Hechos 15, 1-29

Asamblea de Jerusalén (15:1-35)

Conflicto en Antioquía de Siria

Por aquel entonces llegaron algunos º de Judea que trataban de imponer a los hermanos esta enseñanza: º — Si no se circuncidan conforme a la prescripción de Moisés, no podrán salvarse. Esto originó graves conflictos y discusiones al oponérseles Pablo y Bernabé. Se decidió entonces que Pablo, Bernabé y algunos otros * fueran a Jerusalén para consultar con los apóstoles y demás dirigentes º acerca de este asunto. º Provistos, pues, de lo necesario por la iglesia de Antioquía º, atravesaron Fenicia y Samaría, refiriendo cómo también los no judíos se convertían, noticia esta que causó gran alegría a todos los hermanos. Llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia, los apóstoles y demás dirigentes, a quienes comunicaron todo lo que el Señor había hecho por medio de ellos. º Pero algunos miembros del partido fariseo que habían abrazado la fe intervinieron para decir: — A los no judíos debe imponerse como obligatoria la circuncisión, así como la observancia de la ley de Moisés.

Reunión en Jerusalén

Los apóstoles y los demás dirigentes se reunieron en asamblea para examinar esta cuestión. Después de un largo debate, tomó Pedro la palabra y les dijo: — Ustedes saben, hermanos, que hace tiempo me escogió Dios entre ustedes para que anuncie también el mensaje de la buena nueva a los no judíos, de modo que puedan abrazar la fe. º Y Dios, que conoce el corazón humano, ha mostrado que los acepta al concederles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros. No ha hecho ninguna diferencia entre ellos y nosotros y ha purificado sus corazones por la fe. º Así pues, ¿por qué quieren ahora poner a prueba a Dios º, imponiendo a los creyentes una carga que ni sus antepasados ni nosotros mismos hemos podido soportar? º No ha de ser así, pues estamos seguros de que es la gracia de Jesús, el Señor, la que nos salva tanto a nosotros como a ellos. Toda la asamblea guardó silencio y se dispuso a escuchar la narración que Bernabé y Pablo hicieron de los prodigios y milagros que Dios había realizado por su conducto entre los no judíos. º Al finalizar su relato, intervino Santiago º para decir: — Préstenme atención, hermanos: Simón º ha contado cómo, desde el principio, Dios se ha preocupado de los no judíos, escogiendo entre ellos un pueblo para sí. º Esto concuerda con las declaraciones de los profetas, pues la Escritura dice: Después de esto volveré y reconstruiré la derruida casa de David. Reconstruiré sus ruinas y la pondré de nuevo en pie. º Buscarán así al Señor los que hayan quedado, junto con las naciones todas que han sido consagradas a mí º. Así lo dice el Señor que realiza todas estas cosas, por él conocidas desde tiempo inmemorial. º Por esta razón —continuó Santiago—, estimo que no deben imponerse restricciones innecesarias a los que, no siendo judíos, se convierten a Dios. Pero ha de indicárseles por escrito que se abstengan de contaminarse con los ídolos, así como de toda clase de inmoralidad sexual *, de alimentarse de sangre º y de comer carne de animales ahogados. º Porque en esas mismas ciudades hay desde hace ya mucho tiempo quienes leen y proclaman la ley de Moisés en las sinagogas todos los sábados. º

Declaración del Concilio

Entonces los apóstoles y los demás dirigentes *, con la aprobación de toda la Iglesia, decidieron escoger algunos de entre ellos y enviarlos a Antioquía junto con Pablo y Bernabé. Eligieron a dos hombres de prestigio entre los hermanos: Judas Barsabá y Silas º, a quienes encomendaron entregar esta carta: “Los apóstoles y los demás hermanos dirigentes envían saludos a sus hermanos no judíos de Antioquía, Siria y Cilicia º. Hemos tenido conocimiento de que algunos de aquí, sin autorización por nuestra parte, los han inquietado a ustedes y los han preocupado con sus enseñanzas º. º Por tal motivo hemos resuelto por unanimidad escoger unos delegados y enviárselos junto con nuestros queridos Bernabé y Pablo, quienes se han dedicado por entero a la causa º de nuestro Señor Jesucristo. Les enviamos, pues, a Judas y a Silas, que les trasmitirán de viva voz lo que les decimos en esta carta. Es decisión del Espíritu Santo, y también nuestra, no imponerles otras obligaciones, aparte de estas que juzgamos imprescindibles: abstenerse de lo que haya sido sacrificado a los ídolos, no comer carne de animales ahogados, no alimentarse de sangre, y no cometer ninguna clase de inmoralidad sexual. Ustedes harán bien en prescindir de todo esto. Queden con Dios”. º
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