Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Salmo 7. Deprecación del Justo Calumniado.
S egún el título, este salmo fue compuesto por David con ocasión de unas palabras calumniosas de un tal Cus, para nosotros desconocido. La vida del gran rey fue muy azarosa durante su juventud antes de ser reconocido como soberano en Hebrón y después cuando trasladó la capital a Jerusalén. Por consiguiente, en su vida debieron de tener lugar muchos lances semejantes al supuesto por esta composición salmódica. Algunos autores suponen que Cus es uno de los cortesanos de Saúl que conspiraban contra el joven David porque iba teniendo más aceptación en el pueblo! Otros más bien creen que la situación del salmo se adapta a la vida azarosa de David, huyendo por el desierto de Judá cerca de Engadí, cuando se enfrentó a Saúl y le declaró que no eran verdaderas las calumnias que le atribuían los seguidores de aquél. En todo caso, estos títulos históricos de los salmos suelen ser postizos, obra de compiladores tardíos, que han tratado de vincular ciertas composiciones a la vida del rey poeta. Así, pues, no podemos considerarlos como base histórica segura para reconstruir el momento y ocasión de la composición del salmo. Por otra parte, los v. 15-18 son de carácter
sapiencial, lo que parece indicar que el salmo es heterogéneo, compuesto de fragmentos de diversas épocas. Los v.7-9a son de índole
escatológica y desconectan la ilación lógica de los v.6 y 9b. Así, pues, podemos suponer que un compilador de época tardía (s.III-II a. C.) yuxtapuso diversos fragmentos de distintos autores anónimos, amparados en la redacción final bajo el nombre del salmista por antonomasia, David.
Esta pieza carece de ritmo regular y de distribución homogénea de estrofas, debido, sin duda, a su composición heterogénea 2. El salmo empieza con una súplica contra sus perseguidores y se continúa
por una confesión enérgica de inocencia, apelando al juicio de Yahvá sobre todos los pueblos. Después el salmista pide a Dios que le haga-justicia frente a la maldad de sus adversarios,
pues está seguro del cumplimiento de la justicia divina.
Súplica de auxilio a Yahvé (1-3).
1
Endecha de David, que cantó a Yahvé cuando lo de Cus, benjaminita. 2
Yahvé, mi Dios, a ti me acojo, sálvame de cuantos me persiguen, líbrame; 3
no sea que como león desgarre alguno mi alma, arrebate y no haya quien (la) libre. En el título se caracteriza esta pieza como
endecha, traduciendo así la misteriosa palabra heb.
shiggayon, de sentido incierto. Los LXX y Vg traducen simplemente
psalmus. Pero el tono del salmo es de tipo elegiaco, y entonces, relacionando la palabra hebrea con el asirio
shegu, que significa lamentación, tenemos como traducción probable
endecha. El personaje Cus que aquí se cita nos es desconocido. Se le ha relacionado con Cusai de
2 Sam 15:32, e incluso se le ha considerado como un esclavo originario de Cus (Etiopía); pero estas conjeturas son meras posibilidades, sin base alguna segura.
El salmista pide a Dios socorro contra un adversario que le hostiga como un
león hambriento, deseoso de caer sobre la presa. Su
alma o vida está en peligro, y en tal circunstancia, el único salvador es el propio Yahvé. David, perseguido por las huestes de Saúl, puede bien encarnar la situación de este justo perseguido 3; no obstante, en los salmos encontramos muchas veces dramatizada la situación de un justo al que le cercan los enemigos, que por su hostilidad descarada son comparados a fieras que acechan la presa codiciada. La vida del justo está siempre en terreno hostil, ya que son más los que viven fuera de la ley divina que los que se conforman a ella; y la hostilidad de los pecadores contra los buenos es un hecho universal en la historia de la humanidad. El fiel israelita, en particular, tenía que
soportar las ironías y desprecios de los que vivían olvidados de su Dios.
Testificación de inocencia (4-6).
4
Yahvé, mi Dios, si hice yo esto, si hay injusticia en mis manos, 5
si pagué con mal al que estaba en paz conmigo, si aun al enemigo le despojé sin razón, 6
persiga el enemigo mi alma, alcáncela y échela por tierra y haga habitar mi gloria en el polvo. David, huyendo por el desierto, declara a Saúl que es inocente de las falsas imputaciones que le atribuyen. ¿Qué crimen he hecho yo y de qué mal mi mano es culpable? 4 Y, en prueba de que no atenta contra su vida, le devuelve su lanza, que le arrebató en un momento en que le pudo matar. El salmista declara que no ha cometido
injusticia alguna, y, por tanto, que no le remuerde la conciencia. Nunca causó daño al que estaba en
paz con él, es decir, al que gozaba de su amistad; y ni siquiera con sus enemigos se permitió ninguna acción fuera de la ley (v.5). En caso contrario, pide a Dios que el enemigo le persiga y humille
, pisoteando su honor o
gloria y arrojándole al
polvo (v.6). ¡Tan seguro se siente de su conducta irreprochable!
Apelación al solemne juicio de Dios (7-8).
7
álzate, Yahvé, en tu ira, yérguete contra la rabia de mis enemigos y despierta en mi favor, pues has decretado el juicio, 8
Rodéate del consejo de las naciones y siéntate en alto sobre él. Los v.7-12 tienen distinto ritmo, y por eso no pocos autores los consideran como incrustación adicional posterior. El estilo es brusco, y el pensamiento, más denso que en la sección anterior. También aquí se trata de un inocente que, injustamente acusado por sus adversarios, apela al juicio del Omnipotente, rodeado de todos los pueblos. No apela a la intervención normal de la Providencia divina,
sino al juicio solemne escatológico y universal, que pondrá fin al pecado en la tierra. En el orden nuevo no habrá lugar para la maldad, y el justo será plenamente recompensado y reconocida su virtud, tanto tiempo vilipendiada 5. El salmista, pues, se proyecta hacia esta perspectiva gloriosa y apela al juicio solemne en que Yahvé,
rodeado del consejo de las naciones, establezca su trono judicial en lo
alto, es decir, en la cima de los cielos 6. Todos los pueblos y tribus formarán alrededor del Juez soberano para ser testigos de su veredicto definitivo en el
juicio que ha
decretado.
Imploración de justicia (9-10).
9
Es Yahvé quien juzga a los pueblos. Defiende, Yahvé, mi causa según la justicia y según la inocencia que hay en mí. 10
Acabe de una vez la malicia del impío, y confirma al justo, tú que escudriñas los corazones y los ríñones, Dios justo. Puesto que Yahvé es el supremo
Juez de los
pueblos, el salmista le pide confiado que salga en favor de su
causa, avalada por su justicia y su
inocencia. Ya es hora de que desaparezca la
malicia del impío que domina la sociedad, para que se impongan los derechos del justo, tantas veces incomprendido. En realidad,
Yahvé es el único que puede dar un veredicto equitativo, ya que conoce las complejidades del corazón del hombre, pues con su mirada penetrante escudriña los pensamientos de los
corazones y los deseos de los
ríñones. Según la mentalidad hebraica,
el corazón era la sede de los pensamientos y afectos, mientras que el
riñon lo era de los afectos y emociones7. Dios no juzga, como el hombre, por las apariencias,
sino que llega a las intimidades de la conciencia humana, y, por tanto, puede medir el grado de inocencia que hay en la conducta ultrajada del salmista y el grado de culpabilidad en el proceder del impío. La perspectiva del salmista perseguido es muy amplia, pues piensa en el juicio discriminador que ha de preceder a la inauguración del reino de Dios, y, por tanto, a la plena manifestación de su justicia, a la que los impíos no tendrán acceso 8. Los justos del A.T. suspiraban por el nuevo orden de cosas, pues, en su perspectiva fuera de la panorámica de la retribución en ultratumba
Dios tenía que hacer justicia al de recto corazón aquí en la tierra. La experiencia probaba que en el estado actual prevalecía la
malicia del impío (v.10); pero ya era hora de que ésta se
acabe para ser suplantada por la influencia
del justo confirmado en su virtud por Yahvé, que le hace justicia.
Confianza en Dios, justo Juez (11-14).
11
Mi escudo es Dios, que salva a los rectos de corazón. 12
Dios es justo Juez; cada día los amenaza con su ira. 13
Si no se convierten, afila su espada, tiende su arco y apunta; 14
apareja los instrumentos de muerte, hace encendidas sus saetas. En medio de los peligros, el justo se siente seguro al amparo de su
escudo, que es el Dios omnipotente, siempre al servicio de los
rectos de corazón. Todos los días se ejerce en realidad su justicia, pues constantemente se manifiesta su
ira sobre los culpables (v.1a). Esas frases parecen de un sabio que quiere calmar las ansias del advenimiento del juicio definitivo sobre los pecadores
en sentido escatológico. El sabio responde a estas ansias del salmista angustiado, que debe considerar el curso normal de la Providencia, que castiga diariamente a los que no van por sus sendas,
y así presenta a Dios como un guerrero implacable que lanza sus mortíferas saetas contra los impíos (v.14). No es necesario acudir
al juicio solemne final de Dios, pues cada día ejerce su justicia. Esta es la enseñanza de este fragmento sapiencial, incrustado en el salmo en respuesta a las impaciencias del justo atribulado, que suspira por la desaparición total del mal y la inauguración
del reinado de justicia.
El pecador será víctima de su maldad (15-18).
15
El que concibió maldad, se preñó de iniquidad y pare el fraude. 16
El que cava y ahonda la cisterna, caerá en la hoya que él mismo hizo. 17
Recaerá sobre su cabeza su malicia, y su crimen sobre su mollera. 18
Yo alabaré a Yahvé por su justicia y cantaré el nombre del Señor. Siguen las sentencias del sabio para probar que la justicia divina se ejerce cada día de modo misterioso, pero seguro. Así el que maquina y
concibe maldad para otros, será preso de la
iniquidad, y el fruto de su obra será un
fraude, una decepción, porque sufrirá el efecto pernicioso que maquinaba para otros (v.1s). Las frases que aquí se emplean son de tipo gnómico o proverbial y similares a otras que encontramos en la literatura sapiencial 9, lo que prueba el carácter adicional de estos versos. El pecador es como el cazador que cae en la
fosa que
cavó para su presunta presa (v.16) 10. Sus maquinaciones son como una piedra lanzada al aire, que termina por caer sobre la
cabeza del que la tiró (v.17) 11.
El v.18 es una terminación netamente salmódica y resume la argumentación anterior:
Si Yahvé es justo y da a cada uno según sus obras, el salmista atribulado debe confiarse a El y
alabarle por su justicia,
cantando sus glorias en honor del nombre del Señor. 1 Cf. 1 Saní 22:1. 2
E. Podechard distingue en esta composición dos salmos diferentes:
a) v. 1-6.13-18;Y
b) v.7-12. 3 Cf. Sam 24:10. 4 Sam 26:18-22. 5 Cf.
Sal_97:10-12. 6 Cf.
Sal_9:5.8. 7 Cf.
Sal_25:2;
Jer_11:20;
Jer_17:10;
Sab_1:6. 8 Cf. Sal 82.93-96.97. 9 Cf.
Job_15:35;
Isa_59:4;
Ose_8:7;
Ose_10:13;
Job_4:8;
Pro_22:8. 10
Pro_26:27;
Sal_9:16;
Sal_57:7; Eci 10,8; éclo 27:26;
Sal_35:7; 11 Prov 26:27;
Eco_27:25;
Abd_1:15;
1Re_2:32;
Sal_28:4.s;
Jer_18:20.22.