Proverbios 1, 8-19

I.— PRIMERA COLECCIÓN SALOMÓNICA (1:8—9:18)

Sobre las malas compañías

Hijo mío, atiende a la educación paterna y no olvides la enseñanza materna, º pues serán corona preciosa en tu cabeza, collar alrededor de tu cuello. Hijo mío, no consientas cuando los malvados intenten seducirte. Tal vez te digan: “Acompáñanos a poner trampas mortales asaltando a inocentes por diversión. º Nos los tragaremos vivos como el abismo º, enteros como los que caen al hoyo. º Conseguiremos un montón de riquezas y llenaremos nuestras casas de despojos. Comparte tu suerte con nosotros y haremos un fondo común”. Hijo mío, no sigas sus caminos y aleja tus pasos de sus sendas, porque corren disparados hacia el mal y van decididos a derramar sangre. º ¿No ves que es inútil poner trampas a la vista de los pájaros? Se ponen emboscadas a sí mismos, atentan contra su propia vida. Ese es el destino de la avaricia: quienes la practican no viven.
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