Sabiduría 18, 10-19

Les respondía el confuso clamor de los enemigos y los tristes lamentos de quienes lloraban a sus hijos. º Esclavos y amos sufrieron idéntico castigo, y el rey corrió la misma suerte del plebeyo. A todos por igual, el mismo tipo de muerte les había causado incontables cadáveres; y los vivos no daban abasto para enterrarlos, pues en un instante pereció la flor de su nación. Los que a nada dieron crédito, confiando en su magia, al comprobar la muerte de sus primogénitos, tuvieron que reconocer a este pueblo como hijo de Dios. º Pues cuando un apacible silencio todo lo envolvía y la noche se encontraba a mitad de su carrera, º tu omnipotente palabra º se lanzó, como invencible guerrero, contra aquella tierra maldita, desde tu trono real de los cielos. Empuñaba la cortante espada de tu irrevocable decreto y, manteniéndose erguida, tocaba el cielo y aplastaba la tierra º. Entonces, repentinas y terribles pesadillas los sobresaltaron y un inesperado terror se apoderó de ellos. Tendidos por todas partes con apenas un soplo de vida, daban a entender cuál era la causa de su muerte; los sueños, en efecto, que los habían sobresaltado, eran como predicciones para que no perecieran sin conocer la causa del castigo que estaban sufriendo.
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