II Reyes  10, 25-28

Y cuando concluyó el holocausto, Jehú ordenó a los guardias y oficiales: — Entren y mátenlos. Que no escape ninguno. Los guardias y oficiales los pasaron a cuchillo y los arrojaron fuera. Luego fueron al camarín º del templo de Baal, sacaron de allí la estatua de Baal y la quemaron. Finalmente derribaron las columnas y el templo de Baal y convirtieron el lugar en una cloaca hasta el día de hoy. Y así fue como Jehú erradicó de Israel a Baal.
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