Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
31. Vuelta de Jacob a Canaan.
Huida Furtiva de Jacob y Su Familia (1-21).
1
Oyó Jacob a los hijos de Labán decir: Ha cogido Jacob todo lo de nuestro padre, y con lo nuestro ha hecho todas esas riquezas. 2
Vio que la cara de Labán no era ya para él lo que había sido antes, 3
y Yahvé le dijo: Vuélvete a la tierra de tu padre y a tu parentela, que yo estaré contigo. 4
Mandó a llamar, pues, Jacob a Raquel y a Lía, para que fueran al campo adonde estaba con su ganado, 5
y les dijo: Veo que el semblante de vuestro padre no es para mí ya el que antes era, aunque el Dios de mi padre ha estado conmigo. 6
Bien sabéis vosotras que yo he servido a vuestro padre con todas mis fuerzas, 7
y que vuestro padre se ha burlado de mí, mudando diez veces mi salario; pero Dios no le ha permitido perjudicarme. 8
Cuando él decía: Tu salario serán las reses manchadas, todas las ovejas parían corderos manchados; y si decía: Las reses rayadas serán tu salario, todas las ovejas parían corderos rayados. 9
Es, pues, Dios el que ha tomado lo de vuestro padre y me lo ha dado a mí. 10
Cuando las ovejas entran en calor, vi yo en sueños que los carneros que cubrían a las ovejas eran rayados y manchados,11
y mi ángel me dijo en el sueño: Jacob; le respondí: firme aquí. 12
Y él dijo: Alza tus ojos y mira: todos los carneros que cubren a las ovejas son rayados y manchados, porque yo he visto lo que te ha hecho Labán. 13
Yo soy el Dios de Betel, donde ungiste tú un monumento y me hiciste el voto. Levántate, pues, sal de esta tierra y torna a la tierra de tu parentela. 14
Raquel y Lía respondieron: ¿Tenemos acaso nosotras parte o herencia en la casa de nuestro padre? 15
¿No nos ha tratado como extrañas, vendiéndonos y comiendo nuestro precio? 16
Y, además, cuanto le ha quitado Dios, nuestro es y de nuestros hijos. Haz, pues, ya lo que Dios te ha mandado. 17
Levantóse Jacob e hizo montar a sus mujeres y a sus hijos sobre los camellos, y, llevando consigo todos sus ganados y todo cuanto en Padán Aram había adquirido, 18
se encaminó hacia Isaac, su padre, a tierra de Canaán. 19
Labán había ido al esquileo, y Raquel robó los terafim de su padre. 20
Jacob engañó a Labán, arameo, y no le dio cuenta de su huida. 21
Huyó con todo cuanto tenía, y, ya en camino, atravesó el río y se dirigió al monte de Galaad.
Jacob persiste en su idea de volver a la tierra de su padre y tierra suya, puesto
que Dios le había hecho la promesa de dársela a él y a su descendencia. Es interesante ver cómo Jacob pide consejo a sus dos esposas, lo que prueba la consideración que con ellas tenía. Esto es extraño dentro del modo de proceder de los maridos en los hogares de Oriente. Jacob razona su resolución mostrando cómo él obró siempre bien con su suegro, y que, si se ha enriquecido, es porque Dios le ha favorecido. El mismo ha tenido sueños
en los que Dios le da a entender que le favorece (v.12)1
. Si ahora es más rico que Labán, es que Dios se lo ha dado. Al contrario, Labán siempre se ha mostrado con él mezquino y extremadamente avaro, cambiándole diez veces el salario (v.7). Por otra parte, ha recibido orden expresa de su Dios de que vuelva a Canaán (v.12). Sus esposas están conformes con su resolución. No esperan nada de su padre, que las ha tratado como extrañas o esclavas, que ha vendido (v.15). Así, el padre se comió el
mohâr, el precio dado por Jacob. Según la ley babilónica y asiria, el padre debía dar una dote a sus hijas para el matrimonio2. Labán no ha dado nada a sus hijas, excepto las esclavas, y, por otra parte, ha hecho servir a Jacob sin compensación, de forma que ellas no tuvieron facilidad para formar propio patrimonio durante mucho tiempo. No esperan
herencia de su padre (v.14), y sólo tienen lo que Jacob ha adquirido con su quehacer favorecido por Dios (v.16). Esos catorce años de trabajo son el equivalente al
mohâr que Jacob debía pagar a Labán; pero éste se ha quedado con su importe. Por eso están decididas a seguir a Jacob hacia la tierra
donde les espera su Dios. Jacob da la orden de marcha, y emprende el viaje con sus mujeres, hijos y rebaños. Esto en los habituados a la vida nómada se hace con toda celeridad: se quitan las tiendas, se cargan los camellos y se ponen en orden los rebaños con los pastores y los perros. Según se dijo en 30:36, los rebaños de Labán estaban a tres días de distancia de los de Jacob. Así se concibe que éste se haya puesto en marcha sin que el otro se apercibiese. Además estaba ocupado en el esquileo de sus ovejas, faena que se solía hacer en primavera, acompañándola de fiestas y regocijos3. Aprovechándose de la ausencia de su padre, Raquel roba los
terafim, dioses familiares, o penates, que velan por los intereses de la casa4. Según los textos de Nuzu (s.XV a.C.), el que retenía los
terafim tenía derecho a la herencia5. De ahí el interés de Raquel por llevárselos consigo, y también el interés de Labán en recuperarlos. Jacob, sin saber nada de este robo, se puso en camino y, atravesando el río (Eufrates), se encaminó a la región montañosa de Galaad, al norte de Transjordania, entre el Yarmuk y el Yaezer6. Es región muy abundante en pastos7.
Labán, en Persecución de Jacob (22-44).
22
Al tercer día dijéronle a Labán que Jacob había huido; 23
y, tornando consigo a sus parientes, le persiguió durante siete días, hasta darle alcance en el monte de Galaad. 24
Vino Dios en sueños durante la noche a Labán, arameo, 25
y le dijo: Guárdate de decir a Jacob nada, ni en bien ni en mal. Cuando alcanzó Labán a Jacob, había éste fijado sus tiendas en el monte, y Labán fijó también la suya y las de sus parientes en el mismo monte de Galaad. 26
Dijo, pues, Labán a Jacob: ¿Qué es lo que has hecho? ¡Escaparte de mí, llevándote mis hijas como si fuesen cautivas de guerra! 27
¿Por qué has huido secretamente, engañándome, en vez de advertirme, y te hubiera despedido yo jubilosamente con cantos, tímpanos y cítaras? 28
¡Sin dejarme siquiera abrazar a mis hijos y a mis hijas! Has obrado insensatamente. 29
Mi mano es lo suficientemente fuerte para haceros mal, pero el Dios de tu padre me ha hablado la pasada noche, diciéndome: Guárdate de decir a Jacob cosa alguna, ni en bien ni en mal. 30
Y si es que te vas porque anhelas irte a la casa de tu padre, ¿por qué me has robado mis dioses? 31
Jacob respondió: Es que temía, pensando que quizá me quitarías tus hijas. 32
Cuanto a lo de tus dioses, aquel a quien se los encuentres, que muera. En presencia de nuestros hermanos busca cuanto sea tuyo y tómalo. Jacob no sabía que era Raquel la que los había robado. 33
Labán penetró en la tienda de Jacob, en la de Lía y en la de sus siervas, y no halló nada. Después de salir de la tienda de Lía, entró en la de Raquel; 34
pero Raquel había tomado los terafim y los había escondido en el palanquín del camello, sentándose encima. Labán rebuscó por toda la tienda, pero no halló nada. 35
Raquel le dijo: No se irrite mi señor porque no pueda levantarme ante él, pues me hallo con lo que comúnmente tienen las mujeres. Así fue cómo, después de buscar y rebuscar Labán en toda la tienda, no pudo hallar los terafim. 36
Jacob montó en cólera y reprochó a Labán, diciéndole: ¿Qué crimen es el mío? ¿Cuál es mi pecado para que así me persigas? 37
Después de buscar y rebuscar en todas mis cosas, ¿qué has hallado tuyo? Preséntalo aquí ante mis hermanos y los tuyos, y que juzguen ellos entre los dos. 38
He pasado en tu casa veinte años; tus ovejas y tus cabras no abortaron, y yo no me he comido los corderos de tus rebaños. 39
Lo destrozado no te lo llevaba, la pérdida iba a cuenta mía. Me reclamabas lo que me robaban de día y lo que me robaban de noche. 40
He vivido devorado por el calor del día y por el frío de la noche, y huía de mis ojos el sueño. 41
He llevado en tu casa veinte años; catorce te he servido por tus dos hijas, seis por tus ganados, y me has mudado diez veces el salario. 42
Si no hubiera sido por el Dios de mi padre, el Dios de Abraham, y por el Terror de Isaac, ahora me hubieras dejado ir de vacío. Dios ha visto mi aflicción y el trabajo de mis manos, y ha juzgado la pasada noche. 43
Respondióle Labán y dijo a Jacob: Las hijas, hijas mías son; los hijos son hijos míos; el ganado es mío también, y cuanto ves es mío; a estas mis hijas y a los hijos que han parido, ¿qué les haría yo hoy? 44
Ven, pues, hagamos alianza tú y yo y que Dios sea testigo entre ti y mí.
Enterado Labán de la huida de Jacob, se lanza en su persecución acompañado de sus parientes o familiares en sentido amplio, por si debe recurrir a la fuerza. Está indignado y quiere hacer saber a su yerno que ha obrado insensatamente. Pero Dios se le apareció en sueños, advirtiéndole que debe guardarse de hablar mal a su protegido Jacob (v.24). Después de siete días de marchas, Labán encontró a éste acampado en los montes de Galaad (v.25). Es difícil pensar que en siete jornadas haya podido llegar Labán desde Jarrán hasta las estribaciones de Jordania septentrional, aunque a lomo de camello bien pudieron salvar una distancia muy considerable caminando día y noche. Siempre debemos desconfiar de las cifras en estos documentos, pues son imprecisas y artificiales. Labán le echa en cara la huida furtiva, sin avisarle, para despedirle con todos los honores. En particular le recrimina por llevarse a sus hijas como si fueran cautivas de guerra (v.26). Manifiesta que tiene fuerza suficiente para castigar su innoble acción, pero que no lo hace porque ha sido amonestado en sueños por el Dios de Jacob (v.29). Pero lo que no está dispuesto a perdonar es que le hayan robado sus
terafim (v.30). Jacob responde calmosamente que ha huido porque temía que no le dejara llevar a sus mujeres, y en cuanto a los
terafim, que se busquen y se castigue con la muerte al que los tenga, pues él no sabe nada del asunto (v.32). En el
Código de Hammurabi se imponía la muerte a los ladrones sacrílegos8. Jacob quiere dar una lección de honradez, e invita a Labán a registrar las tiendas. Raquel, mientras registraba las otras tiendas, escondió los
terafim bajo el palanquín de su camello, sentándose ella encima. Con todo respeto se excusó de no levantarse, alegando que se hallaba en período de flujo menstrual, y, por tanto, que era impura y no podía entrar en contacto con otras personas9. En el relato hay una fina ironía: ¡Labán, burlado, y los ídolos penates, ocultos bajo una mujer en estado de impureza legal!
Jacob, indignado, echa en cara a Labán su avara conducta y su desconfianza. Siempre le ha sido fiel durante veinte años. Jamás se aprovechó de sus ganados. Cuando una fiera atacaba su rebaño, no presentaba los restos de la víctima al dueño como justificante, sino que callaba y ponía a cuenta propia la pérdida10. Nunca se condujo como un mercenario, sino como un administrador fiel a su dueño. Y en su oficio ha tenido que soportar los rigores del clima (v.40). Por tanto, no merece esa desconfianza. Y ahora,
gracias a la intervención del Dios de su padre y del Terror de Isaac (v.42), le permite proseguir su camino sin las manos vacías. Aquí la expresión Terror de Isaac equivale a Dios
terrible de Isaac. Jacob, al ver al Dios de sus padres en Betel, se sintió aterrado y sobrecogido H. Es la idea que late en la exclamación Terror de Isaac. Para los primitivos, la idea de divinidad estaba esencialmente relacionada con la idea de majestad y terror. Labán también se sintió sobrecogido por la majestad del Dios de Isaac, y gracias a ello no atacó violentamente a su yerno.
Pació Entre Labán y Jacob (45-54).
45
Tomó, pues, Jacob una piedra y la alzó en monumento, 46
y dijo a sus hermanos que recogieran piedras y las reunieran en un montón, y comieron sobre él. 47
Le llamó Labán Yegar-Sahaduta, mientras que Jacob le llamó Yagar Galaad. 48
Y dijo Labán: Este montón es hoy testigo entre ti y mí. Por eso le llamó Galaad, 49
y también Mispah, por haber dicho Labán: Que vele Yahvé entre los dos cuando nos hayamos separado el uno del otro. 50
Si tú maltratas a mis hijas o tomas otras mujeres además de ellas, no habrá hombre que pueda argüirte; pero he aquí que Dios es testigo entre ti y mí. 51
Y añadió Labán: He aquí el monumento y he aquí el testigo que he alzado entre ti y mí. 52
Este montón es testigo de que yo no lo pasaré yendo contra ti, ni tú lo pasarás para hacerme daño. 53
El Dios de Abraham, el Dios de Najor, juzgue entre nosotros. Juró, pues, Jacob por el Terror de Isaac, su padre; 54
ofreció un sacrificio en el monte e invitó a sus hermanos a comer. Comieron y pasaron la noche en el monte.
Como conclusión de los debates se concierta un pacto entre Jacob y su suegro. Este pacto no va escrito ni firmado por las partes contratantes, como se haría en Caldea, sino jurado, dejando a Dios la vigilancia sobre su guarda y un pequeño y rústico monumento como testigo entre los hombres, que conservarán la tradición de su significado. El majano allí formado marcará para el futuro la línea divisoria entre hebreos y arameos.
Labán, vencido por la dialéctica de Jacob, propone hacer una alianza. Jacob levantó verticalmente una piedra como estela (o
masebah),
como lo había hecho en Betel 12, y ordenó a sus familiares hacer un montón (
gâl)
de piedras 13, que debe ser un monumento para recordar el compromiso entre los dos. Después hubo una comida de fraternización, como es ritual en todo pacto (v.46). El v.47 parece glosa erudita de un redactor posterior, ya que el nombre
Yegar-Sahaduta es el equivalente arameo de
Galed (montón-testimonio en hebreo). Se trata, pues, de la explicación anecdótica del nombre de
Galaad al estilo de los nombres de los hijos de Jacob14. En el v.49 se llama el lugar
Mispah, con la explicación: Yahvé
vele (Yisef; Mispah significa puesto de
vigía).
Este nombre aquí es también glosa para relacionar el
Mispah de
Jue_10:17;
Jue_11:11;
Jue_11:34 con este episodio15. Con todo, la idea del autor sagrado es que Yahvé
vela por el cumplimiento de la alianza. Se supone que la narración presente obedece al deseo de explicar la existencia de un monumento megalítico de los que tanto abundan en Transjordania. Así, pues, la
estela puede ser un
menhir, y el
montón de piedras, un dolmen o un cromlech. Con todo, se ve el interés en recalcar la línea divisoria entre los reinos de Israel y de los arameos, que en el siglo IX sostuvieron sangrientas luchas16. Labán teme que Jacob tome represalias contra sus hijas por haberle hecho trabajar tanto tiempo a su servicio; y así invoca a Dios como testigo de la alianza, para que vele por lo pactado (v.50). En el futuro quizá no haya
hombre que puede argüirte (ser testigo del pacto), pero en ese caso queda Dios, que garantiza lo pactado17. Labán insiste en que el monumento debe delimitar los campos de ambos: ninguno de los dos debe traspasar aquellos lindes con sus ganados (v.52)18. Y pone como testigos del pacto al Dios de Abraham y al de su padre Najor. Para celebrar la alianza se ofreció un convite a todos.
En el Decálogo se dice que Yahvé no dejará impune al que profana su nombre, quebrantando el juramento19.
1 La expresión ángel de Dios es retoque redaccional en vez de Dios, como se ve en el v.13: yo soy el Dios de Betel ... 2 Cf. Código de Hammurabi art.162-164; Leyes asirias art.29-32. 3 Cf.
1Sa_25:2;
1Sa_25:8;
1Sa_25:11;
2Sa_13:23. 4 Cf.
Gen_31:31-35;
Gen_35:2-4;
1Sa_19:13-16;
1Re_1:47. 5 Cf. H. Gordon, Parelleles nouziens aux lois et coutwnes de l Ancien Testament: RB (1935) 35-36. 6 Cf. Abel,
Géog. I 276. 7 Cf.
Can_4:1;
Can_6:1;
Miq_11:14;
1Cr_5:9. 8 Cf. art.6.8. 9 Cf. Lev 15:19-24. 10 Según el Código de Hammurabi (art. 244), cuando un individuo tenía una res de otro, si la atacaba alguna fiera, el que la tenía a su cargo debía presentar la parte rescatada de la víctima al dueño como justificante, quedando así libre. En
Exo_22:12 se prescribe algo similar. 11
Gen_28:17. 12
Gen_28:18. 13 En todo este relato hay detalles duplicados que arguyen duplicidad de fuentes. Se levantan dos monumentos: una estela y un montón de piedras; dos nombres del lugar,
Gal'ed y
Mispah, etc. Así parece que hay dos tradiciones: una relativa a la erección de una estela llamada
Mispah (docum. E), y otra relativa a un monumento de piedras (docum. J), llamado
Galaad. 14 Labán, en el v.48, es el que da la explicación del montón de piedras. Por ello creen muchos autores que es el que lo ha erigido, en contra de v.45. 15 Cf. Abel,
Géog. II 390. 16 Cf.
2Re_8:12. 17 Cf.
Gen_20:11;
Gen_42:18. 18 En Asiria, estas estelas o mojones para deslindar los terrenos se llaman
Kudurru. 19
Exo_20:7.