Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Poema Séptimo (8:1-7).
D e nuevo empieza la formulación de los anhelos insatisfechos de la esposa por unirse a su esposo. Ya que no puede abrazarlo como esposo, al menos quisiera sentirlo a su lado como hermano. Después sigue la posesión amorosa mutua como en los poemas anteriores 1.
Anhelos de unión (8:1-2).
Esposa.
1
¡Quién me diese que fueses hermano mío, amamantado a los pechos de mi madre, para que al encontrarte en la calle pudiera besarte sin que me despreciaran. 2
Yo te llevaría y te introduciría en la casa de mi madre, (en la alcoba de la que) me engendró 2
, y te daría a beber del vino adobado y del mosto de granados. En las costumbres orientales no está permitido hacer manifestaciones públicas afectuosas entre los esposos; por eso, la esposa del Cantar desea que su amado fuera su
hermano reconocido, para, sin temor a habladurías públicas, poder manifestar su amor aun en la
calle. La esposa, pues, aun permaneciendo tal, desea también participar de los privilegios de la fraternidad para dar nuevas pruebas de amor a su esposo. Antes había sido calificada como
esposa-hermana; ahora quiere que su amado sea
esposo-hermano, es decir, que polarice todo su amor en sus manifestaciones más profundas y elevadas. Como en 4:4, ansia introducirlo en su casa materna para poseerlo plenamente. El
vino adobado y el mosto
de granados simbolizan la entrega del amor en su plena manifestación marital.
La mutua posesión (3-7).
Esposa. 3
Su izquierda descansa bajo mi cabeza
y su diestra me abraza.
Esposo. 4
Os conjuro, hijas de Jerusalén,
(por las gacelas y ciervas) 3
,
que no despertéis ni inquietéis a mi amada
hasta que a ella le plazca.
Coro. 5
¿Quién es esta que sube del desierto
apoyada sobre su amado?
Esposo. Yo te desperté debajo del manzano,
allí donde te concibió tu madre,
donde te concibió la que te engendró.
Esposa. 6
Ponme como un sello sobre tu corazón,
ponme en tu brazo como sello.
Que es fuerte el amor como la muerte
y son como el seol duros los celos.
Son sus dardos saetas encendidas,
son llamas de Yahvé.
7
No pueden aguas copiosas extinguirlo
ni arrastrarlo los ríos.
Si uno diera por el amor toda la hacienda de su casa,
sería sobremanera despreciado.
El esposo ha accedido a los anhelos de su amada, y ésta se siente feliz en sus brazos4. Aquél vuelve a pedir silencio a los circunstantes para que no interrumpan el éxtasis de amor de su esposa 5.
El cortejo nupcial interviene, evocando la llegada de los dos amantes del
desierto, de la campiña, donde se han manifestado por primera vez sus amores 6. Ahora se han cumplido plenamente los festejos nupciales, y les toca desaparecer de la escena para dejar a los dos esposos en un diálogo amoroso que sella la mutua entrega de los corazones, para no volver a separarse. Sólo el esposo tiene derecho a despertarla del sueño amoroso. Es justamente lo que declara ahora a su amada:
Te desperté debajo del manzano (v.5b). El esposo había sido comparado por la esposa a un
manzano símbolo de los árboles frutales y beneficiosos en medio de los árboles silvestres7. Ella misma había declarado: a la sombra (del manzano) me he sentado, y su fruto es dulce a mi paladar. 8 Ahora justamente se halla a su sombra en sus manos , gustando de las delicias de su amor. Estar sentado a la sombra del manzano y descansar en los brazos del amado son dos metáforas que en el Cantar tienen la misma significación... El manzano no es otro que el esposo en persona. Guardián del sueño de la esposa, conjuraba a las hijas de Jerusalén para no despertarla hasta que ella quisiera. 9 Pero, si las amigas de la amada no tienen el derecho de despertarla, el esposo tiene este derecho y puede hacer uso de él. Lo hace aquí, sin duda, para que la esposa tome conciencia y goce de su dicha. El lo ha declarado sirviéndose de la propia figura que ella había imaginado:
Bajo el manzano yo te desperté 10. Es justamente en la casa materna donde, según deseo expreso de la esposa, se cumple esta plena posesión del amado11:
donde te concibió tu madre... Esta expresión es una de las que en el Cantar indica la dicha de la posesión mutua, como la sombra del manzano, la sala del festín, el jardín de las delicias. No es sorprendente, pues, que en este pasaje del poema, que describe la felicidad de los dos esposos, la sombra del manzano esté en paralelo con la casa de la esposa, pues las dos imágenes son sinónimas. El esposo quiere decir que es él mismo, y no otro, el que ha despertado a su amada, y que la ha despertado en la casa materna, donde ella se había dormido.12 No parece que haya más misterio en esta expresión, que a primera vista parece desconcertante.
La esposa responde a estas insinuaciones del amado afirmando su deseo de permanecer unido a él:
ponme como un sello sobre tu corazón. Los antiguos llevaban su sello personal que autenticaba su personalidad jurídica sobre el pecho o el antebrazo, para guardarlo con más cuidado. Aún hoy día los árabes notables llevan solemnemente sobre su pecho el sello personal. A esta costumbre parece aludir la esposa cuando pide a su esposo que la lleve
como un sello sobre su
corazón o sobre su
brazo. Es un modo de decir que la tenga presente en sus pensamientos y afectos más íntimos. La razón de su súplica está en el
amor profundo, que es insaciable y exigente como las fauces del
seol, la región subterránea de los muertos, que está siempre tragando hombres, sin satisfacer sus ansias de vidas humanas; es el poder insaciable de la
muerte 13, que con el
seol se muestran
celosos de sus víctimas, que aprietan con sus garras. Con un segundo símil describe el efecto mortífero del amor: sus
dardos encendidos queman y abrasan al que está enamorado, como los rayos
llamas de Yühvc siembran la desolación y la ruina. Es inútil querer extinguir sus llamas devoradoras con las
copiosas aguas del mar o de las inundaciones. Por otra parte, es de tal valor la llamarada de
amor, que no tiene precio computable: es superior al precio de toda la hacienda familiar; por eso, si alguno intentara con todos sus bienes comprarlo, sería objeto de
desprecio por parte de los circunstantes. Con estas palabras encomiásticas del amor puro se cierra el séptimo poema del Cantar y el tema del libro. La apoteosis final se cierra con la plácida posesión de los dos esposos.
Apéndices (8-14).
E stos versos tienen el aire de una adición redaccional, sin relación con el tema de los poemas anteriores. Incluso el vocabulario parece de otra pluma, y la métrica también es diferente. Por el contenido parece que se trata de enigmas o acertijos, recogidos por el compilador e incrustados en el libro del amor.
Primer enigma: la hermanita (8-10).
8
Nuestra hermana es pequeñita, no tiene pechos todavía.
¿Qué haremos a nuestra hermana cuando un día se trate de ella?
9
Si ella es un muro,
edificaremos sobre ella almenas de plata; si puerta, le haremos batientes de cedro.
10
Sí, muro soy, y torres son mis pechos. He venido a ser a sus ojos
como quien halla la paz.
Los hermanos están preocupados con el porvenir social de su hermana menor, indefensa ante la vida. Quieren encontrar una solución en consonancia con sus habilidades: si es
muro, rematarlo con
almenas de plata; si
puerta, poner
batientes dignos, de cedro. En todo caso, quieren los hermanos que prospere en la vida social y que luzca sus galas de mujer. El dilema planteado por los hermanos es resuelto por la hermanita diciendo que es
muro, y, siguiendo el símil, compara sus pechos a las torres. En todo caso, ella da por resuelto el problema de su porvenir, ya que ha encontrado la paz 14.
Segundo enigma: la viña de Salomón (11-12).
11
Una viña tenía Salomón en Baal-Hamón; la entregó a sus guardas,
que habían de traerle por su fruto mil siclos de plata.
12
Mi viña la tengo ante mis ojos. Para ti, Salomón, los mil (siclos), y doscientos para los que guardan su fruto. Este segundo epigrama resulta también misterioso. Tiene el aire de una parábola en la que se alaba la honestidad profesional de un buen administrador de una
viña que se le ha confiado. Esta es localizada en
Baal-Hamón y se considera como propiedad del opulento Salomón de los mejores tiempos de Israel. La localidad nos es desconocida, pero se la ha relacionado con Baal-Hasor, donde se reunían los hijos de David 15. La posesión era de excepcional valor, porque el importe del arriendo llegaba a
mil siclos de plata 16. El intendente la ha cuidado
la tengo ante mis ojos , pero no ha conseguido sacar mucha utilidad sobre el precio del arriendo. Con todo, ha pagado escrupulosamente lo estipulado al rey, y aun ha pagado
doscientos siclos a los obreros encargados de guardarla y cultivarla. Su honradez profesional ha quedado a salvo.
La despedida de los esposos (13-14).
13
¡Oh tú, que habitas en jardines, los compañeros atienden a tu voz: hazme oírla!
14
Huye, amado mío, semejante a la gacela o al cervatillo por los montes de las balsameras.
Este fragmento está dentro de la línea general del Cantar y resulta desplazado. El esposo supone que su amada mora en los
jardines, símbolo de los amores conyugales, y se presenta con su cortejo de fieles amigos para reunirse con ella y
oír su voz. La reacción de la esposa supone un cambio de escena, conforme a las veleidades del amor, y así invita a su esposo a emprender la huida, triscando por los
montes perfumados de las
balsameras, que simbolizan también las fiestas nupciales 17. Los poemas del Cantar de los Cantares son un jugar al escondite entre dos enamorados que se buscan, se encuentran y se ausentan, para con la ausencia excitar más el mutuo amor. Estos versos están dentro de esta línea, y bien pueden estar desplazados al final por razones que a nosotros se nos escapan.
1 Cf.
Can_2:4;
Can_3:4;
Can_4:16;
Can_5:1. 2 Así según los LXX. El TM: en la casa de mi madre tú me enseñarás. 3 Falta en el TM, pero está en los LXX, y es exigido por el paralelismo con el estribillo ya tantas veces recitado. 4 Cf.
Can_2:6;
Can_3:4 5 Cf.
Can_2:7;
Can_3:5 6 Los alegoristas ven en esta evocación del desierto la repatriación de los exilados de Babilonia a través de la estepa. 7 Cf.
Can_2:3a. 8 Cant 2,sb. 9 Cf.
Can_2:7; 3:4- 10 No hay ninguna alusión al pecado de Eva tomando del árbol prohibido, como gratuitamente han supuesto no pocos comentaristas. Esto está fuera de contexto. 11 Cf.
Can_3:4;
Can_8:2. 12 D. Buzy, o.c., 357. 13 Cf.
Pro_30:15-16;
Eco_24:29. 14 Los alegoristas suponen que habla la ciudad de Jerusalén, reconstruida después del exilio. 15 Cf.
2Sa_13:23. 16 El siclo equivalía a 13 gr., más o menos. El valor de mil siclos equivaldría al de mi dólares aproximadamente. 17 Cf.
Can_4:6.