Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
32. La compra del campo por Jeremías.
Esta sección biográfica del profeta refleja la época inmediata anterior a la caída de Jerusalén en el 586. El capítulo comprende:
a) introducción histórica (1-5);
b) compra del campo de Anatot (6-16);
c) oración del profeta (17-26);
d) respuesta de Yahvé (27-44). La redacción actual ha sido retocada y ampliada después de Jeremías, pero sustancialmente la perícopa es netamente jeremiana.
Jeremías, encarcelado (1-5).
1 Palabra que fue dirigida a Jeremías de parte de Yahvé el año décimo de Sedéelas, rey de Judá, que fue el año dieciocho de Nabucodonosor. 2Entonces el ejército del rey de Babilonia cercaba a Jerusalén, y el profeta Jeremías estaba encerrado en el atrio de la guardia del palacio del rey de Judá, 3 pues Sedecías, el rey de Judá, le había encarcelado, diciéndole: ¿Por qué profetizas asegurando que Yahvé dice que entregará la ciudad en manos del rey de Babilonia, que la tomará, 4 y Sedéelas, rey de Judá, no escapará a las manos de los caldeos, sino que será entregado en manos del rey de Babilonia y hablará con él boca a boca, y sus ojos verán sus ojos, 5 y llevará a Sedéelas a Babilonia, y allí estará hasta que le visite oráculo de Yahvé , y aunque hagáis la guerra a los caldeos, no tendréis éxito ? La datación histórica es perfecta. El
año décimo de Sededas corresponde al 588, pues Sedecías subió al trono en el 598, sucediendo a su sobrino Jeconías, llevado en cautividad. El asedio de Jerusalén comenzó en el año
noveno de Sedecías ?. es decir, en el 589-588, y fue levantado temporalmente para hacer frente al ejército egipcio, que venía en auxilio de Jerusalén. Quizá en este lapso de tiempo tuvo lugar el hecho que se cuenta aquí, ya que Jeremías recibe a uno de sus parientes de Anatot, lo que en un riguroso asedio no hubiera sido posible. El
año dieciocho de Nabucodonosor coincide con lo que se dice en 25:1 2. En esas circunstancias de cerco de la Ciudad Santa, Jeremías
estaba encerrado en el atrio de la guardia del palacio del rey (v.2). Parece que era la parte del atrio real reservada para cárcel de personas que no se querían enviar a la prisión común 3. Era una libertad vigilada, como la custodia libera de los romanos 4, y así eso se concibe el episodio en cuestión, ya que se le permitía hacer contratos y recibir visitas de parientes. Se le custodiaba porque se le consideraba peligroso como derrotista al anunciar el triunfo de los babilonios asediantes (v.3-4). En el c.37 se especifican más estas acusaciones5. La frase
hasta que la visite (v.5), que en el contexto parece tener un sentido favorable de liberación, no está en los LXX, y es quizá una glosa posterior. No sabemos que Sedecías haya sido liberado del cautiverio, sino que más bien en 52:11 se dice que murió en la cautividad. Quizá algún redactor posterior confundió a Sedecías con Jeconías6. En todo caso, Jeremías había anunciado reiteradamente el desastre de Judá, en el que perecería también la casa real.
La compra simbólica del campo de Anatot (6-15).
6 Y afirmó Jeremías: Se me ha dirigido la palabra de Yahvé, diciendo: 7 He aquí que Janameel, hijo de Sellum, tu tío, vendrá a decirte: Cómprame el campo que tengo en Anatot, pues a ti te corresponde adquirirlo por razón de rescate. 8 Vino, pues, a mí Janameel, el hijo de mi tío, según lo que me había dicho Yahvé, al atrio de la guardia, y me dijo: Cómprame el campo de Anatot, en tierra de Benjamín, pues te corresponde su posesión por razón de rescate. Entendí, pues, que era palabra de Yahvé, 9 y compré el campo a Janameel, mi primo de Anatot, pagándole diecisiete siclos de plata. 10 Hice el contrato por escrito, lo sellé, tomé testigos y pesé la plata en la balanza, 11 y recibí el contrato de venta sellado y el acta de las estipulaciones abierta, 12 y se lo entregaré todo a Baruc, hijo de Nerías, hijo de Masías, en presencia de Janameel, mi primo, y de los testigos que habían firmado el contrato y de todos los judíos que se hallaban en el atrio de la guardia. 13 Y delante de todos di a Baruc esta orden: 14Así dice Yahvé de los ejércitos, Dios de Israel: Toma esos documentos, ese contrato de venta, el sellado y el abierto, y mételos en un recipiente de barro cocido para que puedan conservarse largo tiempo. 15Porque así dice Yahvé de los ejércitos, Dios de Israel: Todavía se comprarán en esta tierra campos y viñas. El relato tiene un valor simbólico, como las acciones del ceñidor escondido en el río y la vasija de barro rota en la casa del alfarero. Aunque parece que el contenido de la narración tiene un carácter personal un negocio particular con un pariente suyo , sin embargo, Dios le advierte de antemano que el contrato que va a realizar tiene un alcance profético.
Jeremías era de familia sacerdotal. Según la Ley, los pertenecientes a la tribu de Leví no podían tener terrenos propios 7, sino que debían vivir de los sacrificios y ofrendas que se hacían en el templo. Sin embargo, hay otras leyes según las cuales se les permitía tener algo de campo en torno a las ciudades que les eran concedidas para que pudieran mantener sus ganados 8. En todo caso, en la práctica parece que la ley primitiva se cumplía con cierta laxitud, y de hecho tenían bienes propios, regulados conforme al derecho consuetudinario 9. El caso que se plantea aquí tiene otro paralelo en el libro de Rut10. Para que los bienes, en lo posible, no salieran del ámbito de la familia que los había heredado tradicionalmente, estaba estipulado que, cuando alguno quería vender un campo, debía ofrecerlo, antes que a nadie, a su pariente más próximo
n. El que lo adquiría era llamado
rescatador, o
goel en hebreo. Por eso, el primo dice a Jeremías:
te corresponde su posesión por razón de rescate (v.8). Como Yahvé le había anunciado de antemano que su primo le había de visitar con este fin, vio en ello la voluntad expresa de Dios:
entendí que era palabra de Yahvé (v.8), a pesar de que no se dice que Dios le hubiera ordenado expresamente hacer la transacción.
El precio de
diecisiete sidos de plata (v.8) es realmente exiguo (unas 50 pesetas oro). No sabemos el valor adquisitivo del dinero entonces; tampoco sabemos la extención del campo; pero, puesto que la compra se realizaba entre parientes, quedaba siempre el derecho del vendedor de rescatar el campo por la misma cantidad 12. Las mismas condiciones de inseguridad social por la guerra (
Anatot estaba en la zona de guerra, pues está a unos kilómetros al nordeste de Jerusalén) harían que el valor de los inmuebles fuera mínimo. En todo caso, para el fin simbólico que tenía la compra en la mente del profeta, no interesa la cantidad, que no es inverosímil históricamente por lo antes dicho. Jeremías tiene interés en que el contrato se haga según todas las formalidades públicas, sellándolo ante testigos como signo de autenticidad. Además quería dar la máxima publicidad para poder después declarar públicamente su sentido profético para la posteridad. Era corriente hacer un duplicado del contrato 13.
Probablemente Jeremías lo escribió sobre
papiro, al modo egipcio, no en tabletas de arcilla, al modo babilónico. Según la costumbre egipcia, se escribía el texto dos veces en el mismo papiro, una por dentro, y se enrollaba, sellándolo para que no pudiera ser abierto, y otra a continuación, pero de modo que al enrollarse el papiro quedara para afuera el texto, siendo posible leerlo sin dificultad 14. Ambas partes de papiro estaban unidas y no podían separarse. En el caso de Jeremías, una copia quedaba sellada y otra abierta, sin especificar si ambas estaban unidas. Después lo dio a
Baruc, que aparece aquí por primera vez como fidelísimo secretario que le habría de acompañar en su exilio involuntario a Egipto 15. El profeta había sellado el contrato delante
de todos los judíos que se hallaban en el atrio de guardia (v.12), probablemente el público que acudía junto a Jeremías con la esperanza de oír sus oráculos. El profeta da a Baruc el documento para que lo guarde en
un recipiente de barro cocido (v.14), como era usual en Egipto y Babilonia 16. Los últimos descubrimientos de Ain Fesja y de Qumrán, en el desierto de Judá, confirman este uso en Palestina 17.
El deseo de conservar los documentos era con vistas al futuro:
para que puedan conservarse largo tiempo (v.14). No le interesaba el presente, pues sabía que la catástrofe era inevitable, sino con vistas a un futuro más lejano, pero cierto. El quiere dar con ello una lección de
esperanza a sus compatriotas desmoralizados:
Todavía se comprarán en esta tierra campos y viñas (v.15). Las predicciones sombrías de Jeremías podían sembrar la desesperación en el auditorio, creyendo que, con la destrucción de Jerusalén por las tropas de Nabucodonosor, el pueblo israelita estaba definitivamente borrado de la faz de la tierra. Por eso quiere que piensen en un futuro de restauración, de paz y de prosperidad en que volverán a hacerse transacciones.
Oración del profeta (16-25).
16 Después de haber entregado el contrato de venta a Baruc, hijo de Nerías, dirigí a Yahvé esta oración: 17 ¡Ah Señor, Yahvé ! Tú has hecho los cielos y la tierra con tu gran poder y tu brazo extendido. ¡Nada es difícil a ti! 18 Tú eres el que haces gracia a millares y quien retribuye la culpa de los padres sobre el seno de los hijos después de ellos, el Dios grande, el fuerte, cuyo nombre es Yahvé de los ejércitos, 19 grande en el consejo, poderoso en la obra, cuyos ojos están abiertos para ver los caminos de los hijos de los hombres y dar a cada uno según su camino y según el fruto de sus obras; 20 el que hizo maravillas y portentos en la tierra de Egipto hasta el día de hoy en Israel y en los (otros) hombres, y te has hecho un nombre, como lo es en el día de hoy, 21 y sacaste a Israel, tu pueblo, de la tierra de Egipto, en medio de maravillas y portentos, con mano fuerte y brazo tendido y en medio de gran pavor, 22 y les diste esta tierra que prometiste dar a sus padres, tierra que mana leche y miel, 23 y, entrados en ella, la poseyeron, pero ellos escucharon tu voz ni anduvieron en tu ley, y no hicieron lo que mandaste hacer, y has llamado contra ellos esta desventura. 24 He aquí que ya tocan a la ciudad los terraplenes para tomarla, y la ciudad será presa de los caldeos, que la combaten con la espada, el hambre y la peste, y como tú anunciaste, así ha sucedido, bien lo ves tú. 25 Y ahora, cuando la ciudad va a caer en manos de los caldeos, me dices, ¡oh Yahvé!: Compra el campo y toma testigos. Esta oración, que en parte es un mosaico de frases hechas salmódicas, sin duda que ha sido muy retocada, y sólo sustancialmente podrá atribuirse a Jeremías. Se destaca la providencia de Yahvé sobre su pueblo con las clásicas alusiones a la milagrosa salida de Egipto. Parecen ser de Jeremías los v.24-25, al menos se adaptan bien al contexto. Jeremías no comprende por qué se le manda comprar un terreno, cuando
ya tocan a la ciudad los terraplenes para tomarla (v.24). Es una dramatización de sus deseos para que Yahvé mismo explique el alcance simbólico del extemporáneo contrato.
Respuesta de Yahvé: la destrucción de Jerasalén (26-35).
26 Y fue palabra de Yahvé a Jeremías, diciendo: 27 Mira, yo soy Yahvé, Dios de toda carne. ¿Hay algo difícil para mí? 28 Por eso así dice Yahvé: He aquí que entregaré esta ciudad en manos de los caldeos y en manos de Nabucodoiiosor, rey de Babilonia, que la tomará, 29 y vendrán los caldeos, que atacan esta ciudad, y la pegarán fuego y la quemarán; quemarán las casas en cuyos terrados quemaban incienso a Baal y ofrecían libaciones a los dioses extraños para irritarme, 30 pues lo mismo los hijos de Israel que los hijos de Judá no hacen más que el mal a mis ojos desde su juventud, pues los hijos de Israel no hacen más que irritarme con las obras de sus manos, oráculo de Yahvé. 31 Objeto de ira y de furor ha sido siempre para mí esta ciudad desde el día en que fue edificada hasta hoy para que la haga desaparecer delante de mí, 32 por el mal que los hijos de Israel y los hijos de Judá han hecho para irritarme, ellos, sus reyes y sus príncipes, sus sacerdotes, sus profetas, las gentes de Judá y los habitantes de Jerusalén. 33 Me han vuelto la espalda en vez de darme la cara; yo los he amonestado desde muy temprano y sin cesar, pero ellos no han querido oír ni recibir la corrección. 34 Han puesto sus abominaciones hasta en la casa en que se invoca mi nombre, profanándola. 35 Han edificado los lugares altos de Baal que se hallan en el valle de Ben-Hinnom, para pasar (por el fuego) a sus hijos y a sus hijas en honor de Moloc, cosa que yo nunca les maridé ni nunca me propuse. ¡Cometer abominaciones semejantes y hacerse Judá reo de tal crimen! Esta respuesta de Yahvé, tal como está en el texto, resulta redundante y construida a base de lugares comunes de la literatura profética, particularmente del mismo Jeremías: Dios entrega a Jerusalén a la ruina por sus pecados, particularmente el de la idolatría (v.29). Se enumeran los
terrados de las casas en los que se quemaba incienso a Baal (v.29), los
lugares altos (v.35), las abominaciones en el
valle de Ben-Hinnom (v.35), donde se sacrificaban los niños a
Moloc, etc. 18 El castigo, pues, de Yahvé es inexorable; los ejércitos de Nabucodonosor entrarán e incendiarán la ciudad.
Nueva alianza con los repatriados (36-44).
36 Por eso dice ahora Yahvé, Dios de Israel, de esta ciudad de la que vosotros decís: Ha sido entregada en manos del rey de Babilonia por la espada, por el hambre y por la peste. 37 He aquí que los reuniré de todos los países en que los dispersé en mi cólera, en mi indignación y en mi furor, y los haré volver a este lugar para que en él habiten seguros. 38 Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios. 39 Yo les daré un solo corazón, un solo camino, para que siempre me teman y siempre les vaya bien, a ellos y a sus hijos después de ellos. 40 Y haré con ellos una alianza eterna de no dejar de hacerles bien, y pondré mi temor en su corazón para que no se aparten de mí, 41 y me gozaré en ellos al hacerles bien, y los plantaré firmemente en esta tierra con todo mi corazón y toda mi alma. 42 Porque así dice Yahvé: Como he traído sobre este pueblo todos estos grandes males, así traeré sobre ellos todo este bien que digo de ellos, 43 y habrá todavía poseedores de esta tierra, que vosotros decís desierta, por rio quedar en ella hombre ni bestia y haber sido entregada en manos de los caldeos. 44 Se comprarán campos, dando por ellos el precio en plata; se harán contratos escritos, se sellarán y se aducirán testigos en tierra de Benjamín, en las ciudades de Judá, en las de la montaña, y en las del llano, y en las del mediodía, porque yo haré volver a sus desterrados, oráculo de Yahvé. Como siempre, la contrapartida del anuncio del castigo sobre Israel es el vaticinio de la futura resurrección del mismo como colectividad nacional. Dios ha empeñado su palabra desde antiguo en favor de este pueblo privilegiado, y se siente vinculado de un modo especial a él. Yahvé los ha dispersado en su
furor y los reunirá en su misericordia 19, para ser su
pueblo y El su Dios 20. Para ello, Yahvé mismo les inducirá por los caminos de su ley, dándoles un
corazón nuevo y un solo
camino, de modo que vivan en su santo temor. Sus disposiciones internas cambiarán totalmente 21. Y en el orden material se reconstruirá la vida nacional en la tierra santa:
habrá poseedores en esta tierra (v.43). La
alianza que hará con Israel Yahvé será
eterna, ya que no habrá de nuevo ruptura, pues los israelitas obedecerán siempre con docilidad al Señor 22. La expresión es enfática e hiperbólica, basada en la idealización de los tiempos mesiánicos, cuya preparación se iniciará con la repatriación de los exilados de la Diáspora:
los plantaré firmemente en esta tierra (v.41). Estas palabras responden a las ansiedades del profeta, ya que la tierra después de la catástrofe no quedará perennemente
desierta (v.43), sino que de nuevo habrá
poseedores en ella, de modo que se reanudarán los contratos comerciales (v.44). El vaticinio tiene por fin, pues, suscitar esperanzas en el auditorio del profeta, que pudiera creer irremediable la catástrofe de su pueblo:
Yo haré volver a los desterrados (v.44).
1 Cf.
Jer_30:1. 2 Según el cómputo
Deu_52:29, sería el año diecisiete de Nabucodonosor. 3 Cf.
Neh_3:25. 4 Cf. Act 28,ios. 5 Cf.
Jer_21:7;
Jer_34:2-3;
Jer_37:8;
Jer_38:18.22-23. 6 Cf.
Jer_52:31-34- 7 Cf.
Num_18:20-23; Dt 18,iss. 8 Cf.
Num_35:2-8. 9 Cf.
Lev_25:32-34. 10 Cf.
Rut_4:3-10. 11 Cf. otras compras de terreno,
Gen_23:16;
2Sa_24:24. 12 Cf.
Lev_25:263. 13 Según la costumbre babilónica, se escribía el contrato en una tableta de arcilla, se la sellaba con el sello de las dos parte contratantes, y después se la recubría de otra capa de arcilla, en la que se reproducía de nuevo el texto con los sellos para que se conociese el contenido sin romperlo. En caso de disputa se descubría la primera tableta (Meissner, Bab.
und Ass. II p.342 fig.48). 14 Véase Gressmann,
AH. Or. Text. und B. fig.92 y explicación en ? .61. 15 Cf.
Jer_36:4-5; 41:1is. 16 Meissner, o.c., 44-45; Ermann Rankee,
Aegypten p.127. 17 Cf. RB (1949) p.204.234-586; (1953) p.82.245- Cf. Verbum Dei, II 8673. 18 Cf.
Jer_19:13;
Jer_3:6-10;
Jer_22:21;
Jer_25:6;
Jer_11:17;
Jer_2:27;
Jer_7:13;
Jer_7:30-31. 19 Cf.
Jer_23:3;
Jer_29:14;
Jer_31:8;
Deu_30:3. 20 Cf.
Jer_24:7;
Deu_30:22;
Jer_31:1-33;
Eze_36:28;
Zac_8:8. 21 Cf.
Eze_11:19;
Eze_36:26. 22
Cf.
Jer_31:31;
Eze_37:26;
Isa_55:3;
Eze_16:60.