Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
37. Prosigue el Cuarto Discurso de Elihu.
C ontinuando la descripción de las manifestaciones sobrecoge-doras de Dios en la tempestad, Elihú aprovecha esto para invitar a Job a reconocer el poder divino y someterse humildemente al que todo lo puede.
Descripción de la tempestad (1-13).
1
Esto hace palpitar mi corazón y le hace saltar fuera de su sitio. 2
Oíd, oíd el estrépito de su voz, el estampido que sale de su boca. 3
Se extiende por todos los ámbitos del cielo y llega su fulgor hasta los confines de la tierra. 4
Y después de él resuena el trueno; brama con voz majestuosa, y nada puede retener el rayo cuando se oye su voz. 5
Truena Dios portentosamente con su voz; hace cosas grandes, que no comprendemos. 6
Pues dice a la nieve: ¡Cae a tierra!; y a las lluvias copiosas: Abundad2
. 7
Sobre todo hombre pone un sello para que todos reconozcan que es obra de El. 8
Las fieras se meten en su cubil y se quedan en sus guaridas. 9
Del austro viene el huracán, viene del septentrión el frío. 10
Al soplo de Dios se forma el hielo y se solidifica la extensión de las aguas. 11
El carga de rayos las nubes, y difunde la nube su fulgor, 12
que va todo en torno según sus designios para hacer cuanto El les ordena sobre la superficie del orbe terráqueo, 13
ya para castigar los pueblos de la tierra 3
, ya para mostrar piedad le hace alcanzar su fin. No sólo los animales se espantan ante el fragor de la tormenta, sino el mismo hombre se conturba ante una manifestación de tal poder (v.1): el trueno y los rayos siembran la consternación bajo los cielos hasta los confines de la tierra. Para los antiguos que no sabían que el trueno era una descarga eléctrica , la tormenta era la manifestación airada del Todopoderoso; el trueno es la voz de Dios (v.5). La nieve y la lluvia son un don de Dios y caen sólo cuando se lo ordena. Y mientras tienen lugar los aguaceros y las tempestades, el hombre debe permanecer en su casa, como sellada por Dios, para que descanse de su actividad y reconozca la obra de Dios 4.
Los animales también se ven obligados a recogerse en sus guaridas (v.8) ante las inclemencias atmosféricas. El poder de Dios se muestra en los vientos huracanados del sur, que traen la sequía; en los fríos del norte, que forman el hielo (v.9), y en los rayos y relámpagos, que evolucionan conforme a sus designios, ya sea para sembrar la consternación y la ruina, ya sea para mostrar su piedad.
Invitación a Job a reconocer el poder divino (14-24).
14
¡Presta oídos a esto, Job, y detente a considerar las maravillas de Dios! 15
¿Sabes tú los designios de Dios sobre ellas? ¿Sabes por qué hace brillar el relámpago en sus nubes? 16
¿Conoces los balanceos de las nubes, los prodigios del que todo lo sabe? 17
Tú, cuyos vestidos están cálidos cuando el viento solano abochorna la tierra, 18
¿extenderás tú con El las nubes sólidas como espejo de metal fundido? 19
Enséñanos lo que hemos de decirle, pues nosotros no dispondremos de más argumentos a causa de las tinieblas. 20
¿Quién irá a darle cuenta si hablare yo? Cuando un hombre habla, ¿acaso está informado? 21
Ahora no puede verse la luz, que está oscurecida por las nubes; de pronto pasa el viento y las barre; 22
viene del septentrión áureo resplandor, y se reviste Dios de terrible majestad. 23
Al Omnipotente no le alcanzamos; grande es su poder y su juicio; es mucha su justicia; no oprime a nadie. 24
Por eso han de temerle los hombres, y no mira El al que se cree sabio. Irónicamente, Elihú invita a Job a meditar sobre las maravillas de la naturaleza para hacerle ver lo ridículo de su pretensión de querer juzgar los actos divinos. Todo depende de Dios y todo está maravillosamente ordenado: el relámpago y las nubes, balanceándose en equilibrio desconcertante, responden a los designios del que todo lo sabe (v.16). El ser humano no puede hacer que, cuando se siente ahogado de calor por el bochorno del viento solano, se extiendan las nubes como un maravilloso quitasol que le preserve de los rayos ardientes del mediodía (v.18).
Elihú se declara ignorante para explicar tales portentos divinos e invita a Job para que declare su pensamiento (v.19). El ser humano carece de información suficiente para poder juzgar de las acciones divinas; por otra parte, Dios está demasiado alto para que llegue a su trono lo que hablare el hombre (v.20).
érente a la impotencia del
ser humano está el poder de Dios, que en un momento hace venir las nubes para oscurecer el sol; pero al punto las disipa con el viento. Todo ello constituye como un escenario magnífico para destacar la terrible majestad de Dios (v.22). Pero no sólo es poderoso, sino que obra siempre en justicia, sin oprimir a nadie (v.23). Por ello, los hombres deben temerle, pues la sabiduría humana y la autosuficiencia
no es la mejor credencial para ser objeto de su benevolencia (v.24).
1 Rayo: adición exigida por el contexto y propuesta por Budde. 2 Lit. el TM: Sed fuertes. 3 Verso oscuro. La versión es de la Bib. de Jér., supuesta una vocalización del texto distinta de la del TM. 4 Cf. Homero, Iliad. XVII 5493.