Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Reaparición de Samuel (7:2-14).
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Mucho tiempo pasó, veinte años, desde que el arca fue depositada en Quiriat-Jearim, y toda la casa de Israel se volvió a Yahvé. 3
Dijo, pues, Samuel: Si de todo corazón os convertís a Yahvé, quitad de en medio de vosotros los dioses extraños y las astartés; enderezad vuestro corazón a Yahvé y servidle sólo a El, y El os librará de las manos de los filisteos. 4
Los hijos de Israel quitaron todos los baales y astartés y sirvieron sólo a Yahvé. 5
Samuel les dijo: Congregad a todo Israel en Masfa, y yo rogaré a Yahvé por vosotros. 6
Reuniéronse en Masfa, y sacando agua, la derramaron en tierra ante Yahvé; y ayunaron aquel día, y clamaban: Hemos pecado contra Yahvé. 7
Samuel juzgaba a los hijos de Israel en Masfa. Habiendo sabido los filisteos que los hijos de Israel se habían congregado en Masfa, subieron sus príncipes contra Israel. Tuvieron miedo de los filisteos los hijos de Israel, 8
y dijeron a Samuel: No ceses de clamar por nosotros a Yahvé, nuestro Dios, para que nos libre de la mano de los filisteos. 9
Samuel tomó un cordero de leche y lo ofreció entero en holocausto a Yahvé, y clamó a Yahvé por Israel, y Yahvé lo escuchó. 10
Mientras Samuel ofrecía el holocausto, se acercaron los filisteos para atacar a Israel; pero Yahvé hizo tronar muy fuertemente aquel día sobre los filisteos y los puso en derrota, siendo batidos por los hijos de Israel. 11
Los hombres de Israel, saliendo de Masfa, persiguieron a los filisteos en derrota hasta más abajo de Bet-Car. 12
Samuel cogió una piedra y la puso entre Masía y Jesana; la llamó Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos socorrió Yahvé. 13
Así humillados, no volvieron los filisteos más contra la tierra de Israel; y pesó la mano de Yahvé sobre ellos durante toda la vida de Samuel. 14
Las ciudades que los filisteos habían tomado a Israel volvieron a poder de éste, desde Acarón hasta Gat. Israel arrancó de las manos de los filisteos su territorio, y hubo también paz entre Israel y los amorreos.
El presente capítulo, tan luminoso a primera vista, encierra puntos oscuros imposibles de elucidar. El arca de la alianza es conducida a Quiriat-Jearim, ciudad perteneciente a la tetrápolis gabaonita (
Jos_9:7), y, por lo mismo, israelita por adopción. Sus habitantes eran en parte cananeos y en parte israelitas. Además, por encontrarse cerca de la línea fronteriza con los filisteos, era considerada como ciudad neutral, terreno de nadie. Choca que el arca sea conducida a este pueblo y no a Silo, a menos que supongamos que los filisteos arrasaron el santuario en donde se encontraba antes. Pero aun en este supuesto no se explica el poco entusiasmo que el pueblo siente por ella y el hecho de que se confíe su custodia a un profano, Eliezer, consagrado aprisa y corriendo Que 17:5), y no a los sacerdotes y levitas que de Silo marcharon a Nob para fijar allí el tabernáculo. Mejor que en Quiriat-Jearim hubiera estado el arca en Nob, dentro del tabernáculo. ¿Por qué Samuel no se traslada a Quiriat-Jearim, al lado del arca? Ni éste, ni Saúl, ni David, hasta el día que derrotó definitivamente a los filisteos, se interesaron por ella, ni el pueblo acudía allí en peregrinación. Budde parece haber encontrado la llave que permite una solución satisfactoria. Para evitar los males que Yahvé causaba a los filisteos, determinaron éstos repatriar el arca de la alianza. Pero mientras fueron ellos dueños de Israel no permitieron que el arca de la alianza volviera a ocupar el mismo sitio que antes, reteniéndola en una ciudad cercana a la frontera con el fin de controlar la atmósfera religiosa y política que podría crearse eventualmente en torno a la misma. Parecióles que la ciudad más a propósito era Quiriat-Jearim por las siguientes razones: i) por colindar con la frontera; 2)
por ser cananeos, y, por lo mismo, enemigos de los hebreos, la mayoría de sus habitantes; y 3) porque la colonia hebraica residente allí bastaba para asegurar un culto digno a Yahvé (Üesnoyers, I 220-221).
El capítulo está desplazado del contexto, no teniendo relación lógica con lo que precede. Con este capítulo quiso su autor demostrar que la monarquía no era necesaria existiendo en Israel jueces de la talla de Samuel. El texto quiere ser una preparación de la versión antimonárquica que se vislumbra en 8:1-22; 10:18-25; c.12 y 15. Samuel reaparece en el teatro de la historia igual que los antiguos jueces Que 6:6-10; 10:10-16). El pueblo de Israel se apartó del camino recto, pero, oprimido por los filisteos, se convierte al Señor. Ante la buena disposición del pueblo, Samuel congregó a Israel en Masfa Que 20:1;
1Sa_10:17), el actual
Tell es-Nasbe Que 2:13). La conversión de Israel viene expresada simbólicamente con la efusión de agua delante de Yahvé (
1Re_18:32-35;
Lam_2:19), con el ayuno Que 20:26) y la confesión pública de los pecados. La idolatría había contaminado la tierra y era necesario purificarla. No se trata de ningún sacrificio ni libación.
En Masfa juzgaba Samuel a los hijos de Israel (v.7). De la reunión de Masfa tuvieron noticia los filisteos, que subieron para dispersar a los allí congregados, Samuel no les temía; antes bien, ofreció un cordero lechal de más de siete días (
Lev_22:27) en holocausto, mientras todo Israel clamaba a Yahvé. Dios escuchó su plegaria:
Hizo tronar aquel día sobre los filisteos y los puso en derrota (v.10).
El trueno es la voz de Dios (
Sal_18:14;
Sal_29:3-9;
Job_37:4-5). Con ello quiere el autor decir que desencadenó Yahvé una tempestad, con truenos y relámpagos, que atemorizó a los filisteos. De este hecho se conservó un recuerdo imperecedero (Ecli 46:19-21), como de la tempestad en tiempos de Josué en Betorón (
Jos_10:10-14).
Los de Masfa persiguieron a los filisteos más allá de Bet-Car. Otros autores leen Bet-Horón en vez de Bet-Car, apoyándose en que aquella localidad es la ruta clásica de las invasiones por parte de los filisteos y de los pueblos de la costa (
Jos_10:10-11). Nos parece acertada la advertencia de Desnoyers: No es conocido Bet-Car; pero esto no autoriza la lección de Bet-Horón (
Hist. II 221). Tampoco sabemos dónde estaba emplazada Jesana, que puede corresponder a
Asena (
Jos_15:33), a
Aslin (Abel) o a
Bet Shena (De Vaux Ubach). Sobre Eben-Ezer véase 4:1. Es difícil, escribe De Vaux, que este lugar sea el mismo
Deu_4:1; pero la semejanza de nombres es intencionada: esta victoria borra el recuerdo de la derrota anterior en este mismo lugar.
Lo que se dice al final del capítulo es un cuadro demasiado optimista. Es verdad que no volvieron los filisteos a la carga mientras duró la judicatura de Samuel, pero reanudaron sus ataques en tiempos de Saúl. Acarón y Gat quedaron en manos de los filisteos (
Deu_9:16;
Deu_10:1ss;
Deu_13:2ss). Antes de David no fue nunca Israel dueño de la tierra de los filisteos (
Jue_1:18;
Jue_1:19;
Jue_3:3).
Petición de un rey (Jue_7:15-17).
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Samuel juzgó a Israel todo el tiempo de su vida. 16
Cada año hacía un recorrido por Betel, Caígala y Masfa, y allí, en todos estos lugares, juzgaba a Israel. 17
Volvíase luego a Rama, donde estaba su casa, y allí juzgaba a Israel. Alzó allí un altar a Yahvé.
Aun en vida de Saúl continuó Samuel ejerciendo sus funciones de juez en materia religiosa, siendo consejero del rey en asuntos militares. Su domicilio estaba en Rama (Ramathaim,
Jue_1:1), pero se desplazaba a Betel (
Jos_7:2), a Caígala, entre el Jordán y Jericó Qos 4:19), y Masfa (
Jue_20:1). Como Gedeón (
Jue_6:24), erige un altar en Rama, su patria. No era sacerdote ni levita. El derecho de erigir un altar pertenecía al jefe de familia, según costumbre muy antigua, en tiempos en que ejercía los poderes judiciales, militares y religiosos. Los reyes, que heredaron estos derechos antiguos, gozarán de gran iniciativa en materia cultual 1.
1 H. Schmóckel, Der Gott Dagan. Ursprung, Verbreitung und Wesen seines Kultes (Hei-delberg 1928).
2 L'higiéne et la medicine á través la Bible (París 1932) 73·
1 Sobre las excavaciones practicadas en el lugar, véase E. Wright, Airi §h&ns Excava-tions 6 vols. (Haverford 1931-1939).