agradable (?? ?????? ), salpicada de sal (????? ????????? ), de modo que sepan cómo les conviene responder a cada uno, es decir, la medida de gracia y de sal que deben aplicar en cada caso. La idea general que en estos dos versículos pretende inculcar San Pablo es manifiesta: la causa del Evangelio, aunque incumbe de modo particular a los apóstoles o predicadores evangélicos, a todos los cristianos afecta de alguna manera y nadie puede desinteresarse de ella. Pero las dificultades empiezan, si tratamos de concretar más. ¿Trátase de una recomendación de carácter negativo o de carácter positivo? Es decir, ¿les pide simplemente que no pongan obstáculos a la difusión del Evangelio con su comportamiento adusto e improcedente, o les pide que colaboren en forma positiva a esa difusión del Evangelio? En este último caso, tendríamos aquí una clara recomendación al apostolado seglar. De hecho, así interpretan muchos autores estos versículos, insistiendo particularmente en las expresiones rescatando el tiempo, que parece ser equivalente de
aprovechar las ocasiones para atraer a la fe a los de fuera, y salpicada de sal, que es de creer se refiera, en conformidad con el mandato de Jesucristo (cf.
Mat_5:13;
Mar_9:50), al sabor religioso y moral de que ha de estar penetrada la conversación de los cristianos con los no cristianos. Sin embargo, otros autores no ven aquí tal recomendación positiva al apostolado directo. La expresión rescatando el tiempo, igual que en
Efe_5:16, aludiría a que no debemos desperdiciar ningún momento de esta breve vida para ir conquistando nuestra salud; y en cuanto a que la conversación debe estar salpicada de sal, no significaría sino que debe ser una conversación con gracia y donaire, de modo que no repela al interlocutor. Por nuestra parte, dado el contexto, nos inclinamos a la primera interpretación.
Epilogo,Efe_4:7-18.
Noticias personales,Efe_4:7-9.
7
De mis cosas os informará Tíquico, el hermano amado, fiel ministro y consiervo en el Señor, 8
a quien os envío con este fin, para que tengáis noticias nuestras y lleve el consuelo a vuestros corazones, 9
junto con Onésimo, el hermano fiel y querido, que es de los vuestros. Ellos os informarán de lo que aquí pasa. San Pablo ha llegado al final de su carta y, antes de los acostumbrados saludos y despedida, quiere decirles algo de sus cosas (v.7).
En realidad, es muy poco lo que les cuenta. Prácticamente se limita a decirles que ya les informará Tíquico (v.7-8), que sin duda es el portador de la carta, el mismo que lleva también la de los efesios (cf.
Efe_6:21-22), y del que ya hablamos al comentar ese pasaje. Pero Tíquico no va solo. Le acompaña Onésimo, un esclavo fugitivo que Pablo había convertido al cristianismo en su prisión y que envía a su amo de Colosas, Filemón (v.g; cf. Flm v.1.10).
Saludos,Efe_4:10-17.
10
Os saluda Aristarco, mi compañero de cautiverio, y Marcos, primo hermano de Bernabé, acerca del cual habéis recibido algunos avisos; si llega a vosotros, acogedle, 11
y Jesús, llamado Justo, que son de la circuncisión y mis únicos colaboradores en el reino de Dios, habiéndome sido de gran consuelo. 12
Os saluda Epafras, que es de los vuestros, siervo de Cristo Jesús, que en todo momento combate por vosotros en sus oraciones, a fin de que perseveréis perfectos y cumplidos en todo lo que Dios quiere de vosotros 13
Yo le rindo testimonio de que se toma mucho trabajo por vosotros y por los de Laodicea y Hierápolis.14
Os saluda Lucas, el médico amado, y Demás. 15
Saludad a los hermanos de Laodicea y a Ninfas, y a la iglesia de su casa. 16
Y cuando hayáis leído esta epístola, haced que sea también leída en la iglesia de Laodicea, y la que recibiréis de Laodicea, leedla también vosotros. 17
Decid a Arquipo: Atiende al ministerio que en el Señor has recibido, para ver de cumplirlo bien. Comienza con los saludos de parte de los compañeros que se hallaban entonces con él (v. 10-14), Y luego los de parte suya personal (v.15-17).
De los seis personajes que envían saludos (Aristarco, Marcos, Jesús el Justo, Epafras, Lucas y Demás), los tres primeros eran de la circuncisión (v.11), es decir, de procedencia judía; ello deja entender, aunque nada se diga al respecto, que los otros tres no lo eran. Aristarco nos es ya conocido por el libro de los Hechos (cf.
Hec_19:29;
Hec_20:4;
Hec_27:2). También nos es conocido Marcos (cf.
Hec_12:12;
Hec_13:13), el autor del segundo Evangelio, del que aquí San Pablo nos da el interesante dato de que era primo hermano de Bernabé, cosa que explica el interés especial que Bernabé sentía por él (cf.
Hec_15:37-40). Aunque por algún tiempo estuviese separado de Pablo, pronto se reconcilió con él, figurando entre sus colaboradores (
Flm_1:24), y diciendo de él que le era muy útil para el ministerio (
2Ti_4:11). En cambio, de Jesús llamado Justo (v.11) no tenemos dato alguno, sino esta simple mención que aquí hace de él el Apóstol; tener dos nombres, uno de origen judío y otro de origen latino, era entonces bastante frecuente (cf.
Hec_12:12;
Hec_13:9). Por lo que toca a Epafras, del que hace cálidos elogios (v.12-13), el Apóstol ya había hablado en 1:7. De Lucas, el autor del tercer Evangelio y del libro de los Hechos, nos da el interesante dato de que era médico (v.14). En cuanto a Demás, en estas fechas colaborador de Pablo (v.14; cf. Flm v.24), sabemos que más tarde le abandonó por amor de este siglo (cf.
2Ti_4:10).
Después de los saludos de sus colaboradores, Pablo no omite sus propios saludos a la iglesia de Colosas y comunidades vecinas a ella (v.15-17). Hace mención especial de Ninfas, de quien no tenemos dato alguno, y ni siquiera sabemos si es hombre (
Nym-phas)
o mujer (
Nympha);
sólo sabemos que en su casa se reunían los fieles para los actos de culto (v.15; cf.
Rom_16:5;
1Co_16:19;
Flm_1:2). Es interesante la noticia que nos da sobre la lectura de la carta, que los colosenses, una vez leída, deben hacer que la lean también los de Laodicea; y, a su vez, leer ellos la que recibirán de los de Laodicea (v.16). ¿Cuál es esta carta proveniente de Laodicea? Sabemos que en la antigüedad circuló una carta atribuida a San Pablo con el título
ad Laodicenses; su texto todavía se conserva, pero ciertamente es apócrifa, como ya en su tiempo afirmaba San Jerónimo 293. Hay autores que creen que se trata de una carta escrita efectivamente a los fieles de Laodicea por San Pablo, y que se habría perdido, igual que sucedió con otras (cf.
1Co_5:9;
2 Cor 2:4); sin embargo, lo más probable es que se trate de la carta a los efesios, de carácter circular, que pasaría antes por Laodicea, y proveniente de allí la recibirían los de Colosas. El nombre de
Arquipo, mencionado en el v.17, aparece también en
Flm_1:2, y
probablemente se trata de un hijo de Filemón. No es claro cuál es ese ministerio (???????? ) de que estaba encargado Arquipo. Parece que debía ser algo más que el de simple diácono (cf.
Hec_3:1-6). Suponen muchos que fuese Arquipo el encargado de la comunidad de Colosas en ausencia de Epafras; pero hemos de confesar que no tenemos datos que nos permitan formar un juicio seguro.
Bendición final,Hec_4:18.
18
El saludo es de mi mano, Pablo, Acordaos de mis cadenas. La gracia sea con vosotros. Hasta aquí Pablo había dictado su carta, como de costumbre (cf.
Rom_16:22). Ahora va a poner algo de su puño y letra, que era como la garantía de la autenticidad de la carta, igual que hacemos nosotros con la firma a mano, al final de una carta escrita a máquina (cf.
1Co_16:21;
Gal_6:11;
2Te_3:17).
La frase acordaos de mis cadenas, condensando ante los colosenses sus sentimientos de ese momento, no puede estar mejor escogida. Vale por toda una larga exhortación. Luego, la acostumbrada despedida o bendición final, augurando a los destinatarios la gracia (????? ), término en que resume cuantos favores y beneficios concede Dios a las almas en su amistad (cf.
Rom_1:7).
274 Cf. Herod., Hist. 7:30; jenof.,
Anab. 1:2. 275 Cf. Estrabón, Geogr. 12:8; Plinio, Hist.
Nat. 5:41 276 Cf. Ñ. Âåíïéô, art.
Paul (Ep. aux Coloss): Dict. Bibl-Suppl., vol. 7, col. 157-170; E. Percy,
Die Probleme der Kol. und Eph. Briefe (Lund 1946); G. Bornkamm,
Die Ç uresis des Kol: Theol. Literaturz. (1948) 11-20. 277 Cf. S. Zedda, // carattere gnóstico e giudaico dell'errore colossese nella luce dei manos-critti del Mar Morto: Riv. Bibl. 5 (1957) 31-56; K. G. Kuhn, Der Epheserbrief im Uchte der Qumrantexte: New Test. Stud. 7 (1960-61) 334-346. 278 Cf. Jos.,
Antiq. 12, 3:4; Cíe., Pro
Placeo, 28, 68. 279 Cf. L. Cerfaux,
El cristiano en San Pablo (Bilbao 1965) p.40O-2 y 422. 280 Hablando en general, podemos definir el gnosticismo como un esfuerzo del pensamiento humano por dar una explicación filosófica a las verdades de la religión. Decían que la gnosis debía sustituir a la fe, que da a veces soluciones demasiado simplistas. Partían los gnósticos de este principio: una idea muy elevada de Dios, al que solían designar con los términos de Abismo o gran
Silencio, y una idea muy baja de la materia, concebida como algo en sí malo, que inducía al hombre a alejarse de Dios. ¿De dónde había procedido la materia? No es posible que del Dios trascendente y bueno. Por eso, a fin de dar una explicación, suponían, entre Dios y la materia, una serie de seres intermediarios o
eones, de los que los primeros emanaron directamente de Dios, y de ésos, otros, y así sucesivamente, cada vez menos perfectos. La serie total de esos eones formaba el
pleroma divino. En un determinado momento de la serie, uno de esos eones prevaricó y fue excluido del pleroma de Dios, produciendo él a su vez nueva serie de eones, malos como él e inferiores a los eones de la otra serie. Este
eón prevaricador, al que los gnósticos suelen designar con el término de
Demiurgo, habría sido el que creó el mundo material y al hombre, y se correspondería con el Dios de los judíos, de que se habla en el Antiguo Testamento. Sin embargo, para los gnósticos el
hombre no es enteramente malo. Un eón de la primera serie habría colocado en la materia un
germen divino, que se halla en ella prisionero y perseguido por el Demiurgo. 281 Gf. L. cerfaux,
Jesucristo en S.
Pablo (Bilbao 1963) 337. 282 Cf. O. everling,
Die paulinische Angelologie und Damonologie (Gottingen 1888); B. rey,
Creados en Cristo Jesús (Madrid 1968) 102-109; G. B. cairo,
Principalities and Sabemos que para muchos críticos modernos resulta desfasado seguir creyendo en el mundo de los
ángeles y de los
demonios. Sin embargo, como muy bien dice Schlier: Es un hecho que el Nuevo Testamento afirma la existencia de potencias demoníacas. Hay variedad de nombres: principados, dominaciones, espíritus, demonios., nombres más bien simbólicos, y presentados siempre como subordinados a Satán, que a su vez aparece también con diversos nombres y sobrenombres. Es una como potencia satánica única, perp difusa, que los autores bíblicos presentan como residiendo en los cielos, es decir, más allá de las fronteras del dominio del hombre, sobre el que hacen a veces irrupción para volver luego a sus dominios en el espacio. Su acción sobre los hombres es la propia de una voluntad inteligente, con libertad para tomar decisiones de carácter personal (cf. H. Schlier,
Essais sur le Nouveau Testament [París 1968] p.173). En el mismo sentido se expresa O. Cull-Mann, art.
autoridades: Vocab.
Bibl. de von Allmenn, p.39-43. 283 En este sentido encontramos usado frecuentemente el plural ???????? para designar, por ejemplo, las
letras del alfabeto, en cuanto primeros elementos constitutivos de sílabas y palabras. También se usa para designar los
primeros elementos de la materia (agua, tierra, fuego, aire, según los antiguos) de que se componía el mundo visible (cf.
2 Pe 3, ??? ? ), ? los
primeros elementos de una ciencia, tales como los puntos y líneas en geometría, los nombres y verbos en gramática, las ideas fundamentales en lógica, etc. (cf. Heb Si12)· 284 cf. G. Delling, art. ???????? : Theol. Wort. zum N.T., VII, p.óyo-Sy; J. Huby,
Stoicheia dans Bardesane et dans Sí.
Paul: Bibl. 15 (1934) 365-368; A. W. Cramer,
Stoicheia tou kosmou (Nienvvkoop 1961); A. J. Bandstra,
The Law and the elements of the World (Kampen 1964). 285 io es fácil saber si Pablo reproduce, aunque sea con variantes, un himno ya existente, o es todo obra suya en el momento de escribir la carta, habiendo buscado cierto ritmo y divisiones con ese estilo característico de los himnos. Muchos críticos se inclinan a lo primero. Algunos, como R. Bultmann y E. Kásemann, van todavía más lejos y hablan concretamente de un himno
precristiano que desarrollaba el mito del
Urmensch, y habría sido adaptado a la liturgia cristiana ya antes de la carta de Pablo, añadiendo en especial los incisos: . que es la Iglesia (v.18) y . por la sangre de su cruz (v.20). Son hipótesis fundadas en consideraciones que distan mucho de ser convincentes. Sobre este himno, cf. ch. Masson,
L'hymne christologique de l'Epítre aux Col.: Rev. de Theol. et Phil. 36 (1949) 138-142; J. M. Robinson, A
Formal Analysis of Colossians 1:15-20: Journ. Bibl. Liter. 76 (1957) 270-287; C. De Villapadierna, Cristo,
principio y fin del cosmos: Natur. y Gracia 5 (1958) 169-186; S. Lyonnet,
L'hymne christologique de l'Epítre aux Col. et la fete juive du Nouvel An: Rech. Se. Relig. 48 (1960) 93-100; L. Cerfaux,
Jesucristo en S. Pablo (Bilbao 1963) 330-333; N. Kehi ,
Der Christushymnus im Kolosserbrief (Stutt-gart 1967); J. T. sanders,
The New Testament Christological Hymns (Cambridge 1971). 286 Entre los textos citados por
Dupont, señalamos éste: Comenzaré mi discurso por una invocación a Dios., quien, siendo uno, es todas las cosas y, siendo todas las cosas, es uno; pues el
pleroma de todas las cosas es uno y está en uno, sin que por eso el uno se desdoble, sino que ambos permanecen uno. Es necesario que todo sea uno, si es que existe un Uno; ahora bien, existe de hecho y no deja nunca de ser uno, para que no se desintegre el
pleroma (Corp. Herm., tract. XVI, 3). Vemos claramente, en este pasaje hermético, que el Universo es considerado como una totalidad, pero no en sentido pluralístico y multitudinario, sino en sentido de una unidad cerrada o
pleroma. Añade Dupont que esta terminología está estrechamente unida a las concepciones estoicas según las cuales el cosmos, pluralidad y unidad al mismo tiempo, es la totalidad de las cosas penetrada por un principio divino. Lleno del principio divino que lo unifica, el cosmos no es ya simple pluralidad, sino que se convierte en un
pleroma; y, viceversa, Dios es igualmente un
pleroma, porque, en su unidad, contiene todas las cosas (p-459)· De entre los textos de autores estoicos citados por Dupont, señalamos éste de Séneca: Quocumque te flexeris, ibi illum (Deum) videbis occurrentem tibi; nihil ab illo vacat, opus suum ipse tmpíet. Nec natura sine Deo est, nec Deus sine natura, sed ídem est utrumque
(Benef. IV, 8:2). Cf. J. Dupont, Gnost's.
Le connaissance religieuse dans les Epíties de S.
Paul (Louvain-París 1949) 420-493. Otros estudios sobre pleroma: J. M. A. Vallisoleto, Christz
pleroma juxta Pauli conceptionem: Verb. Dom. 14 (1934) 4955; J. M. González Ruiz,
Función plero-mática de la Iglesia según S.
Pablo: XIII Semana Bíbl. española (1953) 71-109; ?· ??????,
Corps, tete et plerome dans les építres de la captivité: Rev. Bibl. 63 (1956) I-44í A. Feuillet,
L'église plerome du Christ d'aprés Eph. 1:23: Nouv. Theol. 78 (1956) óoóss; L. Cerfaux, Jesucristo
en San Pablo (Bilbao 1963) 354-357- 287 La expresión Hijo de su amor es un hebraísmo, que equivale a Hijo
amado·, fórmula mucho más corriente (cf. Me 1:11; 9:7;
Lev_20:13). 288 Cf. K. G. Kuhn, Die in Palastina gefundenen hebraischen Texte und das Neue Testament: Zeitschrift für Th. und Kirche n (1950) 192-211. 289 Cf. L. Cerfaux,
Jesucristo en San Pablo (Bilbao 1963) p.359-364. 290 Cuando dice San Pablo que todo ha sido creado en El (v.16), es decir, en Cristo, ¿qué quiere significar? Hay autores que ven ahí una alusión a la causalidad
ejemplar de Cristo, en el sentido de que todas las cosas creadas, antes que en la realidad, tuvieron existencia en el Verbo, como la tiene un palacio, antes de ser construido, en la mente del arquitecto. Sin embargo, no consta que esa doctrina
ejemplariza, tan cara a la filosofía platónica, esté en el pensamiento del Apóstol. Más bien parece que la expresión en El, equivalente prácticamente de subsiste en El del v.17, significa que Cristo es centro de unidad y cohesión de todas las cosas creadas, que están como suspendidas ontológicamente de El. Ya no se trata de la creación (v.16), sino de la
conservación, que es relación permanente. En realidad vendría a ser la misma idea de recapitulación de
Efe_1:10. En cuanto a la expresión por El (?? ' ????? ), también es discutida su interpretación. Para algunos autores se trataría de causalidad
eficiente primaria, que compete a Cristo como Dios, sin que se incluya para nada la idea de instrumentalidad o mediación. Sin embargo, hemos de reconocer que la preposición ??? , aunque pueda tener ese valor (cf.
Rom_11:36;
1Co_1:9), suele indicar
mediación, es decir, algo intermedio a través del cual obra otro agente primario (cf.
Rom_15:18;
Gal_3:19;
Tit_3:5). Creemos que también aquí puede retener ese sentido; no en cuanto que Cristo sea causa instrumental de la creación en sentido estricto, cosa incompatible con su condición de verdadero Dios, afirmada claramente en otros lugares, sino en cuanto que obra como agente que recibe del Padre toda su actividad, lo mismo que todo su ser, pudiendo ser considerado, según nuestra manera humana de ver, como algo intermedio entre las cosas creadas y el Padre, a quien la Escritura desLna como fuente o principio primero en la obra de la creación (cf.
1Co_8:6;
Heb_1:2).Por lo que respecta a la expresión para El, no parece ofrecer duda su sentido: Cristo es considerado como
causa final de la creación. Esto en otros lugares suele decirse del Padre (cf.
Rom_11:36;
1Co_8:6;
Efe_1:14); pero no hay que olvidar que Cristo y el Padre están íntimamente compenetrados (cf.
Jua_5:19;
Jua_14:10). Es siempre la misma idea, aunque bajo aspectos diversos. Si Dios Padre, principio y fuente primera de todo, es considerado como culminación y fin supremo en el reino escatológico (cf.
1Co_15:28), eso no excluye que también Jesucristo, con especial relación al mundo creado en virtud de la encarnación, sea considerado como fin de la creación. Toda la creación, que ahora gime y sufre dolores de parto (
Rom_8:22), camin hacia el Cristo eterno y glorioso, al que formarán corona sus elegidos (cf.
2Te_1:10). 291 S. Ign., Epíst.
ad Smyrn. 6:1. 292 Nada decimos de otra opinión, muy del gusto de algunos autores modernos, para quienes la expresión tribulaciones de Cristo aludiría, no a los padecimientos de Cristo, sino a los padecimientos de Pablo soportados a semejanza e imitación de Cristo. El genitivo
de Cristo sería un genitivo de
semejanza o, como algunos gustan de llamarle, genitivo místico, dado que el cristiano, según la concepción de San Pablo, es una reproducción mística del Cristo físico. Cf. J. M. González Ruiz,
Lo que falta a las tribulaciones de Cristo: Anthologica Annua II (Roma 1954) 179-206. 292* cf. S. Lyonnet, L'építre aux Colossieus (
Col_2:18) et les mysteres d'ApollonClarien: Bibl. 43 (1962) 417-435. 293 Cf.
De vir. ill. ? : Legunt quídam et ad Laodicenses, sed ab ómnibus exploditur.