Filipenses 2, 8-11

se rebajó a sí mismo,
haciéndose obediente hasta la muerte
y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó
y le otorgó el Nombre,
que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús
toda rodilla se doble
en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese
que Cristo Jesús es el SEÑOR
para gloria de Dios Padre.
Ver contexto