Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
1. Los Holocaustos.
1
Llamó Yahvé a Moisés y le habló desde el tabernáculo de la reunión, diciendo: 2
Habla a los hijos de Israel y diles: Quien de vosotros ofreciera a Yahvé una ofrenda de reses, ofrecerá ganado mayor o ganado menor. 3
Si su ofrenda es de holocausto de ganado mayor, será de un macho inmaculado; lo traerá a la puerta del tabernáculo del testimonio, para que sea grato a Yahvé; 4
pondrá su mano sobre la cabeza de la víctima, y será aceptada ésta para expiación suya, 5
e inmolará la res ante Yahvé. Los sacerdotes, hijos de Aarón, llevarán la sangre y la derramarán en torno al altar que está a la entrada del tabernáculo de la reunión. 6
Desollarán el holocausto y lo descuartizarán. 7
Los hijos del sacerdote Aarón pondrán fuego en el altar y dispondrán la leña sobre el fuego, 8
y ordenarán sobre ella los trozos con la cabeza y lo pegado al hígado, 9
las entrañas y las patas, lavadas antes en agua, y todo lo quemará el sacerdote sobre el altar. Es holocausto, ofrenda encendida de suave olor a Yahvé. 10
Si la ofrenda es de ganado menor, holocausto de oveja o de cabra, ofrecerá un macho inmaculado, 11
y lo inmolará al lado del altar que mira al norte ante Yahvé; y los sacerdotes, hijos de Aarón, derramarán la sangre en torno del altar. 12
Lo descuartizarán, y con la cabeza y el sebo lo dispondrá el sacerdote sobre la leña encendida del altar. 13
Las entrañas y las patas se lavarán en agua, y todo lo quemará el sacerdote sobre el altar. Es holocausto, ofrenda encendida de suave olor a Yahvé. 14
Si la ofrenda a Yahvé fuere un holocausto de aves, ofrecerá tórtolas o pichones. 15
El sacerdote llevará la víctima al altar y, quitándole la cabeza, la quemará en el altar; la sangre la dejará correr sobre un lado del altar; 16
los intestinos con sus excrementos los tirará junto al altar, al lado de oriente, en el lugar donde se echa la ceniza. 17
Le romperá las alas, y sin separarlas del todo, el sacerdote la quemará sobre la leña encendida en el altar. Es holocausto, ofrenda encendida de suave olor a Yahvé.
Las ofrendas (en heb. aramaizado
qorban, lit. lo que se acerca al altar, de qrb, acercar)3 tienen que ser de animales domésticos, que pertenezcan en propiedad al oferente: ganado bovino, ovino, caprino y ciertas aves. No se admiten como
ofrendas las fieras o animales salvajes, como gacelas (muy usuales en los sacrificios asirios), ni los peces.
Los
holocaustos (v.3) eran los sacrificios por excelencia. Como su nombre indica (üëïí, todo; êáßù, quemar), las víctimas ofrecidas en
holocausto se
quemaban totalmente sobre el altar. En hebreo este tipo de sacrificio se llama
Oláh (de la raíz 'aíah, levantar), cuya radical parece aludir al acto de ser
levantada la víctima al altar para el sacrificio4. Se dice de esta clase de ofrenda que era de
suave olor a Yahvé (v.9),
porque implicaba la entrega total de la voluntad del oferente, ya que no se reservaba nada para su uso de la víctima como en los otros sacrificios. Por eso se le llama algunas veces el sacrificio
total (
kalil)5. Es el reconocimiento solemne de la soberanía de Dios sobre una cosa, ya que se la inutiliza en su honor. Este tipo de sacrificios es conocido en la época patriarcal6 y es el fundamental del culto levítico. Los ritos esenciales en la inmolación de cuadrúpedos, según la legislación levítica, eran: la presentación de la víctima al altar, la imposición de las manos sobre ella del oferente, la inmolación, la aspersión del altar con la sangre, el desollamiento de la víctima, la descuartización de la misma, poniendo aparte las partes grasas; la colocación de las piezas sobre el altar, el lavamiento de las visceras y, por fin, la combustión sobre el altar. Los actos relacionados directamente con el altar estaban reservados a los sacerdotes, mientras que los otros son cumplidos por los oferentes, aunque, a través de los siglos, los sacerdotes se han reservado actos que primitivamente estaban permitidos a los laicos.7
El ceremonial era distinto si la víctima sacrificada era del ganado mayor o bovino, del ganado menor, ovino o caprino, o un ave. En el primer caso, que constituía el sacrificio más solemne, la víctima debía ser un macho inmaculado, es decir, sin defecto corporal alguno. El oferente lo traerá a la puerta del tabernáculo para que sea grato a Yahvé, pondrá sus manos sobre la cabeza de la víctima y será aceptada ésta para expiación suya; e inmolará la res ante Yahvé. Los sacerdotes, hijos de Aarón, llevarán la sangre y la derramarán en torno del altar que está a la entrada del tabernáculo de la reunión. Desollarán el holocausto y lo descuartizarán. Los hijos del sacerdote Aarón pondrán fuego en el altar y dispondrán la leña sobre el fuego y ordenarán sobre ella los trozos con la cabeza y lo pegado al hígado, las entrañas y las patas, lavadas antes en agua, y todo lo quemará el sacerdote sobre el altar. Es holocausto, ofrenda encendida de suave olor a Yahvé (v.9).
Son de notar en esta descripción las partes que el ritual deja al oferente y las que reserva a los sacerdotes. El oferente presenta la víctima, le impone las manos sobre la cabeza y la degüella. La imposición de las manos, que puede tener muchos sentidos, aquí significa la transmisión de sus poderes para representarlo. La ofrenda significa el ánimo del donante, su devoción; la sangre de la víctima, que va a ser inmolada, y en la cual está la vida, representa la vida misma de quien la ofrece. Recordemos a este propósito
el juicio del Salvador sobre los que ofrecían sus dones para el tesoro del templo8.
La función del sacerdote comienza al recoger la sangre y derramarla en torno del altar; luego, preparar la víctima para disponerla sobre el altar y velar sobre ella hasta que quede totalmente consumida por el fuego.
Era éste el reconocimiento más perfecto de la soberanía de Dios, el acto latréutico por excelencia. La piel quedaba para el sacerdote como emolumento por su ministerio.
La víctima más valiosa era el novillo; por eso estaba reservada a los sacrificios por la comunidad9, por los príncipes de la familia real10, para la consagración de los levitas11, y raramente aparece en los sacrificios privados.
La imposición de las manos aparece en diferentes sacrificios12. El sentido exacto es muy discutido. Entre los romanos, la
manu-missio indicaba la renuncia al derecho de posesión. Parece que en el sacrificio hebraico sobresale la idea de
solidaridad del oferente con la víctima, que es su sustituto ante Yahvé. Esto se ve claro en el rito del sacrificio por el pecado, pues en éste la víctima sufre la pena por los pecados del oferente, y lo mismo en el sacrificio de
expiación, en el que la víctima macho cabrío emisario lleva los pecados de Israel13.
En la inmolación, la sangre vehículo de la vida 14 es la ofrenda por excelencia a la divinidad. En los sacrificios de holocausto y pacíficos era derramada al pie del altar, y en los expiatorios era aspersionada, No es sólo el don de la sangre y de la vida de la víctima inmolada, sino el don mismo de la sangre y de la vida del oferente, lo que es simbolizado por la efusión y la ofrenda de la sangre de la víctima a Dios, pues esta sangre expía en vez del alma15, y, como en las alianzas entre semitas, selladas por la sangre, se crea un lazo de unión íntimo entre el Señor y el fiel, garantía de la benevolencia divina.16
La piel de la víctima del
holocausto pertenecía al sacerdote que ofrecía el sacrificio 17, pero era quemada con la víctima en el sacrificio por el pecado,18 en el sacrificio para la consagración de los sacerdotes19 y en el rito de la vaca roja20.
Debían consumirse por el fuego las diversas partes, incluso la cabeza excluida en los sacrificios egipcios 21 y la grasa que recubre las entrañas, porque era como el bocado más exquisito, y, por tanto, era reservado a Dios y prohibido a los israelitas22.
El
holocausto de
ganado menor era igual al precedente. También debía ser la víctima un macho y sin defecto. Para apreciar el sentido religioso de esta circunstancia no hay sino acudir al profeta Malaquías, que reprende a los sacerdotes por su descuido en esta parte. Era una señal de su poca estima por el culto divino y por Aquel a quien se rendía ese culto23.
No se menciona en el ritual de este holocausto la imposición de las manos ni el despellejamiento de la víctima, aunque han de suponerse. El lugar de la inmolación debe ser en el lado
norte del altar (v.11), porque parece era el espacio libre para ello, pues al este estaban las cenizas (v.16), al oeste el pilón de bronce para las abluciones24, y al sur era la subida al altar. No parece, pues, que haya alusión a la idea de que la divinidad habita hacia el septentrión25.
El holocausto de las aves se hacía en forma análoga, pero el texto no dice nada acerca del sexo de la víctima. La razón de este detalle parece obvia, ya que no es un detalle tan fácil de apreciar como en los otros animales.
Como la ofrenda de las aves no aparece en el v.2 entre las autorizadas, se ha pensado que los v.14-17 serían una adición posterior, impuesta por el uso en beneficio de los pobres, pues a éstos se les autoriza expresamente la ofrenda de estas víctimas en caso de que no puedan presentar cosas de mayor valía26.
En los monumentos egipcios aparecen las ofrendas de aves acuáticas27. Las palomas eran animal sagrado entre los fenicios y sirios.
En Núm c.28-29 se detallan los diversos holocaustos que debían ofrecerse cada año por la salud del pueblo. Como antes indicamos, el
holocausto era el rito central de culto levítico. Se ofrecía cada día, por la mañana y por la tarde, un cordero; era el sacrificio
tamid o perpetuo. En el sábado se inmolaban dos corderos en vez de uno, y en las principales fiestas del año (Pascua, Pentecostés y Tabernáculos) y en las neomenias o principios de mes se ofrecían otros holocaustos. Por aquí se echará de ver que el templo en ciertos días se convertiría en un verdadero macelo, que requeriría, además, una enorme cantidad de leña para la combustión de tanta carne, cuyo olor, que sería grato al Señor por la intención con que se hacía, debía ser menos grato al olfato de quienes no estaban hechos a vivir en medio de aquella humareda. Se comprende por aquí el problema que planteaba a muchos Padres, hechos al culto espiritualista del cristianismo, la consideración de aquellas carnicerías, que tan poco se diferenciaban de las que veían en los grandes templos paganos.
¿Por qué Dios prescribió estos sacrificios? ¿No sería que más bien los toleraría por pura condescendencia con las costumbres de los hebreos, para apartarlos de la idolatría? Tal es la sentencia de Agustín de Hipona y de algunos Padres griegos. Es una de tantas
condescendencias de Dios, que, como sabio pedagogo, aprovechó la mentalidad primitivista de los hebreos, adoptando sus ritos y costumbres y adaptándoles a un nuevo sentido religioso monoteísta. Es el caso de la adopción del rito de la circuncisión y de otras leyes sociales y rituales. Siempre el misterio de los caminos de la Providencia en la historia, que no violenta la naturaleza sino en casos excepcionales.
A estos holocaustos, que formaban la parte principal del culto de la nación, hay que añadir los que la ley imponía a los particulares, como a los sacerdotes en su consagración, y los que voluntariamente ofrecían los fieles. Los autores sagrados se complacen en describirnos las grandes hecatombes que a veces se ofrecían a Yahvé, como la ofrecida por la asamblea del pueblo reunida por David en Jerusalén poco antes de su muerte. En ella ofrecieron a Yahvé en holocausto mil becerros, mil carneros, mil corderos con sus libaciones y muchos sacrificios pacíficos por la salud de todo Israel, y comieron y bebieron ante Yahvé aquel día con gran gozo.28 Naturalmente, las cifras son hiperbólicas y no hay que entenderlas al pie de la letra. Siempre la imaginación de los orientales desorbita y agranda los hechos.
En la época de los reyes parece natural que fueran los que proveyeran al culto del templo. Después, en la época persa29, como en la helenística30, los mismos reyes gentiles atendían a esta necesidad, esperando con ello alcanzar las gracias del Dios de los judíos. Su concepto de la divinidad no les impedía rendir culto a otros dioses fuera de los suyos nacionales. Pero esto no era seguro, y Nehemías impuso a todos los israelitas el tributo de un tercio de siclo para el sostenimiento del culto31. El profeta Ezequiel, describiéndonos la futura restauración gloriosa de Israel, dice que será cuenta del príncipe proveer de víctimas para el holocausto, la ofrenda y la libación en las fiestas, en los novilunios, en los sábados, en todas las solemnidades de la casa de Israel32.
Los profetas han proclamado, por encima de los sacrificios rituales, la necesidad de la obediencia a Dios y la de atender a las necesidades de los desvalidos, como el huérfano, el pobre y la viuda. No es aceptable a Yahvé el sacrificio con las manos manchadas. Para ellos, los valores éticos están por encima de los puramente rituales33. Esto no quiere decir que sean enemigos de los sacrificios cuando se ofrezcan con las debidas disposiciones morales. Isaías es tajante al respecto: ¿A mi qué, dice Yahvé, toda la muchedumbre de vuestros sacrificios? Harto estoy de holocaustos de carneros, del sebo de vuestros bueyes cebados; no quiero sangre de toros, ni de ovejas, ni de machos cabríos. ¿Quién os pide esto a vosotros, cuando venís a presentaros ante mí hollando mis atrios? No me traigáis más esas vanas ofrendas. El incienso me es abominable..., las fiestas con crimen me son insoportables...34
Algunos Padres de la Igledia enseñan que el holocausto es la figura del sacrificio de Cristo35, que los ha sustituido definitivamente. Es la afirmación clara del autor de la Epístola a los Hebreos: No os habéis complacido ni en los holocaustos ni en los sacrificios por el pecado; entonces yo dije: Heme aquí, ¡oh Dios!, para hacer tu voluntad.36 Es la nueva Ley, que sustituye y eleva la antigua; la nueva economía de salvación sobreponiéndose a la antigua, como etapa definitiva en los planes divinos de redención de la humanidad.
1
Exo_28:29. 2 Cf.
Amo_5:21-22. Véase E. Mangenot,
L''authenticité mosaique du Pentateuque (París 1907) p.257 3 Los LXX traducen por ????? (don). La palabra
qorban es aramaica. En heb.
ofrenda se dice
minjah. Qorban aparece en Lev, Núm, Ez, Neh y Me 7:11. 4 Cf.
Lev_14:20;
Jue_6:26 : sacrificar equivale a
levantar la víctima. 5 Cf.
1Sa_7:9. 6 Cf.
Gen_8:20;
Gen_22:13. 7 A. Clamer,
Lévitique (La Sainte Bible) (París 1946) p.30, 8 Me 12:45. 9 Núm c.28-29. 10
Núm_7:15. 11
Num_8:12. 12 En los
holocaustos: Exo_29:15;
Lev_8:18; en los sacrificios
pacíficos: Lev_3:2;
Lev_8:13; en el sacrificio por el
pecado: Lev_4:4;
Lev_4:15;
Lev_4:24;
Lev_8:14. 13 Cf. A. Médébielle,
L'expiation dans l'Ancien Testament et le ? . ?. ? (Roma 1924) P.147s. 14 La vida está en la sangre (
Gen_9:4). 15
Lev_17:11 (traducción de los LXX). 16 A. Clamer, o.c., p.32. 17
Lev_7:8. 18
Lev_4:11;
Lev_16:27. 19
Lev_8:17;
Lev_9:11. 20
Num_19:5. 21 Herod., II 39. 22
Lev_7:23;
Lev_7:25. 23 Mal 1:6s. 24
Exo_30:17;
Exo_40:30. 25
Isa_14:13;
Eze_1:4;
Sal_48:3 26 Cf.
Lev_5:7;
Lev_12:8;
Lev_14:22;
Lev_14:30. 27 Cf. Ancessi,
L'égypte et Moïse p.1 13-134, citado por A. Clamer, o.c., p.35. 28
1Cr_29:31. 29
Esd_7:17. 30
2Ma_9:16;
2Ma_13:16. 31
Neh_17:24. 32
Eze_45:17. 33 Cf.
Isa_1:11-12;
Sal_40:7-9. 34 Cf.
Isa_1:11-12. 35 1-2 q.102 3.3. 36
Heb_10:6-8. Véase
Holocauste en DB III 734