Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
22. Consejos de Sabiduría, Prudencia y Justicia.
El buen nombre. Riquezas. Sabiduría y necedad (22:1-8).
1
Más que las riquezas vale el buen nombre; más que la plata y el oro, la buena estima. 2
El rico y el pobre se encuentran, pero al uno y al otro los hizo Yahvé. 3
El cuerdo ve el peligro y se esconde, pero el necio sigue adelante y la paga. 4
Riquezas, honra y vida son premio de la humildad y del temor de Yahvé. 5
Espinas y lazos hay en el camino del impío; el que guarda su alma se aleja de él. 6
Instruye al niño en su camino, que aun de viejo no se apartará de él. 7
El rico señorea sobre el pobre, y el que toma prestado es siervo del que le presta. 8
El que siembra iniquidad cosecha desventura, y todos sus afanes son vanos. Con frecuencia los sabios valoran las cualidades intelectuales y morales sobre las cosas materiales.
La buena fama es un tesoro más apetecible que las riquezas, y la estima que ella alcanza vale más que los más preciosos metales. Por lo demás, esas cualidades pueden contribuir no poco a conseguir beneficios materiales, como ocurrió en los casos de José, Rut, Ester 1.
Hay dos clases sociales que han existido y existirán siempre en la sociedad: los ricos y los pobres. Unos y otros provienen igualmente de Dios y tienen sus derechos y obligaciones. El rico y el pobre escribe San Agustín son dos cosas entre sí contrarias, pero la una necesaria a la otra... El rico está hecho para el pobre, el pobre está hecho para el rico. 2 Los ricos deben practicar la caridad para con los pobres y guardarse bien de considerarlos como seres inferiores, siendo de la misma naturaleza que ellos. Los pobres deben estar contentos de su suerte y respetar los bienes que Dios quiso darles. Es muy laudable y preciso trabajar por elevar la condición social de los pobres, lo cual está en manos de los ricos, que generosamente deben ceder de los bienes que Dios liberalmente les otorgó, pero sin caer en la utopía de pretender abolir una diferencia social que tiene raíces demasiado hondas para que el hombre pueda aboliría. El verdadero remedio para las desigualdades sociales es reconocer al que las ha establecido y las obligaciones de mutua consideración y respeto que ellas implican (Perowne). Claro que no es lo mismo pobre que miserable. De la miseria que hay en el mundo tiene la culpa el hombre. Dios ha colocado en el universo medios para alimentar una humanidad muy superior a la que hoy puebla el globo.
Las ventajas de la sabiduría se echan también de ver en la conducta frente a los peligros. El sabio es reflexivo; por eso ve venir el peligro y lo evita. El necio no lo es y no descubre el peligro hasta que está encima, cuando ya no es posible evitar la caída en él. Espinas y lazos llama después el sabio a los obstáculos y peligros que el impío encuentra en su camino:
espinas, porque se ocultan bajo las rosas o frutos a que él tiende su mano y al fin le punzan;
lazos, porque caerá víctima de su maldad y hallará en el vicio su castigo. El sabio descubre con su perspicacia esas espinas y lazos, y, como ama su vida y la quiere defender de todo mal, huye de ellos. Para conseguir esa perspicacia y prudencia es importante que la educación comience en los años de la niñez. La mente y el corazón del niño reciben fácilmente y retienen con tenacidad lo primero que en ellos se siembre. Si entonces se le inculcan los principios de la sabiduría, será de mayor como el sabio, que sabe huir de la maldad, no como el necio inexperto, que se deja coger en sus lazos. Por eso la Sagrada Escritura inculca mucho a los padres el deber de educar a los hijos, desde la edad temprana, en la que han de ser rigurosos para con ellos 3.
Los frutos habituales de la sabiduría son atribuidos en el v.4 al temor de Dios y a la virtud de la humildad. Existe íntima relación entre ambas cosas; como la soberbia aparta de Dios, la humildad lleva al temor de Yahvé, y son principio y fundamento de sabiduría y de todas las virtudes. Las riquezas fruto de la sabiduría tienen sus ventajas, y la pobreza sus inconvenientes. El rico suele ser señor del pobre, a quien la indigencia obliga a servir. Pero esa relación de dependencia aumenta cuando media una deuda. El sabio dice que
el que pide prestado es siervo del que le presta (v.7). La ley de Moisés permitía al acreedor vender al deudor insolvente su mujer y sus hijos4. La máxima enseña que es prudente evitar las deudas, al menos por amor a la libertad. La comparación con la simiente pone bien de relieve los efectos funestos de la impiedad. La emplearía también el Apóstol hablando de la resurrección de los muertos 5. El que pasa su vida haciendo el mal, sembrando por doquier impiedades, al fin recogerá los frutos de sus malas acciones, que es el castigo de Yahvé 6. Y si de momento triunfa, su gozo será efímero; antes o después, el castigo de Dios, tal vez la muerte prematura, acabará con sus maldades.
Sentencias varias (22:9-16).
9
El hombre generoso es bendecido, porque da al pobre, de su pan. 10
Arroja al petulante y se acabará la contienda, y cesará el pleito y la afrenta. l Ama Yahvé a los de puro corazón, y agrada al rey la gracia en el decir. 12
Los ojos de Yahvé protegen al justo y trastornan los planes del perverso. 13
Dice el perezoso: Fuera hay un león que me mataría en medio del camino. 14
Sima profunda es la boca de la extraña; aquel que es odioso a Yahvé cae en ella. 15
La necedad se esconde en el corazón del niño; la vara de la corrección le hace salir de él. 16
Oprimir al pobre es para provecho suyo; dar al rico es tirarlo. Esta perícopa, con que termina la segunda parte del libro, presenta unos cuantos pensamientos sueltos ya conocidos. El hombre generoso que practica la caridad para con los pobres será bendecido por Dios, que aumentará sus riquezas7 y tendrá misericordia de sus pecados 8. Las literaturas orientales hacen preciosas recomendaciones a este propósito: No comas tu pan, cuando otro sufre escasez, sin tenderle una mano llena de pan, escribe Alli. Y la sabiduría babilónica: Da pan para comer, da vino a beber, viste y honra a quien te pide una limosna, a fin de que su Dios se regocije contigo 9. En cambio, deberás mantenerte alejado del orgullo
si quieres vivir en paz. Este con su arrogancia no hace más que suscitar discusiones y contiendas, que turban las buenas relaciones sociales. Es además un tipo incorregible, al que es inútil intentar llevar al camino de la sabiduría.
La primera parte del í. 11, si el texto es auténtico, contiene una máxima de elevado valor religioso. Declara el amor de Dios por los limpios de corazón, las almas candorosas y sencillas, en las que no cabe simulación, malas intenciones, maldad, y se acerca a la bienaventuranza de Jesucristo en el sermón déla Montaña (
Mat_5:8) 10. La segunda constata una buena cualidad para ganarse la simpatía del rey, la gracia en el hablar, sobre todo si va unida a la veracidad de sus palabras u. El v.12 parece afirmar la protección que Dios dispensa al justo que cumple su ley, por lo que dirige sus pasos hacia el bien, y la vigilancia que ejerce sobre las intenciones del malvado para en el momento oportuno deshacer sus planes.
El perezoso, con tal de no trabajar, se imagina los más descabellados y ridículos pretextos, como es el que aquí presenta con fina ironía el sabio. Los leones abundaron en ciertas épocas en Palestina 12, pero no es probable que fuesen, y menos ya en esta época, tan abundantes como para que, al volver la esquina de una calle de la ciudad, uno se topase con semejantes fieras.
En la primera parte del libro, el autor declaró qué mal tan grande es caer en los lazos de la mujer adúltera. Sima profunda de la que no es fácil evadirse llama aquí el sabio a su boca, es decir, a sus palabras halagadoras, a sus artimañas seductoras, con las que cautiva a los incautos. El sabio advierte que para evitar esta clase de pecados, a que tan propensa es la naturaleza humana, es preciso contar con una protección especial de Dios, lo que se consigue con una vida justa, que nos hace gratos a sus ojos 13.
La corrección, que tantas veces mencionó el sabio como imprescindible medio de educación, advierte aquí que lo es especialmente para el niño, que no puede tener todavía ideales que le sirvan de móvil en sus acciones, ni experiencia que le haya abierto los ojos a las consecuencias de dejarse llevar de las malas inclinaciones a que el hombre se siente inclinado desde su adolescencia 14. El último verso se refiere al rico y al pobre. Si el texto está bien, el sentido sería que oprimir al pobre redundará después en favor suyo, porque sus sufrimientos se cambiarían, por disposición de la Providencia, en bendiciones. Algunos proponen la corrección dar en lugar de oprimir, en cuyo caso tendríamos una recomendación de la benevolencia para con el pobre muy de acuerdo con la doctrina de los sabios. Dar al rico, dice el sabio, es tirarlo, porque, como ya tiene mucho, lo despilfarra.
1
Ecl_7:1;
Eco_41:15-16. 2 Serm. 15,
De Verbis Domini. Cf. Aristóteles, Poíií. 4:1. 3 Cf. Heinisch, o.c., p.224-225. Dice el Talmud: El que crece con la maldad verá envejecer con él también el mal (Pirke Aboth 4:20). 4
Exo_22:3;
Mat_18:25. 5
1Co_15:42-44. 6 11:18; 12:14. 7 11:24-25; 14:21; 19:17. 8
Isa_58:7-9;
Eze_18:5-13; TM 25:31-46;
1Pe_4:8. 9
La instrucción de Ani (VIII); Pritchard, o.c., p.421;
Consejos de sabiduría (acádica) id., p.426 col.2. 10 Ni el TM ni las versiones dan sentido satisfactorio. Las variantes son tan profundas que no permiten la reconstrucción del texto. La versión sigue los LXX. El TM refiere más bien al rey. Cf.
Mat_5:8. 11 16:13. 1
2Sa_17:34;
2Re_17:25. 13 Rom 1:24-27. 14
Gen_8:21. 15 Gressman, Die neugefundene Lehre des Amen-en-ope und die vorexilische Spruchdichtung Israels: ZAW 42 (1924) 241-252; id., Altorientalische Texle zum A.T. (Leipzig 1926); Erman, Die Literatur der Aegypter (Leipzig 1923); id., Bine agyptische Qiielle der Sprüche Salomas: Sitzungsberichten der Berliner Akademie-Sab XV (1924) 86-93; lance, DasWeisheitsbuch des Amen-em-ope (Kjobnhvn 1925); keimer, The Wisdom of Amen-em-ope and the Proverbs of Salomón: AJSL 43 (1926-27) 8-21; Mallon, La Sagesse de Végyptien Amen-en-ope el les Proverbes de Salomón: Bib (1927) 3-30; Oesterley, The Teaching of Amem-en-ope and the Oíd Testament: Zaw 45 (1927) 9-24; P. humbert, Recherches sur les sources égyp-tiennes de la littérature sapientiale d'Israel (Neuchátel 1929) y RB 26 (1929) 622-624; brunet, Proverbes 22:17-24:22 et la possibilité d'une source égyptienne: Scienc. Ecclésiast. i (1948) 19-40; B. couroyer, Ideal sapieniial en Egypte et en Israel: RB 57 (1950) 174-179! A. alt, Analyse des Amenemope' VTS 3 (Dedic. a Rowley) (1955) 16-25; E. drioton, Sur la Sagesse d'Amé-némopé (Prov 22:17-24:22): Mélang. bibliq. A. Robert (Ñ. é957) 254-280; id., Le livre des Proverbes (22:17-24:22) ct la Sagesse d'Aménémopé: Sac Pag i (P.-Gembloux 1959) 229-241; Un livre hébreusous couverture; égyptienne (Sap. Aménémopé): Tabl. Rond. 1954 (1960)81-91; couroyer, Aménémopé 1:9: 3:13: Egypte ou Israel: RB 68 (1961) 394-400; A. marzal, La enseñanza de Amenemope (Madrid 1965). 16 3:1-4; 4:1-2. 17 8:32. 18
Deu_21:19. 19 3:27-28; 14:31. 20 Hom. 16 in Matth. 21 6:1; 11:15; 17:18; 20:16. 22
Exo_22:25-27;
Deu_24:10-13. 23
Deu_27:17.