I Reyes 2, 29-32

Cuando informaron al rey Salomón de que Joab había huido a la Tienda del Señor y que estaba junto al altar, Salomón envió a decir a Joab: — ¿Qué te pasa, que has huido al altar? Y Joab respondió: — Tuve miedo de ti y he huido junto al Señor. Entonces el rey Salomón envió a decir º a Benaías, hijo de Joyadá: — Ve a matarlo. Benaías llegó al santuario del Señor y le dijo: — El rey te ordena que salgas. Joab respondió: — No. Moriré aquí. Benaías volvió a transmitir al rey la respuesta de Joab Entonces el rey le ordenó: — Haz lo que dice: mátalo y entiérralo º. Así nos limpiarás a mí y a la familia de mi padre de la sangre inocente derramada por Joab y el Señor le hará responsable º de haber matado a dos hombres más justos y mejores que él: Abner, el hijo de Ner, capitán del ejército de Israel, y Amasá, el hijo de Jéter, capitán del ejército de Judá, a quienes asesinó sin que mi padre lo supiese.
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