II Samuel  24, 10-16

Después de haber hecho el censo de la población, a David le remordió la conciencia y dijo al Señor: — He cometido un grave delito º haciendo esto. Ahora, Señor, perdona la culpa de tu siervo, pues he sido muy insensato. A la mañana siguiente, cuando David se levantó, el Señor dirigió al profeta Gad º, vidente de David, este mensaje: º — Ve a decir a David: “Esto dice el Señor: Te propongo tres castigos; elige uno de ellos y yo lo llevaré a cabo”. Gad fue a ver a David y le dijo: — ¿Qué prefieres: siete años º de hambre en tu territorio, tres meses de huida perseguido por tu adversario, o tres días de peste en tu territorio? Piénsatelo y decide qué debo responder a quien me ha enviado. David respondió a Gad: — Me pones en un gran aprieto. Pero es preferible caer en manos de Dios, por su gran compasión, a caer en manos humanas. El Señor envió la peste sobre Israel, desde aquella mañana hasta el plazo fijado, y desde Dan hasta Berseba * murieron setenta mil personas del pueblo. Cuando el ángel extendía su mano para castigar a Jerusalén, el Señor se arrepintió del castigo y dijo al ángel que aniquilaba a la población: — ¡Basta ya! ¡Retira tu mano! El ángel del Señor estaba junto a la era de Arauná, el jebuseo. º
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