Eclesiástico 34, 1-26

Vaciedad de los sueños

Vanas y engañosas son las esperanzas del necio, los insensatos viven de sueños. Como atrapar sombras y perseguir el viento, así el que se alimenta de sueños. º Lo que se ve en sueños son puros reflejos: frente a un rostro, la imagen del mismo rostro. De lo sucio ¿puede sacarse algo limpio? Pues tampoco de lo falso algo verdadero. º Adivinaciones, pronósticos y sueños son cosas que no tienen ningún valor, fantasías como las de mujer en trance de parto; si no vienen de parte del Altísimo º, no les prestes la menor atención. A muchos engañaron los sueños y, al fiarse de ellos, fracasaron.

Valor de la experiencia y los viajes

Hay que cumplir la ley sin falsearla, la sabiduría culmina en un discurso sincero. El que mucho ha viajado conoce muchas cosas, el muy experimentado habla con sensatez. Quien no ha pasado por pruebas, ignora muchas cosas; el que mucho ha viajado, es rico en recursos. He visto muchas cosas en el curso de mis viajes y lo que conozco es mucho más de lo que cuento; muchas veces me rondó la muerte y gracias a la experiencia pude ponerme a salvo.

El Señor protege a los suyos

Los que honran al Señor, conocerán larga vida pues han puesto su esperanza en quien puede salvarlos; º el que honra al Señor, por nada será amedrentado y jamás se acobardará, ya que él es su esperanza. Afortunado quien honra al Señor, pues, ¿quién si no él es su apoyo y su seguridad? A los que aman al Señor, él los protege como defensa poderosa y fuerte baluarte, como refugio contra el viento abrasador y el calor de la canícula, como protección contra tropiezos y ayuda para no caer; él reconforta el ánimo y da luz a los ojos proporcionando salud, vida y bendición.

Sacrificios censurables

Es rechazable el sacrificio de algo mal adquirido; ofrenda inaceptable, la que hacen los inicuos; en ofrenda de impíos no se complace el Altísimo, ni perdona los pecados, aunque las víctimas sean muchas. º Como matar al hijo en presencia de su padre, es ofrecer un sacrificio con bienes de los pobres.

Acciones reprobables

Los pobres viven con pan racionado, quien se lo quita es un criminal. º Asesina al prójimo quien le roba el sustento, derrama sangre el que priva del jornal al jornalero. Uno edifica, otro derriba: sólo fatiga sacarán los dos; uno suplica, otro maldice: ¿a quién de los dos escuchará el Señor? Quien ha tocado a un muerto y se purifica, si de nuevo lo vuelve a tocar, ¿de qué le sirve su purificación? º Pues lo mismo el que ayuna por haber pecado y vuelve a reincidir haciendo lo mismo; ¿quién prestará oídos a su oración?, ¿de qué le servirá haber hecho penitencia?
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