Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
30. La Salvación de Israel. Juda castigada por sus pecados.
Los c.30-33 forman cierta unidad y versan sobre la restauración de Israel. Constituyen el
libro de consolación jeremiano, en contraposición al
libro de amenazas escrito por orden de Yahvé en el 605. Cumplido ya el castigo con la catástrofe del 586, el profeta recibe la orden de escribir sobre el futuro glorioso del pueblo resucitado. Jeremías había sido escogido para destruir, arrancar y asolar, pero también para edificar, levantar y plantar 1. Esta segunda parte es la que cumple en estos vaticinios de consolación para sostener la moral de los deportados, obsesionados por la magnitud de la tragedia.
Este libro de consolación (c.30-33) comprende dos partes:
a) c.30-31: discursos proferidos oralmente antes, pero recogidos ahora por escrito para uso de los exilados;
b) 32-33: sección cronológicamente anterior a la anterior. Contiene un acto simbólico y su explicación.
Los C.30-31 constituyen una unidad literaria y lógica. Desde el punto de vista poético son la obra cumbre de Jeremías. El pensamiento se desarrolla armónicamente en un continuo
crescendo; las ideas se expresan en círculos concéntricos, pero avanzando siempre. La idea central es el retorno de Israel del exilio
para constituir una nueva teocracia ideal contrapuesta a la situación mísera actual 2. Esta profecía parece fue redactada por escrito poco después de la gran catástrofe del 586, quizá en Egipto, adonde fue llevado por sus compatriotas rebeldes.
Juicio sobre las naciones opresoras de Israel (1-11).
1 Llegó a Jeremías palabra de Yahvé, diciendo: 2 Así dice Yahvé, Dios de Israel: Escribe en un libro todo cuanto yo te he dicho, 3 porque he aquí que vienen días oráculo de Yahvé en que haré volver los desterrados de mi pueblo, Israel y Judá, y los haré tornar a la tierra que di a sus padres, y la poseerán. 4 Estas son las palabras que ha pronunciado Yahvé sobre Israel y Judá. 5 Pues así dice Yahvé: Oímos gritos de terror, de espanto, no de paz. 6 Preguntad y ved: ¿Es que paren los varones? ¿Por qué, pues, veo a todos los varones con las manos en los lomos como en parto, demudados y amarillos todos sus rostros? 7¡Ay! ¡Es el día grande! No hay nada igual a él. Tiempo de angustia para Jacob, pero de él le vendrá la salvación. 8 Y sucederá que en ese día oráculo de Yahvé de los ejércitos quebraré el yugo de sobre su cuello y romperé sus coyundas, 9 y no serán más siervos de extranjeros, sino que servirán a Yahvé, su Dios, y a David, su rey, que yo los suscitaré. 10 Y tú, siervo mío Jacob, no temas, oráculo de Yahvé; no tiembles, Israel, porque voy a liberarte de la tierra lejana, y a tu descendencia de la tierra de cautividad. Jacob tornará y vivirá tranquilo y seguro, sin que nadie le perturbe. 11 Porque yo estoy contigo oráculo de Yahvé para salvarte; yo llevaré a la ruina a todos los pueblos entre los que te dispersé, pero a ti no te arruinaré, sino que te castigaré con moderación, no te dejaré impune. Los tres primeros versos son la introducción a todo el
libro de consolación, en contraposición a 36:1-3, donde se ordena al profeta escribir las profecías
conminatorias contra Israel y Judá. Le manda consignarlas por escrito para que sirvan de signo profetice a las generaciones futuras y como confortamiento y esperanza para los exilados.
Las profecías de los c.30-31 resumen todos los vaticinios mesiánicos de su ministerio profético. La idea fundamental del
libro de consolación es el
retorno del exilio como preámbulo a la inauguración de la teocracia mesiánica.
Israel y Judá volverán a formar una unidad nacional, olvidando las antiguas diferencias (v.3); por eso aparecen aquí como participantes de la futura salud mesiánica.
El profeta asiste a un parto doloroso acompañado de gritos
de terror, pero que se dirige, como todo parto, a un alumbramiento feliz. Parece aludir a las convulsiones habidas en Mesopotamia ante la invasión medo-persa, que traería la salvación para Israel exilado y la ruina para sus opresores los babilonios, que están
con las manos en los lomos como en parto, demudados y amarillos sus rostros (v.6).
Ante las conmociones de guerras palidecen los caracteres más varoniles 3, pues ha llegado el
día grande (v.7), el castigo de los enemigos de Israel, pero al mismo tiempo la liberación de éste4. No obstante, Israel, antes de ver cumplidos sus deseos, se verá en la estrechez y en la angustia:
tiempo de angustia para Jacob (v.7b). Tendrán que pasar por dolores de alumbramiento antes de participar de las alegrías de la liberación como pueblo 5. Pero después vendrá
la salvación (v.7), resumen de todos los anhelos del pueblo en el exilio. En ese
día grande se romperá el yugo e Israel servirá sólo a su Dios
y a David, es decir, volverá a tener su culto en Jerusalén y sus reyes propios, descendientes del padre de la dinastía, David, símbolo de la grandeza nacional y religiosa.
Yahvé se encargará de resucitar un rey ideal que recuerde al añorado David. El profeta se proyecta directamente en la figura deslumbradora del Mesías, procedente de la casa de David y personaje culminante de su dinastía gloriosa6. Será el
germen de justicia de que habla en 23:435.
Por eso el horizonte que se abre ante los israelitas exilados está lleno de confianza y de paz:
tú, siervo mío Jacob, no temas (v. 10). Es de notar la expresión
siervo mío, que en Jeremías sólo aparece en este lugar, y que es común en Isaías 7. Los israelitas en el exilio podían considerarse como definitivamente abandonados de su Dios nacional, porque temporalmente apartó su faz de ellos. Pero ha pasado la hora de la justicia
y llega la de la misericordia para su pueblo y el castigo para sus opresores:
llevaré a la ruina a todos los pueblos (v.112). Todas las naciones fueron culpables del mal trato dado a Israel en su dispersión, y todas serán castigadas. En cambio, el castigo impuesto a Israel por sus pecados será menor en virtud de las promesas divinas:
pero a ti no te arruinaré, sino que te castigaré con juicio (v.11c), es decir, moderadamente, sin exterminarle, pero sin perdonarle totalmente:
no te dejaré impune. Dios no puede desentenderse de las exigencias de su justicia y santidad, y, por tanto, no puede aprobar la impunidad de crímenes de su pueblo.
Herida y curación de Judá (12-17).
12 Así, pues, dice Yahvé: Es incurable tu herida, tu llaga sin remedio. 13No hay para tu úlcera remedio 8, no tienes curación 14Todos tus amadores te han olvidado, no preguntan por ti, pues yo te herí como hiere un enemigo, con cruel castigo, por tus grandes maldades, por la magnitud de tus pecados. 15 ¿A qué gritas por tu herida? Es incurable tu mal. Por tus grandes maldades, por la magnitud de tus pecados, te he tratado así. 16Pero todos los que te devoraron serán devorados, tus enemigos irán todos al destierro. Tus saqueadores serán saqueados, y tus expoliadores serán expoliados. 17 Ciertamente te restituiré a la salud, pues voy a sanar tus heridas oráculo de Yahvé , porque te llamaron la desterrada, Sión 9, de quien nadie se cuida. Sión es presentada como una dama llena de heridas, abandonada de sus antiguos amantes y a la que nadie puede curar. Yahvé, el causante de sus heridas y de su afrentosa situación, es quien la cura amorosamente, y castiga justicieramente a sus adversarios. Por esto parece que la profecía es escrita después de cumplida la catástrofe del 586. Judá ha sido despreciada como nación; su capital, destruida, y, por tanto, parece que su situación es desesperada y sin remedio:
es incurable tu herida (v.12). Con el exilio parece que la historia del pueblo elegido como nación ha terminado 10. Ha sido abandonada Judá de sus
amantes (v.14), los pueblos que habían prometido ayudarla. Es representada como una meretriz que ha perdido su belleza y que no tiene ya atractivos11 al perder su categoría como nación. Había buscado alianzas con pueblos extranjeros,
pero de nada le han servido en la hora de la prueba. En vez de confiar en Yahvé, su Esposo, se había confiado adulterinamente a libres amantes.
Pero la prueba entraba dentro de los planes divinos. Los enemigos que la arruinaron fueron instrumentos de la justicia y providencia divinas:
yo te herí como hiere un enemigo. (v.14b), y todo ello como castigo de sus
pecados. Yahvé se ha portado aparentemente como
un enemigo atacando a Judá, que se había separado de El para ir tras otros amantes.
Yahvé es celoso de sus derechos. Judá, como dama abandonada de sus amantes y malherida, da gritos de socorro, esperando que alguno se acuerde de ella: ¿
a qué gritas por tu herida?
(v.13). Ha recibido lo que ha merecido por
la magnitud de sus pecados. Debe reconocer en el castigo la mano providencial que la hiere misericordiosamente, y no debe entregarse a la desesperación, y menos buscar remedio
humano a un castigo divino.
Pero ahí está Yahvé para poner remedio a su situación aparentemente desesperada. Sus enemigos que la
devoraron serán devorados (v. 16). Se han excedido en su condición de
instrumentos de su justicia y recibirán su merecido: sus
saqueadores serán saqueados (v.16b). Es la ley inflexible del tallón en la historia de los pueblos. Los babilonios fueron despojados y vencidos por los persas, y éstos por los griegos. En toda la historia ha habido una conspiración de imperios contra el pueblo de Dios, pero en sus invasiones y atropellos no han hecho sino preparar los caminos
del mesianismo espiritualista, dando por el suelo con los sueños imperialistas
terrenos mesiánicos del pueblo escogido.
Yahvé tiene decidido restablecer a Israel como pueblo:
Te restituiré a la salud (v.17) 12. Las naciones circunvecinas se habían burlado de Israel al verle abandonado de su Dios, y por eso la llamaron irónicamente la
desterrada de quien nadie se cuida. En realidad, este abandono ha sido sólo temporal y para bien del pueblo elegido; por eso Yahvé empeña su palabra de restablecer el honor conculcado de su pueblo.
La restauración de Israel (18-22).
18 Así dice Yahvé: He aquí que voy a restablecer los tabernáculos de Jacob, y me compadeceré de sus tiendas, y se reedificará la ciudad sobre su teso de ruinas, y el palacio se asentará en su debido lugar. 19 Y saldrán de ellos cantos de alabanza y voces de los que se alegran, y los multiplicaré, y no serán disminuidos; los engrandeceré, y no serán empequeñecidos. 20Y serán sus hijos como en el pasado, y su congregación estará firme ante mí, y castigaré a todos sus opresores. 21 Y su jefe saldrá de ella misma, de en medio de ella saldrá su soberano, y yo le haré acercarse y se allegará a mí, pues ¿quién, si no, intentaría acercarse a mí? Oráculo de Yahvé. 22Y vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios. Sobre las ruinas del pasado, Yahvé va a
restablecer los tabernáculos de Jacob (v.18). La bella frase recuerda la vida peregrinante de Israel en el desierto, cuando habitaba en
tiendas bajo la protección inmediata de Yahvé, sin recursos humanos de ningún género, pero totalmente confiados a su Libertador. De nuevo se insinúa otra liberación no menos gloriosa, pues sobre el
teso de ruinas de la ciudad abandonada surgirán de nuevo los palacios y moradas de los repatriados. Con ello renacerá la vida ciudadana con
cantos de alabanza (v.19). Antes había gritos de angustia y espanto u, ahora gritos de acción de gracias por la resurrección del pueblo, que se multiplicará como efecto de la bendición divina: los
engrandeceré y no serán empequeñecidos. Se creará una nueva teocracia bajo un nuevo
jefe (
que)
saldrá de ella (v.21), de la nación 14. Será el soberano que gobernará a su propio pueblo, en contraposición a los gobernadores babilonios, que los sometían a todas las humillaciones y exacciones. De nuevo el profeta parece proyectarse en la figura del gran
Libertador de su pueblo, el Mesías, si bien en primer plano pudiera pensar en Zorobabel conduciendo a los primeros repatriados y restableciendo la vida nacional de modo precario, pero como preludio de la futura y definitiva restauración. Ese nuevo soberano gozará de una particular benevolencia de Yahvé, pues le permitirá acercarse a El sin temor:
le haré acercarse y se allegará a mí (v.21). De Moisés se dice que hablaba a Yahvé cara a cara como un amigo 15. El nuevo Rey vivirá también en relación íntima con su Dios, para que establezca un reinado de justicia conforme al espíritu de Yahvé. Y todo esto por iniciativa especial de Dios, ya que acercarse a El sin ser llamado sería comprometer su vida: ¿quién, si no,
intentaría acercarse a mí? (v.21b) 16.
El v.22 falta en los LXX, y quizá sea una glosa, pues sorprende la introducción, brusca de la segunda persona en el texto. Es una frase general que recapitula bien el contexto: Israel será el
pueblo de Yahvé, que a su vez será su Dios. La idea aparece también en 31:1. La nación va a entrar en una
nueva fase teocrática, en la que Yahvé será el centro de toda actividad cívica 17.
La tempestad de Yahvé (23-24).
23 He aquí que el huracán de la ira divina se desencadena y una tempestad se desata y descargará sobre la cabeza de los malvados. 24 No volverá atrás la cólera de Yahvé hasta ejecutar y cumplir los designios de su corazón. Vosotros los conoceréis al fin de los tiempos. De nuevo encontramos la idea de un juicio purificador de Yahvé sobre los
malvados antes de la inauguración de los tiempos mesiánicos. La ira de Yahvé se desencadenará como un gran
huracán, que todo lo lleva por delante. San Juan Bautista habla de un juicio purificador llevado a cabo por el Mesías antes de la inauguración mesiánica18. Cristo dirá en sus discusiones con los elementos hostiles judíos que ese juicio se realiza individualmente en cada uno, según la actitud que tome ante la venida del Mesías, que es El mismo 19. Los profetas, en su idealización de los tiempos mesiánicos, piensan en una intervención divina purificadera, descrita con colores apocalíticos 20. Los escritores orientales no quieren los colores intermedios, sino los brochazos fuertes, para recalcar sus ideas. Sustancialmente, sus profecías sobre un reinado de justicia deal se cumplen en el reino mesiánico inaugurado por Cristo; y bien en su primera etapa terrestre tendrá miembros no santos, pero en su etapa definitiva ultraterrena será realmente el reinado de los
justos. La frase
al fin de los tiempos (v.24) tiene perspectivas muy diversas: una mesiánica inmediata y otra más lejana, como en Daniel 21, en la consumación de las cosas. En la mente del profeta se superponen los planos históricos y metahistóricos.
1 Cf.
Jer_1:10. 2 Cf. 30:5-9.12-17, etc. 3 Cf.
Isa_13:8;
Nah_2:10;
Joe_2:6. 4 Cf.
Joe_2:11;
Sof_1:14. 5 Cf.
Isa_20:20; 27:1-I2SS. 6 Inmediatamente puede aludir a Zorobabel, que dirigió la repatriación, pero es una primera perspectiva que se completa en la edad mesiánica. 7 Cf.
Isa_41:8-13;
Isa_43:1. 8 El TM añade quien juzgue tu causa antes de tu úlcera, pero recarga el ritmo e interrumpe la imagen; por eso parece glosa. 9 En vez de
Sión, los LXX leen nuestro botín. 10 Cf.
Jer_10:19;
Jer_10:14.17. 11 Cf.
Jer_4:30;
Jer_22:20;
Isa_23:16. 12 Literalmente el texto h ebreo dice: haré subir una nueva carne para ti; e.d., sobre la herida hará surgir una nueva epidermis, signo de rebosante salud. 13 Cf.
Jer_18:22. 14 Literalmente la palabra hebrea significa glorioso, ilustre, y de ahí caudillo. 15
Exo_31:11;
Num_12:8. 16 Cf.
Lev_10:1-2. 17 Cf.
Jer_24:7; 31:1; 33- 18
Mat_3:12. 19
Jua_3:18. 20 Cf. Jl c.3. 21 Cf. Dan 12.