Proverbios 7, 1-9

La seducción

Hijo mío, conserva mis palabras y guarda en tu interior mis mandatos. º Conserva mis mandatos y vivirás, cuida mi enseñanza como a la niña de tus ojos. Átatelos en tus dedos, escríbelos en tu mente º. Hermánate º con la sabiduría y emparenta con la inteligencia, para que te protejan de la mujer ajena, de la extraña de palabras seductoras. º Un día estaba yo º en la ventana de mi casa, observando entre las rejas; miraba a una pandilla de incautos y distinguí entre ellos a un joven insensato: cruzó la calle, junto a la esquina, y se encaminó a la casa de la mujer. Era la hora del ocaso, al caer la tarde, cuando llega la noche y oscurece.
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