II Reyes  20, 1-11

Enfermedad y curación de Ezequías

(Is 38:1-8)

Por aquel tiempo º enfermó gravemente Ezequías. El profeta Isaías, hijo de Amós, fue a visitarlo y le dijo: — Esto dice el Señor: “Pon en orden tus asuntos, pues vas a morir; no te curarás”. º Ezequías se volvió cara a la pared y oró con estas palabras al Señor: — ¡Ay, Señor! recuerda que me he comportado con fidelidad y rectitud en tu presencia, haciendo lo que te agrada. Y rompió a llorar a lágrima viva. Antes de que Isaías hubiese salido del patio, le llegó este mensaje del Señor: — Vuelve y dile a Ezequías, el jefe de mi pueblo: “Así dice el Señor, Dios de tu antepasado David: He oído tu oración y he visto tus lágrimas. Voy a curarte, y dentro de tres días podrás ir al Templo del Señor. Voy a alargar tu vida otros quince años; libraré a ti y a esta ciudad de caer en poder del rey de Asiria, y la defenderé por mi honor y el de David, mi servidor”. Luego Isaías ordenó: — Tráiganme una torta de higos. Se la llevaron, la aplicaron sobre la parte enferma y Ezequías sanó. Entonces Ezequías preguntó a Isaías: — ¿Cuál será la señal º de que el Señor me curará y de que en tres días podré ir al Templo? º Isaías le respondió: — Esta será la señal de que el Señor cumplirá la promesa que te ha hecho. ¿Qué prefieres, que la sombra avance diez grados o que retroceda otros tantos? Ezequías dijo: — Lo normal es que la sombra avance. Prefiero que retroceda diez grados. Entonces el profeta Isaías invocó al Señor, y el Señor hizo que la sombra retrocediera diez grados en el reloj de sol º de Ajaz.
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