Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
33. Promesas de Restauración.
El contenido de este capítulo parece ser una continuación del oráculo anterior, ya que gira en torno a la restauración maravillosa de Jerusalén desolada. La revelación tuvo lugar en el
atrio de la guardia, como la anterior. El capítulo se divide en dos partes netas:
a) restauración de Judá (1-13);
b) porvenir de la dinastía davídica y del sacerdocio levítico (14-26). Esta segunda parte falta en el texto griego, y es muy similar a 31:34-40.
Parece, pues, una aplicación a Jerusalén, por un redactor posterior, de lo que en 23:6 se había vaticinado de Israel en general.
Reconstrucción material y moral de la ciudad (1-9).
1 Fue dirigida la palabra de Yahvé a Jeremías por segunda vez mientras estaba preso en el atrio de la guardia, diciéndole: 2 Así dice Yahvé, el que ha hecho la tierra y la ha formado y afirmado; Yahvé es su nombre. 3 Llámame y yo te responderé, y te comunicaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces, 4 pues así dice Yahvé, Dios de Israel, de las casas de esta ciudad y de los palacios de los reyes de Judá, destruidos para servir de baluartes para resistir a los caldeos, 5 llenándose con los cadáveres de los hombres que yo herí en mi furor y en mi indignación, ocultando mi rostro a esta ciudad por todas sus maldades. 6 He aquí que yo les restituiré la salud, los sanaré y les descubriré abundancia de paz y de verdad; 7 yo haré volver a los cautivos de Judá y a los de Israel y los reconstruiré como al principio, y los limpiaré de todas las iniquidades que contra mí cometieron, 8 y les perdonaré todas las culpas y todas sus rebeliones contra mí, 9 y será para mi renombre, alegría, alabanza y magnificencia entre todos los pueblos de la tierra, que oirán todo el bien que yo les haré y temblarán y se turbarán de tanto bien y de tanta paz como yo les daré. Parece que este vaticinio tuvo lugar, como el anterior, cuando el asedio de Jerusalén era intenso y se preveía el fatal desenlace. La redacción debe de ser de Baruc, secretario del profeta; por eso en el v.1 habla cíe éste en tercera persona: Jeremías
estaba preso en el atrio de la guardia. La frase por
segunda vez supone la revelación
Deu_32:16ss. El ambiente histórico es el mismo. El oráculo ahora recibido se asienta en la veracidad de Yahvé,
que ha hecho la tierra, la ha formado y afirmado (v.2). Es la fórmula tradicional para recalcar enfáticamente la certeza de lo que se anuncia *. Lo mismo se ha de decir de la expresión
Yahvé es su nombre 2. El
te-tragrammaton del Dios libertador del Sinaí era la garantía de su poder para cumplir nuevas maravillas. También ahora quiere comunicar cosas
grandes y ocultas (v.3), e.d., el vaticinio que sigue en torno a la restauración de Judá. Yahvé mismo está ansioso de comunicarlas para confortarle a él y a sus oyentes; por eso le invita a que le pregunte sobre las mismas 3. Dios quiere contraponer la situación trágica y desesperada actual y el futuro esplendoroso que espera a la ciudad derruida. Ahora las casas y los
palacios están destruidos, y con sus ruinas sirven de
baluartes para rechazar a los caldeos, y todo esto por especial permisión divina:
llenándose de cadáveres de hombres que yo herí en mi indignación (v.5). Los invasores caldeos no son sino
instrumentos de su justicia vengadora y purificadera, Yahvé se ha desentendido temporalmente de Jerusalén,
ocultando su rostro por sus
maldades (v.5)4. Pero estas ruinas no son definitivas, ya que después llegará la hora de la reconstrucción (v.6). El castigo hará que se purifiquen y hagan penitencia, con lo que Yahvé les perdonará todas sus transgresiones (v.8), quedando limpios para constituir una nueva teocracia, que será causa de
renombre, alabanza (para Yahvé)
entre todos los pueblos de la tierra (v.9). Como el castigo infligido a Judá había sido objeto de burla y consternación entre los paganos5, así su restauración la hará objeto de bendición y admiración de los mismos6.
Restauración de la vida ciudadana y pastoril (10-13).
10 Así dice Yahvé: Todavía en estos lugares de que vosotros decís: Son un desierto sin hombres y sin bestias; en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, sin habitantes, sin bestias, 11 se oirán voces de júbilo y voces de alegría, los cantos del esposo y los cantos de la esposa, voces que cantarán: Alabad a Yahvé de los ejércitos, porque es bueno, porque es eterna su misericordia, y de los que llevan al templo sus oblaciones, porque yo haré volver a los desterrados de esta tierra como estaban antes, oráculo de Yahvé. 12 Así dice Yahvé de los ejércitos: Todavía habrá en estos lugares desiertos, sin hombres ni bestias, y en todas sus ciudades, majadas, donde los pastores apriscarán a sus rebaños; 13 en las ciudades de la montaña, en las del llano y en las del mediodía, en la tierra de Benjamín y en torno a Jerusalén, y en las ciudades de Jerusalén, todavía pasará el ganado bajo la mano del que lo cuenta, oráculo de Yahvé. Continúa el pensamiento de restauración de la sección anterior, concretando particularidades de la restauración. Con la venida de los desterrados renacerá la vida y alegría en los lugares que ahora son
desiertos, sin hombres ni bestias. (v.10). Se reanudará el culto sincero en el templo (v.11) y se oirán los alegres cantos nupciales (v.11). El grito de alabanza del v.11 es una fórmula litúrgica corriente en los Salmos 7.
Además surgirá de nuevo la vida pastoril (v. 12-13), abundando por doquier el ganado, que pasará
bajo la mano del que lo cuenta; alusión a la costumbre del pastor, que diariamente cuenta sus ovejas para ver si falta alguna 8.
Reino eterno y perpetuo sacerdocio (14-26).
14 He aquí que vienen días oráculo de Yahvé en que yo cumpliré la buena palabra que yo he pronunciado sobre la casa de Israel y sobre la casa de Judá. 15 En esos días y en ese tiempo, yo suscitaré a David un renuevo de justicia que hará derecho y justicia sobre la tierra. 16 En esos días será salvado Judá, y Jerusalén habitará confiadamente, y se llamará Yahvé, justicia nuestra. 17 Porque así dice Yahvé: No faltará a David un varón que se siente sobre el trono de la casa de Israel. 18 Y a los sacerdotes levitas no les faltará tampoco varón a mi servicio que ofrezca holocausto y queme la ofrenda y sacrifique todos los días. 19 Y recibió Jeremías palabra de Yahvé, diciendo: 20 Así dice Yahvé: Si rompéis mi pacto con el día y mi pacto con la noche, para que no sea día y noche a su debido tiempo, 21 entonces se romperá mi pacto con David, mi siervo, para que no tenga hijo que reine sobre su trono, y mi pacto con los levitas sacerdotes, mis ministros. 22 Como no pueden contarse las milicias celestes ni las arenas del mar, así multiplicaré yo la descendencia de David, mi siervo, y a los levitas, mis ministros. 23 Y recibió Jeremías palabra de Yahvé, diciendo: 24 ¿No ves lo que dicen estas gentes?: Las dos familias que eligió Yahvé, las dos las ha repudiado, y desprecian a mi pueblo por no ser ya a sus ojos una nación. 25 Así dice Yahvé: Si no he hecho yo pacto con el día y con la noche, ni he dado leyes a los cielos y a la tierra, 26 entonces repudiaré yo a la descendencia de Jacob y de David, mi siervo, prohibiendo tomar de su progenie jefes para la raza de Abraham, de Isaac, de Jacob, pues yo haré volver a mis cautivos, tendré piedad de ellos. Esta sección tiene el aire de una compilación de textos en torno a dos ideas fundamentales: la reconstrucción y permanencia de la dinastía davídica y del sacerdocio levítico. Parece que un redactor posterior al exilio recogió de la tradición hebrea, y sobre todo del mismo Jeremías, fragmentos en los que se hablaba de la resurrección de las dos instituciones fundamentales de la teocracia israelita. Después del destierro, los israelitas no tuvieron
rey hasta la época asmonea, y el mismo sacerdocio levítico no parecía tener el ascendiente e importancia que había tenido antes del destierro. Los fieles yahvistas estaban inquietos y ansiosos porque no llegaba la hora de la plena restauración de las instituciones fundamentales de su pueblo. El redactor recoge fragmentos proféticos diversos
para probar que la promesa de Yahvé sobre la perennidad de la dinastía davídica y sobre la permanencia del sacerdocio levítico estaba en pie y que había de cumplirse algún día. Por eso, esta profecía parece insertada en el llamado libro de consolación de Jeremías 9.
En efecto, Yahvé hará surgir de la dinastía davídica un retoño que obrará en todo conforme a su justicia, haciendo prosperar a su reino, de forma que podrá llevar bien el nombre simbólico de
Yahvé, nuestra justicia (v.16), porque en todas las manifestaciones de la vida social de la nueva teocracia prevalecerá el sentido de equidad, basada en los derechos de Yahvé. La
buena palabra (v.14) o venturosa promesa es la misma
Deu_29:10, relativa a la restauración mesiánica, y se refiere a toda la descendencia de Jacob:
la casa de Israel y la casa de Judá (v.14), como en 23:6. Pero después la profecía se orienta de modo particular a la suerte de Judá y Jerusalén, trasladando la promesa
Deu_23:6 al reino del sur, como primer plano. La expresión
en esos días suscitaré. (v.15) es típica para designar los tiempos mesiánicos, anhelados de todos, y por eso son los
días por excelencia, sin más determinación. La expresión es, pues, solemne y enfática en boca de los profetas, que quieren llamar la atención sobre la gran realidad de los tiempos objeto de todas las esperanzas.
El
renuevo de justicia es paralelo al
renuevo justo Deu_23:5, del que parece ser una simple variante. El sentido es el mismo. La mente del profeta se proyecta directamente sobre un personaje ideal de la dinastía davídica, al que llama
renuevo, dependiendo literariamente quizá de
Isa_11:1, donde se habla del renuevo de la casa de Jesé, la casa de David. Se le llama
de justicia porque implantará un reinado de equidad:
hará derecho y justicia en la tierra (v.15). De ahí que se le podrá dar el nombre simbólico de
Yahvé, nuestra justicia (v.16). Como en
Isa_7:14,
Emmanuel es el nombre del Mesías, en cuanto que simboliza la protección de Yahvé sobre su pueblo, aquí es llamado
Sidquenu (Yahvé es nuestra justicia), en cuanto que inaugurará un reinado de plena
justicia 10.
A continuación se anuncia la permanencia de la dinastía davídica como garantía de que aparecerá un día el
renuevo de justicia . Y asociada a esta profecía está la relativa a la permanencia de la casta sacerdotal12. La dinastía davídica cesó de reinar sobre Judá en el 586, cuendo fue tomada Jerusalén por los caldeos. Su último rey, Sedecías, fue llevado en cautividad a Babilonia. Después del exilio, el jefe de los primeros repatriados fue Zorobabel, de la familia davídica; pero no tuvo nunca el título de
rey, sino que era como un gobernador dependiente de la satrapía persa. El
sacerdocio levítico, en cambio, tuvo gran auge después de la cautividad, precisamente porque no había
rey que les hiciera contrapeso. Bajo los Macabeos y Asmoneos (s.II a.C.) se unieron los dos poderes. La
dinastía davídica, como institución de gobierno temporal, de hecho desapareció de la historia hebrea, y el sacerdocio levítico se extinguió con la destrucción de Jerusalén por Tito en el año 70 d. G. ¿Cómo se cumplió, pues, la profecía de la permanencia de la
dinastía davídica y del
sacerdocio levítico ? De nuevo aquí tenemos que hablar del empalme del Israel histórico con el Israel de Dios. La grandeza de la dinastía davídica se salvó, y se sublimó en la persona de su máximo representante, el Mesías-Jesucristo. Descendiente de la casa de David 13, inauguró un
nuevo reino, del que la historia de Israel había sido una preparación.
Cristo es realmente rey, pero en un plano muy superior, no soñado por el mismo Jeremías. Su reino es realmente de
justicia, y por eso con todo derecho puede llamarse Jesús-Mesías:
Yahvé es nuestra justicia (
Sidquenu),
como también
Emmanuel (Dios con nosotros), nombres todos descriptivos y aproximativos de su excelsa misión. Como siempre, los profetas intuyen horizontes altísimos para su tiempo, pero muy inferiores a la realidad del í. T. Nunca los profetas pudieron comprender la grandeza espiritual de la futura Iglesia fundada por Cristo, aun en su primer estadio de militante.
La cuestión de la continuidad del
sacerdocio levítico habrá que resolverla también en un plan análogo. El sacerdocio del A.T. fue sustituido y sublimado por el instituido por Cristo. Pero lo mismo que los sacrificios cruentos del A.T. en el templo de Jerusalén eran tipo y preparación del gran sacrificio eucarístico de la cruz, así también el sacerdocio del A.T. fue la preparación del sacerdocio del í. Ô. Malaquías habla de otro sacrificio universal que sustituirá al de Jerusalén 14. Aquí el profeta también parece tener intuición sobrenatural sobre una etapa más grandiosa del
sacerdocio, de la que el
levítico es una sombra y preparación. Esta perennidad de la
realeza davídica y del
sacerdocio levítico es proclamada enfáticamente a continuación. Como existe una ley o
pacto constante que dirige el curso del
día y de la noche y los movimientos de las
milicias celestes o estrellas, así existe un
pacto de parte de Yahvé que asegura la permanencia de la dinastía davídica y del sacerdocio levítico (v.21 -22). Así sale al paso del escepticismo de sus contemporáneos respecto del destino de su pueblo. La catástrofe les había hecho pensar que Yahvé se había arrepentido de la elección de Israel y de Judá y que los había desechado definitivamente:
Las dos familias que eligió Yahvé las ha repudiado (v.24). En la mente de todos estaba el recuerdo de la catástrofe de Samaría, rendida a las tropas asirías de Sargón II en el 721 a.C., y la deportación en masa de sus habitantes, los cuales, después de más de un siglo, no tenían esperanza de retornar a su hogar patrio. Esta misma suerte espera a Jerusalén y Judá, a las que
desprecian por no ser ya nación (v.24). Creen los contemporáneos de Jeremías que el pueblo judío, como colectividad nacional política, ha desaparecido para siempre. Pero Yahvé niega que los haya
repudiado definitivamente, y lo afirma con carácter de juramento. Tan seguro está de ello como que ha hecho
pacto con el
día y la noche (v.25). Y cita a los grandes antepasados:
Abraham, Isaac y Jacob, para recordarles las promesas grandiosas a ellos hechas 15. Yahvé se ha empeñado por ellas a mantener la estirpe de
Jacob; por eso, después de la catástrofe purificadera, hará
volver a los cautivos (v.26), teniendo
piedad de ellos. Es una nueva promesa de consolación.
1 Cf.
Jer_41:20;
Jer_45:11;
Jer_46:11;
Isa_45:21;
Isa_46:10. 2 Cf.
Jer_31:35. Es corriente la expresión en el Deutero-Isaías:
Isa_42:8;
Isa_47:4;
Isa_48:2;
Isa_51:15. 3 Cf.
Job_38:3;
Job_38:40,
Job_38:2;
Job_42:4. El estilo de estos dos versos parece deutero-isaiano. 4 Cf.
Isa_54:8;
Isa_57:17,
Isa_64:7;
Eze_39:23.24.29. 5 Cf.
Jer_24:9;
Jer_25:9;
Jer_29:18. 6 Cf.
Isa_45:14;
Isa_45:60,
Isa_45:6.11. 7 Cf.
Sal_106:1;
Sal_118:1;
Sal_136:133. 8
Lev_27:32;
Eze_20:37;
Jua_10:11. Virgilio,
Eglog. 3: alter et haedos. isque die numerant ambo, pecus, 9 Niegan la autenticidad jeremiana del fragmento, entre otros, Notscher, Das
Busch Jeremías (Bonn 1934) p.248; Vittonato, 11 íibro
di Geremia (Torino 1955) p.418. La sostienen Gondamin,
Le livre de Jérémie XXX 251; Dennefeld: DTG 10 (1929) 1452, Ceup-Pens,
De prophetiis Messianicis 428. 10 Nótscher, Gelin y otros entienden
justicia en el sentido de legítimo jurídicamente, como en
Zac_9:9; lit.
Sidquenu se aplica a Jerusalén, pero es una clara trasposición
Deu_23:6. 11 Cf.
1Re_2:4;
1Re_8:25;
1Re_9:5;
2Sa_7:12;
2Sa_7:2 Grón 6:16; 7:18. 12 La expresión
sacerdotes levíticos no se encuentra en Jeremías más que aquí. Muchos autores creen que esta preocupación por la suerte de la casta sacerdotal es ajena a la mente de Jeremías. Pero era
sacerdote, y es normal que pensara en el destino de los de su clase. 13 Cf.
Mat_1:6. 14
Mal_1:11. 15 Cf. Gen 15;
Exo_3:15;
Lev_26:42;
Sal_89:208;
2Sa_7:12.16.