Numeros  5, 19-28

«Entonces el sacerdote conjurará a la mujer y le dirá: “Si no ha dormido un hombre contigo, si no te has desviado ni manchado desde que estás bajo la potestad de tu marido, sé inmune a estas aguas de amargura y maldición. Pero si, estando bajo la potestad de tu marido, te has desviado y te has manchado, durmiendo con un hombre distinto de tu marido...” El sacerdote entonces proferirá sobre la mujer este juramento, y dirá el sacerdote a la mujer: “...Que Yahvé te ponga como maldición y execración en medio de tu pueblo, que haga languidecer tus caderas e infle tu vientre. Que entren estas aguas de maldición en tus entrañas, para que inflen tu vientre y hagan languidecer tus caderas”. Y la mujer responderá: ¡Amén, amén!
«Después el sacerdote escribirá en una hoja estas imprecaciones y las borrará con las aguas amargas. Hará beber a la mujer las aguas amargas de maldición, y entrarán en ella las aguas amargas de maldición.
«El sacerdote tomará entonces de la mano de la mujer la oblación de los celos, balanceará la oblación delante de Yahvé y la presentará en el altar. El sacerdote tomará de la oblación un puñado, el memorial, y lo quemará sobre el altar, y le hará beber a la mujer las aguas. Cuando le haga beber de las aguas, si la mujer está manchada y de hecho ha engañado a su marido, cuando entren en ella las aguas amargas de maldición, se inflará su vientre, languidecerán sus caderas y será mujer de maldición en medio de su pueblo. Pero si la mujer no se ha manchado, sino que es pura, estará exenta de toda culpa y tendrá hijos.
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