Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
37. Historia de José.
J osé es en los siguientes capítulos el personaje central de la trama histórica
. La exposición de la historia es dramática y está redactada en un estilo insuperable, siendo quizá las páginas más bellas del Génesis. A pesar de que la trama general está perfectamente ensamblada, sin embargo, no es difícil al atento observador encontrar indicios de la diversidad de documentos primitivos utilizados, como hemos visto en los capítulos anteriores. Con la historia de José se abre una nueva etapa para los israelitas, ya que tienen que vivir durante siglos en un país extraño, en ocasiones bajo la más dura servidumbre. Ello será ocasión de la intervención milagrosa divina para liberarlos.
Todo ello responde a un plan salvífico de Dios en la historia, que va a modelar el alma israelita en las estepas del Sinaí para inmunizarlo contra las influencias religiosas paganas, convirtiéndole en pueblo santo y raza sacerdotal.1
José mismo ve en su historia un designio divino: Vosotros creíais hacerme mal, pero Dios ha hecho de él un bien, cumpliendo lo que hoy sucede, de poder conservar la vida de un pueblo numeroso.2 La estancia de los israelitas en Egipto dejó profundo eco en la literatura épico-religiosa de Israel. Algunos autores modernos creen, sin embargo, que no todos los hijos de Jacob y sus clanes estuvieron en Egipto: Se puede afirmar (la estancia en Egipto) de la casa de José y Benjamín, de la tribu de Leví, de la que nacerá Moisés; se puede admitir la de Judá y de Simeón; pero el problema queda planteado para las tribus más septentrionales.3 Como veremos, la historia de José en su marco y líneas generales es perfectamente verosímil, y no hay fundamento para considerarla como una mera ficción literaria; pero esto no quiere decir que no existan notas pintorescas y pormenores anecdóticos que puedan haber surgido en los relatos de los hechos coloreados por la imaginación como en otros de la historia de los patriarcas.
José, Preferido de Jacob (1-11).
En razón de las incoherencias narrativas y repetición de algunos detalles del relato de este capítulo, se admiten varias fuentes primitivas, reflejo de tradiciones diversas4. Aparte de pequeñas secciones del documento5, se reconocen comúnmente las fuentes con sus características literarias6.
1
Habitó Jacob en la tierra por donde peregrinó su padre, en la tierra de Canaán. 2
Esta es la historia de Jacob: Cuando tenía José diecisiete años, siendo todavía un adolescente, iba con sus hermanos, los hijos de Bala y los hijos de Zelfa, mujeres de su padre, a apacentar el ganado, e hizo llegar José a su padre la pésima fama de aquéllos. 3
Israel amaba a José más que a todos sus otros hijos, por ser el hijo de su ancianidad, y le hizo una túnica talar. 4
Viendo sus hermanos que su padre le amaba más que a todos, llegaron a odiarle, y no podían hablarle pacíficamente. 5
Tuvo también José un sueño, que contó a sus hermanos y que acrecentó más todavía el odio de éstos contra él. 6
Díjoles: Oíd, si queréis, este sueño que he tenido. 7
Estábamos nosotros en el campo atando gavillas, y vi que se levantaba mi gavilla y se tenía en pie, y las vuestras la rodeaban y se inclinaban ante la mía, adorándola. 8
Y sus hermanos le dijeron: ¿Es que vas a reinar sobre nosotros y vas a dominarnos? Estos sueños y las palabras de José fueron causa de que le odiaran todavía más. 9
Tuvo José otro sueño, que contó también a sus hermanos, diciendo: He aquí que he tenido otro sueño, y he visto que el sol, la luna y once estrellas me adoraban. 10
Contó el sueño a su padre y a sus hermanos, y aquél le increpó, diciéndole: ¿Qué sueño es ese que has soñado? ¿Acaso vamos a postrarnos en tierra ante ti yo, tu madre y tus hermanos? 11
Sus hermanos le envidiaban, pero a su padre le daba qué pensar.
En los capítulos anteriores, Jacob y su familia ocupan una parte muy importante de la historia; pero Isaac estaba con vida. Muerto el patriarca, Jacob queda heredero, tanto de su hacienda como de las promesas divinas hechas a Abraham. La historia de Jacob que sigue hasta el fin del Génesis está narrada a la luz de estas promesas. Por eso se habla de la historia de Jacob (v.2a). En ella ocupa José el lugar más importante, y el autor sagrado se propone poner de relieve la providencia de Dios sobre él. El puesto que viene a ocupar en la corte del faraón mira a conducir a Israel a Egipto, donde se multiplicará, dando ocasión a la servidumbre y a la liberación y retorno a Canaán, la tierra prometida,
en la que habrá de realizar la misión a que Dios le tiene destinado, la preparación mesiánica. Aquí la
historia (lit.
generaciones)
de Jacob es en realidad la historia de sus hijos. El autor sagrado empieza por consignar que Jacob
habitó en Canaán (v.1), en contraposición a Esaú, que emigró al país de Seir, al sudeste del mar Muerto7. No dice dónde residía, pero en el v.14 se dice que estaba en Hebrón, donde habían muerto Abraham e Isaac y donde estaba, por tanto, el centro de la familia en torno al panteón familiar.
José apacentaba los rebaños con sus hermanos, siendo un adolescente de diecisiete años. La frase los hijos de Bala y de Zelfa, esclavas de Lía y Raquel, parece una glosa para atenuar la culpabilidad de los otros hermanos de José, nacidos de las verdaderas esposas. En efecto, José los acusó a su padre de la
pésima fama de ellos. La palabra hebrea que traducimos por
fama significa en realidad propósitos malos.8 El texto no especifica en qué consistían. La Vg. traduce crimine pessimo, y por ello muchos autores antiguos han pensado en pecados sodomíticos o de bestialidad. Pero, en realidad, no sabemos en qué consistía la culpabilidad de los hermanos de José9. Esta acusación fue principio de una animadversión contra él de parte de sus hermanos. Pero, además, es que Jacob sentía especial predilección por José por ser el hijo de su ancianidad (v.3). Además, era hijo de Raquel, la esposa preferida10. En realidad, el último hijo de Jacob era Benjamín; pero debía de ser muy pequeño y el autor sagrado no tiene todavía cuenta de él. Otra razón de la envidia era que el padre le había distinguido regalándole una
túnica talar (v.3), es decir, una túnica larga hasta los pies y con largas mangas, que solían usar los personajes distinguidos, mientras que los obreros y gente baja usaban una túnica hasta la rodilla, y ésta sería la usada por los demás hermanos de José11. Por todo esto le trataban con desprecio y coléricamente: no podían hablarle pacíficamente, o saludarle afectuosamente (v.4). Esta situación se agravó cuando el ingenuo José les narró unos sueños misteriosos que había tenido: en uno de ellos, las gavillas de los otros hermanos rodeaban la suya y la adoraban (v.8). Esto prueba que también los hijos de Jacob se dedicaban, además del pastoreo, a la agricultura. A medida que los patriarcas habían echado raíces en Canaán, se habían transformado de nómadas en sedentarios. La reacción contra el visionario fue violenta: ¿es que iba a ser un día señor de ellos? Como veremos, esta visión era un presagio del encumbramiento de José en Egipto, al que tendrían que prosternarse sus hermanos llevados de la necesidad. Otro sueño confirmó esta conjetura: el sol, la luna y once estrellas se prosternaban ante él (v.9). Ahora la supremacía sería sobre el padre, la madre y los once hermanos, representados por el sol, la luna y las once estrellas (v.10). De momento, Jacob reaccionó contra estas pretensiones: ¿
vamos a postrarnos en tierra ante ti yo, tu madre y tus hermanos? Pero el patriarca reflexionó después sobre el misterioso sueño de su hijo, pensando en los posibles presagios en él simbolizados. Sus hijos, en cambio, se dejaron llevar de los celos y le cobraron gran odio.
Maquinaciones Contra la Vida de José (12-24).
12
Fueron sus hermanos a apacentar el ganado de su padre en Siquem, 13
y dijo Israel a José: Tus hermanos están apacentando en Siquem. Ven que te mande a ellos. El respondió: Heme aquí. 14
Pues vete a ver si están bien tus hermanos y el ganado, y vuelve a decírmelo. Y le envió desde el valle de Hebrón, y se dirigió José a Siquem. 15
Encontróle un hombre errando por el campo y le preguntó: ¿Qué buscas? 16
Y él le contestó: A mis hermanos busco. Haz el favor de decirme dónde están apacentando. 17
Contestóle el hombre: Se han ido de aquí, pues les oí decir: Vamonos a Dotaín. 18
Viéronle ellos desde lejos, antes que a ellos se aproximara, y concibieron el proyecto de matarle. 19
Dijéronse unos a otros: He aquí que viene el de los sueños; 20
vamos a matarle y le arrojaremos a uno de estos pozos, y diremos que le ha devorado una fiera; así veremos de qué le sirven los sueños. 21
Rubén, que esto oía, quería librarle de sus manos, y les dijo: Matarle, no; 22
no vertáis sangre; arrojadle a ese pozo que hay en el desierto y no pongáis las manos sobre él. Quería librarle de sus manos para devolverlo a su padre. 23
Cuando llegó José hasta sus hermanos, despojáronle de la túnica, la túnica talar que llevaba, 24
y, cogiéndole, le arrojaron al pozo, un pozo vacío que no tenía agua.
Es extraño que los hijos de Jacob pastoreasen por la zona colindante de Siquem después del sangriento episodio causado por ellos en aquella localidad12. Pero quizá pasaran inadvertidos, y habían transcurrido varios años después del suceso. Con todo, Jacob parece preocupado por la suerte de sus hijos, y así envía a José a cerciorarse de su estado (v.14). El patriarca residía en Hebrón13. José se encaminó hacia Siquem (más de 100 kilómetros de distancia desde Hebrón); pero no encontró a sus hermanos en aquella región, pues se habían corrido más al norte en busca de mejores pastos, hacia Dotaín, la zona rica de la llanura de Esdrelón, el actual
Tell Dotán, que se hallaba en la ruta caravanera de Siria a Egipto. Los hermanos, al verle, deciden matarle, llamándole despectivamente
el de los sueños (v.19). Quieren asesinarle y arrojarle a una cisterna para disimular su crimen. Rubén interviene para salvarle la vida, y propone arrojarle vivo a la cisterna.
José Vendido por sus Hermanos (25-36).
25
Sentáronse a comer, y, alzando los ojos, vieron venir una caravana de ismaelitas que venía de Galaad, cuyos camellos iban cargados de estoraque, tragacanto y láudano, que llevaban a Egipto; 26
y dijo Judá a sus hermanos: ¿Qué sacaríamos de matar a nuestro hermano y ocultar su sangre? 27
Vamos a vendérselo a esos ismaelitas y no pongamos en él nuestra mano, pues es hermano nuestro y carne nuestra. Asintieron sus hermanos; 28
y, cuando pasaban los mercaderes madianitas, sacaron a José, subiéndole del pozo, y por veinte monedas de plata se lo vendieron a los ismaelitas, que le llevaron a Egipto. 29
Volvió Rubén al pozo, pero no estaba en él José, y, rasgando sus vestiduras, 30
volvióse a donde estaban sus hermanos, y dijo: El joven no parece, ¿adonde iré yo ahora? 31
Tomaron la túnica talar de José y, matando un macho cabrío, la empaparon en la sangre, 32
la tomaron y se la llevaron a su padre, diciendo: Esto hemos encontrado; mira a ver si es o no la túnica de tu hijo. 33
Reconociéndola él, dijo: La túnica de mi hijo es; una fiera le ha devorado, ha despedazado enteramente a José. 34
Rasgó Jacob sus vestiduras, vistióse de saco e hizo duelo por su hijo durante mucho tiempo. 35
Venían todos sus hijos y sus hijas a consolarle; pero él rechazaba todo consuelo, diciendo: En duelo bajaré al seol, a mi hijo. Y su padre le lloraba. 36
los madianitas le vendieron en Egipto a Putifar, ministro del faraón y jefe de la guardia.
Después de consumado el hecho, divisan que por la ruta caravanera bajan unos mercaderes con sus camellos; unas veces son llamados
ismaelitas, y
otras
madianitas (indicio de duplicidad de documentos), pero en todo caso árabes14. Traían aromas y resinas olorosas, muy apreciadas de los egipcios para las momificaciones. La ruta de Arabia era la especializada en estos productos (v.25); por eso proceden de
Galaa15. Por los documentos extrabíblicos sabemos cómo, en efecto, existían caravanas regulares que pasaban de Siria y Arabia por Palestina hacia Egipto, y, por tanto, el relato bíblico está perfectamente encuadrado en su marco histórico-geográfico. Judá propone vender a José a estos mercaderes, pues el derramamiento de sangre siempre es una cosa muy grave:
¿Qué sacaríamos de matar a nuestro hermano y ocultar su sangre? (v.26). La sangre clamaba al cielo, y por eso se cubría con tierra para acallar su voz16. Por otra parte, tratándose de un hermano, el crimen era más horrendo:
es carne nuestra (v.27). Asintieron los hermanos y, sacando a José de la cisterna, lo entregaron por veinte siclos de plata (v.29). Un esclavo valía 30 siclos17. En
Lev_27:5 se prescribe pagar al templo 20 siclos de plata como rescate de un joven de cinco a veinte años.
El relato está confuso, pues se mezclan dos tradiciones. Rubén, que antes propuso echar a José a una cisterna para salvarle, fue después a ella, sin duda para libertarle; pero no le halló y volvió rasgándose las vestiduras y diciendo:
El joven no parece; ¿adonde iré yo ahora? (v.30). Según esta narración, Rubén no estaba con sus hermanos cuando se decidió la venta de José, y ahora pregunta a sus hermanos por su paradero. Esta parece ser la versión del hecho según el
autor. Según la narración, los hermanos tiñeron la túnica en la sangre de un macho cabrío y la remitieron a Jacob para que viera si era la de José. La artimaña es muy calculada. Para evitar que su padre les conociera su fechoría por el relato directo, envían a un tercero con la túnica. Jacob la reconoce, y deduce que, en efecto, el hijo ha sido devorado por una fiera (v.33). Deconsolado, hizo duelo ritual por él, vistiéndose de saco y rasgando sus vestiduras (v.34). Sus hijos e hijas (nombradas por primera vez, excepto Dina) le tratan de consolar, pero en vano, pues está apesadumbrado por el dolor: En duelo bajaré al
seol, a mi hijo (v.35). Su muerte no sería la de su padre ni abuelo, en buena senectud, rodeado de todos sus hijos. Ha perdido el hijo predilecto y de modo trágico. Este recuerdo le lacerará hasta la muerte. El autor sagrado recalca este dolor, preparando el contraste de la alegría que experimentará el patriarca al recuperar a su hijo, virrey de Egipto18.
Los mercaderes vendieron a José a Putifar, eunuco del faraón. El nombre es plenamente egipcio, y parece significar don de Ra (en egipcio:
Pa-di-pa-Ra: que en una pronunciación dialectal da Putifar). Su título oficial es jefe de los matarifes (
sar hattabajim),
título honorífico al estilo de caballerizo mayor del rey en la nomenclatura cortesana de hoy. La venta de un hombre estaba prohibida por la Ley mosaica 19, pero el tráfico de esclavos era corriente en la época.
1
Exo_19:5. 2
Gen_50:20. 3 R. De Vaux: DBS IV 734-735. 4 Según v.27.28b, José es vendido por sus hermanos a ismaelitas, que lo llevaron a Egipto (c.30). Según 28a; 29; 30, lo roban mercaderes
madianitas, en contra de la voluntad de sus hermanos. Según el v.2, José es odiado porque acusó a sus hermanos de pecados nefandos; según los v.3-4, porque era preferido de su padre; según v.5-6, porque tuvo sueños pretenciosos. Según v.21-22, es Rubén el que quiere librarle de la muerte; según el v.26, es Judá. Parecen narraciones duplicadas: v.14-14; 18-20; 34-35. 5 Los v.1; 2a. 6 Se atribuyen al
yahvista: v.3-4; 12-17; 18b:21; 23; 25-27; 28b; 31; 32; 33a. Al
elohista: v.5-11; 19; 20; 22; 24; 28a; 29-30; 33b; 34b; 36. Véase J. chaine, o.c., 377-381, y a.Clamer, o.c., 418-419. 7
Gen_36:6-8. 8 Cf.
Num_14:16;
Pro_10:18;
Jer_20:10;
Eze_36:3. 9 Estos dos versos son atribuidos al documento
sacerdotal. Los otros documentos darán otras razones para explicar la envidia de los hermanos de José. 10
Gen_30:22. 11 La Vg, siguiendo a los LXX, traduce tunicam polymitam, o de abigarrado color. Pero la palabra hebrea usada,
passim, y su equivalente
pista en arameo y siríaco, significa la planta de los pies o las palmas de las manos. Así se trata de una túnica que llegaba a los pies y con mangas hasta las palmas de las manos. Véase DBS III 512; A. Clamer, o.c., p.420. 12 Cf. Gén 34:25-35:5. 13 Cf.
Gen_35:27. En 35:21 se dice que residía más al sur, en Migdal-Eder. 14 Según la Biblia, los
ismaelitas y los
madianitas eran descendientes de Abraham, unos por Agar (c.16) y otros por Quetura (25,1-2). 15 Cf.
Jer_8:22;
Jer_46:11;
Jer_51:8;
Eze_27:17. 16 Cf.
Job_16:18; Is 26.21; Ez 24.7-18. 17
Exo_21:32. 18
Gen_45:28. 19
Exo_21:16.