Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Salmos 42-43 (Vg 41-42): La Nostalgia de la Vida Litúrgica en el Templo.
C omúnmente, los autores suponen que estas dos composiciones salmódicas constituyeron primitivamente un solo salmo, que fue disociado por razones prácticas de distribución del canto litúrgico. El tema, el estilo, el ritmo y el epodo repetido a intervalos regulares 1, juntamente con la ausencia de título en el encabezamiento del salmo 43, avalan esta presunción. El autor parece ser un levita exilado forzosamente y que habita en TransJordania, cerca del Hermón, y que siente nostalgia de las manifestaciones litúrgicas del templo de Jerusalén.
Puede dividirse el salmo (doble) en tres partes:
a) anhelo ardiente de asistir y tomar parte en las solemnidades litúrgicas (2-6);
b) queja por su triste situación en el desierto (7-12);
c) súplica de liberación para poder volver a Jerusalén y allí tomar parte en los actos litúrgicos del templo (43:1-5). Esta deprecación es el complemento lógico de los sentimientos expresados en el salmo 42. No obstante, la división de la composición lírica en dos salmos es muy antigua, pues aparece en la mayoría de los manuscritos del TM y en todas las antiguas versiones, incluida la de los LXX. Por falta de título en el salmo 43 en algunos manuscritos hebreos, han sido unidos. La ausencia de título en este último salmo prueba que la división en dos salmos es posterior a la formación de la colección
elohistica, que comprende los salmos 42-72. Como en el título se adscribe la composición a la colección de los hijos
de Coré, que era de la familia levítica, el autor parece ser un sacerdote habituado a las manifestaciones litúrgicas del templo jerosolimitano.
Este salmo tiene muchas analogías con el 84. Algunas expresiones coinciden con las del libro de Joel y aun con la oración de Jonas. Por ello no convienen los autores al determinar la época de composición del salmo. Así, algunos lo ponen en los tiempos anteriores al destierro 2, mientras que no pocos lo consideran de época postexílica 3. Las expresiones son netamente de la época del buen hebreo clásico, y, por tanto, la lengua no se opone a un origen anterior al destierro 4.
La forma métrica está constituida a base de dísticos elegiacos, agrupados de dos en dos para formar pequeñas cuartetas, las cuales, a su vez, están reunidas en tres estrofas separadas por un estribillo. Hay algunas irregularidades en el ritmo, sin duda debidas a la mala conservación del texto. Generalmente los críticos consideran esta composición salmódica como una de las mejores del Salterio y ha sido calificada de perla poética del Antiguo Testamento. El pensamiento es profundo; las imágenes, originales y brillantes, dentro de una gran sencillez y limpidez de composición y dicción.5
Con este salmo se abre el segundo
libro del Salterio (42-72), en el que prevalece el nombre
Elohim para designar a Dios, frente al
libro primero, en el que era más usual el nombre de
Yahvé. Por eso la nueva colección se llama
elohística. Es obra de un compilador que ha recogido y seleccionado salmos de tres fuentes diversas:
a) levítica o de los hijos
de Coré; b) davídica, es decir, salmos que llevan en el título el nombre de David;
c) asáfica: de la familia de Asaf. Los cinco primeros salmos de este
segundo libro pertenecen a la colección de los hijos
de Coré, nieto de Leví, que se rebeló contra Moisés y murió trágicamente engullido por la tierra 6. Descendientes de Coré aparecen en la vida de David 7, y eran los encargados de guardar las puertas del templo 8, oficio que volvieron a tener después del retorno del exilio babilónico 9. En general, los salmos de la colección
coreíta se caracterizan por su devoción al templo y sus solemnidades litúrgicas 10 y a la Ciudad Santa, en la que moraba Yahvé 11. El estilo suele ser expresivo y patético, con un profundo sentido nacional.
Deseo ardiente de participar en las solemnidades. litúrgicas (1-6)
l Al maestro del coro. MaskiL (Salmo) de los hijos de Coré. 2
Como anhela la cierva las corrientes de las aguas, así te anhela mi alma, ¡oh Dios! 3
Mi alma está sedienta de Dios, del Dios vivo: ¿Cuándo iré y veré la faz de Dios? 4
Mis lágrimas son día y noche mi pan cuando me dicen cada día: ¿Dónde está tu Dios? 5
Lo recuerdo, y mi alma se expansiona, pues atravesaba yo por medio de los nobles 12
hacia la casa de Dios entre los gritos de alegría y alabanza en festiva algazara. 6
¿Por qué te abates, alma mía? ¿Por qué te turbas contra mí? Espera en Dios, que aún le alabaré; es la salvación de mi faz y mi Dios 13
. Con una bellísima comparación expresa el salmista sus ardientes
anhelos de vivir a la sombra de su Dios. Su
alma es como la
cierva sedienta poco habituada al calor en busca de aguas refrescantes.
En
Joe_1:20 se habla también de las bestias sedientas en busca de aguas en tiempos de pertinaces sequías 14. En
Sal_63:2 encontramos la misma idea: Sedienta de ti (Dios) está mi alma; mi carne te desea como tierra árida, sedienta, sin aguas. El profeta Amos habla también de un hambre espiritual en los tiempos mesiánicos: los mancebos y las doncellas andarán macilentos en busca de la palabra de Dios l5. El salmista, en su sensibilidad extrema religiosa, cultivada cuidadosamente al pie del santuario de Jerusalén, siente una sed abrasadora de la presencia litúrgica de Yahvé al encontrarse en tierra extraña. Es la fuente de la vidal6, y en ella encuentra sus delicias 17.
Yahvé es el Dios vivo en contraposición a los ídolos inertes, que no pueden dar vida ·, y por eso sólo a su sombra es posible
vivir una vida digna humana 18;
pero esa vida espiritual sólo es posible en el recinto del templo jerosolimitano; por eso suspira por ver la cara de Dios en él, asistiendo a las manifestaciones litúrgicas, en las que
el propio Dios se comunicaba de un modo particular a sus fieles devotos 19.
Triste y apesadumbrado, el salmista medita en su condición de expatriado, fuera del centro litúrgico, único lugar donde se podía entrar
en relaciones íntimas con su Dios; en su soledad y desventura derrama
lágrimas sin cesar, de forma que puede decir que constituyen su
pan y alimento cotidiano. Es justamente la expresión del poeta latino:
Cura dolorque animi lacrimaeque alimenta fuere.20 Su dolor se acrecienta con las preguntas irónicas que le dicen los impíos al verle en su situación de expatriado:
¿Dónde está tu Dios? (v.4). Su actual estado parece probar a los ateos prácticos y paganos que su Dios le tiene abandonado 21. Estos sarcasmos de los que no comprenden su situación avivan su nostalgia de las manifestaciones litúrgicas en el templo de Jerusalén. Su alma
se expansiona y derrite de pena al recordar el pasado dichoso cuando él dirigía la entrada de las peregrinaciones y las procesiones jubilosas
en torno al santuario de su Dios; un cortejo solemne avanzaba en medio de los gritos de júbilo de los peregrinos, yendo él en medio caminando hacia la casa de Dios 22.
Contra el pesimismo y la nostalgia deprimente reacciona el salmista:
¿Por qué te abates, alma mía? ¿Por qué te turbas contra mí? (v.6). Todavía hay lugar a la
esperanza de volver a tomar parte en las manifestaciones religiosas de Jerusalén23, pues Dios no le abandonará definitivamente, porque es
la salvación de su faz, es decir, de su persona 24.
La amargura del desterrado (7-12).
7
Abatida está mi alma. Por eso me acuerdo de ti desde la tierra del Jordán, desde las cumbres del Hermón y del monte Misar. 8
Un remolino llama a otro remolino con el rumor de tus cascadas 25
, todas tus ondas y tus olas pasan sobre mi. 9
De día dispensa Yahvé su gracia, y de noche me acompaña su cántico, una oración al Dios de mi vida. 10
Digo a Dios: ¡oh Roca mía! ¿Por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué he de andar en luto bajo la opresión del enemigo? 11
Mientras quebrantan mis huesos, mis opresores se burlan de mí, diciéndome continuamente: ¿Dónde está tu Dios? 12
¿Por qué te abates, alma mía? ¿Por qué te turbas contra mí? Espera en Dios, que aún le alabaré. El es la salvación de mi rostro, y mi Dios. De nuevo el salmista se deja vencer por la nostalgia de la patria y del templo jerosolimitano; se siente
abatido en su calidad de desterrado en TransJordania o en los parajes del norte palestiniano junto a las fuentes del Jordán, cerca de la actual Banias (la Cesárea de Filipo de los evangelios), donde el río nace de las estribaciones del
Hermán (v.7). El
monte Misar debe de ser el nombre de alguna colina de esta cadena de montañas del Antilíbano, de la que formaba parte el propio
Hermón. Cerca de Banias hay una localidad con el nombre de Seora, que puede relacionarse con el
Misar del salmo. El salmista parece situarse idealmente sobre las cimas del monte más alto para desde allí dirigir su mirada nostálgica hacia Jerusalén, donde estaba
el santuario de Yahvé, meta ideal de sus aspiraciones religiosas.
Apesadumbrado con negros pensamientos de pesimismo, el poeta se presenta como anegado por un turbión o diluvio en el que los remolinos, las ondas y las olas se suceden ininterrumpidamente, sin dejarle levantar la cabeza. Los infortunios se suceden. Quizás el símil esté tomado de los torrentes que en la época del deshielo bajan impetuosos del
Hermón 26. En esta región, en la época de las lluvias y en el deshielo de las nieves, los arroyos y torrentes se precipitan en las gargantas profundas de los roquedales de basalto negro, en cascadas imponentes y ruidosas, de forma que parecen llamarse unas a otras. Su rumor temible y melancólico recuerda al poeta las calamidades terribles que se abaten sobre él. 27
Sin embargo, el salmista reacciona de nuevo, porque sabe que Yahvé no olvida a los suyos y constantemente les dispensa su
gracia; por ello, de
noche le dedica cánticos de alabanza (V.9). Sabe que puede liberarle de la situación presente, y por ello le dirige su
oración, al Dios que es el centro de su vida. Dios es, en realidad, su Roca o refugio inconmovible y seguro, desde el que se halla fuera del alcance de sus enemigos 28. No obstante, parece que por el momento se
ha olvidado de él 29. Su situación es la del que lleva
luto y continente triste de duelo, a causa de la hostilidad de sus enemigos. No concreta más la animosidad de éstos; pero, dada su situación de exilado forzoso, sin duda que alude a los que le obligaron a salir del territorio
bendito de Yahvé, aunque, por lo que dice a continuación, el salmista piensa también en los que actualmente le rodean y se burlan de su situación, pues
le juzgan abandonado de su Dios (v.11). Sus sufrimientos morales han tenido repercusión en su estado físico, y así se siente con los huesos
quebrantados, efecto del agotamiento y desgaste moral. Los
huesos, en el lenguaje poético hebreo, designan muchas veces el organismo físico en general, porque es la armazón del cuerpo humano. Así se dice en
Lam_3:4 : Ha hecho envejecer mi carne y mi piel;
ha quebrantado mis huesos. 30
No obstante, el salmista vuelve de nuevo a expresar su esperanza de rehabilitación corporal y moral, pues cree que podrá de nuevo
alabar y presentarse ante Yahvé, que es la salvación de su rostro, es decir, su Salvador, que le da la alegría cíe la reanudación de su vida de amistad con él.
1 Cf.
Sal_42:6.12;
Sal_43:5 2 Opinión, entre otros, de Deliztsch. 3 Así Ewald, Hitzig y Cheyne rebajan la época de composición a los tiempos de los Macabeos. 4 Cf Podechard, o.c., I 189. 5 J. Calés, o.c., I 455· 6 Cf. Núm c.16;
Sal_26:11. 7 Cf.
1Cr_12:16. 8 Cf.
1Cr_9:17;
1Cr_7:11-17 9 Cf.
Esd_11:19. 10 Cf. Sal 42-43; 84. 11 Cf.
Sal_6:8;
Sal_6:87. 12 El TM es oscuro e inseguro. La Vg, siguiendo a los LXX: quoniam tranáibó ad locura tabernacníi adrmrabilis usque ad dornum Dei', NP: Quomodo inces-íerim in turba, praecesserim eos ad domum Dei.
Bib. de Jér.: Yo voy a la tienda admirable hasta la Casa de Dios entre los gritos de regocijo y de alabanza y la turba jubilosa. 13 Lit. en heb. las salvaciones de su faz. Nuestra traducción se basa en los LXX. 14 Cf.
Sal_63:2;
Jer_2:13;
Jer_17:13. 15 Cf.
Amo_8:11-13. 16
Jer_2:13. 17 Cf.
Sal_36:9-10. 18 Cf.
Sal_3:10;
Sal_84:3;
Ose_1:10;
Deu_5:26; Sam 17:26.36;
2Re_19:4.16;
Isa_37:4-17; Jer 10.10;
Isa_23:36. 19 Cf.
Exo_23:15;
Exo_34:20;
Deu_31:11;
Isa_1:12;
Sal_11:8; '
Sal_17:16;
Sal_63:3. 20 Ovio.,
Metamorph. X 75. 21 Cf.
Sal_79:10;
Sal_115:3;
Joe_2:17;
Miq_7:10. 22 Cf.
Sal_43:6;
Sal_131:3;
Sal_142:4;
Lam_3:20;
Job_30:16;
Jer_7:18. 23 Cf.
Sal_103:1;
Sal_116:7. 24 Cf.
Deu_7:12;
2Sa_17:11;
Pro_7:15. 25 Lit. el TM dice: un
abismo llama a otro abismo; es el
tehom, o depósito de aguas abismales sobre las que se asienta la tierra. No pocos autores creen que el salmista alude a este texto de
Gen_1:2 y a
Gen_7:11;
Gen_8:2, donde se habla del diluvio como efecto de haberse abierto las compuertas que cerraban los depósitos de las aguas. Así se aludiría a que las aguas superiores y las inferiores se llaman mutuamente para anegar la tierra. E. Podechard, o.c., 187. 26 Cf.
Jon_2:8. 27 J. Calés, o.c., I 454. 28 Cf.
Sal_18:3;
Sal_18:3L4; 7L4;
2Sa_32:2. 29 Cf.
Sal_13:2;
Sal_22:2;
Sal_77:10;
Sal_88:15;
Sal_35:15;
Sal_38:7;
Job_30:28. 30
Isa_38:13.