Eclesiástico 41, 1-4

Reflexión sobre la muerte

¡Oh muerte, qué amargo resulta tu recuerdo para el que vive feliz gozando de sus bienes, para el que todo es despreocupación y bienestar, para el que aún tiene energía para disfrutar de la vida º! ¡Qué dulce, en cambio, tu presencia inexorable º para el necesitado y para el que carece de vigor, para el anciano decrépito cargado de achaques, para el que no aguanta más, perdida ya la paciencia! º No te asuste el que esté decretada la muerte, recuerda que la compartes con ascendientes y sucesores. Si así lo ha decretado el Señor para todo viviente, ¿por qué resistirse a la voluntad del Altísimo? Aunque prolongues tu vida por diez, cien o mil años, nadie en el reino de la muerte discutirá sobre la vida. º
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