Deuteronomio  3, 1-11

Derrota de Og, rey de Basán

(Nm 21:31-35)

Después torcimos y nos dirigimos hacía Basán *. Pero, Og, rey de Basán, nos salió al encuentro con todas sus tropas, dispuesto a presentarnos batalla en Edreí º. Entonces el Señor me dijo: No le tengas miedo, porque lo he entregado en tu poder con todo su pueblo y su territorio. Harás con él lo mismo que hiciste con Sijón, el rey de los amorreos, que vivía en Jesbón. El Señor nuestro Dios nos entregó también a Og, rey de Basán, con todo su pueblo, y nadie vivió para contarlo. Conquistamos todas sus ciudades sin que quedara ciudad de la que no nos apoderásemos: en total sesenta ciudades, es decir, toda la región de Argob, del reino de Og, en Basán; todas ellas ciudades fortificadas, con altas murallas y portones con trancas; sin contar muchas otras aldeas pereceas º sin amurallar. Y las consagramos al exterminio º, igual que habíamos hecho con Sijón, rey de Jesbón, matando en cada ciudad a hombres, mujeres y niños; pero nos quedamos con los ganados y el despojo de las ciudades. Así fue como, en aquella ocasión, conquistamos el territorio de los dos reyes amorreos al otro lado del Jordán: desde el torrente Arnón hasta el monte Hermón º (al cual los sidonios llaman Sirión y los amorreos Senir); todas las ciudades de la meseta, todo Galaad y todo Basán, hasta Salcá y Edreí, ciudades que pertenecían al reino de Og en Basán. En cuanto a Og, rey de Basán, era el último superviviente de la raza de los gigantes, como puede apreciarse por su sarcófago de basalto, * que se encuentra todavía en Rabat de los amonitas y que mide cuatro metros y medio de largo por dos de ancho º.
Ver contexto