Isaías 64, 10-11

(64:9) Tus santas ciudades son un desierto: Sión está desierta, Jerusalén desolada. (64:10) Nuestro santo Templo, nuestro orgullo, en el que te alabaron nuestros padres, ha sido consumido por las llamas; nuestras cosas más queridas han quedado convertidas en ruinas. º
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