Jeremías  20, 14-18

¡Maldito el día en que nací!,
¡el día que me dio a luz mi madre no sea bendito!
¡Maldito aquel que felicitó a mi padre diciendo:
«Te ha nacido un hijo varón»,
y le llenó de alegría!
Sea el hombre aquel semejante a las ciudades
que destruyó Yahvé sin que le pesara,
y escuche alaridos de mañana
y gritos de ataque al mediodía.
¡Oh, que no me haya hecho morir desde el vientre,
y hubiese sido mi madre mi sepultura,
con seno preñado eternamente!
¿Para qué haber salido del seno,
a ver pena y aflicción,
y a consumirse en la vergüenza mis días?
Ver contexto