Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Coalición de cinco reyes amorreos (10:1-7).
1
Al saber Adonisedec, rey de Jerusalén, que Josué se había apoderado de Hai y que la había dado al anatema como había hecho con Jericó y su rey, así hizo con Hai y su rey y que los habitantes de Gabaón habían hecho paces con los de Israel y moraban entre ellos, 2
temieron mucho, porque Gabaón era una gran ciudad, como una de las ciudades reales, más grande todavía que Hai, y sus hombres eran valientes. 3
Adonisedec, rey de Jerusalén, mandó decir a Oham, rey de Hebrón; a Faram, rey de Jerimot; a Jafia, rey de Laquis, y a Davir, rey de Eglón: 4
Subid a mí y prestadme vuestra ayuda para combatir a Gabaón, que ha hecho paces con Josué y con los hijos de Israel. 5
Cinco reyes de los amorreos: el rey de Jerusalén, el rey de Hebrón, el rey de Jerimot, el rey de Laquis y el rey de Eglón, se juntaron y subieron con todos sus ejércitos, y acamparon cerca de Gabaón, asediándola. 6
Los de Gabaón mandaron a decir a Josué, al campamento de Galgala: No dejes de socorrer a tus siervos; sube prestamente a nosotros y socórrenos, porque se han unido contra nosotros todos los reyes de los amorreos que habitan en la montaña. 7
Josué subió a Gálgala, él y todos los hombres de guerra con él, todos los valientes guerreros.
Del rey de Jerusalén es la primera vez que se hace mención de esta ciudad en la Biblia partió la iniciativa de una coalición, acaso por ser él el más poderoso de todos o porque se veía más amenazado directamente, por encontrarse Gabaón a diez kilómetros y medio al norte. La ciudad de Jerusalén es conocida en los textos de
proscripción con el nombre de Urasalim1. La ciudad fue consagrada a Salem o Salim, nombre de una divinidad que aparece en los documentos acádicos del segundo milenio. Llamóse también Bit Sulman, por el templo al dios Sulman, forma dialectal de Salem 2. Su rey es conocido por Adonisec (mi Señor es justicia), que en
Jue_1:5 aparece transformado en Adonibézec. En tiempos de Abraham, el rey y sacerdote de Jerusalén era Melquisedec (
Gen_14:18). En un principio la ciudad ocupó la cima de la colina del Ofel, al sur del área del templo, entre el torrente Cedrón y el valle del Tiropeón.
Las otras ciudades aliadas de Adonisedec fueron Hebrón, célebre en la vida de los patriarcas (
Gen_13:18;
Gen_23:2) y de David, a treinta y dos kilómetros al sur de Jerusalén. Jerimot se identifica con la actual
Jirbet Yarmuc, en la región entre Hebrón y Gaza. La ciudad de Laquis, hoy
Tell Duweir, explorado en los años 1933-1938 por Starkey, alcanzó su período más próspero en la época del Bronce reciente, caracterizada por la dominación egipcia. Según datos de la arqueología, fue destruida entre los años 1230-1200 a.C., es decir, en tiempos de la conquista de Canaán por Josué. Su emplazamiento era estratégico, al pie de la montaña y al comenzar la llanura ondulada que se extiende entre el monte y el litoral mediterráneo 3. La ciudad de Eglón se coloca en
tell es-Hesi, a veinticinco kilómetros al nordeste de Gaza. Los cinco reyes sitiaron a Gabaón.
Josué corre en ayuda de Gabaón (Gen_10:8-11).
8
Yahvé había dicho a Josué: No los ternas, porque te los entregaré en tus manos y ninguno de ellos podrá resistir ante ti. 9
Josué se echó sobre ellos de improviso; habían hecho la marcha desde Gálgala, andando toda la noche. 10
Yahvé arrojó en medio de ellos la turbación ante Israel, e Israel los derrotó junto a Gabaón; y persiguiéndolos por el camino que va a Betorón, los batió hasta Azeca y Maceda. 11
Cuando iban huyendo delante de los hijos de Israel en la bajada de Betorón, Yahvé hizo caer sobre ellos grandes piedras del cielo hasta Azeca, y murieron muchos, siendo más los muertos por las piedras de granizo que los muertos por la espada de los hijos de Israel.
A la angustiosa llamada de los gabaonitas acudió Josué con todo su ejército. Antes de emprender la marcha desde Gálgala, consultó a Yahvé, que le aseguró el éxito de la empresa. Después de una marcha nocturna de unos treinta kilómetros, sorprendió al enemigo de madrugada, derrotándole. En la huida, una furiosa tempestad de piedras y granizo diezmó al ejército enemigo. Se distinguen dos Betorón en el libro, el alto (
Gen_16:5) y el bajo (
Gen_16:3;
Gen_18:13-14), que corresponden, respectivamente, con los actuales
Beitur la alta y
Beitur la baja, al noroeste de Gabaón. En
1Ma_3:16 se hace mención de Betorón alto.
Hace ver el autor sagrado que la victoria se debe en primer término a Dios, por haber sembrado el pánico entre los confederados, que huyen despavoridos. En la bajada de Betorón sorprendió al enemigo una furiosa tempestad, que presagiaba la derrota; según los antiguos, era la tempestad
la manifestación de la ira de Dios (
1Sa_7:10-12;
Sal_18:11-16;
Hab_3:8-10). En los cuatro kilómetros de la cuesta o
descensus de Betorón, torrentes de agua bajaban del monte arrastrando tierra y rocas en gran cantidad, mientras el granizo caía abundantemente. Dios luchaba desde el cielo en favor de los israelitas; contra El no había resistencia posible. La intervención del cielo era tanto más manifiesta cuanto que, habiendo pasado la época de las lluvias, no era de esperar que se produjeran precipitaciones, y menos aún grandes tempestades.
Versión épica de la batalla (Hab_10:12-15).
12
Aquel día, el día en que Yahvé entregó a los amorreos en las manos de los hijos de Israel, habló Josué a Yahvé, y a la vista de Israel, dijo: Sol, detente sobre Gabaón; y tú, luna, sobre el valle de Ayalón. 13
Y el sol se detuvo, y se paró la luna, hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos. ¿No está esto escrito en el libro de Jaser? El sol se detuvo en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse, casi un día entero. 14
No hubo, ni antes ni después, día como aquel en que obedeció Yahvé a la voz de un hombre, porque Yahvé combatía por Israel. 15
Josué, con todo Israel, se tornó al campamento, a Caígala.
La espantosa tempestad de granizo que aniquiló al ejército amorreo en la bajada de Betorón era una confirmación manifiesta de que Dios combatía al lado de Israel. Josué persiguió a los reyes confederados hasta Azeca, el actual tell-Zacaría, al nordeste de Laquis (
Hab_15:39; 1 Sam 17-1;
Jer_34:7) y Maceda, de cuya identificación discuten los autores. Quizá deba emplazarse
enjirbet el-Heisum, a tres kilómetros al norte de tell-Zacaría.
El recuerdo de la batalla de Gabaón se conservó entre el pueblo, y los poetas desplegaron en torno a este hecho milagroso su inspiración poética. A este folklore popular y a esta versión épica de la batalla hace referencia el autor sagrado cuando, a continuación del versículo 11, intercala el texto de un cántico antiguo triunfal conservado en el libro de Jaser (
2Sa_2:18). No comprendía el pueblo cómo pudo Josué llevar a cabo en el espacio de un solo día tantas hazañas. De ahí que, teniendo en cuenta su condición de profeta y la amistad que le unía a Yahvé, creyera que a su voz se detuvo el sol en su carrera. Con esta inserción, dos cosas ha logrado el autor sagrado: 1) poner de relieve la gran personalidad de Josué, que, como otro Moisés, domina los elementos; 2) recoger en su libro la memoria de una versión poética de un hecho diversas veces celebrado por los vates de Israel. Conforme al texto de esta exaltación poética de la victoria, anota el hagiógrafo, no hubo jamás un día como aquél. Y en verdad que la victoria de Betorón merecía ocupar un lugar destacado en los anales de la historia de Israel, ya que a partir de la misma quedaba abierto al ejército de Israel todo el mediodía de Palestina. Según lo que acabamos de exponer, no caben las objeciones que contra este pasaje han amontonado los críticos independientes, creyendo abrir una brecha en la absoluta inerrancia de los autores sagrados. El autor de nuestro pasaje se ha limitado a registrar en su libro una versión popular y poética de la victoria, sin comprometer su propio juicio acerca de los pormenores de la misma. Como todos sus contemporáneos, creía el autor sagrado en la inmovilidad de la tierra y admitía que el sol daba vueltas alrededor de la misma; pero en este caso concreto no era su intención dar lecciones de orden astronómico, sino simplemente referir una antigua versión épica de la batalla de Gabaón.
Conocido de todos es el incidente de Galileo Galilei (1564-1643) con las congregaciones romanas referentes a este pasaje del libro de Josué, que se produjo por un falso planteamiento del problema de la inerrancia bíblica y por haberse entrometido Galileo en cuestiones teológicas y bíblicas en vez de mantenerse en el terreno científico. En las discusiones con los teólogos romanos declararon éstos que el sistema de Galileo era falso y absurdo en filosofía y formalmente herético, por contradecir a textos bíblicos según su sentido propio y la interpretación unánime de los Padres y doctores de la iglesia. Por el decreto del Santo Oficio de 5 de marzo de 1633 se juzga a Galileo sospechoso de herejía por creer y retener una doctrina falsa y contraria a las Sagradas Escrituras. Este decreto no tenía carácter
doctrinal, sino
disciplinar; no se dictó con el fin de proponer una doctrina, sino como documento en el proceso criminal contra una persona4.
En el caso concreto de Josué no existe ninguna dificultad contra la total inmunidad de error del autor sagrado, quien, como hemos hecho notar, se limita a reproducir, copiar, citar y retransmitir a los lectores la manera como poetas y vulgo representábanse la victoria de Gabaón. Por su parte, el hagiógrafo no emite ningún juicio formal sobre la verdad o error contenidos en esta descripción poética que halló en una colección de himnos patrióticos. En otros lugares bíblicos encontramos también inserciones en el texto de cantos épicos (
Exo_15:1;
1Re_8:12), que comienzan exactamente con las mismas frases empleadas en el v.12: Entonces (en aquel día), el día en que Yahvé. Esta manera poética de narrar un hecho es corriente en la Biblia y en la literatura del Próximo Oriente, por lo que podemos deducir que se trata de un género literario admitido corrientemente en aquel tiempo Que 5:2ss). De ahí que podamos concluir la presente cuestión con las palabras: En vez de ir a la caza de explicaciones de orden físico para explicar este pasaje del libro de Josué, mejor sería ver en él un problema literario y admitir, con muchos autores católicos modernos, que se trata de una citación poética que hay que interpretar conforme a las leyes de la poesía.5
Persecución del enemigo y fin de los cinco reyes (10:16-27).
16
Los cinco reyes huyeron y se refugiaron en la caverna de Maceda. 17
Se lo comunicaron a Josué, diciendo: Han sido hallados los cinco reyes, escondidos en la caverna de Maceda. 18
Josué dijo: Rodad grandes piedras a la boca de la caverna y poned a unos cuantos hombres que la guarden; 19
pero vosotros no os paréis: perseguid al enemigo y picadle la retaguardia; no los dejéis entrar en sus ciudades, porque Yahvé, vuestro Dios, los ha entregado en vuestras manos. 20
Cuando Josué y los hijos de Israel los hubieron enteramente derrotado y batido, hasta exterminarlos, y se refugiaron en las ciudades fuertes los que pudieron escapar, 21
se vino todo el pueblo tranquilamente al campamento, a Josué en Maceda, sin que hubiera quien moviese la lengua contra los hijos de Israel. 22
Josué dijo: Abrid la boca de la caverna, sacad a los cinco reyes y traédmelos. 23
Lo hicieron así, llevando a los cinco reyes, que sacaron de la caverna: el rey de Jerusalén, el rey de Hebrón, el rey de Jerimot, el rey de Laquis y el rey de Eglón. 24
Una vez delante de Josué, llamó éste a todos los hombres de Israel y dijo a los jefes de los hombres de guerra que le habían acompañado: Acercaos y poned vuestro pie sobre el cuello. Ellos se acercaron y pusieron su pie sobre su cuello, 25
y Josué dijo: No temáis y no os acobardéis; sed firmes y valientes, pues así tratará Yahvé a todos vuestros enemigos, contra los cuales combatís. 26
Después Josué hizo darles muerte y los mandó colgar de cinco árboles, y allí estuvieron colgados hasta la tarde. 27
Al ponerse del sol los hizo bajar de los árboles y echarlos en la caverna donde se habían escondido, y pusieron a la boca de la caverna grandes piedras, que todavía se ven hoy allí.
Después de la interrupción del relato con la inserción de una tradición poético-popular de la batalla de Gabaón, reanuda el autor sagrado en el v.16 el curso de la historia. Los cinco reyes coligados llegaron a Maceda y se escondieron en una de las cuevas de la región. Derrotado el enemigo, reunióse en Maceda el ejército de Israel con Josué al frente para ajusticiar a los cinco reyes. Siguiendo una antigua costumbre, mandó Josué a los oficiales (
qasin),
personajes revestidos de dignidad civil y militar (
Isa_1:10;
Jue_11:6-11), que pusieran su pie sobre el cuello de los reyes derrotados como símbolo de dominio absoluto sobre ellos y en señal de desprecio (
Sal_110:1;
Isa_51:23;
Sal_66:12). Al ponerse el sol debía darse sepultura a los cadáveres, conforme al Deuteronomio (
Sal_21:22-23). Las piedras que obturaron la caverna donde fueron arrojados los cinco reyes eran visibles todavía en los tiempos en que se escribió este relato.
Conquista del mediodía de Palestina (Sal_10:28-43).
28
Aquel mismo día se apoderó Josué de Maceda y la destruyó con todos los vivientes que en ella había y su rey, pasándola a filo de espada. Dio al anatema la ciudad y a todos los vivientes que en ella había, sin dejar uno solo, y trató a su rey como había tratado al de Jericó. 29
Pasó Josué con todo Israel de Maceda a Libna y la atacó. 30 Yahvé la entregó también a las manos de Israel, con su rey, y la pasó a filo de espada a ella y a cuantos en ella había, sin dejar escapar uno, y a su rey le trató como había tratado al de Jericó. 31
Pasó luego Josué, y con él todo Israel, de Libna a Laquis, y la atacó, acampando ante ella. 32
Yahvé entregó a Laquis en las manos de Israel, que la tomó al segundo día y la pasó a filo de espada, con todos los vivientes que en ella había, como había hecho en Libna. 33
Entonces Horam, rey de Gazer, subió para socorrer a Laquis; pero Josué le derrotó a él y a su pueblo, sin dejar escapar a nadie. 34
Josué, y con él todo Israel, pasó de Laquis a Eglón; pusieron su campo junto a la ciudad y la atacaron. 35
Aquel mismo día la tomaron y pasaron a filo de espada a todos los vivientes que había en ella, y la dieron al anatema, como habían hecho con Laquis. 36
Josué, con todo Israel, subió de Eglón a Hebrón y atacaron la ciudad; 37
tomada, la pasaron a filo de espada a ella y a su rey, a todas las ciudades de ella dependientes y a todos los vivientes que en ellas se hallaban, sin dejar a nadie, como lo había hecho Josué en Eglón, y la dio al anatema con todos los vivientes que en ella había. 38
Josué, y todo Israel con él, se volvió contra Dabir y la atacó; 39
tomada, con su rey y todas las ciudades de ella dependientes, las pasaron a filo de espada, y dieron al anatema a todos los vivientes que allí había, sin dejar escapar a nadie. Josué trató a Dabir y a su rey corno había tratado a Hebrón. 40
Josué batió toda la tierra, la montaña, el mediodía, los llanos y las pendientes, con todos sus reyes, sin dejar escapar a nadie y dando al anatema a todo viviente, como lo había mandado Yahvé, Dios de Israel. 41
Batiólos Josué desde Cadesbarne hasta Gaza y todo el territorio de GosénhastaGabaón.42
Josué tomo a todos sus reyes y toda su tierra en una sola expedición, porque Yahvé, Dios de Israel, combatió por Israel. 43
Después Josué, y todo Israel con él, tornó al campamento, a Gálgala.
El escritor sagrado se limita a una descripción esquemática, estereotipada y con profusión de hipérboles de la campaña del mediodía de Palestina. Sin descender a detalles, da un concepto breve de la campaña relámpago de Josué, a quien asistía Dios para asegurar el éxito. No es probable que Josué sometiera en dos días a todos los enemigos del sur y expugnara todos sus ciudades, muchas de las cuales estaban sólidamente fortificadas. Es muy posible que éstas resistieran a los asaltantes y no se entregaran sino después de feroz resistencia. El género literario histórico empleado en este relato puede fácilmente inducir a error si no se tienen en cuenta los modos peculiares de narrar y decir en uso en aquello tiempos de la antigüedad oriental. Sin preocuparse de los pormenores, ha resumido el hagiógrafo la conquista de las ciudades del mediodía de Palestina, que fue rápida, decisiva para el porvenir y victoriosa frente a un enemigo superior en número y en armas. La razón de este éxito radica en la intervención directa de Dios, que nunca faltaba mientras Israel permanecía fiel a las leyes de la alianza. En breves pinceladas se resume una campaña larga y penosa. El método histórico adoptado lleva al hagiógrafo a repetir la conquista de Maceda, que en los versículos anteriores (16-19) se supone ya subyugada. El rey de Hebrón de que se habla en el v.37 era el sucesor del que fue ajusticiado en Maceda. A la gran figura de Josué se atribuyen victorias logradas por otros, a la manera como a la acción y actividades de Moisés se atribuye toda la legislación israelita. El método esquemático empleado se basa en una visión profética de la historia considerada en su unidad. Los comienzos humildes, desde el punto de vista de los designios de Dios, son ya realizaciones futuras. Al principio de la conquista de Canaán, el autor sagrado contempla
el descanso de Israel en la tierra que Dios le da 6.
Quien siga la campaña de Josué en el mediodía de Palestina sobre un mapa verá los desplazamientos en forma de S del jefe israelita. De Maceda (
Jirbet el-Heisum)
pasa a Libna, en la Sefela, en la desembocadura del valle de Elah (
Sal_15:42;
Sal_21:13), cuyo lugar ocupa hoy
Tell Bornat, a nueve kilómetros al sur de
tell es-Safi. De Libna desciende a Laquis. A su ayuda corrió el rey de Gazer o Gezer, ciudad a veintiocho kilómetros al sudoeste de Jafa. La ciudad de Dabir se encontraba en la montaña de Judá, al sudoeste de Hebrón, hacia el Negueb (
Sal_12:13;
Sal_15:49;
Jue_1:11). Actualmente prevalece la sentencia de identificar su emplazamiento con
tell Beit Mirsim7. Del examen de las ruinas de la ciudad se deduce que en la misma se produjo una gran devastación hacia el año 1225 a C., contemporáneamente a la campaña bélica de Josué por el mediodía de Palestina. Las excavaciones arqueológicas de Laquis y Dabir confirman el relato histórico de la conquista de Canaán en los alrededores del año 1200 a.C. 8