Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
El profeta Natán en casa de David (12:1-4).
1
Yahvé le envió el profeta Natán para decirle: Juzga este caso: Había en una ciudad dos hombres, el uno rico y el otro pobre. 2
El rico tenía muchas ovejas y muchas vacas, 3
y el pobre no tenía más que una sola ovejuela, que él había comprado y criado, que con él y con sus hijos había crecido juntamente, comiendo de su pan y bebiendo de su vaso y durmiendo en su seno, y era para él como una hija. 4
Llegó un viajero a casa del rico, y éste, no queriendo tocar a sus ovejas ni a sus bueyes para dar de comer al viajero que a su casa llegó, tomó la ovejuela del pobre y se la aderezó al huésped. Con una parábola encantadora hace comprender Natán a David la enormidad de su pecado. Había transcurrido casi un año (v.11:5-17) de la muerte de Urías y estaba David, por lo mismo, persuadido de que su falta había quedado oculta para siempre. No debe urgirse demasiado la exactitud escrupulosa de las palabras de Natán, sino más bien atender al significado de conjunto que quiere darles. Cuando los beduinos reciben una visita de algún personaje, matan un cordero en su honor; lo mismo hizo el rico de la parábola; pero, no queriendo tocar a sus ovejas ni a sus bueyes, tomó la ovejuela del pobre, arrebatándosela violentamente o por medio de amenazas.
Sentencia de David (12:5-6).
5
Encendido David fuertemente en cólera contra aquel hombre, dijo a Natán: ¡Vive Yahvé, que el que tal hizo es digno de la muerte, 6
y que ha de pagar la oveja con cuatro tantos encima por haber hecho tal cosa, obrando sin piedad! Ordenaba la Ley que, si uno roba un buey o una oveja y la mata o la vende, restituirá cinco bueyes por buey y cuatro ovejas por oveja (
Exo_21:37). El texto griego lee siete tantos en vez de cuatro, con el fin de poner de relieve la reacción de David contra el proceder infame del rico. El simple robo por interés se pagaba con la devolución de cuatro ovejas por una; pero el castigo del rico de la parábola debía ser mayor. El número siete era simbólico, significando que el castigo debía ser total, ejemplar (
Gen_4:15;
Pro_6:31). Al condenar con tanta vehemencia al culpable, David se sentenciaba a sí mismo.
Discurso de Natán (Pro_12:7-12).
7
Natán dijo entonces a David: ¡Tú eres ese hombre! He aquí lo que dice Yahvé, Dios de Israel: Yo te ungí rey de Israel y te libré de las manos de Saúl; 8
yo te he dado la casa de tu señor, y he puesto en tu seno las mujeres de tu señor, y te he dado la casa de Israel y de Judá; y, por si esto fuera poco, te añadiría todavía otras cosas mucho mayores. 9
¿Cómo, pues, menospreciando a Yahvé, has hecho lo que es malo a sus ojos? Has herido a espada a Urías, jeteo; tomaste por mujer a su mujer, y a él le mataste con la espada de los hijos de Amón. 10
Por eso no se apartará ya de tu casa la espada, por haberme menospreciado, tomando por mujer a la mujer de Urías, jeteo. 11
Así dice Yahvé: Yo haré surgir el mal contra ti de tu misma casa, y tomaré ante tus mismos ojos tus mujeres y se las daré a otro, que yacerá con ellas a la cara misma de este sol; 12
porque tú has obrado ocultamente, pero yo haré esto a la presencia de todo Israel y a la cara del sol. A bocajarro le declara Natán que el hombre que David había condenado era él mismo; su proceder con Urías no se diferencia del rico con el pobre. Pasa luego Natán a enumerar los grandes beneficios
que Dios ha hecho a David. Y, a pesar de todo, David le ha vuelto las espaldas, matando a Urías, cometiendo dos pecados Que en la legislación mosaica eran castigados con la pena de muerte (
Lev_20:10;
Lev_24:17). Todo pecado merece su sanción, siendo cada pecador castigado en aquello en que ha delinquido. Por haber matado a Urías, no se apartará la espada de su casa durante toda su vida; a espada morirán sus tres hijos, Amnón, Absalón y Adonías v.3-28-29;
Lev_18:14-15;
1Re_2:25). Creen algunos (De Vaux) en la Posibilidad de que el recuerdo de la muerte de Urías y el anuncio del castigo correspondiente hayan sido añadidos al oráculo primili
Biblia comentaba g Wtivo, que sólo tenía en cuenta el adulterio. Cabe decir lo mismo añade, de los v.11-12, que aluden a la profanación del harén real por parte de Absalón (
1Re_16:22).
Arrepentimiento y perdón (1Re_12:13-15).
13
David dijo a Natán: He pecado contra Yahvé. Y Natán dijo a David: Yahvé te ha perdonado tu pecado. No morirás; 14
mas, por haber hecho con esto que menospreciasen a Yahvé sus enemigos, el hijo que te ha nacido morirá. 15
Y Natán se fue a su casa. Hirió Yahvé al niño que había dado a luz la mujer de Urías, que enfermó gravemente.
David reconoció inmediatamente su pecado, sin buscar excusas ni paliativos: He pecado contra Yahvé. Aquella confesión llana, sincera y espontánea le merecerá el perdón de su pecado por parte de Yahvé y la mitigación de la culpa. Así se lo comunicó Natán,
diciendo que Dios ha perdonado (literalmente:
ha hecho pasar, 24:10) su pecado; de ahí que, en contra de lo que él había sentenciado contra el rico avariento, Dios se muestra más misericordioso, librándole de la muerte. En cuanto a la pena, y en reparación del escándalo, el hijo adulterino morirá de muerte (
mot yamut),
es decir, morirá irremisiblemente.
Muerte del niño (12:16-25).
16
Entonces rogó David a Dios por el niño y ayunó y se recogió, pasando las noches acostado en tierra. 17
Los ancianos de su casa fueron a él para hacer que se levantase de la tierra, mas él no quiso, y ni comía con ellos. 18
Al séptimo día murió el niño, y los servidores no se atrevían a darle la noticia de su muerte, pues se decían: Si cuando aún vivía el niño le hablábamos y no quería oír nuestra voz, ¿cuánto más no lo hará cuando le digamos que el niño ha muerto? 19
Mas David, al ver que sus servidores cuchicheaban entre sí, comprendió que el niño había muerto, y preguntó a sus servidores: ¿Ha muerto el niño? Y ellos le respondieron: Ha muerto. 20
Levantóse entonces de tierra David; se bañó, se ungió, se mudó sus ropas y, entrando en la casa de Yahvé, oró. Vuelto a casa, pidió que le trajeran de comer, y comió. 21
Dijéronle sus servidores: ¿Qué es lo que haces? Cuando el niño aún vivía, ayunabas por él y llorabas, y ahora que ha muerto te has levantado y has comido. 22
Y él respondió: Cuando aún vivía el niño, ayunaba y lloraba, diciendo: i Quién sabe si Yahvé se apiadará de mí y hará que el niño viva! 23
Ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar? ¿Podré ya volverle la vida? Yo iré a él, pero él no vendrá más a mí. 24
Consoló David a Betsabé, su mujer, y, entrando a ella, durmió con ella, y ella le dio un hijo, a quien llamó Salomón, 25
al que amó Yahvé, que envió a Natán profeta, el cual le dio el nombre de Jedidia por causa de Yahvé.
Esperaba David que con la oración y el ayuno ablandaría el corazón de Dios y obtendría la gracia de la curación del niño, Oró, ayunó (3:3 5)
pasando las noches sobre el desnudo suelo cubierto de saco (21:10;
1Re_21:27). Acaso por esta devoción devota y resignada obtuvo David que fecundara Dios la unión de David con Betsabé, dándole un nuevo hijo, al que se le llamó Salomón =
Shelomoh, pacífico, por estar David en paz con Dios y con los enemigos fronterizos (
1Cr_22:9). Por conducto de Natán hizo saber píos a David que amaba al niño, por lo cual se le puso el nombre de
Jedidia = amado de Yahvé. Noticia enigmática, ya que nunca se le llamará por este nombre. Quizá haya aquí el recuerdo de un doble nombre dado al niño, uno al nacer
(Jedidia) y otro con ocasión de la coronación por rey (
Isa_9:5;
2Re_14:21;
2Re_15:1;
2Re_23:34;
2Re_24:17; De Vaux). Desde este momento deja adivinar el texto que este hijo sucederá a su padre en el trono, a pesar de existir otros con mayores títulos. Tenemos en este pasaje una confirmación clara de que Dios elige a los que quiere.
Toma de Raba (2Re_12:26-31).
26
Joab, que asediaba Raba, de los hijos de Amón, se apoderó de la ciudad de las aguas 27
y mandó mensajeros a David para decirle: He atacado a Raba y ya me he apoderado de la ciudad de las aguas; 28
reúne, pues, al pueblo todo y ven a acampar contra la ciudad, para que no sea yo quien por mí mismo la tome y sea llamada con mi nombre. 29
David reunió al pueblo, y, marchando contra Raba, la atacó y se apoderó de ella. 30
Quitó la corona de Milcom de sobre su cabeza, que pesaba un talento de oro. Tenía una piedra preciosa, y fue puesta en la cabeza de David, que tomó de la ciudad muy gran botín. 31
A los habitantes los sacó de la ciudad y los puso a las sierras, a los trillos herrados, a las hachas, a los molinos y a los hornos de ladrillos. Eso mismo hizo con todas las ciudades de los hijos de Amón. Después se tornó David a Jerusalén con todo el pueblo.
Larga fue la campaña contra los amonitas. Una vez en poder de Joab la ciudad baja, rendida por el hambre, dirigió Joab sus ataques contra la parte alta de la misma, que, por los cálculos de Joab y de sus generales, caería de un día a otro. Quiere Joab que sea para David la gloria de entrar en la fortaleza de los temibles amonitas, y llamara con su nombre a la ciudad.
Se apoderó David de la corona de
Milcom, lección esta última atestiguada por los LXX, en vez de
malkan, su rey, del texto masorético. No es creíble que el rey de los amonitas llevara sobre su cabeza una corona de tanto peso. En efecto, el talento real de Babilonia equivalía a unos sesenta kilogramos; el
kikkar ordinario valía sesenta minas, o sea tres mil siclos (
Exo_38:24-25), correspondiendo a unos treinta y cinco kilogramos . Era Milcom el dios principal de los amonitas (
1Re_11:5-33;
2Re_23:13). No parece que David arrasase la ciudad; de hecho, en tiempos de Amos (
2Re_1:14) estaban en pie sus murallas y era importante en los días de la invasión de Nabucodonosor (
Jer_49:2-3). Los habitantes de Raba fueron hechos prisioneros y condenados a trabajos forzados. A unos empleó en talar árboles y aserrar troncos; a los otros obligó a trabajar como menestrales, molineros y en las tejerías. Los antiguos interpretaban este texto en sentido muy distinto, creyendo que David les había condenado a morir en las sierras, a ser aplastados por carros con ruedas de hierro, descuartizados y quemados vivos en hornos de ladrillo 2.
Con la victoria sobre los amonitas reinó la paz en las fronteras durante toda su vida. Pero los enemigos no habían desaparecido totalmente, subsistiendo con sus reyes, príncipes y soldados. David sometió a los moabitas y amonitas, castigó la soberbia de los filisteos, debilitó la fuerza expansiva de los amalecitas e hizo tributarios a los árameos. Pero nunca pensó anexionar aquellos pueblos a su corona. De ahí que, en realidad, su reino no se extendía al norte hasta el Eufrates, sino hasta el
introitus Hamat, en Lais, o Dan. Sin embargo, por su influencia y fama dominó a los pueblos vecinos, llegando en este sentido su influencia hasta las riberas del Eufrates 3.