Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
3. Tercera Lamentación: Jerusalen, Asolada.
Se suele dividir esta lamentación en tres partes:
a) 1-24: de carácter personal, habla el profeta en primera persona;
b) 25-39: de carácter gnómico o sentencioso, habla en tercera persona o impersonal;
c) 40-47: de carácter colectivo. Característica de esta lamentación es que el sistema acróstico se acentúa, repitiéndose tres veces en cada verso la misma letra. Muchos autores han creído ver en este capítulo varias piezas independientes ensambladas por un redactor posterior, pero otros creen que se puede mantener la unidad sustancial. Los conceptos se repiten menos, pero las exigencias del alfabetismo, o disposición acróstica, repetida tres veces en cada verso, liga mucho la agilidad del pensamiento del poeta. No se menciona a Jerusalén ni tampoco el templo, sino que es un puro desahogo
personal. De ahí que, para muchos críticos, este fragmento es una oración elegiaca individual de datación posterior, unida a las otras lamentaciones tradicionales
por exigencias litúrgicas. En los v.1-24, el orante describe sus sufrimientos al estilo de muchos salmos, y no se vinculan esos sufrimientos personales a la catástrofe nacional. Es como un soliloquio con muchas semejanzas a fragmentos del libro de Job. Como la forma monologada no es ajena al estilo de Jeremías, muchos autores creen que es realmente del profeta de Anatot, y así lo ha mantenido la tradición judeo cristiana.
1 Alef. Yo soy el varón que ha visto la miseria bajo el látigo de su furor. 2 Alef. Llevóme y me metió en tinieblas sin luz alguna. 3 Alef. Todo el día vuelve y revuelve su mano contra mí. El profeta Jeremías se nos presenta a veces como un varón de dolores, sin tener acceso alguno al banquete alegre de la vida ! Bien, pues, puede ser el autor de la tercera lamentación, en la que se nos presenta bajo el peso del infortunio y de la miseria. La descripción tiene mucho de paralelo con ciertos pasajes del libro de Job 2. En ambos se trata de la íntima tragedia de un ser inocente visitado por
el látigo del furor de Yahvé. Las frases del desventurado varón de Hus son arrebatadoras y lacerantes:
Feliz era yo, y El me arruinó, me cogió por el cuello y me estrelló. Púsome por blanco de sus saetas, me cercaron sus arqueros, me traspasan los ríñones sin piedad. Me hace herida sobre herida y me acomete como fuerte guerrero.3 Ha cerrado mis caminos y no tengo salida, ha llenado de tinieblas mis senderos. 4 Esta lamentación, en vez de tener un carácter dramático, es un soliloquio con aire de explosión lírico-elegiaca: Dios es el que directamente envía el castigo, y trata al profeta como simple objeto de su ira5. El paciente se halla en una atmósfera de
tinieblas por efecto del
furor del Omnipotente.
4 Bet. Ha consumido mi carne y mi piel, ha quebrantado mis huesos. 5 Bet. Ha levantado contra mí un muro, me ha cercado de veneno y de dolor. 6 Bet. Me hace habitar en tinieblas, como los ya de mucho tiempo muertos. El profeta detalla su miseria y, con ciertas imágenes convencionales, similares a las que encontramos en Job y los Salmos, expresa su máxima postración física y moral6. Apesadumbrado bajo el peso del dolor, se siente ya habitando en el
seol, o morada tenebrosa de los muertos7. Yahvé parece perseguirle y acosarle con
veneno y dolor, como si estuviera juramentado contra él y no tuviera compasión del paciente, cuya
carne y piel están agotadas y sin vigor. Las metáforas son vigorosas y expresivas, según el característico realismo oriental. A nuestra sensibilidad resultan duras y casi blasfemas; pero no debemos olvidar la tendencia a las frases radicales y paradójicas en los escritores orientales.
7 Guímel. Me cercó por todos los lados, sin dejarme salida; me puso pesadas cadenas. 8 Guímel. Y aunque clamo y voceo, no se hace accesible a mi oración. 9 Guímel. Cerró mis caminos con sillares de piedra, torció todos mis senderos. El profeta pasa ahora a otra metáfora: su situación es la de un encarcelado cargado de pesadas cadenas 8, sin que pueda disfrutar de la tan ansiada libertad. En su angustia ha buscado ayuda en Yahvé, pero se ha cerrado a admitir toda súplica. Es el tema de muchos salmos y del libro de Job 9. Todos los caminos le están cerrados, pues Dios se ha encargado de hacerle impracticables
con sillares de piedra todos los senderos.
10 Dálet. Fue para mí como oso en acecho, como león en escondrijo. 11 Dálet. Me ha complicado mis caminos y me despedazó, me ha asolado por completo. 12 Dálet. Tendió su arco y me puso por blanco de sus saetas.
En la Biblia es corriente la metáfora del
león en acecho para asaltar al desprevenido; la metáfora del oso con el mismo sentido está exigida por el alfabetismo, que requería una letra que comenzara por
Dálet (
dob: oso). Dios está al acecho del profeta, el cual, nervioso por miedo a caer en una emboscada, ha descarriado el camino. Durante los últimos años, Jerusalén ha querido seguir una política fuera de los planes de Yahvé, y por eso ha tanteado diversos caminos tortuosos, por miedo a caer en manos de Yahvé. Si el profeta simboliza aquí a la comunidad israelita, el sentido alegórico es claro. Al fin tuvo que rendirse a la realidad del castigo, ya que Yahvé
tendió su arco y le puso por
blanco de sus saetas 10. La mano vengadora de Dios cayó inexorablemente sobre la Ciudad Santa.
13 He. Clavó en mis lomos las flechas de su aljaba. 14 He. Soy el escarnio de los pueblos todos 11, su cantinela de todo el día. 15 He. Me hartó de amarguras, me embriagó de ajenjo. Sigue la metáfora anterior: el paciente símbolo de la ciudad castigada por Yahvé ha sido el blanco certero de su ira. Con ello se ha convertido en
escarnio de los pueblos, como ciudad maldita de su Dios 12. Todo el que ha sido castigado por Dios en la mentalidad primitiva antigua era culpable de secretos crímenes ante El13, y, por tanto, digno de ser despreciado de todos. La prueba enviada por Yahvé le ha embriagado de
ajenjo, símbolo literario de la amargura 14. Todos los menosprecios fueron para el paciente como hierbas amargas.
16 Wau. Rompióme los dientes con un casquijo, cubrióme de ceniza. 17 Wau. Fue privada mi alma de paz, ya no gozo de bien alguno. 18 Wau. Y me he dicho: se acabó mi porvenir, y mi esperanza de parte de Yahvé. Dios le ha tratado con dureza. La metáfora es muy gráfica: le
rompió los dientes con un casquijo, dejándole revolcarse en la
ceniza en desahogo de dolor. Como consecuencia ha desaparecido la
paz y la ilusión en el paciente, el cual parece que ha perdido toda esperanza:
se acabó mi porvenir, pues le falta Yahvé, que es quien pudiera ayudarle.
19 Zain. El recuerdo de mi miseria y abandono es ajenjo y veneno. 20 Zain. Cuando me acuerdo, se abate mi alma dentro de mí. 21 Zain. Quiero traer a la memoria lo que pueda darme esperanza. No obstante, la impresión de desesperación que aparece en el verso anterior, aquí parece atenuarse con un rayo de esperanza. Pensando en su tragedia íntima, todo es
ajenjo y veneno para el paciente; pero, con todo, levanta la mente hacia algo que pueda darle
esperanza. Es el constante contraste de esperanza y desesperación que encontramos en el libro de Job y aun en Jeremías 15. Por encima de todas las tribulaciones,
la fe en un Dios benigno le hacía sentir una íntima esperanza de salvación. Las expresiones, debidas a la imaginación ardiente poética, son muchas veces atrevidas e hiperbólicas; por eso no han de tomarse al pie de la letra.
22 Jet. No se ha agotado la misericordia de Yahvé, no ha llegado al límite su compasión. 23 Jet. Se renuevan todas las mañanas. Grande es tu fidelidad. 24 Jet. Mi porción es Yahvé, dice mi alma; por eso quiero esperar en El. En medio de tanta desolación, el profeta siente una secreta e íntima confianza en Yahvé, porque sabe que su
misericordia es infinita, y grande
su fidelidad a, las promesas. Por otra parte, Yahvé es la
porción o heredad del paciente. Estas frases tienen un aire claramente salmódico 16. Las expresiones son recargadas, para destacar lo profundo de la aflicción del profeta, sea que hable en nombre propio o de la comunidad desolada.
25 Tet. Bueno es Yahvé para los que en El esperan, para el alma que le busca. 26 Tet. Bueno es esperar callando el socorro de Yahvé. 27 Tet. Bueno es al hombre soportar el yugo desde su mocedad. Estos tres versos tienen un carácter gnómico o proverbial, muy en consonancia con la literatura sapiencial. Se exalta la sumisión humilde a la voluntad divina. En el libro de Job se da la solución al problema del dolor del justo apelando a los misteriosos caminos de la Providencia. Por ellos ha de buscarse el abandono total a sus designios secretos, esperando
callado el socorro de Yahvé (v.26). Por otra parte, es conveniente que el hombre se acostumbre al
yugo de la Ley o del sufrimiento desde sus tiempos mozos.
28 Yod. Sentarse en soledad y en silencio, porque es Yahvé quien lo dispone. 29 Yod. Poner su boca en el polvo y no perder toda esperanza. 30 Yod. Dar la mejilla al que le hiere, hartarse de oprobios .
Como consecuencia de este confiar en los secretos caminos de Dios, lo mejor es mantener un espíritu de resignación ante la adversidad, humillándose con la boca
en el polvo, manteniendo siempre^ la luz de la esperanza, y, por otra parte, conservar un completo espíritu de mansedumbre para con los demás, sin reacciones violentas ante la injuria. Este ideal parece ya del í. Ô. y refleja el profundo sentido religioso del justo en el A.T. En plena vigencia de la ley del talión,
no faltan espíritus con especial sensibilidad religiosa
que se acercan al ideal evangélico movidos por un secreto instinto divino.
51 Kaf. Porque el Señor no desecha para siempre. 32 Kaf. Sino que, después de afligir, se compadece según su gran misericordia. 33 Kaf. Porque no aflige por gusto, ni de grado acongoja a los hijos de los hombres. Estos tres versos tienen un marcado carácter didáctico sapiencial al estilo del libro del Eclesiástico. En ellos se enseña la doctrina tradicional combatida en el libro de Job: el hombre sufre por sus pecados. Dios en sus acciones no se mueve arbitrariamente, sino que acomoda sus premios y castigos a la conducta humana 17.
34 Lamed. Aplastar con los pies a los cautivos todos de la tierra. 35 Lamed. Violar la justicia de un hombre a los ojos del Altísimo. 36 Lamed. Hacer entuerto a uno en su pleito, ¿no ha de verlo el Señor? El hagiógrafo enumera varias violaciones del derecho natural que Dios no puede dejar impunes: la opresión de los pobres cautivos, la violación de la justicia social 18 y la irregularidad en los juicios con testimonios falsos.
Todo esto clama justicia a Dios. Por eso no es de extrañar que de cuando en cuando castigue severamente, pues no en vano se acumulan los pecados ante El.
37 Mem. ¿Quién podrá decir una cosa sin que la disponga el Señor? 8 Mem. ¿No proceden de la boca del Altísimo los males y los bienes? 39 Mem. ¿Por qué, pues, ha de lamentarse el viviente, el hombre, de su pecado? Existe una providencia divina sobre todo lo de este mundo, y nada pasa sin que lo haya dispuesto Dios 19. El hombre, por su parte, debe pensar en que los males que le sobrevienen es en castigo de sus pecados. En realidad, todo viene de Yahvé: bienes y males. El autor no especifica entre voluntad permisiva o positiva eficiente.
40 Nun. Escudriñemos nuestros caminos y examinémoslos, y convirtámonos a Yahvé. 41 Nun. Alcemos nuestro corazón y nuestras manos a Dios, que está en los cielos. 42 Nun. Hemos pecado, hemos sido rebeldes, y no nos perdonaste. Ahora la lamentación tiene un carácter colectivo. El poeta ha pasado del campo individual al de la nación pecadora 20. Ante los secretos y justos caminos de la Providencia, no cabe sino hacer un claro examen de conciencia sobre las transgresiones pasadas para iniciar un retorno a Dios. Lo primero que se exige es una confesión de los pecados y el reconocimiento de que los desastres sobrevenidos a la nación fueron por estas transgresiones:
no nos perdonaste.
43 Sámec. Desencadenaste tu ira y nos perseguiste, mataste sin piedad. 44 Sámec. Te has cubierto de una nube para que no llegue a ti la plegaria. 45 Sámec. Y nos hiciste oprobio y escarnio en medio de los pueblos. Como consecuencia de los pecados de Israel, Yahvé ha desencadenado su ira, que se ha manifestado sin piedad. Por otra parte, en su justicia vengadora no ha querido escuchar las plegarias de su pueblo, ocultando su faz como tras de una nube. Por ello vino la ruina total, y el pueblo antes predilecto de Dios ha sido convertido en
oprobio y escarnio en medio de todos los pueblos 21.
46 Ayin. Abren contra nosotros su boca todos cuantos nos odian. 47 Ayin. Nuestra parte es el terror y la fosa, el exterminio y la ruina. 48 Ayin. Corren de mis ojos ríos de agua por la ruina de la hija de mi pueblo. Sigue la descripción de la tragedia de Judá: todos los enemigos les desprecian y amenazan, abriendo la
boca como leones hambrientos dispuestos a saltar sobre la presa. Por todas partes no hay más que
terror y fosa, es decir, peligro de muerte. La metáfora de la
fosa, corriente en la Biblia 22, está tomada de la caza: a las bestias del campo se les cavan fosas para que caigan en ellas. Así el pueblo israelita se halla amenazado por doquier de muerte. Por eso, el profeta se deshace en lágrimas por la
ruina de su pueblo.
49 Pe. Mis ojos derraman lágrimas sin descanso y sin cesar, 50 Pe. hasta que Yahvé mire y vea desde lo alto de los cielos. 51 Pe. Mis ojos contristan mi alma por todas las hijas de mi ciudad. El profeta, ante tanto dolor, se constituye en un estado permanente de duelo en espera de que Yahvé, al fin, admita sus súplicas. La ruina de la Ciudad Santa le ha afectado en extremo y no puede pensar en otra cosa.
52 Sade. Me dieron caza como a un ave los que sin causa me aborrecen. 53 Sade. Han hundido mi vida en una fosa, arrojando piedras sobre mí. 54 Sade. Subieron las aguas por encima de mi cabeza, y me dije: Muerto soy. Sigue la metáfora de la caza para expresar el estado de persecución del profeta. Ahora parece hablar en sentido personal, pero el profeta puede ser un símbolo o tipo de la colectividad judía destruida. Algunos autores creen ver en la frase
Han hundido mi vida en una fosa, arrojando piedras sobre mí, una alusión a su reclusión en una cisterna 23. Pero parece explicarse mejor en sentido metafórico. La situación del profeta angustiado es como la del que ha sido encerrado en una fosa, apedreado de sus enemigos. Lo mismo parece significar el v.54:
Subieron las aguas por encima de mi cabeza., muerto soy. Parece una continuación de la metáfora anterior: al ser entregado a una fosa o cisterna, ha sentido las aguas sobre él, y entonces se ha creído perdido. Es frecuente en la Biblia la metáfora de las
aguas inundantes para indicar una gran angustia 24.
55 Qof. Invoqué tu nombre, ¡oh Yahvé! desde lo hondo de la fosa, 56 Qof. y oíste mi voz: No cierres tus oídos a mis suspiros. 57 Qof. Cuando te invoqué, te acercaste y dijiste: No temas. Al fin la plegaria del profeta, en el colmo de la tribulación, es oída por Dios, recibiendo palabras de confortamiento: No
temas. En medio de la casi total desesperación siempre hay un horizonte de esperanza en Yahvé, y, finalmente, Dios termina por oír a los que humildemente le buscan.
58 Res. Tú, Señor, defendiste la causa de mi alma, has rescatado mi vida. 59 Res. Tú ves, Yahvé, mi opresión; ¡hazme justicia! 60 Res. Tú ves todos sus rencores, todas sus maquinaciones contra mí. Una vez pasado el peligro, el hagiógrafo reconoce la protección de Yahvé sobre su persona, que había estado en peligro de muerte: has
rescatado mi alma (v.58). Y pide venganza para sus perseguidores 25. Las expresiones son similares a las de muchos salmos 26, pero se encuentran también en el libro de Jeremías 27. En medio de su tribulación sale un íntimo grito de su alma:
hazme justicia.
61 Sin. Tú, ¡oh Yahvé! has oído sus ultrajes, todas sus tramas contra mí, 62 Sin. las palabras de mis enemigos y los proyectos que para mí trazan todo el día. 63 Sin. Tú ves cuándo se sientan, cuándo se levantan y cómo soy objeto de su satírica cantinela. Ante Yahvé están todas las maquinaciones contra el profeta. Muchas frases tienen un aire salmódico y parecen inspirarse en la literatura sapiencial posterior. En todo caso, el vigor de expresión ha bajado de tono y las reflexiones tienen un carácter más discursivo y menos afectivo. Yahvé conoce la conducta de sus enemigos:
cuando se sientan y cuando se levantan, y cómo el desventurado es objeto de la befa constante de ellos.
64 Tau. Tú les darás, ¡oh Yahvé! su merecido según las obras de sus manos. 65 Tau. Tú les darás la ceguera de corazón, tu maldición contra ellos. 66 Tau. Tú los perseguirás en tu ira y los exterminarás de debajo de los cielos, ¡oh Yahvé! El profeta, doliente, reclama y espera la intervención de la justicia divina. Yahvé no puede pasar impune los ultrajes de sus enemigos, y el hagiógrafo está seguro de que un día la venganza divina impondrá sus fueros, dejando las cosas en su debido punto.
1 Cf.
Jer_15:10;
Jer_15:17;
Jer_15:20,
Jer_15:7. 2 Cf.
Job_16:12;
Job_16:19,
Job_16:8.12; 30,23. 3 Cf.
Job_16:12. 4
Job_19:8. 5 Cf.
Sal_2:9. 6 Cf.
Job_19:19;
Job_30:16-18. 7 Cf.
Sal_143:3;
Job_10:21-22. El
seol hebreo es similar al hades de los griegos y al
arallu. babilónico: región de tinieblas y de tristeza, cuyos moradores llevan una vida lánguida, pero sin dolores. Cf. E. F. Sutcliffe, S.I.,
The Oíd Testament and the future Ufe p.36;
Salman-ticensis (1954)- 8 Cf.
Jer_20:2. 9 Cf.
Job_19:7;
Job_30:20;
Sal_22:3;
Sal_88:15. 10 Cf.
Lam_4:12.13;
Lam_2:4;
Job_6:4;
Job_16:125;
Sal_38:3;
Job_41:20. 11 Así según algunos manuscritos; el TM dice de mi pueblo. 12 Cf.
Jer_20:7;
Job_12:4. 13 Cf.
Job_4:7;
Job_9:4s. 14 Cf.
Job_9:18;
Jer_9:15. 15 Cf.
Job_7:21;
Jer_10:2.20;
Job_16:20;
Jer_15:15;
Jer_18:20;
Jer_20:11. 16 Cf.
Sal_16:5;
Sal_73:26; 119:57- 17 Cf.
Deu_4:29-31;
Jer_18:11;
Eze_33:11;
Sal_130:6.7;
Miq_7:7;
Pro_22:6;
Eco_51:26;
Job_2:13;
Isa_3:26;
Job_42:6;
Isa_50:6;
Sal_103:9. 18 Cf.
Jer_7:55;
Jer_22:133;
Jer_22:34;
Jer_22:115;
Jer_51:28-30. 19 Cf.
Sal_33:9;
Isa_41:23;
Isa_45:7;
Sof_1:12. 20 Cf.
Sal_25:1;
Sal_86:3;
Sal_143:8; ·
Joe_2:12-13. 21 Cf.
Sal_97:28;
Isa_59:1.2. 22 Cf.
Jer_48:43;
Isa_24:17. 23 Cf.
Jer_38:6-13. 24 Cf.
Sal_42:8;
Sal_69:2;
Sal_88:12. 25 Cf.
Jer_11:19-20;
Jer_15:15;
Sal_109:65. 26 Cf.
Sal_3:2;
Sal_18:40;
Sal_28:4;
Sal_59:2;
Sal_138:2;
Sal_139:2. 27 Cf.
Jer_3:17;
Jer_7:24;
Jer_9:13