Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Capitulo 17.
La transfiguración de Jesús, 17:1-8 (Mar_9:2-13; Luc_9:26-36).
1
Seis días después tomó Jesús a Pedro, a Santiago y a Juan, su hermano, y los llevó aparte, a un monte alto, 2
y se transfiguró ante ellos; brilló su rostro como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. 3
Y se les aparecieron Moisés y Elías hablando con El. 4
Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, una para Moisés y otra para Elías. 5 Aún estaba él hablando, cuando los cubrió una nube resplandeciente, y salió de la nube una voz que decía: Este es mi Hijo el Amado, en quien me complací; escuchadle. 6
Al oírla, los discípulos cayeron sobre su rostro, sobrecogidos de gran temor. 7
Jesús se acercó, y, tocándolos, dijo: Levantaos, no temáis. 8
Alzando ellos los ojos, no vieron a nadie sino sólo a Jesús.
El relato tresinóptico de la transfiguración de Cristo no deja de chocar por su mucho ropaje maravillosista en contraste con la ordinaria sobriedad prodigiosa de la vida evangélica de Cristo y por su semejanza con determinados procedimientos literarios ambientales. Sin embargo, a pesar de ello se ha de pensar en lo que pueda haber de núcleo histórico y lo que pueda haber
de valor narrativo-didáctico, acaso ya procedente del kérigma. Además parece haber parentesco literario entre la
Deute-Vision del bautismo de Cristo, como se expuso, y
la Deute-Darstellung, de las tentaciones. ¿Hasta qué punto es histórico el relato? Autores, incluso no católicos, tratan de encontrar en este relato el eco, sin duda fuertemente interpretado por la Iglesia primitiva, de una hora importante de la vida de Jesús (Bonnard, o.c.i p.253). Se puede, para mejor estudiar el tema, considerar tres puntos: 1) ¿Por qué Cristo tiene este desplazamiento a donde sea en su vida?; 2) ¿qué fue esta transfiguración?; 3) ¿cuáles pueden ser los elementos adventicios que explican, didácticamente, este tema?
1)
¿Por qué Cristo tiene este desplazamiento en su vida? Hay autores (Burrow, Baltensweiler, Bultmann, etc.) para quienes este episodio tiene por base una huida de Cristo (
Jua_6:15b), para rechazar un ambiente cargado de mesianismo ambiental, nacionalista. La cronología que se da en Mt-Mc de seis días después., no así la de Lc, se relacionaría con los seis días que separaban el gran día de la Expiación y el comienzo de la fiesta de los Tabernáculos (cf.
Lev_23:26-32;
Lev_23:33-36). Se estaría, pues, en el primer día de la fiesta de los Tabernáculos (Lcv = el día 15 del séptimo mes),
y en cuyo ambiente religioso-patriótico se estaba en el apogeo de la excitación mesiánico-nacionalista; o, si se cuentan los días después del comienzo de la fiesta, en su día sexto, vigilia de la conclusión litúrgica y popular de la fiesta (cf.
Lev_23:36;
Deu_16:13; cf.
Jua_7:37; cf.
Jua_7:2). Sería, por tanto, en aquel ambiente de excitado mesianismo, y Cristo ya muy conocido, donde podría haber peligro de una revuelta, y querer hacerlo líder mesiánico de ella (cf.
Jua_6:15). Cristo, ante esta situación, huiría de la turba. Estas ausencias de ella son conocidas (cf. 14:13.23; 20:17; 24:3). Con él llevó los tres discípulos predilectos. ¿Acaso para ejecutar la maniobra de modo más desapercibido?
Que haya contactos o posible evocación de la fiesta de los Tabernáculos, se quiere ver en Mt v.4; Mc v.5; Lc v.33, en que Pedro propone hacer allí tres tabernáculos. ¿Para residencia? ¿para cumplir el rito de aquellas fiestas, que exigía morar así? Sería una huida de Jerusalén (cf.
Jua_7:2.10-13),
para cumplir el plan del Padre: no había llegado su hora, y que no llegaría nunca para aquel tipo de mesianismo ambiental.
Es una hipótesis que no carece de interés. Ante esta huida respondería el Padre con la confirmación del mesianismo del Hijo sufriente (H. Baltensweiler).
2)
¿Qué fue esta transfiguración? En Mt el término usado por transfiguración es ìåôåìïñöþèç. En el í. Ô. sólo sale aquí y en 2 Cor (
Jua_3:8) y Rom (
Jua_12:2), en el sentido de un cambio real, pero espiritual e interno. En cambio, en textos judíos tiene el sentido de una transformación visible (
Exo_34:29; Apoc. de
Bar_51:3.5.10).
Los elementos con los que se describe
esta transfiguración de Cristo, en Mt-Lc afecta al rostro, y en los tres sinópticos también a los vestidos. Todos estos elementos descriptivos son tradicionales en la literatura apocalíptica. Luego se analizarán.
¿Hubo un hecho
histórico de transfiguración de Cristo? Separados los aditamientos literarios, ¿en qué pudo consistir? Naturalmente, no se sabe. Salvo una enseñanza del Magisterio de la Iglesia, o una prueba de la tradición, o de la Liturgia, no es fácil saberlo; no que no pueda ser verdad
histórica su núcleo, sino que está envuelto en un género literario conocido, en el cual la enseñanza lo mismo podría ser exclusivamente
didáctica, que un complemento explicativo o interpretativo de una realidad nuclear
histórica. Tal sucede con el hecho
histórico del bautismo de Cristo
y su interpretación literaria kerigmático-evangélica. El gesto de Cristo imponiéndose a los mercaderes del templo pudiera orientar algo hacia esta transfiguración en su aspecto histórico fundamental; como, al querer arrojarle de Nazaret, y al ir a despeñarle, él, atravesando por medio de ellos, se fue (
Luc_4:29-30). Cristo en diversos momentos de su vida acusó su grandeza, en el fondo, divina. Pudiera decirse de estos casos que fueron pequeñas transfiguraciones;
ésta revestiría una forma e intensidad especialmente profundas. 3) ¿Cuáles pueden ser los elementos adventicios que explican su valor didáctico: su tema?
Este aspecto es claro. Se trata de proclamar una vez más que
Cristo es el Mesías profético: el mesianismo espiritual y de dolor, frente al Mesías ambiental nacionalista. No sólo debía de prevenir entonces a sus apóstoles de este escándalo en torno a él, sino que se percibe en este relato
el valor kerigmático-evangélico de polémica, probablemente, entre judeo-cristianos del ambiente eclesial mateano. Y esto se lo expresa con una serie de elementos didácticos, utilizados ambientalmente, y procedentes de la apocalíptica y escatología judías. Su valoración parece ser la siguiente.
El monte. Los evangelistas no dicen el lugar topográfico concreto de esta escena. Sólo dicen que subió a un monte muy alto. Se pensó fuese el Hermón (2.793 m.); la tradición desde el siglo 4 lo vino a localizar en el Tabor, actual Jebel et-Tor (562 m.), sobre la llanura en que se eleva l. En la época de Cristo parece que había allí una fortaleza. Por lo que no parecería el lugar más apropiado para ir a orar (Lc) y para tener allí una transfiguración. Este tipo de montes altos suele ser también escenario de manifestaciones apocalípticas, v.g., las tentaciones de Cristo (
Mat_4:8); incluso se los pone en visiones (cf. Ez 40:2; 41-l-5ss). Precisamente el monte Hermón tiene un especial valor de situación en la literatura apocalíptica 2. También el Tabor fue una montaña santa para Israel (
Sal_89:13); aunque también hubo en él cultos paganos (
Ose_5:1). Si este monte fue situación histórica, tiene, probablemente, más valor como elemento ambiental-teológico. Y probablemente no sea ajena a toda esta escena a describirse, comenzando por el monte, la evocación de Moisés-Cristo que es el nuevo Moisés, nuevo Legislador subiendo al Sinaí, donde Dios le hablará; donde será cubierto por la nube = Gloria de Yahvé; desde cuya nube
Dios le llama, y en cuya nube Moisés penetra (
Exo_24:15-18; cf.
Deu_5:22-27)!
La transfiguración. La descripción que de ella hacen los evangelistas está hecha con rasgos sorprendentes. Según Lc, sucedió mientras oraba: tema tan destacado por Lc. La escena sucede cuando los tres apóstoles estaban descansando y medio dormidos (
Luc_9:32). Dan de esta transfiguración la descripción siguiente:
Mt.: su
rostro brilló como el sol, y sus
vestidos quedaron blancos como la luz.
Mc.: sus
vestidos se pusieron resplandecientes, y muy blancos (como no los puede blanquear ningún batanero).
Lc.: su
rostro tomó otro aspecto, y su
vestido se volvió blanco y resplandeciente.
Esta descripción del
rostro y vestido son de tipo apocalíptico. Mt describe al ángel que corre la piedra del sepulcro así: era su
aspecto como el relámpago, y su
vestidura blanca como la nieve (
Mat_28:3). Así describen el
rostro de
los justos los libros apocalípticos (cf.
Rev_1:16;
Esd_8:97 : resplandecen con brillo de sol, luna, estrellas, relámpago)3.
Los ángeles de la resurrección aparecen con vestiduras blancas (Mc) o con
vestido resplandeciente (Lc).
El color blanco de los vestidos significa el color de la gloria celeste (
Rev_3:5;
Rev_19:14). ¿En qué relación está la verdad histórica con estos elementos clasico-descriptivos?
Moisés y Elías. Aparecen hablando con él Moisés y Elías, que aparecen igualmente resplandecientes (Lc). Eran el símbolo de la Ley y los profetas. Elías, en la conciencia popular, es el que debía volver para consagrar al Mesías y presentarlo a Israel (
Mal_4:4-5) 4. Yohanan ben Zachai dice: Dios ha dicho a Moisés: Cuando yo envíe al profeta Elias, vosotros dos debéis venir juntos. 4 ¿Está esta escena respondiendo a este dicho? Eran el legislador de Israel y el precursor del Mesías los que aparecían reconociendo a Cristo-Mesías y su obra mesiánica, como auténtica, a pesar de ser tan opuesta al mesianismo ambiental esperado. No dejaría de extrañar, de no ser parte del procedimiento redaccional, que los tres apóstoles allí presentes dan por supuesto en los tres sinópticos conocer a aquellos dos personajes, pues quieren hacerles un tabernáculo: uno para Moisés y otro para Elías.
Ambos estaban hablando con Cristo (Mt-Mc). Es sólo Lc el que pone el tema de la conversación: hablaban de su muerte, que había de tener lugar en Jerusalén. ¿Por qué omiten ésta Mt-Mc? Parecería suponerla en lo que les dice al bajar del monte: que nada digan hasta que resucite de entre los muertos (Mt-Mc). En cambio, Lc omite estas advertencias, aunque también las supone, al escribir que a nadie dijeron nada.
Así Moisés y Elías lo acreditan a él contra fariseos y doctores de la Ley (cf.
Jua_5:46.47), tanto contemporáneos como polémicos a la hora de la composición de los evangelios.
Su Clona (. ??? ????? ?????)5. En esta narración aparece otro elemento de importancia máxima. Los apóstoles, al despertar, vieron lo siguiente:
Mt: Una
nube luminosa. que los cubrió (Ýðåó÷éáóåí). Mc: Se formó una
nube. que ios cubría (åðéó÷éÜæïõóá). Lc: Vino una
nube, que los cubría (Ýðåó÷ßáæåí).11
La
nube o una nube
luminosa era, en el A.T.
símbolo de la presencia de Dios en el Tabernáculo (
Exo_14:24;
Exo_16:10;
Exo_19:9;
Exo_33:9;
Exo_34:5;
Exo_40:34;
Num_9:18-22;
Lev_16:2.12.13), lo mismo que aparece así en la dedicación del templo (
2Cr_5:13.14;
2Cr_7:1-3). En la anunciación a María, se evocará la acción de Dios sobre ella con este mismo verbo (Ýðéó÷éÜæù) (
Luc_1:35). La manifestación de esta
nube luminosa es una teofanía:
es el símbolo de la presencia de Dios allí. Uno de los símbolos más característicos del A.T. está aquí en juego. Por eso los apóstoles, al ser cubiertos por la nube, tuvieron miedo (Mt-Lc). En el A.T. se decía que no se podía ver a Dios y vivir (
Exo_33:19;
Lev_14:13; etc.). Esto es lo que se acusa aquí.
La voz del Padre. Siendo la nube luminosa símbolo de la presencia de Dios, es por lo que sale de ella
una voz, que es la del Padre, proclamando: Este es
mi Hijo, el Amado (b ????????) (Mt-Mc), en el que me complací (????????) (Mt). Lc pone el Elegido (ó ????????????), nombre que se da al Mesías en el
Libro de Henoc. Los LXX vierten el nombre de el hijo amado por yahid = único (
Gen_22:2.12.16;
Jer_6:26;
Amo_8:10;
Zac_12:10;
Pro_4:3). Por eso, el Amado, por excelencia, viene a responder al único o Unigénito (
Sal_2:7;
Isa_42:1). Pero, sobre todo, encuentra su sentido de
Unigénito en el mismo contexto de Mt (
Mat_11:27). Tanto por el ambiente neotestamentario, como por la adición de Mt: en él me
complací, puede ser un intento evocador del Siervo de Yahvé, de Isaías (
Mat_42:1-9). Es el mismo tema-clisé que le dirige el Padre en el bautismo (cf.
Mat_3:17; par.). Es el Mesías
doliente, tema del diálogo que tuvieron antes (Lc).
Esta proclamación
que hace el Padre de Cristo su Hijo, en la perspectiva literaria de Mt, que presenta
a Cristo como Dios por varios procedimientos literarios, como por el ambiente neotestamentario, en el que se redacta y al que va destinado,
es la filiación divina de Cristo. Por eso Lc tiene un detalle confirmatorio con sus elementos descriptivo-didácticos paleotestamentarios:
los apóstoles, al despertar, vieron (de Cristo) su gloria (ôçí äüßáí áõôïý). En el A.T. se habla de la gloria de Yahvé. Es éste el evocador término técnico, que, mediante un procedimiento literario alusivo al A.T., se traslada ahora a Cristo, presentándole con la
gloria de Yahvé, de Dios. Es lo que dirá Jn en las bodas de Cana: que con el milagro manifestó
su gloria (ôçí äüîáí áõôïý) (
Jua_2:11), y que matiza aún más en su prólogo al evangelio: Y nosotros vimos
su gloria (ôçí äüîáí
?????):
Gloria como (el que es) el Unigénito del Padre (
Jua_1:14). Y ésta es la interpretación y fe de la Iglesia primitiva en esta escena (
2Pe_1:16-18; cf.
Hec_7:55).
Escuchadle. Presentado el Mesías verdadero, a un tiempo Dios y Mesías doliente, no cabría más que una actitud ante el Enviado de Dios: Escuchadle: en su doctrina, en su mesianismo, en su enseñanza de pasión y muerte. Esta es la voz y el mandato del Padre. No se puede, pues, nadie escandalizar de Cristo-Mesías. Es a él, y no al Mesías del fariseísmo, al que hay que escuchar, que es
seguir. Para Bultmann, la escena de la transfiguración es una transposición de una escena del ciclo de la resurrección de Cristo. Entre otras razones, porque las palabras Tú eres mi Hijo (
Sal_2:7) sólo se aplicaban a Cristo después de la resurrección.
Para otros sería una transposición de la fiesta de la entronización teocrática de Yahvé, en la que Cristo era ahora el rey entronizado (Riesenfeld) 6.
La teoría de Bultmann es gratuita. No pertenece la escena al ciclo de la resurrección, cuando toda ella está revelando el mesianismo doloroso del Siervo de Yahvé, aunque completado con la proclamación de la divinidad (
Mar_1:1). Y con relación a la transposición de la fiesta yahvística,
no aparece el elemento real de entronización teocrática, sino la proclamación de la divinidad de Cristo Mesías, pero presentándolo como el Siervo de Yahvé. Aparte que parece ser que esta fiesta no existió 7.
Expuesta la temática fundamental de este relato, se podría clasificar como una
Deute-Darstellung: exposición o narración explicativa o interpretativa de núcleo histórico con un marcado carácter apologético 8.
La cuestión de Elias,Mar_17:9-13 (Mar_9:11-13).
9
Al bajar del monte les mandó Jesús, diciendo: No deis a conocer a nadie esa visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos. 10
Le preguntaron los discípulos: ¿Cómo, pues, dicen los escribas que Elías tiene que venir primero? 11
él respondió: Elías en verdad viene, y restablecerá todo. 12
Sin embargo, yo os digo: Elías ha venido ya, y no le reconocieron; antes hicieron con él lo que quisieron; de la misma manera, el Hijo del hombre tiene que padecer de parte de ellos. 13
Entonces entendieron los discípulos que les hablaba de Juan el Bautista. Esta escena es al día siguiente (
Luc_9:37) de la transfiguración 8. Al bajar del monte, Cristo les prohibe que hablen con nadie de esta visión hasta después de su resurrección. Probablemente esta escena tuvo lugar en días de la fiesta de los Tabernáculos, en los que, junto con la Pascua, se excitaban los ímpetus revolucionarios de los zelotes y sus grupos, junto con el contagio popular por la liberación de Israel. Si no se les frenaba, máxime supuesta la historicidad de lo visto, se les podía exacerbar el sentimiento del movimiento nacionalista. Y los apóstoles y las gentes galileas comenzaban a comprometerse en movimientos político-mesiánicos en torno a Cristo (
Jua_6:15;
Mat_14:22).
Este hecho de su mesianismo les evocaba otra objeción ambiental. Si El era el Mesías, ¿por qué no había venido el profeta Elías, que en la creencia popular se lo suponía vivo y se lo esperaba como condición previa para ungir y presentar al Mesías a Israel? Era esto una creencia ambiental muy elaborada por los rabinos, basada en una interpretación materialista de un pasaje de Malaquías (
Mal_3:23) 9. Además, en la creencia ordinaria de Israel estaba que la resurrección de los muertos coincidiría con el final de los tiempos, aunque para alguna concepción rabínica coincidiría el mesianismo con el juicio y consumación escatológica 10; pero eran concepciones parciales. Esta objeción sobre que Elias no había venido todavía estaba agudizada en la polémica poscristiana de ambiente siró-palestino.
Cristo calma la inquietud de los apóstoles y disipa con su enseñanza las interpretaciones materiales y caprichosas de los rabinos a este propósito. Acepta que Elías debe venir a restaurarlo y prepararlo todo conforme a Malaquías, pero no con un Elías revivió, sino por uno que en el espíritu y virtud de Elías ha de venir (
Mat_11:14). Por eso, los discípulos comprendieron que les hablaba de Juan el Bautista.
El paralelismo del Bautista con Elías, por simple semejanza o típicamente, fue de tal manera, que del Bautista podrá decir Mc (
Mat_9:13) que hicieron con él como estaba escrito. Elías tuvo celo y fortaleza por la ley de Yahvé, y fue perseguido por Acab y su mujer Jezabel; así el Bautista, con el celo y fortaleza por la Ley, fue perseguido y muerto por Antipas, instigado por su mujer Herodías.
Y si en el ambiente estaba que Elías sería el precursor del Mesías, esto fue el Bautista con Cristo, el Precursor del Mesías, que preparó su venida y lo presentó a Israel. Y lo que era una concepción ambigua y nacional, tuvo en el Bautista una realización espiritual e histórica 11.
La curación de un niño lunático,Mat_17:14-21 (Mar_9:14-29; Luc_9:37-43).
14
Al llegar ellos a la muchedumbre, se le acercó un hombre, y, doblando la rodilla, 15 le dijo: Señor, ten piedad de mi hijo, que está lunático y padece mucho; porque con frecuencia cae en el fuego y muchas veces en el agua; !6
lo presenté a tus discípulos, mas no han podido curarle. 17
Jesús respondió: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿hasta cuándo tendré que estar con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? Traédmelo acá. 18
E increpó al demonio, que salió, quedando curado el niño desde aquella hora. 19
Entonces se acercaron los discípulos a Jesús, y aparte le preguntaron: ¿Cómo es que nosotros no hemos podido arrojarle? 20
Díjoles: Por vuestra poca fe; porque en verdad os digo que, si tuviereis fe como un grano de mostaza, diríais a este monte: Vete de aquí allá, y se iría, y nada os sería imposible. 21
Esta especie no puede ser lanzada sino por la oración y el ayuno. La escena tiene lugar después de la transfiguración. Y según Lc, al día siguiente. Fue cuando Cristo, con los apóstoles de testigos, bajaba del monte, y al acercarse a los otros apóstoles que habían quedado al pie de la montaña, se encontró con que había mucha gente con ellos, y discutiendo con los apóstoles algunos escribas, Cristo les pregunta a los apóstoles qué es lo que discutían con aquéllos. Acaso para situar, si era preciso, las cosas en su punto. Aliados de atrás los escribas con los fariseos (
Mat_15:1), que no sólo ponían emboscadas dialécticas a Cristo, sino que ya habían resuelto perderle (
Mat_12:14), había motivo para pensar en una emboscada con sus discípulos.
En este cuadro se destaca de la muchedumbre un hombre, que cayó de rodillas ante El y comenzó a gritar (Lc), conforme a su emoción y su temperamento oriental, diciéndole que tenía un hijo, que era único (Lc), joven (ðáiò) y estaba lunático (Mt). Mc va a dar del padecimiento de este muchacho una descripción minuciosa.
Este joven tenía un espíritu
mudo (Mc). Y cuando se apoderaba de él, lo arroja por
tierra, echa espuma, se revuelve (v.20), le rechinan
los dientes,
da alaridos (Lc), grita (Mc v.26), queda rígido, como muerto (Mc v.26). Son los síntomas, como Mt dice, de un lunático.
Pero aún hay más, pues con frecuencia el espíritu lo ha arrojado al fuego, al agua, para acabar con él.
Y difícilmente lo deja el espíritu después de haberlo maltratado. Y todo esto le sucedía desde la niñez.
Según las concepciones erróneas de los antiguos orientales, la enfermedad, como mal, era causada por un espíritu. Así, Saúl, que aparece con unos síntomas neuróticos típicos, es descrito en su estado nada menos que por haberle Yahvé enviado un mal espíritu (
1Sa_16:14). Precisamente la música tenía sobre sus crisis un efecto sedante (
1Sa_16:15).
En esta misma concepción popular, a los epilépticos, como es el caso de éste, se los llamaba ordinariamente lunáticos, como es el nombre que de él da Mt, porque se admitía, por efecto de una experiencia, más o menos obtenida de casuales coincidencias, que tales enfermos experimentaban más fuertes crisis en las épocas de luna nueva o luna llena. La medicina antigua pasa a los escritos rabínicos, y éstos discutían si estas crisis epilépticas eran por influjo directo de la luna en las fases dichas en estos enfermos u otros semejantes, más propicio aún en estas fases lunares. Era el mismo concepto de los medios greco-romanos 12.
¿Se trata sólo de un enfermo epiléptico, cuyos síntomas evangélicos corresponden a las tres fases de la epilepsia conforme al diagnóstico médico, o es, además, un verdadero caso de posesión diabólica? Todo el problema está en saber si repugna, en el caso de curaciones físicas reales, el que Jesucristo se acomode al modo de hablar de las gentes y del medio ambiente. Hay quien así lo piensa 13. Parece que no hay, en principio, esta incompatibilidad. Jesús, ni para sus curaciones ni para acusar su poder de taumaturgo, necesita dar precisamente un diagnóstico científico. Como tampoco corrige en cada caso lo que era creencia vulgar: que toda enfermedad era efecto de un pecado (
Jua_9:2). Y, admitiendo en el mismo Evangelio casos de curaciones demoníacas, parece que es el contexto el que valorará, en simple exégesis, si se trata de una verdadera posesión o de una acomodación al lenguaje ambiental.
No parece sea decisivo el decirse que frecuentemente lo arrojaba (el espíritu) al agua y al fuego para acabar con él (Mc). Es un modo de hablar. El ser mudo, si no es por la misma epilepsia, podría explicarse por alguna otra enfermedad posiblemente congénita, o que fuese todo ello efecto de una enfermedad tenida en su niñez.
Ya en la antigüedad se reconocía por el médico Celio Aureliano 14 cómo este tipo de enfermos estaban especialmente expuestos a mil peligros externos, entre ellos el de caer al agua de los ríos o del mar. Podría ser también un caso de semidesesperación producido por efecto de los habituales ataques de epilepsia.
Cristo manda traer al joven, que en aquel momento, por todo el contexto, no debe de estar en el ataque. Sin embargo, cuando se lo traen a Cristo, se produce el ataque con síntomas epilépticos. Parece estar en cierta analogía con los casos de endemoniados, que a la vista de Cristo le reconocían y pedían no los perdiese (
Mat_8:28.29). Sin embargo, el ataque pudo producirse entonces por efecto de la misma emoción. El hecho de que el espíritu malo lo arroja al fuego para hacerle perecer, según la descripción popular de Mc, no postula, en absoluto, una verdadera posesión diabólica, sino una redacción colorista y ambiental de Mc, y también de Lc, en contraste con la descripción sobria de Mt, probablemente del Mtg.
El padre del enfermo urge a Cristo para que lo cure, pues había recurrido ya a los discípulos, pero éstos no habían podido curarle (
Mar_9:18;
Luc_9:40). Y eso que habían recibido el carisma de las curaciones (Mt 10:1 par.). En Mc se acusa en este hombre una fe muy imperfecta: Si tú puedes algo, compadécete de nosotros. Acaso el fracaso de los discípulos le desanimó en parte 15. Pero de Cristo le viene el ánimo preparatorio: Todo es posible al que cree (Mc). Es el boicot que se nota en los evangelios a la obra de Cristo; su obra milagrosa la realiza en función de la confianza, no es una obra de magia. Y esta fe surge en él: ¡Creo, ayuda mi incredulidad!
El v.17 de Mt es críticamente muy discutido 16. Acaso pasó a él por influjo del otro evangelio, pues está en Lc. Es la respuesta de Cristo a esta obra de incredulidad en El, después de tantos prodigios hechos. ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo voy a estar con vosotros y os voy a sufrir? (Lc). ¿Por qué no admitían sus prodigios, y por qué no sacaban las consecuencias de sus signos? Este lunático era tipo de esta generación poseída por el dominio fariseo.
Cristo manda traer al enfermo. Al acercarse, Cristo increpó al espíritu, y se produce una convulsión violenta hasta quedar como muerto. En Lc el relato cambia. Se lo trae, se produce la convulsión, y viene la increpación de Cristo al espíritu. Son las pequeñas variantes red acciónales. En Mc, Cristo le toma de la mano, lo levanta y se mantuvo en pie.
El poder taumatúrgico de Cristo apareció a todos con un dominio absoluto. La curación instantánea de una epilepsia, si no se admite la posesión diabólica, cuando se halla en estado de trance, no admite hipótesis sugestivas. Lo que, por otra parte, nada resolvería, ya que una lesión orgánica de la corteza cerebral no se puede curar por sugestión, menos aún cuando la sugestión no cabe por hallarse en estado de inconsciencia, ni por suceder instantáneamente.
Vueltos a casa, los discípulos le preguntan por qué ellos no habían podido curar a aquel muchacho, pues habían recibido el poder de expulsar demonios exorcismo y curar enfermedades (
Mat_10:1.8; Mc 6:
Mar_7:12;
Luc_9:1.6b). Y lo habían ejercido con éxito (
Mat_10:8;
Mar_6:13).
Aunque la respuesta final es la misma en Mt-Mc, Lc la omite. Mt intercala un preludio en el que les habla de vuestra poca fe. Acaso, en la subconsciencia, confiaron en su poder como si fuera propio de ellos, sin acusar plenamente su reconocimiento y dependencia al dador de carismas.
La comparación que utiliza sobre el grano de mostaza y el trasladar montes eran metáforas usadas en el ambiente rabínico. Como término comparativo de lo mínimo se usaba el grano de mostaza, lo mismo que el trasladar un monte era metáfora usual para indicar que una cosa se realizaría fuera de los modos ordinarios 17.
Esta clase no puede echarse o curarse
si no es con oración y ayuno (Mt), o con oración (Mc). La lección de Mt (v. 21) no es seguro que sea genuina en este versículo 18, ni tampoco debe de ser lección genuina el ayuno que se une a la oración en este pasaje de Mc 19. La frase esta clase admite dos interpretaciones:
Esta clase, es decir, esta raza: los demonios.; o puede admitir otra más específica: esta clase de demonios. Los que admiten esta segunda interpretación se basan en que los apóstoles ya habían expulsado demonios (
Mar_6:13), por lo que aquí se precisaría una especie de ellos. Pero la razón no es convincente. De ser así, no cabría duda de que se trataba de un caso de verdadera posesión. Pero la primera interpretación es completamente posible en este mismo contexto. Su sentido sería: esta clase, las enfermedades que se atribuían a los espíritus demoníacos, sólo se pueden curar milagrosamente. Es decir, con el recurso pleno a Dios, que concede libremente el uso de estos carismas, y sin que el hombre los mistifique y boicotee con una semiconsciente autosuficiencia suya o con una falta de recurso y confianza plena poca fe en Dios. Era, en el fondo, lo que había sucedido a la intervención de los apóstoles en este caso y lo que se decía en aquel medio ambiente y se recoge en el Talmud: Todo el que ora sin ser escuchado, debe ayunar. 20 Era una lección para los exorcistas cristianos; acaso se refleja esta situación de ellos.
Segundo anuncio de la Pasión,Mar_17:22-23 (Mar_9:30-32; Luc_9:43).
22
Estando reunidos en Galilea, díjoles Jesús: El Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de los hombres, 23
que le matarán, y al tercer día resucitará. Y se pusieron muy tristes. Ya se indicó a propósito de la primera predicción de su pasión y muerte (
Mat_16:21-23 par.) la probabilidad de que estas predicciones estén matizadas, con relación a su anuncio primitivo, después de los hechos, ya que el estilo profetice suele ser más vago, aunque perfectamente perceptible a la hora de su cumplimiento, y sería probable que Cristo se hubiese amoldado a este estilo y sus leyes 20.
Esta segunda predicción aparece con una redacción algo más sobria, aunque bien precisa.
Mt destaca que los apóstoles, al oírla, se pusieron muy tristes. Esto prueba que el vaticinio fue, al menos nuclearmente, suficientemente claro, y que ellos lo comprendieron. En cambio, Lc dirá que no sabían lo que significaban estas palabras, que estaban veladas, de manera que no las entendieron. La redacción de Lc refleja la forma más primitiva. Sólo dice: El Hijo del hombre ha de ser entregado en poder de los hombres. Sin embargo, en Mc, muy matizado, dirá que no lo entendieron.
Probablemente se refiere la no comprensión al no poder admitir el que El fuese el Mesías y hubiese de padecer. Pero les quedaba sufrimiento, pues sus vaticinios se cumplían. Y acaso obedezca a esto lo que dicen Mc-Lc: que temían preguntarle, pues a la protesta de Pedro, en la primera predicción, de que esto no sucediese vino la réplica confirmativa de Cristo. Era incomprensión ambiental.
El tributo pagado,Mat_17:24-27.
24
Entrando en Cafarnaúm, se acercaron a Pedro los perceptores de la didracma y le dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga la didracma? 25
Y él respondió: Cierto que sí. Cuando entró en casa, se acercó Jesús y le dijo: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran censos y tributos? ¿De sus hijos o de los extraños? 26
Contestó él: De los extraños. Y le dijo Jesús: Luego los hijos son libres. 27
Mas, para no escandalizarlos, vete al mar, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca, y en ella hallarás un estater; tómalo y dalo por mí y por ti. Estando en Cafarnaúm, se acercaron a Pedro los encargados de recoger el tributo del templo: los recaudadores de la didracma.
El tributo tenía el siguiente origen. Moisés había prescrito un censo, y, conforme al número de los varones censados, cada uno pagaría medio siclo al santuario (
Exo_30:11-16). En tiempo de Nehemías, este impuesto era de un tercio de siclo al año (
Neh_10:32). Habiendo crecido las necesidades, posteriormente se elevó a medio siclo de plata (
Mat_17:24) 21. Este era el equivalente a dos dracmas, que a su vez equivalen a medio siclo, que era lo que se exigía en la legislación judía de entonces. Pero debía ser pagado por todo varón después de los veinte años, en moneda hebrea antigua o tiria. Había, además, de pagarse en Palestina entre el 15 y el 25 del mes de Adar (marzo), y también fuera de Jerusalén 22.
Pedro responderá a la pregunta interrogativa de los recaudadores de esta contribución, que Cristo pagará la didracma.
Con esta ocasión Cristo le hace a Pedro una pregunta, que va a ser una enseñanza. Los reyes de la tierra cobran los impuestos, no de sus hijos, sino de los otros ciudadanos si no tiene el sentido de ciudadano del país frente a pueblos sometidos . Los hijos son considerados exentos de ello. Luego los hijos dice Cristo están exentos. Y sólo por evitar el escándalo pagará el impuesto.
¿Cuál es la doctrina encerrada en este concepto de hijos sobre la que gira la argumentación?
La comparación pequeña parábola está tomada de la vida real y aplicada a Jesús y los suyos, en contraposición a los demás. Pero sobre todo a El. Jesús abiertamente reconoce y proclama su absoluta independencia frente a las leyes tributarias del templo, que era homenaje, en último término, a Dios. La parábola iba a tener algo de alegoría. Los hijos estaban exentos. Pero Pedro había proclamado hacía aún poco, por revelación del Padre, que Jesús era el Hijo del Dios viviente. Jesús se situaba así en la esfera de su Padre. Por eso estaba exento del tributo al templo. Pero con él estaban asociados y exentos los discípulos. Era ello una prueba del supremo dominio legislativo de Jesús. No en vano él era mayor que el templo (
Mat_12:6). Por eso, El dispensaba las leyes, pues era señor del sábado (
Mat_12:8). De esta conducta de Cristo concluyen Strack-Billerbeck: De la prueba alegada por Jesús para su exención de la didracma, se sigue que reivindica para sí, ante Dios, un lugar que jamás ha convenido a un israelita. 23
También pudiera, en este pasaje, extenderse los tributos a los impuestos civiles en general (ôÝëïò) ï al impuesto imperial (÷çíóïò). Estos impuestos se sabe que, además de su gravamen económico, turbaban fuertemente la conciencia teocrática de los judíos. Y después del 70 se les puso, abusivamente, sobre casi todo 23.
Para evitar el escándalo hace un milagro. Manda a Pedro que se acerque al lago, junto al que están, y que en la boca del primer pez que pesque hallará una moneda un estater y con ella pagará por los dos. El estater valía cuatro dracmas, que era lo justo para pagar por los dos, ya que cada uno había de pagar medio siclo de plata, que equivalía a dos dracmas: didracma.
El milagro de Cristo está, en primer lugar, en su ciencia sobrenatural, al anunciarle a Pedro esto. Y acaso sea lo más probable que, milagrosamente, se hubiese depositado el estater en la boca del pez.
No obstante, es conocido el caso de cierta especie de peces en el lago, la hoy llamada
Chromis Simonis 24, en la que el macho, en cuya boca son depositados los huevos, y en el que se desarrollan, parece ser que al expulsarlos siente la necesidad de ocupar la boca con pequeñas piedras, etc. 25 En este caso la habría ocupado con un estater fortuito.
Se proponía que Cristo mandó a Pedro a pescar, y que la primera pieza lograda se vendió en este precio. Pero no lo dice el texto, y se valoraría en una cantidad desproporcionada.
1 Abel, Géographie de la Palestine (1933) I 353-357; Perrella, / luoghi santi (1936) p.182-193; Allegro, The Dead Sea Scrolls 14ss. 2 Josefo, BI II 20:6; IV 1:1:8; Allegro, The Dead Sea Scrolls p.520-536. 3 Strack-B., Kommentar. I p.752. 4 Lagrange, Le Messianisme. (1909) p.210-213; Strack-B., Kommentar. IV p.779-789. 4 Deut. rabba 3. 5 Zielinski, De doxa Christi transfigurati: VD (1948; 291-303. 6 Lagrange, Le Messianisme. (1909) p.89. 7 De Vaux, Les institutions de ? Anden Testament, vers. esp. (1964) p.632-635. 8 Dabrowskí, La transfiguración de Jesús, vers. del pol. (1939); Vosté, De Bap-tismo, Tentaiione et Transfiguratione lesu (1934) p. 141-156; Zielinski, De íransfigura-tione lesu: VD (1948) 291-303.335-343; Baltensweiler, Die Verklarung Jesu Histo-risches Ereignis und synoptische Benchte (1959); Rlesenfeld, fesus transfigure (1947); George, La Transfiguration: Bible et Vie Chrét.(1960) 21-25; Hoeller, Die Verklarung Jesu (1937); Caird, The Transfiguraron: Expository Times (1955-1956) 291-294; Fonck, en VD (1922) 72-79; A. Fenillet, Les perspectives propres a choque evangeliste dans les recits de la Transfiguration: Rev. Bibl. (1858) p.281-301; X. Leon-Dufour, Eludes d'évangile. La transfiguration de Jesús (1965) 83-122; M. Sabbe, La redaction du récit de la Transfiguration, en La Venue du Messie (1962) 65-100; P. Miguel, Le Mystere de la Transfiguration: Les Quest. Liturgiq. et Paroiss. (1961) 194-223; P. De Surgy, Transfiguraron: Vocab. Theol. Bibl. (1962) 1071-1072; ? . ? . Müller, D Verklarung Jesu: Zeits. für die Neut. Wiss. (1960) 56-64, C. C. Carlston, Transfiguration and Resurrection: Jour. of Bibl. Literature (1961) 233-240; H. Rivera, El relato de la Transfiguración de Jesús: Rev. Bibl. (Argentina 1964) p.31-40. Para la teología de la transfiguración, cf. S. TH., 3 q.45; In evang. Matth. comm. c.7 n.l. 9 Lagrange,
Le Messianisme. (1909) p.210-213; Strack-B.,
Kommentar. IV p.779-789. 10 Bonsirven,
Le Judaísme. (1934) I p.418-419. 11 Sobre la venida de Elias, cf. A. Skrinjar: VD (1934) 361-367; Durrwell: VD (1939) 269-278; A. De Guiglelmo,
Dissertatio exegetica de reditu Eliae (Jerusalén 1938). 12 Strack-B.,
Kommentar. I p.758; Lagrange,
évang. s. St. Matth. (1927) p.339, y
évang. s. St. Marc (1929) p.239. 13 Smit,
De daemoniacis in historia evangélica (1913) p.191-215. 14
De morb. chron. I, IV 68, citado
por Lagrange en
évang. s. St. Marc (1929) p.240. 15 Fillion,
La Vie De N. S. J.-Ch., Vers Esp. (1842) III P.256. 16 Nestlé,
N.T. graece el latine (1928) ap. crít. a
Mat_17:17; cf. León-Dufour,
L'e'pisode de l'enfant épileptique. La fermation des évangües (1957) 85-115. 17 Strack-B-,
Kommentar. I p.669 y 759; J. Düplacy,
La foi qui deplace les montagnes (Mat_17:20; Mat_21:21): Mém. A. Gelin (1961) 273-287. 18 Nestlé,
N.T. graece el latine (1928) ap. crít. a
Mat_17:21. 19 Nestlé,
N.T. graece el latine (1928) ap. crít. a
Mar_9:29. 20 Strack-B.,
Kommentar. I p.760. 20 J. Schmid,
Das Evangelium nach Markus (1958) p.40. 21 JOSEFO,
Antiq. XVIII 9:1; BI VII 6:6. 22
Mishna: Sheqalim I 1-3; Strack-B.,
Kommentar. I p.765; Felten,
Storia dei tempi del N.T. (1932) II p.70-73. 23
Kommentar. I p.772; D. Blusser,
Mt 17:24-26 and Dead Sea Sect'Opposition to Tax Paying: Tarbiz (Jerusalén 1961) p. 150-156; A. Pickering,
The Temple Tax (Mat_17:23-26): Cath. Gazette (1957) p.170, y en The Cath. Bibl. Quart. (1957) p.511. 23 Plinio,
? . ? . XII, 63. 24 Biever,
Conférences de Sí. Etienne (1910-1911) p.295. 25 A. Fernández,
Vida de Jesucristo (1954) p.385-386.