“Márchate, forastero, que viene gente importante: ha llegado mi hermano y necesito la casa”. (Eclesiástico 29, 27) © Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015)
Times New Roman ;;;;;;;;;;;;;;;;;
29. Obras de Misericordia.
Los préstamos (29:1-10).
1 El misericordioso presta a su prójimo, y el que le sostiene con su mano guarda los preceptos. 2 Presta a tu prójimo al tiempo de su necesidad y devuélvele a su tiempo lo prestado. 3 Manten tu palabra, sé con él leal, y hallarás en todo tiempo lo que necesites. 4 Para muchos el préstamo es un hallazgo, fastidian a quien los socorrió. 5 Hasta recibir besan la mano del prójimo y con voz humilde le ponderan sus riquezas. 6 Pero al momento de la devolución da largas, da vanas excusas y echa la culpa al tiempo. 7 Si paga, apenas pagará la mitad, y tendrás que darlo por hallazgo. 8 Y si no paga, te quedarás sin tu dinero, y te habrás hecho, sin buscarlo, un enemigo. 9 Te pagará con maldiciones e injurias, y en vez de honor devolverá ultrajes. 10 Muchos por esto se niegan a prestar, pues temen ser robados en tonto.
Comienza Ben Sirac afirmando que el préstamo es una obra de misericordia, preceptuada además en la Ley 1, la cual entiende el préstamo no como negocio lucrativo; el judío tenía que prestar a sus compatriotas sin interés alguno; les estaba prohibida la usura entre ellos, que les era permitida sólo con los extranjeros.
En los versos siguientes da las normas que deben regir en los préstamos: el que presta lo ha de hacer cuando su prójimo tiene necesidad de ello 2. El que recibe algo prestado tiene obligación de devolverlo a su debido tiempo. Por lo demás, la lealtad a la palabra dada es condición indispensable para que, en nuevo caso de necesidad, encuentres quien te otorgue un nuevo préstamo.
Finalmente, advierte los inconvenientes y disgustos que ocasiona el hacer préstamos por la negligencia o malicia de quienes lo reciben, lo que a muchos retrae de esta obra de misericordia. En efecto, hay quienes para conseguir el préstamo se deshacen en alabanzas hacia aquellos de quienes intentan conseguirlos y en promesas de que, a su debido tiempo, devolverán cuanto les fue prestado. Pero cuando llega el momento de devolver lo recibido, todo son excusas y dificultades para cumplir la palabra dada, con lo que no se pretende sino diferir la devolución. A veces sólo después de muchas reclamaciones se recupera una parte de los prestado, y esto envuelta en improperios y maldiciones por tus ¡inexorables exigencias y falta de comprensión! Naturalmente, muchos piensan que prestar en estas condiciones es una imprudencia, que, además, te trae enemistades.
La limosna (29:11-18).
11 Sin embargo, sé generoso con el desgraciado y no le hagas esperar la limosna. i2 Por amor de la Ley acoge al pobre, y en su necesidad no le despidas de vacío. 13 Por amor del hermano y del amigo consiente en perder tu dinero, no dejes que se te enmohezca bajo una piedra. 14 Hazte un tesoro según los preceptos del Altísimo, y te aprovechará más que el oro. 15 Encierra la limosna en tus arcas, y te librará de toda miseria. 16-17-18 Más que un fuerte escudo y una lanza poderosa, combatirá por ti contra el enemigo.
A pesar de las ingratitudes a que los préstamos exponen, Ben Sirac recomienda practicar, y con prontitud, la misericordia con el necesitado. La obra de caridad es un acto de virtud que, aunque no obtenga el agradecimiento humano, tendrá siempre su recompensa por parte de Dios.
Los motivos que a ello han de inducirte han de ser, en primer lugar, el cumplimiento de la Ley de Dios, que recomienda frecuentemente la caridad con el necesitado 3, y en segundo lugar el amor al prójimo, que se le demuestra sobre todo socorriéndolo en su necesidad. Ben Sirac advierte que es mejor ayudar con tu dinero al pobre, aunque ello te suponga perderlo, que tenerlo infructuosamente guardado bajo la tierra, como hacían los orientales, con peligro de enmohecerse. Así atesoras ante el Altísimo (v.14), añade el sabio, que cuida de los indigentes, lo que vale mucho más que atesorar riquezas en la tierra. Preciosa sentencia, que recuerda la de Jesucristo en el Evangelio: No alleguéis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín los corroen y donde los ladrones horadan y roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín los corroen y donde los ladrones no horadan ni roban4. En el día del juicio, de nada nos servirán las riquezas acumuladas; son las buenas obras con ellas realizadas las que inclinarán a nuestro favor la balanza. La Escritura repite que la limosna predispone al Señor a la remisión de los pecados, y los rabinos decían que ella es un medio seguro para alcanzar la vida eterna 5. Hermosamente escribe A Lapide que el seno del pobre es como un altar en el que la limosna se ofrece como víctima por el pecado6. Este es el sentido de la expresión metafórica de Ben Sirac: encierra la limosna en tus arcas, y te librará de toda miseria (í.15), que interpretó muy bien la Vulgata al traducir: guarda la limosna en el seno del pobre. Así, concluye Ben Sirac, será un arma maravillosa en el tribunal de Dios contra las acusaciones del enemigo. Jesucristo dijo que consideraría como hecho a sí mismo lo que se hiciere a los pobres en el día del juicio y lo compensaría con la vida eterna 7.
La fianza (29:19-27).
19 El varón bondadoso fía a su prójimo, pero el que ha perdido la vergüenza le deja en la estacada. 20 No olvides el beneficio de tu fiador, pues se empeñó por ti. 21-22 El malvado derrocha los bienes de su fiador, y el ingrato deja en el brete a quien le salvó. 23-24 La fianza ha perdido a muchos que estaban bien, y los sacudió como mar tormentoso. 25 Sacó de su casa a hombres ricos y los hizo peregrinar por tierras extrañas. 26 El pecador, al fiar, se verá burlado, y persiguiendo ganancias, se enredará en pleitos. 27 Según tu poder, socorre a tu prójimo, y mira por ti, que no caigas en necesidad.
El hombre de buenos sentimientos se compadece de la indigencia del prójimo y le fía en su necesidad. Sólo el avaro, que ha matado en su corazón todo sentimiento de compasión, se niega a hacerlo. Quien se beneficia de este acto de caridad debe mostrarse agradecido para con quien expuso, por lo mismo, sus bienes, con el consiguiente temor de perderlos 8.
Pero también aquí es preciso proceder con cautela debido a la ingratitud y malicia de muchos 9. Hay quienes se divierten derrochando los bienes del fiador y quienes abandonan en su miseria al que un día con su fianza los salvó de una situación precaria 10. Esta actitud, constata Ben Sirac en los v.24-25, llevó a algunos a la ruina, los cuales, no resistiendo a la ignominia de verse empobrecidos, marcharon a otras regiones en busca de una nueva forma de vida, si es que, declarados insolventes, no fueron vendidos como esclavos y obligados a peregrinar fuera de su patria. El sabio advierte también que hay quienes salen fiadores no por un acto de caridad para con el necesitado, sino con espíritu usurero, que le lleva a ganancias ilícitas y le expone a la condena en los tribunales.
Concluye el sabio dando su consejo: has de ser misericordioso para con el prójimo, protegiéndole en su necesidad con la fianza, mostrándose más condescendiente que Proverbios 11, pero con las debidas precauciones para no salir fiador de lo que tus bienes no alcanzan, y exponerte a la ruina, y con las prudentes garantías para no ser burlado por aquellos a quienes fiaste.
Frugalidad y hospitalidad (29:28-35).
28 Necesarios para la vida son el agua y el pan; el vestido y la casa, para abrigo de la desnudez. 29Más vale vivir pobre bajo un techo de tablas que banquete en casa extraña. 30 Conténtate con lo poco o con lo mucho, y no tendrás que oír que te reprochan por extranjero. 31 Triste es tener que andar de casa en casa; donde habites corno extraño no osarás abrir la boca. 32 Habrás dado hospedaje y habrás dado de beber sin que te sea agradecido, y, a pesar de esto, habrás de oír palabras amargas: 33 Entra, forastero; preparad la mesa. Mirad si hay a mano qué comer. 34 Sal, forastero, haz lugar a otro más honrado que tú; tengo que recibir a mis hermanos y necesito la casa. 35 Duras palabras son éstas para un hombre sentido, la increpación del amo de la casa y la injuria del usurero.
Dados los inconvenientes que llevan consigo las obras de caridad que ha recomendado en las perícopas anteriores, como apéndice a ellas, Ben Sirac da una sabia norma a sus lectores con el fin de que nunca se vean necesitados de ellas. Con ella el rico no vendrá a menos y el pobre rara vez llegará a necesitarlas. Se refiere a la frugalidad. Opina que es mejor vivir, aunque sea pobremente, en la propia casa, donde se es dueño de sí mismo y hay libertad de acción, que comer espléndidamente en casas ajenas, dado los inconvenientes que esto lleva consigo. Entre otros, el de ser considerado como un extraño, para quien no se tendrán muchas consideraciones, y, aun en el caso de que pagues tu hospedaje, proporcionando así a los dueños su modo de vivir, te expones a recibir un trato no muy agradable y palabras no muy halagadoras, con las que no se pretende otra cosa que ponerte a la puerta de la calle con el fin de recibir otro huésped más ilustre o más grato que tú. Palabras y trato que desagradan a todo hombre que tenga un poco de honradez o amor propio, por lo que es mejor contentarse con menos en la casa propia que exponerte a ellos en la del prójimo 12.
1 Deu_15:7-8; cf. Lev_25:35; Sal_36:26. - 2 Mt 5:42. - 3 Lev_19:10; Lev_23:22; Deu_15:8.11; Deu_24:12. - 4 Mat_6:19-20; Luc_12:33. - 5Luc_7:36; Tob_4:9-12; Dan_4:24. - 6 O.c., a 29:15 t.2 p.74. - 7 Mat_25:31-40. Los v.16-17 faltan en el griego y en las ediciones auténticas de la Vulgata, que señala su ausencia con los números. Dicen así: Eleemosyna viri quasi sacculus cum ipso et gratiam hominis quasi pupilam conservabit. Et postea resurget et retribuet ülis retributio-nem unicuique in capul ilíorum. Cf. 17:18. - 8 Pro_11:15; Pro_22:26.27. - 9 La Vulgata en el v.21 anticipa que el pecador y el impuro huyen de su fiador. Impuro designa el hombre profano, infiel, privado del temor de Dios. - 10 La Vulgata repite en el v.23 que Un hombre sale fiador por su prójimo; pero, perdido todo pudor, lo abandona. - 11 Prov 6:1-5; 17:18 - 12 Algunos comentaristas ven en esto una alusión a los pequeños mercaderes judíos, que iban de país en país, hospedándose sobre todo en casa de sus compatriotas.